Tres años sin Amy Winehouse

En uno de los versos de Rehab, probablemente el mayor éxito de Amy Winehouse, la interprete afirma con su flema habitual: “There’s nothing you can teach me / that I can’t learn from Mr Hathaway” (“No hay nada que puedas enseñarme / que no pueda aprender de Mr Hathaway”).

Este declarado homenaje al soul man Donny Hathaway (1945-1979) pasa casi desapercibido en una estrofa que rinde pleitesía también a Ray Charles, pero, con la perspectiva adicional que brinda la precoz muerte de Winehouse, permite tender un puente insólito entre dos figuras del soul extraviadas en sus respectivas obsesiones.

La de Winehouse, el romance con Blake Fielder-Civil, un trasunto deLester Diamond –el chulo de Sharon Stone en “Casino”, de Martin Scorsese, magistralmente interpretado por James Woods–, con una hoja de servicios que encabeza el haber introducido a la cantante en el consumo de crack y heroína.

En contraste, la obsesión de Hathaway no se debió a una vida azarosa y desordenada, sino a una esquizofrenia que sacudió los firmes cimientos de su matrimonio con Eulaulah Hathaway, a la que conoció cuando ambos estudiaban en la Howard University de Washington DC.

Resulta inescapable el trágico paralelismo entre el circuladísimo vídeo en que Winehouse apenas logra mantenerse en pie y declamar a la vez la letra deBack to Black”en el que sería su último concierto, en Belgrado, y la reconstrucción del último día de vida de Hathaway a cargo del compositorJames Mtume.

El 13 de enero de 1979, Donny abandonó con cajas destempladas la cabina de grabación del estudio en el que él, Mtume y Eric Mercury se habían conjurado para grabar su noveno álbum. Mtume fue a su encuentro y le encontró llorando desconsoladamente, convencido de que dos hombres habían conectado su cerebro a una máquina para drenar sus canciones. Esa misma noche, Hathaway saltaría por la ventana del Hotel Essex House de Nueva York.

Sería aventurado pretender que las lecciones que Winehouse dijo haber aprendido de Hathaway en Rehab fueron las que la condujeron al cruel desenlace de ese 23 de julio de 2011, en que su cuerpo sin vida apareció en su apartamento de Camdem quintuplicando la tasa máxima de alcoholemia.

Sin embargo, una segunda canción arroja pistas sobre otro denominador común con ascendente en sus respectivos desenlaces: I Love You More Than You’ll Ever Know, que ambos versionaron.

Esta composición de Al Kooper, el sparring de Dylan en su polémico giro rock, es un descarnado lamento de blue-eyed soul que no es difícil emparentar con el rocoso romance de Winehouse con Fielder-Civil y con la dura batalla que Hathaway libró con su enfermedad. Una de sus estrofas dice:

I’m only flesh and blood

But I can be anything that you demand

I could be president of General Motors baby,

or just a tiny little grain of sand

(Soy sólo carne y hueso

Pero puedo ser lo que me pidas

Puedo ser el presidente de General Motors,

o sólo un pequeño grano de arena)

Establecidos estos paralelismos, la ponderación de las aportaciones de Winehouse y Hathaway al canon soul admiten muchas interpretaciones, pero se prestan menos a la coincidencia.

Amy ganó cinco Grammys y se convirtió en un fenómeno de masas gracias a Back to Black (2006), álbum que escapó del angosto nicho del soul contemporáneo gracias al histrión y al magnetismo de la intérprete, pero también a una desacomplejada producción a cargo de Mark Ronson y a una maquinaria promocional perfectamente engrasada.

Hathaway conseguiría también un Grammy en 1973 por uno de sus célebres duetos con Roberta Flack, Where Is the Love, pero su carrera fue menos fulgurante y más consistente que la de Winehouse. Donny fue un soul man todoterreno: arreglista, pianista versátil y vocalista imbatible.

Si bien sus principales trabajos de estudio han sido reeditados en diversas ocasiones, el mejor punto de partida para adentrarse en su universo es el recopilatorio Never My Love: The Anthology, una magistral labor espeleológica publicada en 2013 por la discográfica Rhino. Sus cuatro discos muestran el amplio espectro que Donny cubrió en su breve trayectoria: de la interpretación de espirituales a dúo con su madre, cantante de góspel, hasta sus producciones para Curtom Records, el sello discográfico de Curtis Mayfield, pasando por sus románticas canciones al alimón con Roberta Flack o sus torrenciales trabajos en directo.

Winehouse y Hathaway pertenecen a un mismo linaje de juguetes rotos del soul pese a las tres décadas y los millones de discos en que la británica aventaja a su pretendido mentor. Por eso, el tercer aniversario de la muerte de Amy Winehouse se erige en una buena ocasión para sumergirse también en la magistral producción de Donny Hathaway.