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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: uribismo

Guerra en el Uribismo: Valencia y Cabal se enojan por encuesta que favorece a Miguel Uribe

Las senadoras del Centro Democrático, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, rechazaron la publicación de una encuesta de la firma Invamer, cuyo objetivo fue medir la imagen de Miguel Uribe Turbay, quien al igual que las congresistas, busca ganar la candidatura del partido uribista para la Presidencia de la República.

En un video publicado en sus redes sociales, las dos senadoras señalan al precandidato Uribe Turbay de querer tomar ventaja publicando una medición que no fue pagada por el partido, cinco días antes del gran foro de precandidatos del Centro Democrático en Barranquilla.

«Se corrió la línea ética de un partido que se ha caracterizado por hacer política con ideas, con servicio a la comunidad, dando todas las batallas para defender nuestra democracia”, afirmaron Cabal y Valencia.

La encuesta da como ganador de la consulta interna del Centro Democrático a Miguel Uribe con un 43,8% de favorabilidad, seguido por María Fernanda Cabal, con un 23,3%.”

De acuerdo con una publicación de la Wradio, «la encuesta fue financiada por la empresa digital Creadorxs Colombia, que tiene como representantes legales a los empresarios Carlos Eduardo Mejía y Adriana Mejía Reyes, quienes, según fuentes consultadas, serían relativamente cercanos a Uribe Turbay».

Uribismo desmemoriado

“Mandan cascara”, dicen en el Caribe. Al uribismo le queda imposible ocultar su desvergüenza cuando pretende criticar al presidente Gustavo Petro respecto a la posibilidad de una Constituyente.

El Propio jefe de Estado acaba de reiterar que no es su propósito acudir a este mecanismo previsto en la Constitución de 1.991, y que mucho menos tiene la intención de hacerlo para perpetuarse en el poder a través de una reelección.

Ha recordado eso sí, que quienes lo critican desde la orilla del establecimiento son aquellos que usaron la reelección a su favor, reformando la Constitución para ello. Uribe, Santos, Duque y Vargas Lleras fueron los directos beneficiarios de esa torcida de pescuezo a nuestro arquitectura constitucional.

Pero no mencionemos el famoso “articulito” con el que el expresidente Uribe pudo reelegirse y heredarle a Santos la misma posibilidad. Ni el fracasado referéndum de 15 preguntas del 25 de octubre del 2003, un día antes de las elecciones locales, promovido por el mismo Uribe que buscaba reformar la Constitución y de paso remolcar sus candidatos a alcaldías y gobernaciones en todo el país. Ríos de tinta se han escrito sobre tales acontecimientos y el impacto que aún estamos padeciendo de las alteraciones en la separación y equilibrio de los poderes públicos, principalmente por la reelección presidencial.

Hagamos más bien un repaso por las veces y motivaciones con las que la derecha uribista ha lanzado a los cuatro vientos la propuesta de una Constituyente. En el 2012, al entonces jefe del Partido de la U y expresidente Álvaro Uribe le pareció una buena idea atravesársele a la reelección de Juan Manuel Santos para pasarle cuenta de cobro por lo que el uribismo consideraba una “traición”.

Aunque Santos no había anunciado que buscaría reelegirse haciendo uso del “articulito” engendrado por su hasta hace poco jefe político, Uribe propuso una Constituyente para establecer un Congreso Unicameral, aunque “aclaró” que su propuesta no buscaba su retorno al poder sino una reforma a la justicia.

“Un grupo de ciudadanos, que merece todo el respeto, ha propuesto una Constituyente. Una Constituyente, limitada en sus atribuciones a reformar la justicia, dedicada a ese propósito sin la interferencia de interés diferente, puede ser respuesta al clamor de la hora”, dijo sin sonrojarse.

En el 2015 nos sorprendimos con la paradójica coincidencia del travieso expresidente y las FARC en la realización de una Constituyente, a instancias de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y esta organización guerrillera. “¿Entonces no será mejor proponer una Constituyente?” se preguntó. Y agregó:

“Una Constituyente limitada a los acuerdos de La Habana, de elección popular, que lo ratifique, lo reforme, le adicione, les quite”. Y luego en el 2016, animados por el triunfo del No en el Plebiscito por la Paz, arreciaron proponiendo de nuevo una Constituyente para reformar la justicia.

En el 2019, fueron varios congresistas del Centro Democrático los que propusieron convocar una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la justicia, incluyendo la Jurisdicción Especial para La Paz, tribunal creado como resultado del Acuerdo Final de Paz del Teatro Colón, que el uribismo siempre ha considerado riesgoso para su jefe y su proyecto político.

El vocero de esa otra pretendida jugadita fue el entonces presidente del Senado, Ernesto Macías, “una constituyente para una reforma a la justicia, una reforma política, yo diría, reforma a la justicia incluida la JEP”.

Pero “la tapa de la olla” de esta historia la protagonizó la senadora Paloma Valencia en el 2020. Tan pronto se conoció la orden de detención en contra del entonces senador y expresidente Álvaro Uribe por delitos, entre otros, como el de manipulación de testigos, la congresista uribista “pura sangre” desempolvó la reiterada aspiración del patrón del ubérrimo, de una Constituyente que reforme la justicia, de nuevo con un interés inocultable para favorecerlo.

Tiene razón el Senador Iván Cepeda cuando dice que el momento que reclama el país, a cambio de aventuras y fetichismos constituyentes, es el de un gran Acuerdo Nacional que remueva los obstáculos institucionales para construir La Paz; permita acelerar la implementación plena del Acuerdo con las exfarc y viabilice las urgentes reformas sociales.

Tienen razón quienes afirman que a ello se refiere literalmente el propio Acuerdo de Paz y que resulta estrambótico deducir interpretaciones más allá de lo que establece el texto. Y para ello no sobra refrescarles la memoria al Uribismo cuando pretende endilgarle a Petro lo que ellos tienen de sobra.

Antonio Sanguino

Tranquilos señores uribistas

He notado cierto nerviosismo en el Centro Democrático, producto de la paranoia que les hace pensar o creer que el presidente Gustavo Petro tiene la intención de perpetuarse en el poder.

Los comentarios en Twitter que uno les lee, parecen escritos si con la intención de hacernos creer que el primer mandatario tiene ganas de cambiar la Constitución para quedarse en el poder indefinidamente como lo pretendía hacer cierto expresidente.

Si señor hablo de Álvaro Uribe Vélez, a quien la Corte Constitucional tuvo que frenarle sus intenciones de perpetuarse en el poder de manera indefinida como era su pretensión.  No me cabe la menor duda, que si no hubiese sido por ese fallo que le fue adverso al líder del Centro Democrático, esto sería una dictadura, pero de derecha.

Y fue por culpa del cambio en el articulito que permitió la primera reelección de Uribe que se alcanzaron a romper algunos temas relacionados con el equilibrio de pesos y contrapesos en el sistema constitucional de nuestro país y que terminaron de profundizarse cuando Juan Manuel Santos siguió el mismo ejemplo.

Gracias a Dios Santos reflexionó y permitió que se prohibiera la reelección presidencial, de modo que el uribismo que ahora es oposición no tiene por qué temer que el país regrese a este escenario porque tendría que darse una modificación en la Carta Magna, pero esta vez preguntado al constituyente primario si así lo quiere o desea.

No hay razón entonces para pretender sembrar pánico en el pueblo colombiano tratando de dejar la impresión de que se estaría configurando un escenario de reelección indefinida que abriría la puerta para una dictadura de izquierda como ocurre en Venezuela o Nicaragua.

Ya es hora de que el Centro Democrático ejerza una oposición seria, de argumentos, donde haya espacio para el debate de ideas y no para las mentiras y la posverdad.

Si en verdad desean ser alternativa de poder deben pensar que hasta el momento no lo han hecho bien y que más bien están desperdiciando un escenario que les puede servir para demostrar que en nuestro país, se puede ejercer la política de manera inteligente.

 

¿El uribismo tiene a Duque como la guayabera?

El Centro Democrático anunció una gira por las diferentes regiones del país que iniciará en las próximas semanas con la idea de dialogar con los sectores campesinos, comunidades afro, indígenas, jóvenes, etc., para conocer de primera mano sus necesidades y plantear soluciones.

Esta gira tiene como objetivo restablecer la imagen del partido político de cara a las elecciones regionales de 2023, luego del golpe electoral sufrido en la pasada contienda presidencial y legislativa, tras el desgaste del gobierno de Iván Duque.

A los viajes asistirán las bancadas de cámara y senado del partido de derecha y contará con el acompañamiento del expresidente Álvaro Uribe. Cuando se le preguntó a la senadora Paloma Valencia si el también expresidente, Iván Duque, asistiría a estos encuentros, no supo responder, dejando la duda de sí al exmandatario se le está teniendo en cuenta para este tipo de eventos o si como dice el dicho, “lo tienen como la guayabera… por fuera”.

Uribismo se disgusta por el nombramiento de Iván Velásquez cómo ministro de Defensa del próximo gobierno

Las reacciones del uribismo a la designación al exmagistrado investigador de la parapolítica, Iván Velásquez com ministro de Defensa del presidente electo, Gustavo Pëtro, no se hicieron esperar .

La primera en dar a conocer su disgusto por el nombramiento fue la senadora Paloma Valencia quien desde su cuenta de Twitter se manifestó en contra:

Seguido a esto, el representante a la cámara, José Jaime Uscategui, escribió en su cuenta de Twitter:

 

La senadora María Fernanda Cabal no se quedó atrás y criticó la designación de Velásquez escribiendo lo siguiente:

En cuanto se conoció la designación, el expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez, Sin hacer alusión directa ni mencionar nombre alguno publicó en sus redes sociales:

Iván Velásquez fue magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia en donde coordinó toda la investigación de la parapolítica por lo cual fue blanco de ataques del entonces presidente de la república Álvaro Uribe Vélez.

Le puede interesar: Iván Velásquez será el ministro de Defensa de Petro

 

Lo seguro es que nada está seguro

Nada está seguro en la elección presidencial. La avalancha de encuestas que sin ningún control circulan por estos días parecen coincidir, más allá de las proclamas triunfalistas de los punteros, que habrá segunda vuelta, que todavía no se puede anticipar quienes serán los dos finalistas y que no es posible aún saber si el dilema será entre continuidad y cambio.

En medio de semejante incertidumbre, sin precedentes en la corta historia de la doble vuelta presidencial en Colombia, lo único hasta ahora probable es que esta vez un tiquete lo tiene Gustavo Petro y el segundo lo disputan Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo.

El Uribismo encara la elección más difícil en sus veinte años de existencia como proyecto político. Primero fue la drástica disminución de su representación parlamentaria en las elecciones del pasado 13 de marzo.

Ese mismo día tuvo que resignarse con un segundo lugar en la votación de las consultas presidenciales, por debajo del Pacto Histórico de Petro. Pero antes exhibió un espectáculo espasmódico en la elección de quien habría de representar esta corriente de derecha autoritaria en la contienda: una encuesta amañada sacó de competencia a María Fernanda Cabal, su renuncia a última hora autoeliminó a Óscar Iván Zuluaga, para finalmente movilizar toda la máquina uribista en favor de Federico Gutiérrez en la consulta del denominado “Equipo Colombia”. Tras bambalinas y dirigiendo todo ha estado la mano nada invisible del expresidente Uribe.

El tal “Fico” no la ha tenido fácil. Su campaña recoge toda la escoria de la política tradicional representada en casi todos los clanes políticos, que aunque mantienen una enorme capacidad de movilización del voto clientelista, cargan con el desprestigio en una opinión publica que se expresa cada vez mas con mayor fuerza en las presidenciales. Además de revelarse como un pésimo candidato, ligero, chabacano y poco conocedor de los asuntos de Estado, lleva encima el fardo de ser la carta de un Duque cuyo legado es de una precariedad inocultable y un Uribe que muerde el piso de sus peores registros en popularidad.

El malestar social que rodea la campaña puede conducir a una derrota en primera vuelta de la opción continuista representada en “Fico” y un entierro del Uribismo tal como lo hemos conocido.

Si las tendencias siguen como lo anuncian las mediciones, el 29 de mayo marcaría un nuevo escenario político caracterizado por la competencia en segunda vuelta de dos proyectos que no representan la continuidad de las elites en el poder. “Dos opciones de cambio”, han señalado algunos, con inusitado entusiasmo.

Surge entonces la pregunta ¿De que cambio estamos hablando?. El Proyecto del Pacto Histórico representado en Gustavo Petro y Francia Márquez constituye sin duda un recambio en los actores en el poder : recoge buena parte del espectro de la izquierda ideológica, movimientos sociales y populares, y de manera marginal a sectores provenientes de los partidos tradicionales. Formula el Pacto una propuesta programática atractiva y audaz cuyos alcances y viabilidad exigen un examen más allá de las consignas inspiradoras y de los tonos altisonantes de sus voceros.

El fenómeno del “ingeniero” Rodolfo Hernández merece también ser considerado como un relevo probable en la conducción del Estado, sobre todo porque aparece creciendo en simpatías y en las mediciones. Es un “llanero solitario” que enarbola, como Trump en su momento, un discurso antisistema elemental con una buena dosis de populismo de derecha en todos sus anuncios y propuestas.

Su discurso fuerte cargado de epítetos y ataques verbales a la clase política le ha permitido conquistar un espacio en un ambiente rabioso como el de estos tiempos. Y la tercera opción de cambio, como su nombre lo indica, se agrupa en la Coalición Centro Esperanza, una suerte de alianza política que recoge sectores de la centro izquierda, el centro progresista y el liberalismo socialdemócrata en cabeza de un Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo que representan un estilo de liderazgo sereno, moderado y mas bien cuidadoso a la hora de proponer cambios y transformaciones. Esta moderación y tono de Fajardo, en un escenario caldeado por la rabia y el malestar social, pueden en parte explicar que no haya tenido aun el registro exitoso de su campaña en el 2018 o el de la Ola Verde del 2010.

La fragmentación, el fanatismo y el sectarismo que pretenden imponerse en la actual campaña presidencial en detrimento de un debate razonado y civilizado, hace saludable que la Presidencia de la Republica se defina en la segunda vuelta. La virtud del “balotaje” inventado por los franceses permite, por un lado, asegurar que si una propuesta de gobierno no tiene la mayoría, se vea obligado a ampliar su espectro de alianzas políticas asegurándose mayor legitimidad; o por el otro, moderar las dos opciones que llegan a la recta final, disminuyendo la polarización política.

Que bueno sería que las urgencias de cambios que nos merecemos como sociedad colombiana provengan de una buena dosis de moderación democrática y respeto al Estado de Derecho.