Lograr avances significativos en temas de ciudad requiere voluntad, diálogo y, sobre todo, la capacidad de construir puentes entre diferencias políticas. En esta ocasión, varios colegas del Concejo, a pesar de tener posiciones ideológicas distintas, demostraron que el bienestar de Bogotá está por encima de cualquier barrera partidista. Gracias a este espíritu de colaboración, se lograron aprobar dos acuerdos que representan un hito para la ciudad: el proyecto de entornos educativos libres de discriminación en homenaje a Sergio Urrego y la implementación de bici parqueaderos gratuitos en eventos masivos. En medio de las complejidades que enfrentamos como ciudad, es un placer destacar estos acuerdos recientemente aprobados que marcan pasos significativos hacia una Bogotá más inclusiva y sostenible.
El primer acuerdo, inspirado en el legado de Sergio Urrego, establece entornos educativos seguros y libres de discriminación para niñas, niños y jóvenes LGBTIQ+. Este proyecto no es solo una declaración de intenciones; es un compromiso tangible para garantizar que las escuelas de nuestra ciudad sean espacios de respeto, aprendizaje y desarrollo integral, sin importar la orientación sexual o identidad de género de sus estudiantes. Las cifras lo respaldan: más de la mitad de los estudiantes LGBTIQ+ en Colombia se sienten inseguros en sus colegios, y una proporción significativa abandona sus estudios debido al acoso y la discriminación. Con este acuerdo, Bogotá se posiciona como un ejemplo nacional en la defensa de los derechos humanos desde la educación.
A nivel internacional, ciudades como Toronto y Estocolmo han implementado políticas similares que no solo han reducido las tasas de acoso escolar, sino que también han mejorado el desempeño académico y el bienestar emocional de estudiantes LGBTIQ+. Bogotá, con este paso, entra en esa lógica de ciudades que entienden que la inclusión es una inversión en el futuro de su juventud.
El segundo acuerdo aprobado también merece celebrarse. Se trata de la creación de bici parqueaderos gratuitos en eventos de alta complejidad. Este proyecto responde a una necesidad sentida por miles de ciclistas que, hasta ahora, enfrentaban dificultades para asistir a eventos masivos sin sacrificar la seguridad de sus bicicletas. En ciudades como Ámsterdam y Copenhague, la promoción del uso de la bicicleta ha sido clave para reducir emisiones, descongestionar el tráfico y mejorar la calidad de vida. Bogotá, una ciudad que ya es reconocida por su amplia red de ciclorrutas, da un paso más al fomentar el uso de este medio de transporte sostenible, asegurando que las personas puedan disfrutar de eventos públicos sin preocupaciones logísticas.
Estos acuerdos no solo demuestran que es posible avanzar hacia una ciudad más equitativa y sostenible, sino que también nos invitan a reflexionar sobre el poder de la participación ciudadana y la acción colectiva. Detrás de cada uno de estos proyectos está el esfuerzo de comunidades, colectivos y líderes que han trabajado incansablemente para que estas ideas se materialicen.
Es crucial que sigamos apostando por iniciativas que integren a Bogotá en el club de las ciudades progresistas del mundo. Cada paso cuenta, y estos dos nuevos acuerdos son un testimonio de que, a pesar de los retos, podemos construir una ciudad que sea ejemplo de inclusión, movilidad sostenible y respeto por la diversidad.
Estos dos acuerdos son parte de un balance positivo de mi primer año de concejalía, en el que hemos demostrado que, además del control político necesario y clave para la ciudad, es fundamental impulsar iniciativas que mejoren la calidad de vida de todas y todos. Pedalear por una Bogotá ciudad de derechos no es solo una tarea, sino un compromiso constante para garantizar una ciudad que realmente funcione para su gente.