Si Twiiter o Facebook hubieran sido el mega éxito antes del 2007, varios gobernadores de Cundinamarca habrían sido tendencia nacional pa’ largo por su exótica forma de vivir. Confidencial Colombia hace un breve ‘recorderis’ de dos ‘joyitas’ que gobernaron en Cundinamarca.
La excentricidad es una conducta que generalmente se aviva con el poder. La mezcla entre estas dos características produce tales niveles de morbo que aquellos que gozan de sus efectos terminan siendo tema de agenda nacional y objeto del juicio público y mediático de las redes sociales.
Hoy en día todos se cuidan de publicar algo de lo que podrían arrepentirse y todos crucifican al que la embarra. Dicen por ahí que no hay cosa peor que ser crucificado o enaltecido en la web y que no existe la “mala prensa” porque en últimas esos minutos de mala fama se traducirán en reconocimiento.
Para algunos -en especial a los políticos o las celebridades- su imagen y su reputación en lo virtual lo son todo. Para otros, la excentricidad a veces exagerada les da poder y en la política hay casos que llaman la atención.
Por eso aprovechamos la polémica por la que atraviesa Álvaro Cruz, gobernador de Cundinamarca y quien hoy es sindicado de sacar tajada del escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, para hacer un recuento de aquellos que desde la gobernación del departamento han generado controversia por la rareza de sus vidas: unos tienen criaderos de pollos, otros animales salvajes disecados, y todos exorbitantes sumas de dinero fusionadas con investigaciones en contra.
Pablo Ardila Sierra… el coleccionista de cabezas
Ardila es hijo del ganadero santandereano Jaime Ardila Casamitjana, propietario de El Espacio. En el 2007 perdió su investidura y fue detenido por el presunto delito de extorsión pues habría intervenido para que un consorcio se adueñara de un contrato adjudicado por el Gobierno Nacional, a 51 areneros de Ricaurte, para la explotación artesanal de gravilla del Río Magdalena.
Foto: Revista Don Juan
En ese mismo año la prensa hacía eco de sus gigantescas propiedades, de su agarrón con El Espectador –medio que reveló sus triquiñuelas- y de las cabezas de animales disecados que colgaba en la sala de su casa.
Cada vez que comenzaba la temporada de caza en el sur de África, Ardila hacía un viaje para ir a conseguir nuevas piezas para su colección. Obtuvo un elefante, una jirafa y varias otras especies. Por esos días muchos lo criticaban por que el 19 por ciento de los cundinamarqueses no tenían acueducto, el 34 por ciento carecían de alcantarillado y el 65 por ciento no contaban con teléfono. Hoy goza de libertad y hace poco apareció en un reportaje de The New York Times que enlista a varios señores der varios países que utilizando sociedades secretas en paraísos fiscales compraron millonarios apartamentos en el condominio Time Warner Center.
Leonor Serrano de Camargo… la reina de los pollos
En mayo de 1997 la Procuraduría suspendió a la gobernadora de Cundinamarca, a su secretario de Gobierno, Carlos Ferro, y al alcalde de Icononzo (Tolima), Jaime Armando Yepes, por participación indebida en la política. Serrano también fue indagada preliminarmente por el posible favorecimiento en nombre del ex embajador en Argentina Víctor G. Ricardo, candidato conservador que iba a sucederla en el cargo.
Para el Ministerio Público, Serrano incurrió en una falta gravísima al utilizar el empleo para influir en procesos electorales de carácter político partidista y poner los bienes del Estado de cualquier índole, bien sean humanos o financieros, al servicio de la actividad de las campañas de los partidos políticos.
Ella y su esposo, Gabriel Camargo Salamanca, fundaron la Empresa Colombiana de Incubación (Incubacol), sociedad que, según Camargo, manejaba el 50 por ciento del comercio de pollos del país por esos años y que facturaba millones.
Según archivos periodísticos, los contradictores políticos de Gabriel Camargo insinuaban que su victoria en las elecciones al Senado se debió a las grandes cantidades de dinero invertidas en la campaña desde la empresa de su esposa y al hecho de que habría utilizado el recurso de regalar pollos para convencer a sus electores.