– ¿Por qué no me respondiste?
– No vi el mensaje que me mandaste
– Mentiras!! Sí lo leíste, aparecieron los dos chulitos!
– Que no lo leí…
Y así una a una, hasta millones, han ocurrido las historias de desencuentros por cuenta de un error (¿carencia?) en la comunicación a través del gigante de la mensajería instantánea, Whatsapp.
El chat del Blackberry era, hace 5 o más años, el principal argumento de venta de esos teléfonos inteligentes. De tal manera que cuando Whatsapp y su globito verde de conversación se instaló en las otras plataformas para móviles, la BB perdió gran parte del encanto que la llevó a ser, en algún momento, la líder en ventas.
Pero hubo siempre una diferencia entre el chat de BB y el Whatsapp: el primero indica cuándo, efectivamente, el mensaje ha sido leído; el segundo ponía dos “chulitos” o “palomitas” grises cuando el mensaje llegaba a su destino, lo que no necesariamente significa que haya sido abierto.
– Que sí lo abriste, yo vi, estaban los dos chulitos
– Yo sé que te enteraste del cambio de hora, leíste el chat
– Pensé que habías entendido cuando te dije que trajeras el documento…
Hasta hoy, los más de 500 millones de usuarios de Whatsapp en el mundo éramos susceptibles de caer en el error, y abrir en cualquier momento discusiones de trascendencia insospechada. Un asunto que va más allá de los “casos aislados” y llegó a convertirse en una verdadera “epidemia del desencuentro”: según estudios, 28 millones de parejas rompieron en estos años su relación por cuenta del malentendido y sobrevalorado par de chulitos grises del Whatsapp. Una icónica carencia de dimensiones catastróficas.
Por eso tiene relevancia lo que ocurrió hoy en las pantallas de los teléfonos donde está Whatsapp: después de su fase gris, los chulitos del mensaje se pusieron azules para indicar que, efectivamente, el interlocutor lo leyó.
Esto no es asunto de poca monta; hoy que el chat es la ruta masificada de las citas, las razones, los cariños y los regaños, las tareas y los acuerdos, el cambio de color de un iconito le imprime transparencia y certeza a millones de comunicaciones.