Por: León Sandoval
La libertad es un valor universal que se ha convertido en ideal de las sociedades a lo largo de la historia, bajo el estandarte de la libertad se gestó la independencia de las colonias americanas. El ideal del individuo libre ha sido consigna permanente y gestor de todo tipo de movimientos sociales y políticos. Sin lugar a duda, todos quieren ser libres, parecer libres, en suma, ejercer la libertad. No obstante, en tiempos de determinismo moral, surge la pregunta ¿Si no hay libertades absolutas, por lo menos, los seres humanos son libres de prejuicios y preocupaciones?
La pregunta anterior resulta por demás retadora porque prejuicios y preocupaciones son modeladores de la conducta humana, permanentemente salen a flote en todo tipo de actividad, como si la experiencia previa determinara la consecuencia ineluctable de las acciones, aún esa consecuencia no esté presente o jamás ocurra. En otras palabras, los seres humanos son expertos en juicios de valor anticipados a partir de experiencias personales, y son también capaces de preocuparse, es decir, de ocuparse de temas y asuntos que jamás sucederán o cuya probabilidad de ocurrencia es remota.
El prejuicio no es otra cosa que arrimar conclusiones de manera anticipada sin tener elementos de juicio objetivo para ello, simplemente a partir de experiencias anteriores que fueron dolorosas o agradables. Verbo y gracia, creer que, si en un lugar sin iluminación se comete un crimen, en todo lugar sin iluminación se cometerán crímenes, y que, por haber personas que han cometido conductas desleales, ergo, todas las personas son desleales, como si el delito fuese un tema de lugares no iluminados, la deslealtad algo común a todos los seres humanos, y se debería necesariamente minar la confianza debida.
La preocupación, como su nombre lo indica, es ocuparse de los asuntos antes de su ocurrencia, ocuparse de lo que no existe, en otras palabras, dedicar energía, pensamientos y atención a cosas o eventos que por lo general no sucederán o es distante su ocurrencia, por el contrario, a mediano plazo producirán cuadros clínicos como depresión y ansiedad. De hecho, según la prestigiosa psiquiatra española Marian Rojas Estapé (1983) autora de los libros Cómo hacer que te pasen cosas buenas y Encuentra tu persona vitamina, el noventa por ciento de las cosas que preocupan a las personas jamás ocurren, ni ocurrirán.
Conductas como prejuzgar y preocuparse son innecesarias, especialmente, las manidas conductas de establecer juicios de valor a partir de experiencia subjetivas sin insumos objetivos suficientes, afanarse por resultados que tiene tan sólo un diez por ciento de probabilidades de ocurrencia carece de sentido. No puede ser libre la persona prejuiciosa o preocupada porque se convierte en esclava del prejuicio y la preocupación. El humano como ser moral subjetivo es dado a elaborar razonamientos inconscientes a partir de la experiencia personal previa modelada por situaciones externas, lo que hizo daño siempre será potencialmente peligroso, por ello se construyen estereotipos que recuerdan mucho el determinismo del médico criminólogo italiano Cesare Lombroso (1835-1909), que afirmaba que la criminalidad dependía de las causas físicas y biológicas de los seres humanos, en su análisis, ciertos sujetos con características físicas particulares siempre serán delincuentes. Para Lombroso, una persona cuyo rostro se ajustase al patrón fisonómico mayoritariamente aceptado como bello poco o nada podría delinquir.
Dicen por allí que, cada persona es dueña de sus propios demonios, el prejuicio y la preocupación son dos demonios de marca mayor, mal se hace con criticar a las personas prejuiciosa o preocupadas, sus válidas y respetables razones tendrán. Muchas veces, al igual que lo acontecido en el mito platónico de la Caverna, se observa sólo sombras y a veces es la propia sombra la que se refleja, empero, el conocimiento real es diferente al aparente. Se debe buscar bajo la capa del corazón, no en vano, bien lo dijo El Zorro al pequeño Príncipe: “On ne voit bien qu’avec le coeur. L’essentiel est invisible pour les yeux.”