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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Tren

Foro sin fundamento en Valledupar: ferrocarriles, discursos y silencios (2/2)

Continuación del artículo 1/2)

Para ser más precisos, un elemento principal de una acertada política pública es que las prioridades y decisiones deben estar basadas en la rentabilidad social de los proyectos a través de un correcto Análisis Costo Beneficio -ACB-, exigente y riguroso, estándar, que pasa por varias complejidades que debe sortear.

 

En términos financieros, todo proyecto a evaluar debe mostrar en la fase de prefactibilidad una clara proximidad a su competitividad comparada con los modos alternativos existentes, como carretero o fluvial; es decir, el flete ferroviario proyectado de punta a punta (origen en el sitio de carga a destino en el sitio de entrega) debe ser menor —o como mínimo del mismo orden de magnitud— al flete de los modos dominantes (generalmente el de los camiones). Y esto lleva al análisis a la comprensión de que el ferrocarril no puede competir en todos los tipos de cargas, por sus características intrínsecas o por la logística que necesitan. Es un hecho que desmonta la mayor parte de los tres cuasi-dogmas, y su conocimiento separa a quienes comprenden el tema de los que no. Por supuesto, la política pública debe provenir de los primeros.

Por más que el tipo de carga sea apropiado para los trenes, la distancia larga les favorezca y la pendiente baja sea propicia, si la cantidad de carga y su frecuencia de despacho no son suficientes para lograr las economías de escala en la operación de los trenes, puede ser que no se logren aproximar a los fletes competitivos frente a los modos alternativos existentes. O que la inversión en las obras que haya que realizar para mantener la pendiente por debajo del 1.5% para que la capacidad y velocidad de los trenes sean competitivas, no impacte el proyecto alejando el flete ferroviario de los fletes de competencia existentes.

Y más allá, aunque en términos financieros el proyecto no tenga cierre por sí solo, es decir que el recaudo por tarifas aplicado a las cantidades de las cargas a transportar -los ingresos- no alcance a cubrir todos los costos, de inversión, operación, mantenimiento, administración  y utilidad de los operadores (vía y transporte), podría justificarse si, con evidencia rigurosa, se demuestra su rentabilidad social, para lo cual el Estado debería aportar al proyecto, a través de una menor tarifa por uso de las vías férreas y/o invirtiendo en mayor proporción en su fase de construcción (en el caso de las APPs), e incluso invirtiendo más allá si hubiese un claro objetivo de desarrollo social futuro (en la práctica, subsidiando la operación al inicio).

Esta razonabilidad debe emerger de juiciosos estudios de beneficios y costos sociales y financieros, debidamente valorados que demuestren entre otros, la reducción efectiva de los costos logísticos comparados de punta a punta en las cargas principales, los menores impactos al medio ambiente y al paisaje por efectos de la actividad de transporte, las proyecciones de beneficios por el desarrollo a generar en las zonas impactadas, y hasta los impactos de la integración regional y local que habló la Ministra, siempre y cuando puedan ser evaluados con la misma rigurosidad.

Resulta especialmente complejo evaluar aquellos proyectos que no buscan mejorar la competitividad existente, sino generar polos de desarrollos futuros, inciertos por naturaleza, en un país que tiene poca planeación de largo plazo. Lo que defina un Gobierno, muy probablemente será replanteado por el siguiente. De hecho, este posible replanteamiento de la política pública de transporte férreo que expuso la Ministra sirve para ilustrar este grave problema asociado al subdesarrollo. En otras palabras, cuando se plantea una línea férrea (o una carretera) que se espera que sea detonante de un polo de desarrollo en las próximas décadas, que puede ser lo más adecuado para el país y algunas regiones, hay que suponer que va a haber una política de Estado – y no una de Gobierno – que permitan asegurar coherencia en la ejecución hacia el futuro. Y en estos casos, precisamente, no estaríamos frente a una política pública de transporte, sino ante una política de desarrollo, donde el transporte es uno de sus múltiples componentes.

Por fortuna los cambios introducidos en lo expuesto por la Ministra no son esenciales. El tramo Fundación – Albania, pasando por Valledupar probablemente no pasará de ser una idea. Revivir la ruta La Dorada – Villeta – Bogotá tampoco logrará pasar de la prefactibilidad, y menos, si se tiene en cuenta que la vía por el Carare tiene mucho más sentido y no son complementarias sino alternativas -la una o la otra- al menos con el tamaño de la economía regional y así será por muchísimo tiempo más. El tren del Caribe no podrá ser soportado por carga entre los puertos, porque es exigua frente a lo que empezaría justificar un tren, y sólo quedaría la demanda de pasajeros, que usualmente no alcanzan a lograr la factibilidad del tren. Muy probablemente, el Tren Verde que llamó la Ministra, tampoco arrojará resultados positivos.

En este último proyecto sí que hay que hacer advertencias, dado que hay una condición completamente diferente en el panorama económico y logístico nacional: Puerto Antioquia, en Turbo. Ya se percibe que los fletes terrestres desde o hacia Bogotá y Boyacá hacia o desde Turbo podrían ser radicalmente más bajos que los de Bogotá y Boyacá desde o hacia la Costa Atlántica, con lo cual el mercado guiará a las navieras a reubicar o incluir recaladas en Urabá y no sólo en Cartagena, Santa Marta o Barranquilla.

La ruta Bogotá/Boyacá – Turbo será en poco tiempo protagonista de los transportes en el país. Difícilmente el tren podrá competir con la red planteada, contando con el ramal que la une a Turbo, puesto que implicaría que los trenes suban y bajen a Medellín, enfrentando una topografía abiertamente adversa a su eficiencia. Pero que, además, le agrega mucho más recorrido y más tiempo.

Si el tren quiere competir, debe aprovechar que desde el Magdalena medio existe la posibilidad de llegar a Urabá sin tener que subir y bajar montañas, siguiendo un trazado plano que bordea las estribaciones de las cordilleras central y occidental al norte del departamento de Antioquia y en tierras de Córdoba (una distancia larga, plana y buenas expectativas de volúmenes de carga en los dos sentidos). Ese ferrocarril estaría destinado a contribuir realmente a la competitividad nacional y de todas las regiones vinculadas, contando siempre que la demanda de carbón coquizable de Boyacá se sostenga en el mundo. Le oí esta propuesta al ingeniero Hernando Patiño Ortiz hace un año, la cual sí refleja una visión estratégica con fundamento técnico y sentido de largo plazo.

En un estudio para la ANI en el que participé (ver memorias en la página de la ANI) se incluyeron, con buenos resultados los trayectos Fundación – Sabanalarga y de allí dos ramales a Barranquilla y a Cartagena, dado que en los dos puertos hay volúmenes importantes de cargas hacia el interior -Bucaramanga, Bogotá, de graneles sólidos y contenedores, y son receptores de carbón de Boyacá y Santanderes, principalmente. Valía la pena sugerir que se evaluaran estos proyectos, sin olvidar el escenario de Puerto Antioquia que puede cambiar completamente el tablero de orígenes y destinos de las cargas en el país.

Un foro como el citado en Valledupar era una oportunidad propicia para cuestionar y replantear a fondo los supuestos de la política pública que debe estar contenida en un Plan Maestro después de hacer las evaluaciones en prefactibilidad (con ACB, por supuesto) y no solo como ideas y perfiles de proyecto. Y desde luego, las fuentes de financiación, los tipos de contratación y la evaluación de los beneficios netos con la adopción de un método estandarizado, los problemas encontrados y actuales en la operación ferroviaria, el estado del proyecto de Ley Ferroviaria, el impacto esperable de Puerto Antioquia, todos muy importantes y que fueron desplazados para darle prioridad a contar una visión parcialmente nueva de lo que ya había.

Como era un foro, citado por la Contraloría que suponía la presencia de expertos, se hubiera esperado que estos temas de fondo se hubieran discutido, para que la ministra y sus funcionarios pudieran recoger las críticas bien intencionadas y repensar y mejorar sus planteamientos.  En foros sin controversia, sin debate ni confrontación de ideas, planes y proyectos, no se construyen rutas claras hacia el desarrollo. Urge elevar el nivel del debate público y exigir más de nuestras instituciones, de estos foros, y hasta de nosotros mismos.

Rafael Fonseca Zarate

Foro sin fundamento en Valledupar: ferrocarriles, discursos y silencios (1/2)

Resulta legítimo preguntarse qué motivó a la Contraloría General de la República a organizar un foro sobre laPolítica Pública del modo ferroviario en Colombia, avances y retos hacia un desarrollo más eficiente y sostenible, desde la perspectiva del Control Fiscal, si de esto último -que debe ser su foco de interés- poco o nada se habló.

La contraloría recordó cómo el trayecto La Dorada – Chiriguaná ha estado priorizado en el Plan Maestro de Transporte Intermodal y el Plan Maestro Ferroviario (2020), y celebró que se hubiera adjudicado la APP e invitó al Gobierno a seguir en este trabajo “garantizando que siempre haya suficiente carga y pasajeros a movilizar”, una invitación físicamente inviable y conceptualmente ingenua, si se analizan las condiciones reales del país. Dijo también que “persiste como tarea pendiente” la actualización tecnológica del sector y el cambio a trocha estándar (la red abandonada y la recuperada están en trocha yárdica, salvo el tren del Cerrejón).

 

En general, la lógica de estos planes ha sido recuperar las vías abandonadas, salvo la línea de El Cerrejón que fue concebida dentro del proyecto carbonífero para reducir los costos de transporte desde la mina al puerto (un pequeño trayecto, en un terreno plano, pero para millones de toneladas despachadas con mucha frecuencia, que justificaron financieramente su construcción). Por ejemplo, el trayecto Chiriguaná – Santa Marta, usando la infraestructura que había, y mejorada por el operador actual FENOCO, que reúne a exportadores de carbón del Cesar, aún en trocha yárdica ha sido exitosa para reducir el costo de transporte de millones de toneladas en una pequeña longitud y sobre terreno plano.

También en general, para que el transporte ferroviario se justifique se requiere una combinación de factores que no son fáciles de combinar en Colombia: largas distancias, terreno plano y mucha cantidad de carga en ambos sentidos. La mayor larga distancia y plana en el país se podría referir a Santa Marta – La Dorada, pero este puerto fluvial no es un centro de atracción y generación de cargas. A lo que debemos enfrentarnos ahora, como se hizo por fin con las carreteras desde los años 90, es a dominar la topografía montañosa donde están ubicados los centros de atracción o generación de carga, como Bogotá, Medellín o el departamento de Boyacá (carbón coquizable para producción de acero, que se exporta al mundo). Esto se hace a través de obras como túneles y viaductos que permitan mantener las pendientes entre 0% y 1.5%, rango en el cual la capacidad de carga y la velocidad son competitivas como modo de transporte, lo que implica grandes inversiones que entran también en la evaluación y toma de la decisión correspondiente. ¿Competitivas frente a qué? Expresado en términos más prácticos, que los fletes resultantes en tren compitan (sean menores) a los del modo que actualmente se utilicen, predominantemente los camiones. Pero hay condiciones adicionales como el tiempo total y la mayor certeza de entrega a tiempo, que no le son favorables al tren. Tampoco lo son las estaciones de transferencia de carga de un modo a otro, por los costos de la misma transferencia y los usualmente altos costos de último kilómetro, en camiones. O sea, hay una multiplicidad de factores propios de cada caso, lo que hace fácil comprender que también en cada caso hay que hacer las cuentas muy bien.

¿Por qué convoca la Contraloría un foro que, en la práctica, no lo es? Los foros suponen llegar a conclusiones o consensos a través de la discusión. Se ha vuelto costumbre que a estos llamados foros se invite a personas que representan diferentes temas, pero no necesariamente diferentes puntos de vista sobre un mismo tema. Pero también sucede que los invitados no discutan nada; solo exposiciones que no generan discusión. O sea, cada expositor está de acuerdo con los otros expositores, o quiere estar de acuerdo para no tener controversia. Deberían llamarse por su nombre, jornadas de conferencias sobre un tema común. Y para felicitar al Gobierno por un contrato e invitarlo a lo obvio, no se necesitaba toda esta reunión, y menos por ser citada por una entidad de control que anunció en el saludo que quería revisar el tema fiscal pero que no mostró ese alcance en el evento.

Estuvo como invitada central la Ministra de Transporte, María Fernanda Rojas Mantilla.

La ministra se aferró discursivamente a la visión ferroviaria expresada por el presidente Petro en estos años. Incluso su presentación magistral apuntaba insistentemente a demostrar que no era tan loco (literalmente) que se unieran el Pacífico con el Atlántico por tren, y por eso su reiteración en la conformación de la red, puesto que, con esa red ferroviaria se podría ir de Buenaventura hasta Santa Marta, e incluso hasta Puerto Bolívar. Recordamos que lo que dijo el presidente en esa intensa noche de campaña en Buenaventura era sobre una línea elevada de Buenaventura a Barranquilla, que eso sí era loco. Y que había que unir los puertos por tren; la Ministra habló de unir los centros de producción del interior con los puertos, lo cual es más apropiado como propósito en borrador. Probablemente nadie querría llevar su carga de Buenaventura a Santa Marta en tren, así se pudiera, por el costo y el tiempo no competitivos; de ninguna manera esto sería competencia para el Canal de Panamá, como sí pudiera serlo la línea especial Turbo – Cupica, pasando antes por fuertes análisis de vulnerabilidad estratégica y todos los de factibilidad económica.

Ya que se estaba hablando de política pública, entonces hay que hablar sobre lo hablado de política pública, lo cual exige atención en los conceptos sobre los cuales se construyó.

Conviene entonces revisar tres ideas que han hecho carrera a cuasi-dogmas, que impregnan todo el discurso sobre los trenes:

El primero, es “… reducir costos logísticos y agilizar el flujo de bienes de importación y exportación desde … (el) puerto”, en palabras de la Ministra. Ya desde la apertura, el Contralor había hablado de reducir los costos logísticos en un 26% (del Conpes).

El segundo es un relato que ya se ha vuelto generalizado: acabamos con los trenes en los años 70 por la desidia de los gobernantes de la época y que hay que recuperarlos porque este país sería otro si no se hubiesen desmantelado, expresado con una nostalgia sin base empírica. Otro cuasi-dogma adoptado. La Ministra lo evocó magistralmente en su presentación: “la sensatez de construir una red férrea con conectividad no solo en términos de transporte sino como articula y conecta regiones, de hecho la gente en La Dorada cuenta las historias de cómo usaba el tren el sábado, el domingo, visitaba sus familiares, almorzaba, tenía novio o novia por allá cinco pueblos adelante, iba a misa, almorzaba, visitaba su familia, pasaba el día, cogía el tren y visitaba uno u otro familiar y llegaba a su casa; el tren era integración”.

El tercero es que obsesivamente hay que lograr la red, por aquello de la integración regional, y poder llegar de Buenaventura a Santa Marta, incluso -siguiendo el discurso del presidente- unir los puertos, como requisitos de un país desarrollado.

Ninguna de estas expresiones se puede dar por cierta, simplemente por construir o haber recuperado los trenes. Con base en estos tres cuasi-dogmas no se puede plantear la política pública del transporte ferroviario en el país. Como sabemos, la política pública debería apuntar a la logística y no a uno de los modos de transporte, y con más alcance, para no equivocarse, debería estar enmarcada en la búsqueda de una mayor competitividad del país y en general, un mayor bienestar para los colombianos. (continuará).

Rafael Fonseca Zarate

Del tren elevado al puerto húmedo

Meses  atrás, en una visita el presidente Gustavo Petro a  Domingodó en el Municipio de Carmen del Darién en donde se entregaba un proyecto de conectividad, El presidente habló del proyecto del tren interoceánico que comunique los océanos Pacífico y Atlántico en nuestro país, esto como solución a los problemas que viene presentando el canal de Panamá; el cual a pesar de su ampliación en el 2016 y de sus nuevas esclusas no alcanza a satisfacer las necesidades de una empresa naviera que cada vez crece más en el mundo.

Pero el canal de Panamá no es el único con estas dificultades, también pasa lo mismo en el canal de Suez, el cual también fue renovado hace poco; permitiéndole prestar los servicios a embarcaciones de hasta 20 mts de calado o 240 mil toneladas de peso muerto (todo el peso de la embarcación incluido el peso de la nave misma) y aun así no es suficiente, debemos de recordar que hoy existen embarcaciones con dimensiones mucho más grande de las que pueden pasar por ambos canales

 

El Presidente en un acto, que espero sea real y no sea la acostumbrada cortina de humo que utiliza su gobierno para desviar la atención de los muchos problemas que afronta y por lo que se dice en las redes sociales, también con su familia; o por el simple hecho de congraciarse con una comunidad que votó por él y que no ha visto las inversiones anunciadas y a la que ahora necesita para promocionar su atropellada constituyente, plantea el tema y abre la discusión sobre el proyecto que desde su punto de vista es la solución más acertada, pero la verdad es que no lo es y explicare porque.

El proyecto del tren es la opción menos visionaria que se puede plantear, ¿por qué Colombia y especialmente el Chocó se debe conformar con un Renault 4, si podemos tener un Ferrari? ¿Por qué invertir en un tren cuando podemos ser la solución del transporte marítimo a nivel mundial?

El canal húmedo del Chocó nos brinda la oportunidad de poder facilitar el transporte de mercancías a nivel mundial, dándole paso a buques de más de 200 mil toneladas, permitiéndoles que pasen por sus más de 200 kms y sus 7 túneles, más de 80 barcos diarios de ida y vuelta, con una distancia entre barco y barco de 5 kilómetros.

De acuerdo con los expertos con los que he hablado del tema, el canal húmedo del Chocó permitiría que los tiempos de tránsito de estos buques se reduzca de una manera sustancial comparado con lo que pasa hoy en Panamá, en donde se necesita que las embarcaciones sean guiadas de esclusa en esclusa, más el tiempo de llenado de cada una de ellas, más el tiempo de inspección, transporte y acarreo de los mismos; que hace que los tiempos de espera sean demasiado largos, en cambio el tiempo en el canal húmedo del Chocó sería de aproximadamente 9 horas, porque sería de flujo libre.  

Tiene razón el Presidente cuando habla de los análisis de impacto que se deben desarrollar en el estudio, máximo cuando el trazado que más conviene pasa por el parque nacional los Katíos en la parte nor occidental del Chocó, pero la ingeniería de hoy puede garantizar desarrollar el proyecto teniendo el menor impacto posible, el otro tema que hay que valorar es la existencia de pueblos Negros y comunidades Indígenas en la zona, que con un adecuado trabajo de consulta, no con los representantes nacionales, sino con los de los del territorio se podría salvar el escollo.

Lo mejor de este proyecto es que Colombia no tendría que poner un solo peso, puesto que si la decisión se toma será solo cuestión de concesionar el proyecto a empresas multinacionales, las cuales con un estudio financiero bastante pesimista podrían recuperar su inversión en 12 años, mismo tiempo en que las regalías del proyecto (peajes) podrían añadir un par de puntos al PIB nacional, lógicamente el principal beneficiario de estas ganancias debe ser el pueblo Chocoano.

Nota recomendada: La nueva estrategia para el Pacífico que propone el exgobernador del Chocó, Jefferson Mena

Presidente, una consideración respetuosa por su dignidad de mandatario de todos los colombianos, en vez de estar buscando consensos para cambiar la constitución debería hacerlo para proyectos como este, que sin lugar a dudas debe concitar un acuerdo nacional para que se garantice su realización, de esa manera usted haría un gran aporte al Pacífico Colombiano en especial al Chocó  y al pueblo negro de Colombia al cual usted le debe tanto y por lo que veo de su gobierno, le quedará debiendo sino hace lo correcto con este proyecto, porque por donde uste lo ve definitivamente no es. 

Jeferson Mena

Vivir de tren en tren, sin destino

Durante casi cinco años, el fotógrafo Mike Brodie documentó las vidas de jóvenes nómadas que logran viajar libremente por los Estados Unidos a través de las vías del ferrocarril. Las imágenes pretende sacar a la luz el mundo oculto de los jóvenes vagabundos de Estados Unidos que viajan como polizones de tren en tren sin destino alguno.

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