Cargado de leyendas como el guitarrista Buddy Guy, estrellas latinas como Chucho Valdés, Buika o Gato Barbieri, y con diez días más de música, el Blue Note Jazz Festival regresa hoy para demostrar que se ha convertido en uno de los principales encuentros de este género en Nueva York.
“Es importante para la música y especialmente para el jazz, los festivales se habían ido bastante de Nueva York”, explica a Efe desde su casa en Manhattan Leandro “Gato” Barbieri, quien a sus 80 años sigue subiéndose a los escenarios, siempre ataviado con su característico sombrero y gafas de sol.
Afincado en esta ciudad desde hace más de cuatro décadas, el argentino ha tocado su saxofón innumerables veces entre las paredes del Blue Note, el club por el que han pasado tantos mitos del jazz y que hoy celebra su 32 aniversario con la tercera edición de este festival.
Con su concierto el 3 de junio, Barbieri pondrá una de las primeras notas latinas del cartel, en el que también se dejan ver la cantante española Buika, el trombonista puertorriqueño Willie Colón, el pianista cubano Chucho Valdés, el conguero méxico-americano Poncho Sánchez o el bajista argentino Pedro Giraudo.
“La música latina crea un embrión distinto al jazz puro, pero todo se está mezclando”, dice Barbieri (Rosario, 1932) al hablar sobre la fuerte presencia de esos ritmos en el festival, y recuerda que ya Charlie Parker, una de sus principales influencias, tocaba arreglos latinos como “Tico-Tico”.
Mucho ha llovido desde que el argentino escuchase por primera vez aquel LP del padre del Bebop con el que “nació el jazz” a sus ojos, un tiempo en el que ha forjado una larga carrera musical que le ha valido un premio Grammy por la banda sonora de “El último tango en París” y atesorar más de cuarenta álbumes a sus espaldas.
Pero han pasado ya tres años desde que lanzase su último disco, “New York Meeting”, y reconoce que ya no tiene “cabeza” para sacar adelante un nuevo álbum, por lo que ahora dedica sus energías a los conciertos y a colaborar en el documental sobre su vida que está realizando la directora Nancy Savoca.
Los que sí están a punto de lanzar sus nuevos álbumes son Buika y Chucho Valdés, esta vez no de la mano como en “El último trago” sino por separado: la española sacará el 4 de junio “La noche más larga” y el cubano “Border-Free” un mes después, por lo que aprovecharán su participación en el festival para presentarlos.
Este homenaje al jazz se prolongará hasta el próximo 30 de junio, diez días más que en las ediciones anteriores, y tendrá lugar no solamente en el local que le da nombre sino en otras ocho salas de mayor aforo, entre ellas el Allen Room at Jazz del Lincoln Center, el Town Hall o el SummerStage de Central Park.
En el cartel brilla con especial fuerza una leyenda viva como es el bluesman Buddy Guy, que se puede jactar de haber tocado codo con codo junto a mitos como Muddy Waters o Howlin’ Wolf y que mostrará el virtuosismo de las cuerdas de su guitarra los próximos 26 y 27 de junio en la sala B.B King Blues & Bar.
No se queda corto en su currículum musical John McLaughlin, uno de los más destacados guitarristas de jazz en la actualidad y que actuará los días 19 y 20, aunque el Blue Note Jazz Festival también da cabida a nombres mucho menos asociados con el género como el exintegrante de los Fugees Wyclef Jean.
“El jazz nació de una mezcla de géneros y queríamos rendir tributo a esa historia mostrando un diverso abanico de músicos”, dijo al anunciar el cartel de esta edición el presidente del Blue Note, Steven Bensusan, hijo del fundador del bar neoyorquino, Danny Bensusan.
Otros destacados músicos que se podrán escuchar a lo largo de este mes son el grupo Manhattan Transfer, el guitarrista Ottmar Liebert o la bajista Esperanza Spalding, esta última durante la celebración del 80 cumpleaños del saxofonista Wayne Shorter que tendrá lugar el 28 de junio en la sala Town Hall.
Con ese envidiable cartel, el Blue Note Jazz Festival se afianza con tan solo tres años de vida como uno de los principales festivales de este género en la Gran Manzana, una histórica meca del jazz que necesitaba que alguien llenase el hueco que había dejado el New York Jazz Festival, que desapareció en 2009.