La seguridad, eje estratégico del desarrollo económico y social en un mundo que cambió

La premisa “sin seguridad no hay desarrollo” sintetiza las conclusiones de los 62 panelistas expertos que debatieron en el reciente Tercer Congreso Internacional de Seguridad que se desarrolló de manera virtual el 9, 10 y 11 de noviembre de 2020. La reactivación de la economía en la fase final de la pandemia es un reto para todos los países del orbe, donde las variables que la condicionan son numerosas y en la mayoría de los casos los resultados inciertos. Las crisis económicas en los países aumentan los niveles de inseguridad y las etapas de abundancia generan descenso en estos niveles, esto es claro, por eso los gobiernos deben articular sus estrategias de desarrollo incluyendo la variable seguridad como pilar en la toma de decisiones.

Expertos mundiales dentro del contexto del Congreso definieron que durante el covid, por efecto del confinamiento, cuarentenas y la restricción de movilidad de la población transformaron las tendencias delincuenciales del mundo. Fue general la reducción por lo menos en un 28% con respecto al año anterior de los delitos comunes como lo el hurto en todas sus modalidades físicas, de las tasas de homicidios, de lesiones personales, el secuestro y la extorsión.

Los delitos que aumentaron en por lo menos un 33% con respecto a 2019, fueron los informáticos que incluyen: la estafa por medios virtuales en especial en lo relacionado con compras virtuales y transacciones bancarias online, el skimming, sexting, grooming, acoso a menores de edad, falsificación de documentos e ID entre otros, que se potencializaron tanto en frecuencia como en magnitud. A nivel empresarial los delitos como la explotación de vulnerabilidades, la infección de malware, fraudes, ataque DOS y phishing fueron los más frecuentes. Uno de los delitos que se transformó con la pandemia fue el tráfico local de estupefacientes con el uso de medios digitales para su adquisición, comercialización y entregas. Las movilizaciones por efecto de la crisis generada por el covid fueron motivo de delitos esporádicos puntuales con protestas con prácticas violentas y generación de vandalismo, daño a propiedad pública y privada y robos. Es decir, la seguridad de la información dentro del nuevo escenario de virtualidad paso a un plano de alta importancia como generador de condiciones apropiadas para reactivar la inversión.

Los ciberdelincuentes antes de la pandemia eran mayormente locales, hoy día son entidades transnacionales que operan en diversos continentes, de formas complejas lo que dificulta las medidas para su control y fiscalización. La transnacionalidad del delito complejiza el proceso del delincuente ya que las pruebas y los datos pueden estar en cualquier parte del mundo fragmentados y multidistribuidos, al igual que las victimas pueden estar en varios países simultáneamente.

En la mayoría de los países los guardas superan en 3 a 1 por lo menos a las fuerzas policiales por lo cual es necesario que la seguridad privada articule sus recursos con los de la policía, tanto en la dimensión humana, como en lo referente a la compartir la información y conexión de medios tecnológicos como cámaras de monitoreo y herramientas de vanguardia como drones.

En el sector de la seguridad en la nueva realidad se requieren nuevas competencias en dos dimensiones: una como soporte presencial ante cualquier evento, el contacto físico con los usuarios debe evolucionar hacia mejoras en el trato al cliente y optimizaciones en las habilidades de actuaciones como primeros respondientes ante cualquier situación de seguridad. La segunda en trabajo remoto donde se debe desarrollar la capacidad de manejo de equipos de trabajo a distancia, habilidad para uso de herramientas tecnológicas de la seguridad como equipos de monitoreo, manejo de ofimática, conocimiento y manejo de redes sociales y apps.

El logro de niveles de seguridad ciudadana que fomenten la inversión y el desarrollo es el gran reto para las naciones, para lograr este cometido es necesario:

  1. La recuperación de la confianza en las instituciones, la pandemia ha traído un estado de inseguridad e incertidumbre aunado a la crisis económica evidente por el aislamiento que hace que el pesimismo domine la sociedad y genere el ambiente propicio para la inconformidad social.
  2. Acercar a la comunidad a las entidades gubernamentales incluyendo la policía, esto prevendrá hechos contra la infraestructura social y contra los representantes de las autoridades.
  3. El fomento de la participación comunitaria incluye una comunicación bilateral permanente, el fortalecer capital social es clave. No hay seguridad ciudadana si no hay participación ciudadana.
  4. La mejora en los procesos de judialización tanto para delincuentes físicos como para los ciberdelincuentes, esto llevará a prevenir la impunidad y la reincidencia.
  5. La aplicación de leyes sanitarias con penas y herramientas jurídicas para los infractores ante el incumplimiento de los parámetros de protección de la comunidad ante el covid en su fase final. 6. La asignación y administración estratégica de los recursos propios y adquiridos por el endeudamiento consecuente a los efectos de la pandemia sin desfondar las bases económicas.
  6. Asumir un cambio cultural enfocado a la seguridad, que tome el modelo de la familia y el desarrollo de los valores esenciales y de respeto de los derechos humanos como base para la convivencia ciudadana, esta trasformación debe partir de los gobiernos. La unión social es necesaria para el crecimiento económico donde la ética, la equidad y la moral deben ser los pilares de las actuaciones. El amor a su patria y a sus instituciones debe incorporarse en los esquemas educativos de las naciones, así la juventud futura estará comprometida con el cuidado de su estado y su seguridad.
  7. La institucionalidad debe crecer de la mano con la sociedad civil, de las empresas de seguridad privada y de la comunidad. Para esto se debe incorporar a todos los actores sociales en mesas de trabajo donde se interactúe y se planteen las acciones a desarrollar de forma concertada.

Con el des confinamiento progresivo en todos los países del mundo han empezado a cambiar las tendencias de nuevo, aumentando las cifras de delitos comunes en especial de tipo hurto. Los especialistas en desarrollo económico y seguridad coinciden en que la seguridad privada cumple un protagonismo muy especial en este nuevo escenario de transición, en especial cuando las manifestaciones sociales por inconformidad en muchos países se están presentando y las fuerzas policiales se ven insuficientes para proteger los activos del estado, las empresas y la comunidad en general. Pero lo que sí es una realidad es que la virtualidad seguirá vigente en la sociedad y las bondades y amenazas que esta conlleva.

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