Por: Luis Carlos Martínez*


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La primera frase de la canción de Alejo Durán, que tiene dentro de sus múltiples interpretes a Carlos Vives y que a la letra dice: “como Dios en la tierra no tiene amigos, como no tiene amigos anda en el aire”, parecen caerle de perlas a la ministra del interior Alicia Arango.

Cómo a ella le encanta vestir con perlas y bien llamativas, parece que las quiere institucionalizar por cuanta entidad ha pasado en el Gobierno de Iván Duque, sin que parezca importarle, siendo fiel a su estilo desafiante.

En su camino como ministra del Trabajo, hasta su llegada a la cartera de asuntos políticos, la señora Arango ha ido de error tras error. Algunos nos preguntamos, ¿qué pasa ahí?, ¿ingenuidad, terquedad, desprecio, incompetencia, falta de empatía? Esos interrogantes solo ella podría resolverlos y esperaría, si algún día lo hace, que la respuesta sea manera positiva, tratando de generar un ambiente favorable para el gobierno del que hace parte.

Pero retomemos la canción, ahora con la frase de “pobre mi Alicia, Alicia adorada, yo te recuerdo en todas mis parrandas” porque seguramente sus palabras parece que las fabricara de tal manera que nunca la olviden quienes las escuchan, como por ejemplo, los miles de trabajadores que se sintieron menospreciados al insinuar que el pago debía hacerse por horas en una posible reforma laboral, desconociendo históricamente los derechos adquiridos del trabajo y la seguridad social. Pero tranquila ministra, lo entendimos como un chascarrillo ante su venidero cambio al ministerio del interior.

Pasó poco tiempo para que “Alicia mi compañera que tristeza” debutara con una ‘joya’ al simplificar la problemática del asesinato sistemático de líderes sociales en Colombia, con otro gran reto de seguridad, como la alta tasa de robo de celulares. Dos desafíos de impacto mayor, que ha dejado centenares de familias sumadas en la frustración y la tristeza, sin entender que aunque ambos hechos son lamentables, no se puede equiparar el crimen de una persona por quitarle su teléfono móvil, con el de otra que asesinan por el hecho de pensar diferente o defender una idea. Tranquila Alicia, entendemos que antes del protagonismo mediático que le otorgó el presidente Duque, su papel era hablar claro y directo, pero fuera de micrófonos. Hoy mi pobre Alicia, el rol es distinto.

Y, por si fuera poco, para celebrar los casi dos años en el Gobierno de Iván Duque, “yo te recordaré toda la vida”, pero no por ser querida como la mujer que describe Alejo Durán en sus versos, sino más bien por el proceder un tanto indolente y antipático con los más de ocho millones de víctimas que ha dejado el conflicto armado en Colombia, al nombrar al hijo de un exjefe paramilitar en la dirección de víctimas del Ministerio del Interior. Y aunque en Colombia no existan los delitos de sangre, sí existen los principios de verdad, justicia y reparación, con los que el padre del recién nombrado funcionario, no ha cumplido y que debe comprometerse cuando salga de la prisión en los Estados Unidos donde está en estos momentos por delitos de narcotráfico.

Sumando estas tres ‘perlitas’ de la ministra Arango, nos preguntamos muchos colombianos si vale gastarse miles de millones de pesos del dinero público para mejorar la imagen de unos funcionarios desconectados entre su discurso, sus acciones y sobre todo su actitud en temas sensibles para asegurarnos que el futuro de todos, aunque no nos han dicho qué tipo de futuro, ¿error de comunicación?

“Y no veo a Alicia la mía”, como tampoco vemos a la ministra que sea capaz de conectarse con las colombianos en los diferentes territorios y sus múltiples puntos de vista. Tal vez su nombramiento en otro ministerio esté muy cerca, para que con una ‘jugadita’ al mejor estilo uribista, tengamos que decirle “yo te recordaré toda la vida”.

*Comunicador Social y Periodista – Columnista invitado