Si en realidad Juan Manuel Santos desea ejercer autoridad y regañar a quien se porte mal, debería comenzar por llamar la atención a Álvaro Uribe, quien parece endulzarles el oído a los miembros de la fuerza pública que no le están caminando al proceso de paz, aprovechando esta situación para revelar información de inteligencia, utilizándola con fines políticos, hecho que en cualquier país civilizado sería calificado como delito, o como se decía en los tiempos de la seguridad democrática, “Traición a la Patria”. OPINIÓN
Es por esto que me pregunto, que le ocurre al gobierno de Juan Manuel Santos que no reacciona ante este hecho que a la luz del derecho es un delito gravísimo porque se trata de información reservada, que se supone no debería ventilarse a los cuatro vientos como lo hace el expresidente.
Sorprende entonces que el presidente Santos limite su acción como primer mandatario a un simple regaño que así sea a grito entero, no pasa de ser un regaño, cuando debería pasar a una acción más contundente, saneando a toda la fuerza pública y demostrando que es el quien tiene el mando en el país, y que no va a tolerar que la información reservada se siga entregando a un expresidente irresponsable, que no duda en divulgarla, dejándole a los colombianos la sensación de que nuestro país se encuentra en manos de un gobierno débil que no controla los datos de inteligencia.
No entiendo la razón por la que el presidente Santos no llama a las cosas por su nombre cada vez que el expresidente y senador Álvaro Uribe revela alguna información de inteligencia militar reservada y le nombra por lo que es “Traidor”, porque en esencia revelar este tipo de detalles en cualquier país civilizado se le califica como “Traición a la Patria”.
Es así como debería reaccionar Santos, si en verdad quiere demostrar que es el quien gobierna, y no con regaño a gritos, a quienes se dan la pela por defender al país de una guerrilla infame que no solo les secuestra y les tortura, sino que además amedranta a los soldados que secuestra, con matarlos sino le defienden y le reivindican su accionar criminal obligándoles a filmar videos defendiéndoles con discursos libreteados y con un fusil enfrente amenazándoles su vida.
Es cierto que Santos es el comandante de las Fuerzas Militares y de Policía, que como tal debe llamarles la atención y tomar medidas extremas cuando la ocasión lo amerite, y en este caso amerita tomar acciones contra los miembros que están filtrando la información, en eso no hay discusión. El problema es que el primer mandatario parece ignorar a quien les alebresta, no solo revelando coordenadas, sino informando incluso primero que el ministro de Defensa cuando ocurre algún hecho de la guerrilla en contra de algún miembro del Ejército, Naval, Fuerza Aérea o Policía.
Es justo ahí donde uno se pregunta, ¿Qué ocurre con la contundencia del Procurador General de la Nación?, ¿Por qué este señor no actúa con la misma contundencia con la que actuó con el Alcalde Petro?; ¿Es que acaso se le acabaron las ganas de destituir y llamar la atención a todo el que actúe mal?; ¿Es que acaso Uribe hace bien revelando información de inteligencia?; ¿Desde cuándo eso no amerita un disciplinario?; ¿Qué pasa también con la Corte Suprema de Justicia que tiene a Uribe dentro de su órbita y le puede investigar? Y lo que más sorprende, que ocurre con el ministro de Defensa y el presidente Santos, que no le hablan duro al senador Álvaro Uribe, y le recuerdan que de esa manera solo actúa un traidor a la patria.
Ojalá que Juan Manuel Santos reaccione y se amarre los pantalones, llame a las cosas por su nombre y le haga saber al senador Uribe, que él está para cumplir con la ley y no para pasársela por la faja, sacando a la luz pública información reservada.
Cambiando de tema, me da la impresión de que no solo a Uribe le gusta manejar marionetas. Estoy seguro de que Gustavo Petro quiere seguir el oficio de titiritero y para eso ya consiguió sus primeros tres ejemplares, María Mercedes Maldonado, Hollman Morris y Guillermo Alfonso Jaramillo.