Los amantes del Rock respondieron a la invitación que este año hizo el Instituto Distrital de las Artes -Idartes-, para celebrar el rock y la paz en Bogotá.
A la una de la tarde de este sábado arrancó con toda la fuerza de su madurez la versión número 21 de Rock al Parque, sin duda, uno de los festivales del género más importantes del continente.
En el primer día del Festival acudieron miles de personas que además de disfrutar de lo mejor de la escena roquera dejaron constancia de que Rock al Parque es también cultura de paz.
Y es que este sábado se dio inicio a un festival que llegó a estremecer la ciudad con la actuación de 74 bandas listas para poner en evidencia la variedad de la escena del rock internacional, el poderío del talento nacional y la dinámica potencial de las bandas distritales.
Tres tarimas, con espectáculos simultáneos, en el Parque Metropolitano Simón Bolívar y una cuarta en el escenario del Teatro al Aire Libre de la Media Torta, le dejaron ver a los roqueros bogotanos lo que Ashmedi, vocalista de la banda holandesa Melechesh, llamó el dinamismo y la intensidad de la escena del metal en Colombia.
A la 1:00 p.m. arrancó la programación en la Media Torta con la banda bogotana Schutmaat Trío, mientras que en el Simón Bolívar la fiesta del metal comenzó a las 2:00 p.m. con las agrupaciones Thy Unmasked – en el Escenario Plaza – y Random Revenge – en el Escenario Bio – . El escenario Eco dio inicio a su programación a las 3:00 p.m. con la presentación de la banda Ritual. Todas las bandas encargadas de abrir el espectáculo llegaron a Rock al Parque gracias al proceso de convocatorias liderado por Idartes.
Y es que este festival, que por 21 años ha sido un verdadero laboratorio de paz y convivencia, tiene tarimas para todos los sonidos del rock, las nuevas tendencias, los clásicos y los duros del metal, pero también para experiencias y fusiones que traen reggae, punk, electrónica y hip hop.
“En 2015 el Festival Rock al Parque recibirá 29 grandes exponentes del rock duro, el reggae, el punk, el ska y el hardcore, géneros tradicionales en sus 21 años de historia”, señaló Santiago Trujillo Escobar, director general de Idartes, destacando que esta versión integra además diversas estéticas, sonoridades y ritmos menos radicales cercanos a la fiesta o a otros géneros como la electrónica, la fusión y la mezcla con nuevas músicas colombianas o latinoamericanas.
A lo largo de la tarde los escenarios Bio, Plaza y Eco del Simón Bolívar rugieron con las actuaciones explosivas de bandas nacionales e internacionales de la estatura de Malón, Melechesh, Nosferatu, Sagros, Ritual, Revenge o Manuel Medrano.
Pero además, este año se incluyeron nuevamente, en concertación con la Mesa Distrital de Festivales de Metal, las bandas que representan a los festivales de metal de las localidades bogotanas – Serpentarius, Animal Mind y Legacia – y que este sábado estuvieron encargadas de demostrar – ante miles de espectadores -que la escena metalera de los barrios de Bogotá late con fuerza y que está generando nuevas culturas, tendencias y perspectivas de vida a partir de fusiones y estéticas ligadas a sus raíces y realidades particulares.
Porque como lo explica Jhon Ruiz, representante de las bandas de la localidad de San Cristóbal “el metal no puede quedarse en lo mismo que vemos desde hace treinta años, tiene que evolucionar”.
Al cierre, la banda polaca Behemoth, una de las más fuertes del rock duro de la escena internacional, se tomó el Escenario Plaza haciendo vibrar a sus extasiados espectadores y dejando claro porqué hoy por hoy el suyo es uno de los shows imperdibles en el mundo del black metal.
Blasfemia, por su parte, cerró el festival del día en el Escenario Eco, donde los asistentes pudieron disfrutar de su sonido crudo, brutal y estridente, el mismo que la convirtió en pionera del famoso “ultra metal paisa”.
En el Escenario Bio fue Nuclear Assault la banda encargada del cierre. A las 8: 25 p.m. esta banda que cumple 30 años de puro metal, inició una de las presentaciones más esperadas de los asistentes que pudieron por fin celebrar el tenerla en Colombia.
Pero además de rock, los asistentes a los diversos escenarios pudieron disfrutar de una suculenta oferta gastronómica y acceder a la variada oferta de Carpa Distrito Rock, en la que empresas cercanas al sector, emprendedores y distribuidores ofrecen productos y servicios desde el rock y para el rock.
Al filo de la media noche, con la última explosión de luces y rugidos, el parte de tranquilidad delató – una vez más – la capacidad que tiene la ciudad de generar espacios en los que el arte y la cultura vibran en escenarios pacíficos de entendimiento, dónde el respeto por la diferencia y la diversidad, son la nota predominante