Una economía sin política industrial y de innovación

En anteriores análisis había dicho que Colombia era un milagro a medias porque ha mantenido un crecimiento de largo plazo en el rango del 3.5 al 4% anual, tasa con la cual será imposible lograr el desarrollo porque desde hace tres décadas tiene represado su proceso de transformación productiva. Sin ello es imposible lograr y sostener tasas del 7 y más % durante un largo periodo.

Un aparato productivo rezagado

Países con escasas capacidades de transformación y de innovación como Colombia, producen lo que el mercado conoce y quiere, pero no contribuye con nuevas ofertas innovadoras que abran nuevos consumos y nuevos mercados. Esa la diferencia entre economías avanzadas y emergentes con cambio estructural permanente y economías rezagadas de mediano crecimiento que producen y compiten con más de lo mismo porque no tienen política industrial y de innovación.

En otras palabras, aparatos productivos como el de Colombia y de la mayoría de América Latina, aprovechan mínimamente las oportunidades del comercio mundial. Esto se debe a su papel de economía(s) periférica(s) respecto a Norte América pero también de Europa y pronto de Asia si no se sacude(n) de su condición de abastecedor(es) de commodities.

España y otros países del Mediterráneo aceptaron configurarse como sistemas productivos periféricos y así fue como cayeron en el hoyo de la especulación inmobiliaria y financiera, en el espejismo del “eterno milagro” del turismo, en un desorden fiscal, y no hicieron política industrial y de innovación. Algo parecido tiene el modelo de crecimiento de Colombia: economía periférica, especulación latente, mucho énfasis en el turismo, sobreventa del “país milagro”, y todo sin política industrial para el cambio estructural. Sin embargo, los modelos nunca son iguales y las crisis tampoco son iguales, por eso una crisis no se reproduce igual en otro lado. Entonces, a Colombia no le sucederá lo mismo que a España, pero no avanzará mucho más en su crecimiento y desarrollo.

Entonces, una educación de calidad y un sistema investigación y de innovación robusto, abierto y creativo, amparan el cambio estructural mediante el cual se amplían de manera sostenida nuevas oportunidades para la economía, la sociedad y el estado.

Las potencialidades de los recursos físicos y humanos de Colombia están encapsulados en la dependencia científica y tecnológica, y en un papel marginal en el sistema internacional de producción: es proveedor de materias primas no elaboradas, como en el mundo de la primera mitad del siglo XX.

Así las cosas, Colombia ha derivado en un modelo de crecimiento fundado en el libre comercio y en la potestad de los actores de mercado, con un estado regulador que ha quedado a expensas de los agentes, con limitados márgenes de maniobra, de intervención y de inversión, para ello, basta ver lo que está aconteciendo con el sistema de basuras de Bogotá y su modelo mixto, o con la venta de Isagén.

En este sentido, Colombia ha vendido todos los activos nacionales que ha podido y esos dineros fueron a dar a la olla sin fondo del presupuesto general de la nación. Ninguno de esos ingresos tuvo como destino algún desarrollo estructural específico, por ejemplo, para un programa de reindustrialización acorde a un modelo de economía abierta en un contexto de globalización. Esa plata no se perdió pero no se vio.

Con la venta de Isagen se pretende tener foco: aportar recursos a las autopistas de cuarta generación (4D), en vez de aplicar esos dineros a la política industrial para reindustrializar el país, complementar los recursos de los fondos regionales de ciencia y tecnología, y de esta manera integrar la producción, la innovación y los territorios.

Así mismo, alguna parte de esos recursos también podrían servir para adelantar un programa estratégico de investigación y desarrollo de industrias de energías alternativas, dada la generosidad de los recursos naturales del país, pero también por el cambio climático y la ampliación de la matriz energética mundial. Pero no. Colombia siempre va dos, tres o cuatro pasos atrás en las políticas y concepciones de los cambios globales, a diferencia de Ecuador que está creando una ciudad del conocimiento y cuatro universidades de investigación en temas del futuro (biotecnología, artes, educación, energía, salud), sacudiéndose de su eterna condición subalterna, al igual que Brasil, Chile y ahora Uruguay.

Entonces, Colombia intenta actuar como un “perfecto modelo sin fallas del mercado”, excedido en creer que el libre comercio y los TLC son el principio y el fin de la historia. Por eso hizo una apertura sin política industrial y sin política de innovación, esquema que 24 años después no ha modificado, originando un proceso de desindustrialización que el anterior y el actual gobierno niegan, sustentados en estudios sesgados.

El persistente crecimiento industrial promedio muy por debajo del crecimiento del PIB; el crecimiento de las exportaciones industriales bastante abajo del promedio de las exportaciones industriales mundiales (según series de las Naciones Unidas) en todas las ramas de bajo, medio y alto contenido tecnológico; y una baja productividad con crecimiento cercano a cero, dicen que hay un lento pero sostenido proceso de desindustrialización cuando la industrialización ha quedado trunca y no ha emigrado a especializaciones más sofisticadas. Todo ocurre porque no hay política de estado para la transformación productiva. Hay un buen programa de transformación (el PTP) pero no una política de transformación. Las cosas hay que llamarlas por su nombre para ajustar, complementar y no engañarse.

Una economía de industrialización tardía sin política industrial y de innovación, sin programa de bienes de capital ni de bienes intermedios de nueva generación ni de productos finales sofisticados, determina que sus capacidades educativas, científicas, tecnológicas y emprendedoras sean limitadas para generar nuevo y elevado valor agregado. Como un juego de palabras, no tiene como desarrollar ciertas capacidades porque no puede desarrollarlas dado lo estrecho que es su desarrollo productivo.

Colombia es un importador neto de conocimiento porque no produce tecnología para los distintos eslabones de las cadenas productivas de sus principales sectores, de esta manera sus industrias de tecnología, las del futuro, son escasas.

A punta de software y de innovaciones incrementales (mejoras sencillas), es imposible lograr elevados estándares de productividad, diversificar la especialización, emigrar a actividades más sofisticadas, y elevar la calidad de la educación, de la innovación y del emprendimiento. Así mantiene un sistema mediocre de fabricación y de innovación.

La industria mundial

Las ramas industriales son el corazón de los sistemas productivos globales. Las industrias virtuales, el sistema financiero, las redes cibernéticas y las chuzadas cibernéticas, existen porque hay industrias de hardware. Los equipos para detectar enfermedades y hacer tratamientos, son actividades industriales. Sin industrias sofisticadas de tecnología difícilmente se pueden transformar industrias de bienes primarios en ramas industriales sofisticadas. Sin industrias de equipos, instrumental, dispositivos médicos y de medicamentos, los clusters de salud y de medicina son incompletos y difícilmente pueden alcanzar la vanguardia en la frontera del conocimiento, de la producción y de los servicios.

El centro de los negocios mundiales está en las industrias de tecnología, del conocimiento, de la creatividad y de la innovación, y no en las industrias periféricas, que son buenos negocios y que aportan al crecimiento pero no al desarrollo. Son las economías franquicia, como Colombia; y no las economías inteligentes, como Corea, Israel, entre otras.

Las industrias basadas en software se integran con las industrias de hardware. Qué sería de Microsoft, Google, Facebook, Twitter, si no existieran IBM, HP, DELL, ACER, SAMSUNG, SONY, NOKIA. LENOVO. Nada.

Los aviones que llevan de un lado a otro a los agentes de la globalización, es una industria estratégica vinculada a la industria aeroespacial, se producen en fábricas avanzadas y no en salas encubiertas para el disfrute de hackers. La debilidad de la seguridad cibernética de Colombia refleja que se dedicó a confrontar a la insurgencia sin crear capacidades productivas y tecnológicas sofisticadas, que son acciones de política industrial ligadas con el sector de las TIC. Los sistemas de defensa y sus estructuras productivas y de innovación, hacen parte de las industrias estratégicas de países emergentes y de los más avanzados, es decir, de sus políticas industriales.

La industria de plásticos está en la mayoría de bienes que la sociedad consume. Cuando usted esté leyendo este análisis, tendrá en sus manos un juguete que tiene componentes plásticos, microelectrónicos, cristales líquidos y también software.

La industria de la construcción se sustenta en industrias de materiales y de bienes de consumos de todo tipo producidas por una gama amplia de industrias especializadas.

Si una nación no desarrolla el sistema industrial para lograr nuevos espacios en el sistema mundial de producción, su crecimiento será mediano, y su educación, investigación, emprendimiento y la calidad del empleo, serán igualmente medianos, su pobreza alta y la informalidad elevada. El rezago productivo tiene efectos en el atraso de otros sectores, y del sistema económico, social y cultural en general.

Colombia necesita política industrial para el libre comercio

El orden de las cosas era haber hecho primero política industrial y luego apertura, como lo hicieron los países avanzados y los asiáticos, pero no fue así. Otro criterio correcto era hacer paralelamente apertura con política industrial para negociar desde otra perspectiva los TLC con Norte América, Unión Europea y los asiáticos.

Pero las cosas no se hicieron mejor, el daño está hecho, y lo que ahora resta es devanarse los sesos para mirar qué tipo de cambio estructural es posible cuando los sectores a donde podría emigrar la diversificación productiva y el cambio estructural están desgravados dificultando adoptar estrategias para avanzar con más dinamismo y libertad: regalamos muchos espacios y reservamos pocos. Colombia es arrogante con las cortes internacionales de justicia, pero sumiso con los organismos internacionales de comercio. Qué hacer

1. Implementar la política industrial y de innovación que se viene elaborando con base en sendos trabajos, y cuya concepción y recomendación es el cambio estructural y no solo la competitividad. En este sentido, lo más importante es el diseño de la estructura productiva de la política, y no la selección de sectores. Colombia ha privilegiado este último criterio a través del PTP, pero hasta ahora no ha tenido la actitud política para pensar y debatir con seriedad una política industrial y su estructura.

2. Desarrollar hábitats o territorios de innovación (próximo análisis) para atraer inversiones en sectores estratégicos de alta tecnología de la política industrial, a partir de planes de largo plazo para mejorar factores de localización sostenibles: educación, investigación, innovación, infraestructura, ordenamiento de los territorios.

3. Implementar estrategias para incentivar la producción nacional de mipymes innovadoras y creativas, focalizándose en nuevas actividades de media alta y alta tecnología.

. No continuar con la venta de grandes industrias sin menoscabo de vincular capitales extranjeros como socios. Sin potentes organizaciones industriales no se tiene identidad en la mesa global de producción y de innovación. Por eso debe haber una estrategia para crear nuevas multilatinas colombianas del siglo XXI.

5. Aprovechar la Alianza Pacífico para que los cuatro países – y los que entren -, hagan una estrategia común de transformación productiva y de innovación, con estrategias de integración complementarias en educación, ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento, a partir de lo acordado en la Cartagena del Pacífico: impulsar cadenas productivas entre los socios de la Alianza. Esta puede ser la última oportunidad de Colombia de hacer algo más sensato, inteligente y esforzado que solo firmar TLC.

Política industrial y posconflicto

Firmar la paz es el primer paso en la construcción de una nueva sociedad, pero el posconflicto necesita nuevas políticas de estado, siendo la más importante la política industrial porque permitirá desarrollar el campo y las ciudades, generar nuevos empleos y nuevas oportunidades, desarrollar la educación y la investigación, y estimular la innovación, la creatividad y el emprendimiento. La paz es reconciliación pero también desarrollo.

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