El flamenco, los cantos tibetanos, el tango aéreo, la danza contemporánea y los ritmos africanos, estarán presentes en la XIV edición del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
Estados Unidos, Noruega, España, Argentina, Corea, Turquía y por supuesto Colombia, presentarán las propuestas más arriesgadas e innovadoras que cautivarán al público con su particular manera de entender el mundo a través del cuerpo.
Estas propuestas artísticas llegarán a Bogotá con el único fin den invitar a los espectadores a vivir, a sentir otros mundos y dejarse sorprender con las espectaculares coreografías y cuerpos en movimiento, que en ocasiones, casi logran esquivar la fuerza de gravedad.
Tino Fernández, bailarín y coreógrafo, y Juliana Reyes, dramaturga, los dos co-directores de la compañía L´Explose, hablaron con Confidencial Colombia sobre la desnudez y la piel como instrumento para relatar múltiples historias que van más allá de la sensualidad.
C.C.: ¿Consideran que todavía existen tabús en la sociedad respecto al cuerpo y la desnudez?
T.F.: La desnudez la hemos visto y la seguiremos viendo en el arte. Sí hay una especie de tabú con respecto la religión. Todos los que tocan el tema de la religión provocan en el público colombiano y europeo una actitud un poco más arisca, y lo digo concretamente por una de nuestras últimas obras “Diario de una crucifixión” donde se hace una reflexión sobre el cuerpo en la religión planteando también un cuerpo desnudo. Lo que hemos comprobado es que la gente quizás no protesta y no lucha sino que intenta no ver.
J.R.: Tabú con el cuerpo en Colombia no tenemos, aquí todo se vende con él.
C.C.: ¿Podrían este tipo de propuestas ser motivo de escándalo?
T.F.: Yo creo que esto no va a ser un motivo de escándalo y tampoco estamos inventando el agua tibia. Quizás lo que van a poder ver son los genitales como tal en gran parte de las obras pero es algo que va más allá. Es más peligroso aquello que se esconde que lo que no se esconde.
C.C.: ¿Desde la dramaturgia cómo ha sido su experiencia con Tino Fernández y la compañía?
J.R.: Gran parte de lo que soy ahora se lo debo a mi trabajo todos estos años con la compañía, creo que todos hemos crecido juntos. Cada creación ha sido la posibilidad de aprender algo nuevo. Todos estos años me han servido fundamentalmente para entrenar la mirada, para intentar ver qué hay al interior de un bailarín, intentar ver lo invisible. Con Tino hay un montón de comprensión no dicha, donde ya no tenemos que hablar tanto para saber que está pensando el otro, nos intuimos. Eso nos ha servido para evolucionar juntos donde mi labor y su labor se han ido fundiendo.
Lo que me ha gustado del trabajo con Tino es que siempre se ha buscado enaltecer la diferencia, que los bailarines no se vean todos iguales, que las personas se vean y que nuestro trabajo se reivindique, que lo diferentes que somos sirva para construir. Enaltecer la diferencia ha sido la clave.