Ricardo Gómez, el actor que protagonizó la serie Los Victorinos, regresó a escena después de un receso en su carrera actoral. Gómez, en conversación con Confidencial Colombia, habla de su trayectoria de más de 20 años en los medios.
Ricardo Gómez Escobar mostró su amor por el arte dramático desde su infancia cuando aprendió a contar historias y representar diferentes roles como parte de los juegos infantiles que compartía con sus cinco hermanos en Sogamoso. De hecho, su gusto por el arte, triunfó sobre su vocación por la medicina, la cual siempre le transmitió su padre.
A la televisión llegó en el año 1990 cuando protagonizó Los Victorinos, papel que le abrió las puertas de más de una docena de novelas. No obstante, ni el cine, ni las tablas no fueron ajenos a su trayectoria profesional, siendo de estas últimas, no sólo actor, sino libretista y director.
Luego de una etapa de varios años en la que se dedicó a su empresa y a su familia, regresó a escena. Actualmente, se encuentra grabando La Fiesta del Chivo de RTI para Televisa y Tráfico de Fox Telecolombia.
Confidencial Colombia: Actualmente usted está trabajando en varios papeles simultáneamente ¿Cómo se adapta a los cambios de roles?
R.G: Sabes que bien, lo único duro ha sido dejarme crecer la barba, ¡ya me tiene desesperado esa vaina! (risas)
C.C: ¿Cómo logra pasar de un papel a otro sin que ninguno termine siendo una copia de otro?
R.G: Porque son tan opuestos todos que realmente cada uno tiene su historia, así que no se mezclan para nada…
C.C: ¿A qué se debió su recesó en la televisión?
R.G: Porque después de más de trece años de matrimonio tuvimos bebé, a Salomé. Además yo tengo fincas cafeteras, pero es una cosa que requiere mucho tiempo y requiere estar ahí, ahora ya Salomé camina solita y pues regresé, vamos a ver cómo nos va.
C.C: ¿Y cómo equilibra los tiempos de padre y los tiempos grabación, que a veces pueden ser muy extenuantes?
R.G: Pues los tiempos de padres, eso fue gravísimo, porque Salomé nos cambió la vida totalmente… había que dejar la vida de artista en ciertas cosas, para pensar en el futuro de Salomé, pero es una maravilla, me cambió la vida pero para bien.
C.C: ¿Ser padre afecta o cambió la manera como se prepara para sus papeles?
R.G: Sí, bastante, porque cambia la percepción de las cosas, de la vida…
C.C: Usted que ha estado en la televisión desde el 91, ¿qué cree que ha cambiado en el negocio?
R.G: La forma de dirigir es diferente, los trabajos desde los actores lo veo diferente, es más natural, más rápido, no hay tanto dramatismo teatral.
C.C: Es decir que también representa un reto para los actores adaptarse a estos vertiginosos cambios…
R.G: Sí claro, es un reto, pero también encuentra uno la gente como más libre para el trabajo, entonces eso también es interesante, porque podemos modificar libretos, yo me acuerdo que anteriormente eso tocaba decir hasta las comas.
C.C: Hablemos de temáticas ¿qué tal lo que se presenta actualmente en la televisión?
R.G: Pues hay cosas que me gustan y cosas que no. Los realities no me gustan, por ejemplo. Parece que a veces se envicia en un solo tema, coges narcotráfico y todos los canales haces novelas de narcotráfico, es como a lo que le pegan. Me gusta mucho todavía hacer la novela normal, pero sí me parece que hoy en día los libretistas cogen un tema y lo acaban y eso me parece que no es muy bueno.
C.C: ¿Cree que se deba a falta de creatividad o que funciona comercialmente?
R.G: Yo pienso que es como todo: “nos funcionó una vez, entonces hágamolo”, porque hay gente muy buena con mucha creatividad…
C.C: Usted también ha pasado por el teatro y por el cine, ¿cómo prepara sus papeles para los diferentes escenarios?
R.G: Con la fiesta del chivo, me tocó recurrir al libro original de Vargas Llosa. Con la viuda negra en la que era un policía corrupto fue un poco más sencillo y con la del médico, en la forma de hacer las cosas me baso mucho en mi papá porque él era pediatra y eso me facilitó mucho las cosas.
C.C: Ya que toca el tema de su padre, ¿en algún momento se arrepiente de no haber sido médico?
R.G: A mí me encanta la medicina y mi papá quería que yo fuera médico como él, pero no ve que la vida es así; toda extraña.
C.C: ¿Su padre le reprocha su trabajo?
R.G: Pero a mí papá le gusta mucho mi trabajo, decía que tenía magia.
C.C: ¿Entonces no se arrepiente?
R.G: No, para nada, yo estoy contento. Ya digamos con Salomé se mezclan las cosas de papá, y uno sabe como es esto de duro, que hay una inconstancia con este tipo de trabajos, entonces lo piensa uno más.
C.C: Hablando de eso, toquemos el tema de la ley de cine, cree que esta ha apoyado de buena manera el desarrollo cinematográfico del país, o que por el contrario, es una manera de que las compañías extranjeras “nos exploten” porque la mano de obra es más económica.
R.G: Lo que estás diciendo es una verdad a gritos, pero ahora hay unos sindicatos muy buenos, que lo que hacen es poner parámetros. Sin embargo, lo de la ley de cine, se me hace que es parte de la globalización y hay que aceptarlo pero con condiciones, hay que reglamentarlo, eso vital.
C.C: Precisamente, en el caso de actores ¿qué tan ‘legales’ son las condiciones de trabajo?
Hoy en día –siendo esto refutable- hay más condiciones, pero sí, faltan muchas, sin que esté diciendo que hay explotación.
La otra cosa que me parece muy chévere es esta asociación de actores que han logrado cobrar regalías. Imagínate Victorinos en cuánto lado no los pasaron y uno no veía un peso de eso, hoy en día me parece que esto ha funcionado y me parece muy bueno.