La imagen de Diana de Gales ha sido imborrable a pesar de los 15 años que han pasado después de su partida. La vida de la “princesa del pueblo” aun causa intriga en todo el mundo.
Diana de Gales fue una promesa de amor para toda una generación que un terrible accidente de tráfico hizo que se esfumara. No obstante, cuando se cumplen quince años de su muerte, su aura de leyenda crece día a día.
Todo comenzó cuando una joven Diana Spencer, de sólo 19 años, contraía matrimonio, el 29 de julio de 1981, con el príncipe Carlos de Inglaterra, heredero al trono británico. Unos tres mil invitados se reunieron en la catedral de San Pablo de Londres y observaron la cola de la novia, de más de 20 metros de largo, en una boda que ahora sería calificada de mediática. La pareja, 15 años después, anunció que se divorciaba.
La princesa había nacido el 1 de julio de 1961 en el palacio de Althorp Hall (Northampton, Reino Unido) y creció en una familia de la pequeña nobleza inglesa, entre el cuidado de institutrices, siendo educada en diversos centros hasta que, en 1973, ingresó en el elitista internado de West Health, en el condado de Kent.
La historiadora y escritora española Concha Calleja ha estudiado la figura de Lady Di y en su libro, “Diana de Gales: `Me van a asesinar´”, recoge las conclusiones de sus investigaciones.
“Es muy importante destacar el origen de Diana, porque es algo que arrastrará toda su vida”, advierte Calleja. “Sus padres, personas de mucho dinero, llevaban una vida social muy intensa en la que ella, prácticamente, no estaba incluida. La crían institutrices, asiste a muchos internados, pero vive con una enorme falta de amor. Además, tiene una personalidad débil, con muchísimos complejos; eso hace que no posea seguridad en sí misma, aunque eso era, precisamente, lo que buscaba en su matrimonio con Carlos”.
Una boda mediática
Lo que marca un antes y un después en su vida fue, indudablemente, conocer al hijo mayor de Isabel II, Carlos, en noviembre de 1977.
Mantuvieron un noviazgo que duró dos años. “Era muy romántica, buscaba que la quisieran”, advierte Calleja. “Pero se encuentra con Carlos… Se da cuenta de su problema, y, más en su caso, con sus carencias y un nivel muy bajo de autoestima”.
El 24 de febrero de 1981, el portavoz del palacio de Buckingham anunció el compromiso oficial de Lady Diana Spencer y el príncipe de Gales.
Ha sido muy recordada su primera comparecencia pública como prometida, con un traje negro palabra de honor. Desde aquel día, Diana comprendió que había sido elegida para asegurar la continuidad dinástica de los Windsor, algo que no tenía que llevar aparejado un amor de pareja.
Su boda fue transmitida a más de setecientos millones de espectadores de televisión y convocó en Londres a más de un millón de personas, entre los que se hallaban 170 jefes de estado. A partir de entonces, la princesa fue noticia todos los días del resto de su vida.
En 1982, dio a luz a su primer hijo, Guillermo, quien ahora cumple dos años casado con Kate Middleton, a la que alguien llegó a situar en el mismo espejo de la propia Diana.
Aquel mismo año, Lady Di hizo su primer viaje oficial en solitario para asistir al funeral de Grace Kelly, princesa de Mónaco. Precisamente, fue la princesa de Mónaco, meses antes de su muerte y ante un enjambre de paparazi, quien le aconsejó que no se asustara por la fama “porque irá a peor” . Su segundo hijo, Enrique, nació dos años más tarde.
Diana se ocupaba de sus hijos, pero en su agenda también tenían cabida más de quinientos compromisos oficiales anuales que, por matrimonio, debía atender.
“Su personalidad durante su vida de casada va modificándose a peor, a medida que se da cuenta de la realidad en la que vive”, asegura Calleja. “Se va replegando en sí misma, con su propio dolor. Eso la hace enfermar y tener varios intentos de suicidio”, matiza la historiadora.
Era el foco de todos los flashes, de todos los gritos enfervorizados de la gente durante las recepciones. En 1986, la prensa británica comenzó a publicar los rumores de crisis en la pareja y los viajes de Diana en solitario comienzan a ser cada vez más frecuentes.
En 1992, la publicación de un libro de Andrew Morton sobre la princesa, en el que el autor hacía mención a la relación de Carlos con su vieja amiga Camila Parker Bowles, precipitó los acontecimientos. En diciembre, los príncipes de Gales se separaron, y en los años siguientes comenzaron a salir a la luz relaciones sentimentales de Diana.
En febrero de 1996, Lady Di acepta divorciarse de Carlos. “La forma que Diana tiene de vengarse de la Familia Real y de todo lo que ha sufrido es a través de los medios de comunicación, donde es muy querida: esa será su arma”, explica Calleja.
“Aunque en realidad nunca recupera su autoestima. Va dando bandazos, de un hombre a otro, sin que ninguno de ellos responda al canon que buscaba: un hombre cariñoso y casero con el que formar una familia. Sale con hombres vividores, mujeriegos, de un perfil que no es que el necesita, lo que ledesorienta mucho más”, afirma la experta.
En la sentencia de divorcio, ella perdía el tratamiento de alteza real, pero podía mantener el de princesa de Gales, seguir residiendo en el palacio londinense de Kensington, y tener libre acceso para ver a sus hijos, Guillermo y Enrique.
Poco a poco, Diana de Gales fue encauzando su popularidad, un verdadero fenómeno de masas, hacia una imagen pública cercana a organismos humanitarios, próxima a los sectores más marginados de la sociedad. Al tiempo, la lista de sus amantes iba en aumento.