La noticia es cíclica, viene y va y siempre produce el mismo escalofrío. El gobierno y las Farc se han sentado frente a frente. El país está a la expectativa del inminente inicio de los diálogos. Ésta es la historia de los contactos en Cuba.
El Presidente Juan Manuel Santos y las Farc se embarcaron en el que puede ser el paso más atrevido y arriesgado políticamente para ambos. Desde hace mas de 7 meses, se dieron a la tarea de buscarse, encontrarse, y sentarse a analizar las posibilidades de discutir una nueva fórmula para la terminación de la confrontación armada.
La noticia es cíclica, viene una vez cada 10 o 12 años y siempre produce el mismo escalofrío. El excepcional escenario que supone un encuentro entre miembros de esta organización ilegal y el Estado provoca todo tipo de emociones encontradas en una sociedad a la que el desafío le desacomoda su postura, cualquiera que esta sea.
Y es que aunque mucho se ha dicho sobre las intenciones originales de Santos al aspirar a la Presidencia y buscar un acercamiento con las Farc, es obvio que cada periodo de gobierno se ve obligado a intentar acercamientos que tanteen la voluntad de la guerrilla para hablar. La guerrilla tiene la misma vocación, y por eso, siempre tienen a la mano un canal abierto para oir propuestas que lleguen desde el Estado. Así es el juego.
Los contactos se han dado en La Habana, Cuba, y en ellos ha participado la que podría ser la segunda generación histórica de la comandancia de la organización, que valga la pena decir, la conforma un grupo de guerrilleros que han pasado una buena parte de su militancia en el exterior. Quien ha liderado el grupo la mayor parte del tiempo es alias “Mauricio, el médico”. Un heredero directo del “Mono Jojoy” y quien tras la muerte de éste asumió el mando del Bloque Oriental. Mauricio es un curtido comandante dentro de las Farc, y ser el escogido por el secretariado para “frentear” las conversaciones significa que tiene la ascendencia que requiere dicha misión.
Los guerrilleros se han desplazado desde distintos sitios hasta el lugar de las conversaciones en la Habana, que usualmente es una casa dentro del sector de El Laguito. Un apacible paraje en donde los cubanos albergan las distintas delegaciones del exterior que llegan a la isla.
Fidel Castro sabe que hay un papel que jugar en la paz de Colombia, tiene un libro sobre la materia, y su hermano Raúl por lo tanto, hace de anfitrión para un grupo guerrillero que, además, ha sido bastante hostil en el pasado con el gobierno de la isla.
La participación de Cuba, viene por la mano de Venezuela. Es verdad que el presidente Hugo Chávez se ha propuesto participar en el ajedrez de la paz, desde hace mucho tiempo, como parte de su liderazgo de izquierda anima a las Farc a ver en él un mandatario decidido a ir de frente con una revolución socialista.
Los contactos han tenido testigos y es quizá la garantía mas importante de su seriedad. En todas las conversaciones entre Farc y el gobierno han estado presentes los dos países acordados como facilitadores. Noruega y Cuba. La presencia de los nórdicos le pone el sello de neutralidad, y contundencia que obliga a las partes a sostener las posturas en la mesa. Es la primera vez, que desde el comienzo de los contactos, hay un formal acompañamiento internacional.
Los contactos se trazaron un propósito y es el de lograr un preacuerdo con temas específicos que habrá que discutir, negociar, masticar en un escenario formal. Ese preacuerdo pareciera haberse logrado si se considera como explicación, el nivel de filtraciones a la prensa que han comenzado a agitar el ambiente.
En la mesa por parte del gobierno, está su consejero de Seguridad Nacional Sergio Jaramillo, quien ha sido el escultor en detalle de leyes como la de victimas, y el marco legal para la paz, instrumentos que seguramente fueron puestos sobre la mesa ante las Farc como muestra de la voluntad de avanzar en pasos firmes que abrieran escenarios de futuro.
Así mismo, hay que recordar que las Farc anunciaron el fin de la práctica del secuestro hace unos meses, sin que el país creyera que su anuncio hacía parte de algo más complejo como un proceso de acercamiento. En las comunicaciones recientes el Secretariado de las Farc, ha expuesto cambios significativos en su proyecto como organización, que parten de un hecho fundamental que es abandonar la pretensión de llegar al poder por medio de las armas. Lo cual ha cambiado radicalmente la ecuación.
En este primer momento ha tenido un especial papel Enrique Santos Calderón. Un periodista experimentado en la materia, y que ha participado en la mayoría de los intentos de paz, que se han dado en el país. Desde Belisario, Barco, Gaviria, Pastrana. Su presencia significa además, el mensaje personal del presidente Santos, al otorgarle darle la confianza a la contraparte de su nivel de compromiso.
También ha participado en los contactos, el Ministro Frank Pearl, que durante el gobierno del presidente Uribe aterrizó como alto comisionado para la paz, y que buscó en su momento contactos sin ningún resultado.
Pero mas allá de las personas que en esta ocasión están al frente del “bate”, lo que es trascendental es que se trata del Estado Colombiano, representado en su Presidente quien asume el reto de entrar a la puja por crear las condiciones que conlleven a que una organización armada, como las Farc, lleguen a la convicción de que llegó el momento de dejar las armas.
Por esto, los contactos exploratorios han girado alrededor de los puntos escenciales para tal fin. Y lo que hoy se rumora se firmó en La Habana, es un preacuerdo que consta de seis puntos: El asunto agrario, los derechos humanos, la pobreza, la participación en política, el narcotráfico y la desmovilización y el desarme.
Estos puntos, cada uno con varios subtemas, serían la agenda que se comenzará a discutir una vez se hagan los anuncios correspondientes del cronograma de las negociaciones y escenarios de participación que se avecinan.
No es asunto sencillo el que se instala en la agenda nacional. Terminar el conflicto es un propósito de todos y aunque se parte de un escenario de escepticismo, es necesario dar una nueva dosis de credibilidad a esta nueva oportunidad de poner fin a una guerra anacrónica que ya es tiempo de terminar.