Verduras contra el cáncer

Está demostrado, la alimentación influye en el cáncer. Los especialistas coinciden en que una dieta sana y equilibrada, en la que no pueden faltar los vegetales, actúa como una barrera para la enfermedad y varios estudios científicos muestran las propiedades anticancerígenas presentes en algunas verduras.

Las verduras son esenciales en una dieta saludable. Igual que ocurre con las frutas, tienen poco contenido en grasas y aportan hidratos de carbono, vitaminas, minerales y fibra. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que un adecuado consumo diario de frutas y verduras podría contribuir a la prevención de enfermedades importantes, como las patologías cardiovasculares y algunos cánceres. En general, esta entidad estima que cada año podrían salvarse 1,7 millones de vidas si se aumentara lo suficiente el consumo de frutas y verduras.

De hecho, un informe de la OMS y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) recomienda la ingesta de al menos 400 gramos diarios de frutas y verduras. El objetivo es prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, cáncer, diabetes u obesidad.

“Las frutas y verduras protegen, sobre todo, frente a los tumores malignos de la cavidad oral, del esófago, del pulmón, del estómago, del área colorrectal, del páncreas, de la mama y de la vejiga”, detalla la Asociación Española Contra el Cáncer.

Esta organización subraya que las dietas ricas en frutas y verduras variadas evitarían alrededor del 20% de todos los tipos de cáncer.

“Desde hace tiempo sabemos que la alimentación influye de una manera determinante en el cáncer. Sin embargo, todavía no tenemos datos concretos para saber, por una parte, de qué manera previene la aparición de la enfermedad y, por otra, cómo incrementa las posibilidades de supervivencia de quienes ya la han padecido”, explica Jesús García Mata, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Santa María Nai de Ourense y portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica.

Aunque en la mayoría de las ocasiones no se conozcan con exactitud los pormenores, la alimentación es, de alguna forma, responsable de un porcentaje importante de los cánceres, añade el oncólogo, quien matiza: “Llegará un día en el que seamos capaces de descubrir qué parte de la alimentación puede influir en concreto en cada cáncer”.

No obstante, el especialista indica que cada vez van apareciendo más datos en este terreno.

BRÓCOLI Y COLES DE BRUSELAS.

Así, un estudio muestra que una sustancia que se produce en el organismo cuando se come brócoli y coles de Bruselas puede frenar la proliferación de células cancerígenas y podría ser un suplemento efectivo para tratar algunos tipos de cáncer.

Dicho trabajo, desarrollado por científicos de la Universidad de Ohio State y del Instituto de Investigación Richard J. Solove de Estados Unidos, fue publicado por la revista “Cancer Preventio Research”.

Los investigadores descubrieron que la sustancia índole-3-carbinol o I3C está relacionada con la molécula Cdc25A, esencial para la proliferación y división de las células cancerígenas.

De hecho, la I3C puede destruir a la Cdc25A, una molécula que se encuentra en altos niveles en los cánceres de mama, próstata, hígado, esófago, endometrio y colon.

“Un mejor entendimiento de ese mecanismo puede conducir al uso de un suplemento dietético como estrategia efectiva y segura para tratar varios cánceres y otras enfermedades”, declaró Xianghong Zou, el principal autor de este estudio.

Otro trabajo, publicado en el boletín online “Molecular Cancer”, señala que el brócoli ayuda a combatir los tumores de próstata.

Los investigadores creen que el sulforafano, una sustancia química que contiene este vegetal, interactúa con las células que carecen de un gen antitumor clave para reprimir

este tipo de cáncer.

El citado gen se llama PTEN y cuando se desactiva o debilita, la enfermedad puede desencadenarse.

El equipo del Instituto de Investigaciones Alimentarias de Norwich (Inglaterra) encargado de este estudio experimentó con tejido de próstata humano y de ratones y descubrió que en las células en las que el PTEN funciona con normalidad, el sulforafano no tiene ningún efecto en el desarrollo del cáncer. Pero sí lo tiene en las células con un gen PTEN defectuoso.

El PTEN “es un gen supresor de tumores y el hecho de eliminarlo o desactivarlo puede iniciar un proceso de carcinogénesis y aumentar la probabilidad de progresión de la enfermedad”, explica Richard Mithen, director del estudio.

“Hemos conseguido demostrar que el sulforafano tiene efectos distintos según esté o no presente el gen PTEN”, señala el investigador, según el cual tales efectos apuntan a “potenciales aplicaciones terapéuticas”.

EL SELENIO, CLAVE.

Por otra parte, una investigación desarrollada en la Universidad de Navarra (norte de España) destaca el efecto antitumoral de nuevos compuestos que contienen un átomo de selenio, un elemento químico presente en alimentos como el brócoli, las nueces de Brasil, los champiñones o el marisco.

El trabajo del graduado en Química Daniel Plano partió de 72 compuestos sintetizados, de los que se eligieron los ocho con mayor acción y capacidad selectiva frente a cinco tipos de cáncer “in vitro”. Tales compuestos “mostraron su acción en líneas celulares de leucemia, cáncer de próstata y cáncer de mama”, según un comunicado de la Universidad de Navarra.

Respecto a la actividad antitumoral del selenio, Plano se refirió a un estudio realizado por investigadores del Centro del Cáncer de la Universidad de Arizona. Dicho trabajo comenzó en 1983 con 1.312 personas a las que se dividió en dos grupos. El primero recibió 200 microgramos de selenio diarios, suplementados con levadura, mientras al segundo se le suministraba un placebo.

Los resultados confirmaron que “el grupo tratado con selenio desarrolló casi un 66 % menos de cáncer de próstata, un 50 % menos de cáncer colorrectal y cerca de un 40 % menos de cáncer de pulmón, comparados con el grupo de control”, detalló el investigador.

Para Plano, este estudio y otros trabajos “confirman la influencia de los suelos con niveles elevados de selenio y del consumo de alimentos que lo contienen, en una menor incidencia de varios tipos de cáncer”.

Estos y otros estudios ponen de manifiesto las propiedades anticancerígenas que contienen las verduras. De este modo, unos hábitos alimenticios saludables que incluyan frutas y verduras, no fumar, no ingerir alcohol y realizar alguna actividad física de manera regular pueden, según indica la Asociación Española Contra el Cáncer, reducir el riesgo de desarrollar algunos tipos de tumores.

No obstante, esta entidad aclara que ningún alimento por sí solo tiene la capacidad de evitar el cáncer.

Por Purificación León.

EFE-REPORTAJES