El artículo anterior sobre la sociedad contaminada de corrupción en que vivimos, incluyendo el narcotráfico, generó comentarios en los lectores que me conminaron a seguir en la búsqueda de las causas de nuestra situación que parte de lo que observamos y vemos a diario como son la pobreza y la no esperanza de prosperidad, que al irse acumulando por años sin atenuantes significativos, explican en gran parte el estallido social, es decir, las consecuencias de la problemática compleja a las que se les suma la inestabilidad que debería preocupar seriamente a quienes gozan de privilegios y les conviene el statu quo. Sus causas inmediatas son la desigualdad, la falta de oportunidades y la falta de justicia.
Antes, en el artículo Pesos sin contrapesos, y otros 3 problemas claves que tenemos que arreglar me aproximaba a las causas últimas de la situación: pesos sin contrapesos entre los poderes políticos, ejecutivo, legislativo, judicial y de los organismos de control; el peso del poder económico sobre el poder político; la desigualdad que produce la economía colombiana y su no corrección por el sistema fiscal; y la corrupción generalizada.
En la base de todo está la corrupción. En ese sentido me escribió Mauricio Gallego, ingeniero civil calculista y estructurador de proyectos, ofreciéndome su interesante versión sobre por qué somos corruptos.
Transcribiré su escrito con 6 causas que se unen a la primera que había expuesto anteriormente: la experiencia de 500 años en corrupción desde las instituciones de la colonia.
“Lugar de nacimiento (estrato socioeconómico)
Se pensaría que no tiene trascendencia pero el lugar de nacimiento es fundamental; a los que hemos sido afortunados por ello, nos brindó un entorno y posibilidades que otros no tienen. En este país se nace sin oportunidades, y así se muere. El problema es que la gran mayoría nace sin oportunidades y se tuerce como forma de sobrevivencia, y después de que sobrevive sigue torcido para mantener el esquema (pregúntele al policía que deja pasar el cargamento). La solución de los que gobiernan no es promover el empleo, o la industria (de verdad, no la naranja), o el libre mercado o dar oportunidades, sino mantener el esquema de oligopolios que financia la política y dar $80.000 al mes para la renta básica.
Educación
Sumercé (y probablemente yo mismo) amanece, desayuna, almuerza, come y duerme con una educación privilegiada encima, que en ocasiones no valoramos y damos por hecho como un activo natural. Pero no hay tal, la gran mayoría no cuenta con educación de calidad. Algunos creen que educación es salir egresado de una universidad costosa; pero no, la educación de calidad hace las veces de las gafas para la presbicia: usted tiene el texto enfrente y sabe leer, pero si no tiene las gafas no lo puede ver de cerca, solo de lejos y jamás le va a entrar el mensaje de manera correcta y detallada para poder desarrollarlo.
Moral
La moral es la educación para actuar que proviene del entorno y que se adquiere desde niño a partir de amigos, padres, hermanos. Si usted crece en un ambiente amoral es poco probable que se desarrolle derecho (imagínese creciendo y teniendo de compañero a Popeye en una comuna de Medellín o al lado de delincuentes de cuello blanco). Los buenos ejemplos en la infancia son fundamentales para cuando los niños se vuelvan adultos.
También pasa como decía mi abuela: “que la gente con hambre no piensa bien, porque no piensa con la cabeza, sino con el estómago”, es decir, no viven sino que sobreviven; y si les ponen $50.000 por un voto en Sierra Morena o por mantenerle el puesto al hijo en una consejería, pues… ¡hágale!; si no dan nada, pues la abstención es la mejor conclusión. Eso es transversal, pasa desde las comunas más humildes, por las mesas del Carulla de la 85, hasta en el honorable congreso (con minúsculas ambas).
Sugestión
La sugestión es un tema más social y se basa en que la gente actúa mal porque todo el mundo lo hace. Parece que depende mucho de la vigilancia; cuando la gente siente que tiene control y que vendrán consecuencias si actúa mal, pues se frena. Pero si sabe que no pasará nada, pues hace. Y si sigue sin control, pues se descara cada vez más. Hay quienes se controlan porque son muy creyentes y se creen vigilados por Dios, pero la mayoría cree es en el billete.
Facilismo
El facilismo es más típico de Latinoamérica donde la ruta más corta es la mejor muestra de éxito, que se exhibe como carros, lujos, viajes, propiedades… que después muestran en Facebook, lo cual es promovido desde todos lados con publicidad y medios pagados por el mercado. Por acá, éxito es plata y viejas. Ponerse a lijar, pulir una mesa y luego pintarla bien es sinónimo de “looser”. En ese sentido, sentarse a leer un libro donde toque usar neuronas, escribir un artículo como sumercé, o hacer una actividad social que beneficie a terceros, es una buena manera de perder el tiempo. Y ese facilismo con baja moral y malos ejemplos e impunidad, hace que la gente se tuerza más fácil para llegar más rápido al “éxito”. ¡Nunca ven que el éxito se trata de alcanzar la felicidad!
Miedo
La gente siente miedo de perder lo obtenido; eso viene en el ADN. En algunos casos pueden estar de acuerdo con usted y todas sus ideas, pero su entorno no se los permite expresar y les da miedo sentirse rechazados; entonces prefieren callar. Viene al caso la frase de Einstein: “El mundo no será destruido por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que los ven y no hacen nada”. Así, ven la contaminación por corrupción en sus narices, pero no la denuncian porque como creen que los culpables no van a ser castigados, después vendrán por ellos a castigarlos. De hecho, sí pasa a veces en Locombia. El miedo se cura con independencia (económica, intelectual…) pero de eso falta mucho por estas tierras.”
Algunas de estas causas son a su vez consecuencias, como la pobreza, la falta de educación y la sugestión (la cultura de corrupción reinante), lo que refleja que la problemática en que vivimos no es un proceso lineal al cual se le ingresan causas y salen consecuencias sino que es un proceso circular mucho más complejo, en el que la corrupción engendra más corrupción, la pobreza genera más pobreza, la falta de educación se traduce en más falta de educación y todas explican los malos resultados que tenemos a la vista y que a su vez nos garantizan una peor problemática por venir con inestabilidad aumentada cada vez. Los jóvenes pobres sienten de antemano que la probabilidad de escapar a este círculo vicioso característico de nuestras sociedad y economía es de bajísima a nula, y al perder la esperanza de prosperidad se pierden también las ganas de intentarla; en esas condiciones, optar por la violencia como chance de cambio les resulta justificable como una alternativa a una vida fracasada desde antes de vivirla. El Estado ha fallado como el agente social y económico que tenía que procurar una vida digna para todos y generar las condiciones de estabilidad necesarias para que floreciera la prosperidad general.
Este mecanismo de falla sistémica que hemos incubado, en el que las pésimas consecuencias se tornan en causas agravando la problemática, hay que pararlo y lo antes posible. Gran parte de encontrar soluciones inicia por reconocer toda su complejidad, entender y seleccionar causas que son a la vez consecuencia y sobre las cuales hay que actuar pronto, priorizando aquellas en las que se prevén resultados a mediano plazo y en un gesto de responsabilidad histórica (tan escasos en nuestra historia) empezar a actuar sobre las que solo tendrán resultados a largo plazo. Una tarea enorme para todos los colombianos que tienen para aportar, obligada para los funcionarios de los Gobiernos y estratégica para los poquitos que viven con privilegios y quieren seguir teniéndolos en el futuro.
Si el amable lector considera otras causas de por qué somos corruptos, por favor envíemelas vía mensaje directo en Twitter.
@refonsecaz – Ingeniero, Consultor en competitividad