Cataluña, el gran fracaso del modelo político español

Confidencial Colombia. Por estos días, me preguntan muchos amigos colombianos qué es lo que pasa en España y Cataluña, más concretamente en Barcelona, de donde algunos de ellos guardan recuerdos extraordinarios como turistas. Los que conocen la ciudad no se explican el grado de degradación a la que ha llegado en los últimos dos años (evidenciando un nuevo rebrote de violencia esta semana tras la sentencia del Tribunal Supremo Español sobre los líderes independentistas).

A todos les digo lo mismo: no lo intentes comprender. Siendo extranjero es imposible entender la mentalidad del español sin haber vivido allí, por lo menos cuatro vidas o el equivalente a 200 años. España es el único país del mundo que desde tiempo inmemorial ha intentado autodestruirse sin éxito, y no solo eso, sino que cada vez que lo intenta sale fortalecido. Es el único país del mundo que continuamente desprecia sus símbolos, olvida su historia e ignora a sus héroes.

El tormento que sufre España con algunas regiones periféricas no es nuevo, no obstante, hay que remontarse a épocas antiguas para entender el origen del problema.

Aterrizando las causas a la actualidad, la situación de ruptura que vive Cataluña se debe, principalmente, a la no presencia del Estado en ese territorio (en cierto modo, pasa lo mismo que en Colombia). Se debe a la dejadez de las funciones del Gobierno nacional en Madrid. Dejadez del Gobierno central al crear un estado de regiones (autonomías) para automáticamente entregárselo a los que quieren romper el país. Dejadez es mirar para otro lado cuando se incumplen las leyes nacionales en ese territorio. Dejadez es ceder las competencias en materia educativa desde hace 40 años, saber que ese es el cáncer que está creciendo y no hacer nada. No solo hacer nada sino alimentarlo con medidas políticas y económicas que favorecían a esa minoría independentista. Dejadez, también, es tener instrumentos constitucionales para defenderte de los ataques y no hacer uso de ellos por miedo al qué dirán. Dejadez es pactar con tu enemigo en cientos de alcaldías mientras se te están sublevando por el otro lado. Dejadez es que si tienes un pequeño negocio no puedas poner el letrero en español. Dejadez es que mis hijas si vivieran en Cataluña hoy en día, en el colegio no podrían estudiar en español, lengua oficial del país. Y así muchas cosas…

Querido amigo colombiano, no procure entender desde la racionalidad muchas cosas que, por increíbles que parezcan, suceden en la bella Cataluña contemporánea. Una región que está en manos de unos políticos inescrupulosos, mediocres y totalitarios aupados por… ¿adivinan? Sí, aupados por la dejadez del gobierno central, que aún no ha hecho nada por impedirlo, teniendo todos los instrumentos legales a su disposición para frenarlos desde hace cuatro décadas.

Los que seguimos la evolución del problema nacionalista en España, y asistimos a la escalada independentista de los últimos diez años, no nos extraña lo que pasa ahora. Al contrario, nuestra pesimista profecía de violencia se viene cumpliendo paso a paso. Hoy la ruptura es solo emocional, muchos catalanes no sienten apego por su país, ni siquiera muchos catalanes sienten apego por Cataluña. Al igual que muchos españoles no lo sienten por Cataluña. ¿Pero y los millones que sí?, ahora mismo declararse español en Cataluña es tarea de valientes. Ante esos, el estado central nuevamente evidencia dejadez, no ofreciéndoles seguridad ni respeto. El ciudadano medio español en Cataluña está abandonado por su propio país, por sus propios dirigentes que le han fallado ya tantas veces.

A mediados del Siglo XIX, al famoso mariscal Otto Von Bismark se le atribuía la frase: “Admiro profundamente a los españoles. Conozco su historia y creo que resulta un país indestructible, ni ellos mismos lo han logrado en tantos siglos que llevan intentándolo”. Pues eso. Indestructibles de momento, pero jodidos por una minoría nacionalista que ha tomado las alas por el fracaso de un modelo político autonómico que, sin pretenderlo, rompió el país.

 

Marcial Muñoz Lorente

Director Confidencial Colombia

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