¡Canalla es poca cosa! Se queda corta su eminencia Álvaro Uribe cuando califica al prostibulario del Juancho Santos con un término que a pesar de lo rudo, confiere cierta dignidad. El Tahúr de Anapoima ni siquiera se merece ser un adversario o enemigo de su alteza imperial. No le da ni al galápago, mucho menos puede ascender a los territorios encefálicos donde mora la más grande inteligencia superior que ha parido el orbe.
Santos no tiene principios distintos al de una tajada de plátano y su único fin, o más bien final, es convertirse muy pronto en un “cadáver político” como dice mi discípulo José Obdulio, en tanática y acertada metáfora. Ya saben ustedes que a nuestros contrincantes los preferimos así: dados de baja… yacientes en la arena política. Nos gustan los cadáveres. Sobre ellos se construye la historia y se refunda la patria.
Que se tengan de atrás el “gambler” de la Casa de Nariño y sus secuaces, porque la inatajable avalancha de nuestro regreso triunfante ya se ha iniciado, cual purificador evento que barrerá en las urnas y dónde sea menester, a toda la morralla, a toda la banda del santos-varguismo.
¡Ah, los adjetivos, como me gustan los adjetivos! Sin calificar y descalificar a los demás y sobre todo a los granujas que pretenden detenernos, la vida y las letras serían lúgubres y lóbregas. Exulto de virilidad al poder espetarles en su cara de traidores los términos que me presta la lengua de Franco (que no de Cervantes que era un contumaz subversivo lepantino). Tomen p´a que lleven liberales hijos de Lilith pobre: ¡ruines, rastreros, derrochones, miserables, pillos, granujas, sinvergüenzas, chusma, gentuza!
En una columna publicada en mi anterior portal del cual de manera abusiva me sacó el tal Morales, ya me refería a cómo deber ser integrada la lista de Uribe al Senado. Ahora ya es un hecho que el Minotauro del Ubérrimo arrasará en las elecciones del 2014 e instará un régimen parlamentarista que nos devuelva el poder ejecutivo y ejecutante. Ya lo dijo el pan integrista que es Pacho Santos: tendremos el 35% del Senado. Inclusive más de lo que alguna vez el traidor del Mancuso dijo tener, refiriéndose a aquel Senado que nos auto defendió. ¡Creceremos!
Y no solo destrozaremos a todos en la carrera electoral para los cuerpos colegiados, sino que retomaremos la Presidencia de la República. ¿Qué no tenemos un candidato fuerte para derrotar al Santos o al Vargas? ¡Pamplinas!
Tenemos adalides de la talla de Juan Carlos Vélez Uribe, un percherón que jala toda la “carreta”. O Martha Lucía Ramírez, Miss Colombia Sénior, experta en karate y judo. O José Feliz Lafaurie, el semental que la nación reclama, el Brangus iniciático. O Miguel Gómez Martínez, nuestro divino niño, lleno de orlas y diademitas ideológicas y coreográficas sacadas del museo paleolítico del Pleistoceno Laureaniasta Inferior. O el propio Pachito, que está que se poposea por ser Pre. O un general Bedoya armado hasta las caries de pundonor y pum pum. O un Alejandro Ordóñez, lo mejor que nos podría pasar, con Dios directamente en el poder, sin intermediarios terrenales. Sin descartar el eterno comodín, nuestro Joker sin par, Andrés Uriel Gallego, a quien tenemos en remojo en una cascada agrietada de los túneles de La Línea.
Para no hablar de un Oscar Iván Zuluaga, magno exponente, con una capacidad de convocatoria inenarrable, una simpatía de Pinocho y una seducción comunicativa propia de los más connotados culebreros que da nuestra tierra paisa. Zuluaga que sabe de todo, que bien me sabe, un súper dotado, el Hawkins de la economía, el Einstein del Neoliberalismo.
Cualquiera de ellos puede recibir el agua bendita de Ecce Homo Uribe para acabar con la paz y regresar a los deliciosos tiempos de la confrontación, de la constructiva guerra, para así aumentar las desigualdades y las contra reformas que son lo que garantiza la estabilidad de esta nación bendecida por la Virgen, Nuestra Señora de la Procuraduría.
¿Y a quien tendríamos que enfrentarnos? A personajillos tan deleznables como el propio traidor Santos, si es que las Farc le dan el visto bueno. O si no, más fácil aun, masacraríamos (ah, qué éxtasis) en las urnas al petimetre del Germán Vargas Lleras, que por más planchas de cemento que eche y más clientela que consiga bajo los techos del populismo, no tendría con que derrotar a nuestros candidatos.
Y digo candidatos, porque estamos empeñados en inscribir simultáneamente a la Presidencia en primera vuelta a Ramírez, Gómez, Bedoya, Zuluaga, Lafaurie, Vélez Uribe, a Ordóñez y a Uriel para que en la segunda vuelta nos los cuenten y sumen a todos. Cambiamos un articulito, y listo. Así Uribe tendría desde el Senado no solo a uno sino a varios presidentes títeres para mangonearlos a su gusto.
Que nos pongan al Santos, al Vargas, que se saquen de la faltriquera cualquier cartica de póker. A todos los podemos exterminar, a todos los daremos en la cara.
Y si el Vargas Lleras encabeza lista para el Senado por el Partido de la Traición, Uribe ayudado por ese valor consustancial a la moral e inmenso que es el transfuguismo, lo hará añicos, polvo, migajas.
El otro ñero por destrozar es el Navarro ese, lobito con piel de oveja. Si es del caso lo volvemos a llevar al Cantón Norte o a La Picota. Pero, en el camino, como lo ha ordenado el gran Obdulio, hay que inflarlo bastante para que le quite a Santos o a Vargas Lleras los votos de los subversivos de izquierda.
En el Puro Centro Democrático (de las tres palabras solo me gusta lo de “puro” y prefería que sin complejos habláramos de la ultra extrema derecha y que lo de “democrático” fuera cambiado por “autocrático”) ya tenemos la estrategia proveniente de nuestro obduliano “cuerpo de doctrina”. Iremos con las tres pes. Plata, pata y puño. Y obtendremos las mayorías totales en alcaldías, concejos, diputaciones; y haremos de la Cámara una de torturas, si es necesario, según se vayan dando las vainas y según veamos a quien hay que joder.
Para que los que en la U no estén de acuerdo con las trapisondas de Santos, tenemos todas las leguleyadas para que se pasen a nuestras fuerzas. Vamos a minar, a taladrar la tal Unidad Nacional. Que se unan a la pureza, a la limpieza, a la determinación de detergente que tenemos.
¡Suena la campaña! ¡Listos para el primer asalto!