Expertos aseguran que el proyecto para una nueva denominación del ‘peso nuevo’, que busca eliminar los 3 ceros de la moneda colombiana, no tendrá los mismos efectos en los ciudadanos de a pie.
En el caso por ejemplo de los precios menores a $1.000 (que se convertirían en $0,1 con el ‘peso nuevo’) como el minuto de parqueadero, que podría quedar en promedio en $0,085; el minuto a celular, $0,2; un pan, en $0,2; así como el de un huevo que quedaría en $0,25, tenderían a aumentar su precio al redondearlo a $1.
Lo que esto mostraría es que el cambio en la moneda tendría además de un efecto contable uno cultural que se mueve en la psiquis del ciudadano común. Un efecto que se daría sobre todo en los informales, que representan más del 50% del mercado laboral, quienes por causa del ‘peso nuevo’, podrían aumentar los precios de sus productos.
Alfredo Barragán, analista de banca de la Universidad de los Andes, dijo que es necesario tener una apuesta educativa porque “psicológicamente las personas no están preparadas para este cambio y podría haber variaciones importantes en el corto plazo para los precios de los productos que se venden al menudeo, aunque técnicamente esto no debería suceder”.
Sobre este tema, Roberto Steiner, investigador asociado a Fedesarrollo, aseguró que “mientras no se tenga claridad sobre cuáles son las monedas que se van a emitir, no se puede asegurar nada al respecto”. No obstante, destacó, “en diferentes países que han tenido esta experiencia han tenido un efecto pequeñísimo en la inflación”. Si se mira el cambio de España, más radical que el que se pretende hacer en Colombia, pues cambió moneda de peseta al euro (2001), mientras un producto de alacena podría costar 100 pesetas al transferirse al euro se igualó a 1, una conversión que no estaba cercana a la tasa de cambio real en la que 1 euro era igual a 166 pesetas.
Monedas han tenido estas modificaciones como la de Brasil y Argentina, dijo Barragán, y lo hicieron en momentos de crisis con hiperinflación. El senador de Cambio Radical, Antonio Guerra de la Espriella, aseguró que no en todos los casos el cambio se ha hecho en momentos de crisis. Señala como ejemplo a México, que en 1993 tomó la decisión solamente por facilitar su proceso contable. Sea la razón que fuere, en el caso de Brasil y los 5 cambios en su moneda, la ha llevado hoy en día a tener una de las más fuertes de América Latina. “El real pasó a ser una moneda de ahorro”.
Costos del cambio
Específicamente para producir los efectos menos adversos en la economía por falta de apropiación de la cultura del ‘peso nuevo’ el Estado debería invertir $32.000 millones en pedagogía. Así lo aseguró un estudio del Banco de la República en un informe del año 2010, que sirvió como base para presentar el proyecto de eliminación de los 3 ceros y que se hundió en el Congreso de la República el año pasado.
En el mismo documento se afirmaba que además de este cambio en la percepción, a la nación le costaría $222.000 millones, $187.000 millones de los cuales se invertirían en el cambio de las 4.800 millones de monedas circulantes; no obstante, esa suma ha aumentado, en lo corrido de este año al mes de agosto a 9.176 millones.
Para la impresión de planchas para billetes nuevos, se estimó un costo de $1.960 millones.
La denominación se implementaría entre 3 y 5 años
El gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, aseguró que el proceso de implementación demoraría entre 3 y 5 años, sobre todo, porque los primeros 3 años se destinarán a un periodo de transición. En el caso de los billetes la implementación sería más rápida que en el de las monedas, entre otras cosas, porque su vida útil es menor (12 meses los de menor denominación y 30, los de mayor), en este caso cambiarían los diseños además de la denominación. Las monedas en cambio se estima que pueden durar hasta 20 años y, por ahora, como ya se renovó el diseño ello no cambiará, solamente su denominación.