El Cauca: escenario para el posconflicto

El Cauca es propicio para la implementación de los acuerdos de paz que se logran firmar con las Farc. Este departamento ha sido uno de los más azotados por la violencias que ha asolado a Colombia y debería ser un candidato para que se comience a cerrar la herida dejada por la guerra.

Popayán está ubicado en una meseta que es destino turístico visitado por tradición cada año en semana santa. Sus blancas fachadas esconden un racismo disimulado. A pesar de la heterogeneidad del Cauca los turistas solo conocen su capital, en la que una aristocracia ahora en decadencia se fue marchando a otras partes, pero que hace 200 años llegó a ser el centro de poder de casi un tercio del país. Algunos pocos añoran la época en la que el General Mosquera marchaba con sus aliados hasta Bogotá para tomar la Presidencia, pero de esas glorias poco queda. En el actual Senado está sola una representante del poder terrateniente elegida por un partido distinto al de Gobierno, en el que hay un Ministro caucano encargado de la agricultura nacional.

En el mandato del Presidente payanés Guillermo León Valencia hace 50 años se bombardeó Marquetalia, en el marco de la doctrina norteamericana de seguridad nacional, acusando a los campesinos allí organizados en autodefensa de ser “enemigo interno” que abría paso al comunismo soviético. Años después Manuel Marulanda, fundador de las FARC alegaría que luego de dicho bombardeo se dio pie al nacimiento de esa guerrilla. Las FARC se asentaron y fortalecieron en el Cauca y el bloque occidental se hizo más beligerante en la última década. Por esos lados mataron a Alfonso Cano y de esa zona al parecer salió Pablo Catatumbo hacia La Habana a participar como vocero en los diálogos con el Gobierno.

En el Cauca el conflicto armado sigue vivo, con el agravante de que ahora han tomado auge conflictos interétnicos. A pesar de que, hace 25 años se desmovilizó la guerrilla M19, el Quintín Lame y otros grupos, el Estado nunca ocupó los espacios dejados por quienes entregaron armas, pero tampoco llegó a garantizar la seguridad de los ciudadanos. En los 2000 el paramilitar Bloque Calima hizo sangrientas incursiones en varias partes, amenazó los procesos organizativos de las comunidades, desplazó millares de campesinos y se alió con políticos para manejar asuntos administrativos del Departamento. Ahora también las FARC están en casi todos los municipios y por allí andan guerrillas del ELN, situación que no se puede desconocer a la hora de hablar de paz en este departamento. A esto se agrega que las bandas de los “urabeños” y los “rastrojos” se han disputado rutas del narcotráfico y el mercado de drogas en esa región.

La diversidad en un territorio

Varios estudios del Instituto SINCHI señalan que la bota caucana es amazónica, de hecho en 1996, en medio de las marchas “cocaleras” los manifestantes de esta parte del Cauca, se movilizaron hacia Mocoa y no a Popayan. En el macizo los campesinos sostienen su economía con la producción de alimentos, pero han sido duramente golpeados por la apertura económica y por tratados de libre comercio. En el sur se encuentran varias experiencias significativas recientes, que por sus aprendizajes deben tenerse en cuenta para escenarios de postconflicto: Un intento de “laboratorio de paz” en el Patía, la organización del CIMA, un espacio de coordinación e integración de esa subregión que en 1999 paralizó la carretera panamericana, logrando un acuerdo del que todavía el Gobierno no ha cumplido la mayor parte. Y mas recientemente, campesinos que han impedido la erradicación forzada de sus cultivos de coca.

El litoral es otro mundo. En la costa pacífica caucana hay comunidades que dependen unas veces de los ríos y otras del mar. Al oeste de la cordillera occidental estos colombianos no tienen relación con Popayan, no hay vías directas de acceso por carretera y tampoco por avión, debido a lo cual casi todo se moviliza en lanchas por el puerto de Buenaventura. A los Alcaldes de los municipios costeros les sale mejor viajar a Bogotá que a la capital de su Departamento para hacer gestión de recursos. En este sector avanza la minería y la población está inquieta con algunos proyectos de construcción de hidroeléctricas. Los territorios de comunidades negras recibieron el reconocimiento formal en la ley, pero su situación de pobreza, exclusión y abandono estatal sigue intacta. Por su parte, un proceso de colonización campesina viene penetrando en esas ricas tierras hace unas décadas, y se sustenta en gran parte en el cultivo de hoja de coca para pasta base de cocaína.

En el norte hay una mayoría afrodescendiente que estuvo atada al sistema de producción de las haciendas esclavistas. En esa planicie los dueños de la tierra, de grandes extensiones dedicadas a la agroindustria de la caña de azúcar, conviven con compañías que aprovecharon los beneficios tributarios de una Ley para instalar sus fábricas, aprovechar la mano de obra no calificada de la población local y quitarse impuestos de encima. Esta parte depende casi en todo del Valle y quienes manejan su economía lo hacen desde Cali, sin mirar al Sur. Es una paradoja que despues del desastre causado a los indígenas por la avalancha del rio Páez, los favorecidos hayan sido grandes empresarios.

En la subregión de cordillera se encuentran la mayoría de pueblos indígenas. Su capacidad de organización y de economía propia les ha permitido resistir. La guardia indígena vela por la seguridad de sus territorios y las autoridades tradicionales toman decisiones sobre todos los asuntos de su comunidad, pero además influyen en la vida del Departamento. Los guambianos tuvieron un vocero suyo en la Constituyente de 1991, el pueblo Páez ha elegido senadores, entre ellos pusieron un Gobernador y actualmente cuentan con movimientos políticos que eligen Alcaldes y lideran discusiones con el Gobierno nacional. El Consejo Regional Indígena CRIC, es un fuerte actor que se ha opuesto a la estigmatización proveniente de altos niveles de gobierno, como lo demostró la “minga” que marchó contra las políticas del anterior Presidente, pero también se ha enfrentado a la penetración de actores armados legales e ilegales en sus territorios.

Las tres plantas

En Cauca la coca existe hace miles de años al igual que en todos los Andes. Colombia, Perú y Bolivia son productores y en Ecuador hay rastros del papel que jugó la hoja de coca en pueblos prehispánicos. También existieron corredores de movilidad que permitían el intercambio de coca, alimentos y otros bienes entre los indígenas de las montañas y los amazónicos. Entre los campesinos la coca fue popular a partir de los años 70s y se extendió, en contra del querer de líderes de resguardos y de algunos esfuerzos de Naciones Unidas, a principios de los 90s. Las organizaciones sociales de este Departamento tienen experiencia de sobra alrededor de lo que propone el preacuerdo de “drogas ilícitas”, se animan a decir que la coca es parte de su cultura y que al contrario de acabarla debe aprovecharse su potencial nutracéutico como ya lo hace cocanasa, una industria que tuvo origen en Tierradentro.

En este departamento ha florecido el cultivo de cannabis. Según el último informe del SIMCI de la ONUDC, en 2012 “se identificaron 115 invernaderos dedicados a la producción de marihuana ubicados en su mayoría en el Cauca” y aunque se carece de datos sobre el número de hectáreas la producción de marihuana prensada se ha extendido en los municipios cercanos al Valle. En la región es común escuchar hablar con algo de orgullo sobre la variedad “corinto” y otras en las que para su cultivo se han introducido mejoras técnicas en semillas, siembra y cosecha.

A su vez los linderos entre Cauca-Tolima-Huila todavía figuran en la prensa cuando hay noticias de la guerra. En las partes altas de la montaña en esos rincones se siembra la amapola. Según reconocimientos aéreos de la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional en 2013, el Cauca fue el primer productor de amapola del país, aunque la cantidad de 220 hectáreas es insignificante comparada con Afganistán que tuvo más de 154.000 en ese mismo año.

Los campesinos y las instituciones han ensayado con proyectos sustitutos que no han logrado competir en mercados grandes (es el caso del café cosurca), y han padecido también los rigores de las fumigaciones con agrotóxicos sobre sus cultivos. Las autoridades de Guambía hicieron esfuerzos por quitar de sus predios los cultivos de amapola, y algunas agencias de cooperación han apoyado por cortos periodos, proyectos que se echan a pique cuando les toca competir comercialmente. Mientras tanto en Lerma Bolívar, la comunidad quiere que se le reconozca como pequeños productores de coca por razones de subsistencia y en su momento tres gobernadores del suroccidente, incluyendo a Floro Tunubalá del Cauca, propusieron al Congreso de los Estados Unidos reorientar la ayuda de USAID en función de las iniciativas propias del territorio.

¿Para qué sirven los Encuentros regionales de Paz?

En los Encuentros de Paz los funcionarios gubernamentales que están recorriendo Colombia para contar los avances del proceso de negociación, tienen una dorada oportunidad de conocer las realidades regionales, hablar más con las comunidades y acercarse a las particularidades que caracterizan a las poblaciones, los territorios y sus espacios. El llamado “enfoque territorial” que se menciona en los documentos de La Habana pone de manifiesto la necesidad de mejorar los diagnósticos que existen sobre las provincias y regiones del país. El mejor aporte de la sociedad civil organizada en una etapa de transición del fin del conflicto armado hacia la construcción de paz es participar del alistamiento para la implementación de los acuerdos en aras de que los mecanismos, reformas e instituciones encargadas de ello, lo hagan con base en las realidades y aprendizajes de la gente.

La organización social es un factor clave para el fin del conflicto. En el Cauca existe un amplio tejido social que tiene propuestas importantes y que está jugando un fuerte papel en la Cumbre agraria y popular que hace poco fue instalada por el Presidente Santos. Este es un buen espacio para darle voz a los sectores rurales que no fueron escuchados en su debida oportunidad, pero nunca es tarde. Líderes de población afrodescendiente, indígena y campesina deben ser protagonistas con sus reflexiones, preguntas y propuestas. Las mujeres, los colectivos de víctimas y los jóvenes también son un referente que debe hacerse más visible en esta construcción. Pero hay que lograr que los partidos políticos, los gremios del sector privado y los movimientos urbanos también sean parte de estas discusiones.

El Cauca rural desde hace años trabaja en iniciativas de paz desde abajo, en organización y economías propias y en expresiones de resistencia al conflicto armado, teniendo claro que hay que seguir madurando para enfrentar los nuevos conflictos asociados a la tierra y los recursos naturales. Este departamento en el que se han presentado consecuencias de la guerra, es un buen escenario para la construcción de paz con altas dosis de participación política de las comunidades, las cuales a su vez deben encontrar los espacios para superar las diferencias que existen entre ellas.