Se relaciona con los patrones sexuales y la conducta maternal, hace a las personas más abiertas y sociables, mejora la confianza en uno mismo y ayuda a reaccionar ante el miedo sin quedarse bloqueado. Son algunas funciones de la “molécula del amor”.
La oxitocina es un componente químico que se produce de forma natural en el cerebro y el organismo humano lo segrega tras el orgasmo y el parto, y en grandes cantidades durante el embarazo. Cuando el torrente sanguíneo lo lleva a todos los rincones de nuestro cuerpo, nos llenamos de ternura y sensaciones amorosas.
Cuando la oxitocina fue descubierta en 1953, esta hormona fue relacionada con los comportamientos sexuales y afectivos. Desde entonces, las sucesivas investigaciones han demostrado que tiene bien merecido su apodo de ‘molécula del amor”.
La oxitocina cumple diversas funciones en las relaciones y la reproducción humanas. Su liberación durante el orgasmo ejerce un potente bloqueo del estrés y además estimula la circulación del esperma y la contracción de la musculatura pélvica femenina. En el parto ocasiona que la leche suba a los pechos de la madre y estimula al bebé a succionar el pezón materno.
Esta hormona también interviene en los lazos sociales y laborales y en las relaciones en las que una persona cuida de otra u otras. En los animales, esta sustancia es responsable de desarrollar el vínculo entre la madre y su descendencia.
El profesor Larry Young, científico de la Universidad de Emory, en Atlanta (EE.UU.), ha realizado una serie de estudios con “ratas de pradera”, unos animales que son un buen modelo para las relaciones entre las personas, ya que conforman parejas para toda la vida y pasan su juventud juntas, que han mostrado que una rápida dosis de la hormona puede alterar radicalmente las relaciones entre estos roedores con hábitos humanos.
Hasta que la oxitocina los separe
En los ensayos con las ratas, si se toma una hembra, se la coloca junto a un macho y se inyecta oxitocina en su cerebro, el animal intentará vincularse rápidamente con el macho. En cambio, si se le quitan sus niveles naturales de oxitocina, la hembra rechaza al macho, ha señalado el investigador de Atlanta.
El doctor Young cree que muchas de las reacciones y procesos que desencadena la oxitocina en las ratas de pradera también puede inducirlos la misma hormona en los seres humanos.
El experto opina que esta molécula también interviene en el fortalecimiento de los vínculos entre los humanos, y recalca que otras investigaciones realizadas con personas han mostrado que esta sustancia hormonal aumenta la confianza en otras personas y la habilidad de comprender sus emociones.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Concordia en Montreal, UCM, (Canadá), ha desarrollado un aerosol de oxitocina, que –aseguran- podría fomentar la extroversión y combatir la timidez.
Según explican estos expertos, la oxitocina “facilita la conducta social y modifica la forma en la que procesamos las señales sociales externas, su codificación y su interpretación” y, por esa razón, “en el ámbito médico se la conoce como la hormona del apego o del abrazo”.
Para su estudio, los científicos administraron a cien mujeres y hombres de entre 18 y 35 años dos tipos de spray: uno con oxitocina y el otro con una sustancia inocua y sin efectos.
“Los participantes que recibieron oxitocina intranasal tuvieron puntuaciones más altas en extroversión, amabilidad y apertura a nuevas experiencias, comparados con quienes recibieron el placebo”, ha explicado el doctor Christopher Cardoso, uno de los autores del estudio canadiense.
Según el doctor Mark Ellenbogen, que ha dirigido la investigación de la UCM, “esto se debe a que la oxitocina facilita el comportamiento social, cambiando la forma en la que uno se percibe a sí mismo”.
Los efectos positivos de la oxitocina también se están aprovechando para tratar las fobias sociales y el psiquiatra Eric Hollander, del Colegio de Medicina de Nueva York, en Estados Unidos, ha comprobado que esta hormona mejora la capacidad de los autistas para reconocer las emociones.
alivio para el autismo y las psicopatologías.
El doctor Hollander inyectó oxiticina intravenosa a quince adultos autistas, quienes comenzaron a reconocer más fácilmente estados de ánimo como la alegría, la tristeza o el enfado. También fueron capaces de recordar y pronunciar frases que involucraban a otras personas. El efecto duró dos semanas.
En el año 2003, un profesor de psicología biológica de la Universidad de Friburgo, en Alemania, llamado Markus Heinrichs, demostró por vez primera que, en los humanos, la hormona oxitocina juega un papel clave tanto en el control como en la reducción del estrés, que favorece el apoyo social.
El doctor Heinrichs demostró asimismo que la oxitocina administrada mediante un spray nasal puede incrementar la confianza y la empatía hacia otras personas y que podría usarse para tratar una serie de trastornos mentales, como la esquizofrenia, la ansiedad y los trastornos causados por el miedo.
Es bien conocido el papel de la oxitocina en las contracciones uterinas que facilitan el parto, en algunos procesos fisiológicos como la lactancia, en el fuerte vínculo materno-infantil que nos permite sobrevivir nada más nacer y en el modo en que los seres humanos crean fuertes vínculos de afecto con los demás.
Un nuevo ensayo, efectuado por psiquiatras del Hospital Mount Sinaí de Nueva York (EEUU) con varones adultos durante varias semanas, ha mostrado que, más que crear lazos, esta sustancia hormonal refuerza los sentimientos previos.
Los expertos administraron una dosis de oxitocina intranasal a varios hombres a los que previamente se les había preguntado sobre las relaciones afectivas con sus madres durante su infancia.
La ‘hormona del amor’ reforzó la sensación de cercanía efectiva con su madre, tanto en aquellos participantes que habían tenido vínculos más fuertes con sus progenitoras, como en aquellos que habían mantenido relaciones más distantes con ellas.
Ya se sabía que la oxitocina, una hormona que se segrega en el hipotálamo, inhibe el miedo al actuar sobre la amígdala, que es la estructura cerebral donde se origina la sensación de temor.
Ahora, científicos de la Universidad de Lausana (Suiza) han descubierto también que, cuando esta hormona actúa sobre la amígdala, evita que el individuo quede paralizado por el miedo, aunque manteniendo la percepción del peligro para poder afrontarlo.
“Mientras los medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central eliminan la sensación de miedo, la oxitocina la mantiene intacta, pero permite al organismo actuar contra este sentimiento paralizador y de una manera más juiciosa”, ha señalado Ron Stoop, investigador del Centro de Psiquiatría y Neurociencias de la Universidad de Lausanne.