El hacinamiento en las cárceles en Colombia se trasladó a las URI: Óscar Robayo

Óscar Robayo dirigente del sindicato de guardianes INPEC habló en entrevista para Confidencial Colombia, explicando que aunque persiste el hacinamiento en las diferentes cárceles del país, este se redujo en un 10%, pero que se trasladó a las Unidades de Reacción Inmediata – URI, que no cuentan con las condiciones necesarias para albergar reclusos de manera permanente.

¿El Gobierno Nacional si ha prestado atención a las denuncias que en diferentes oportunidades se han hecho para que mejore el hacinamiento en las cárceles?

Óscar Robayo: No hemos visto mayores avances a las propuestas del Gobierno Nacional. Desde hace más de ocho años el sindicato ha denunciado la violación sistemática que produce el Estado colombiano al permitir el hacinamiento de las personas privadas de la libertad. La falta de presupuesto es la excusa constante para no prestar la debida atención y es más preocupante cuando no se genera una política pública seria en prevención del delito. Las cárceles están llenas de personas sindicadas, hay casi 118 mil reclusos.

¿Quiere decir entonces que el problema de hacinamiento en las cárceles no se ha reducido?

Óscar Robayo: Si bien es cierto que el problema de hacinamiento en general se ha reducido en las cárceles, no sucede lo mismo en las Unidades de Reacción Inmediata – URI, donde el número de presos ha sobrepasado el límite y no hay forma de traerlos a una celda porque estamos con el número límite.

¿Cuál es la cárcel con mayor hacinamiento en el país?

Óscar Robayo: En este momento la cárcel más hacinada es la cárcel de Riohacha que tiene capacidad para 90 internos y está albergando alrededor de 600 internos. También tenemos la de Bellavista, Vista Hermosa. La de Pitalito tiene capacidad para 600 personas y en el momento hay unos 2.000 presos.

Si el problema de hacinamiento se trasladó a las URI, quiere decir que la Policía no estaba preparada para esta eventualidad.

Óscar Robayo: Las URI son manejadas por la policía y en estos momentos cualquier conducta delictiva tiene como consecuencia una medida intramural. Por lo anterior, la Policía tuvo que adecuar sus instalaciones para atender este tema, el problema es que como ha crecido los delitos establecidos en el Código Penal y el número de personas que los cometen crece a diario, estos sitios de detención transitorios han quedado pequeños, y al no existir capacidad en las cárceles para trasladarlos, estos se han convertido en centros de detención permanentes. Allí uno puede encontrarse con casos de personas que llevan hasta dos años o que por vencimiento de términos quedan en libertad.

¿Estos centros de detención transitorios cuentan con la capacidad y la adecuación para atender internos de manera permanente?

Óscar Robayo: No señor. La policía no está capacitada para atender presos, ni los centros de detención permanente están adecuados para esto. Los internos necesitan recibir visitas, alimentación, etc.

¿Cómo es esta situación en Bogotá?

Óscar Robayo: El hacinamiento en las cárceles en Bogotá disminuyo en un 10% y creció en las estaciones de policía y en las URI un 200%.

¿En Bogotá cual es la cárcel que presenta mayor problema por hacinamiento?

Óscar Robayo: la Picota. Esta cárcel tiene capacidad para 4 mil reclusos y en estos momentos tiene unos 8 mil presos aproximadamente.

¿Es suficiente un guardián del INPEC para más de 20 presos?

Óscar Robayo: En estos momentos por cada guardián del INPEC hay alrededor de 800 presos, lo que contraría los tratados internacionales. Los últimos estudios técnicos que se hicieron al respecto hablan de que se requiere unos 16 mil guardias para cumplir con las necesidades mínimas del instituto.

¿Están de acuerdo con la propuesta que han hecho empresas de vigilancia privada para que se les otorgue la construcción y la vigilancia de cárceles en el país?

Óscar Robayo: Ese es un modelo al que los Gobiernos de Chile, Brasil y Estados Unidos le han apostado, pero que les ha salido más costoso. El manejo público de las cárceles le otorga y garantiza al interno la posibilidad de resocialización. No sé hasta dónde una cárcel con manejo privado brinde esto.

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