Hace pocos días en el marco del congreso de la Asociación Colombiana de Petróleo (ACP), se volvió a poner en alerta sobre la situación de emergencia que tiene el país en materia de energía eléctrica por cuenta de los disminuidos recursos hídricos disponibles, lo cual nos conduce a la problemática del gas (Semana, 2024), que a su vez lleva a la discusión de fondo sobre la política energética, que desde el inicio de este Gobierno ha estado sobre la mesa por las opiniones encontradas entre el presidente Petro y el empresariado, entre la lucha contra el cambio climático y quienes son escépticos al respecto, entre las ideas de izquierda y las de derecha, siguiendo los clichés de la polarización existente. Como bien lo describe Portafolio “las discusiones sobre transición energética están sujetas a poderosos intereses ideológicos, políticos y económicos” (Correa, 2024).
Tan encrespados hemos llegado a este momento que casi nadie quiso escuchar la explicación del presidente Petro sobre la necesidad de la reducción del consumo, hasta llegar a cero en 10 años, por no haberse mostrado eufórico por la confirmación del pozo Sirius por parte de Petrobras, socio de Ecopetrol, que representa 2.5 veces las reservas probadas del país y podría empezar su producción entre el 2029 y el 2030 (Penagos, 2024). Opinaron los expertos que era más del mismo discurso de salvación de la humanidad por parte de la humilde Colombia.
Todos los enterados saben que pasaremos dificultades de aquí a la entrada de Sirius, y habrá que subir las importaciones de GNL (gas natural licuado) y con ello apurar las inversiones en las capacidades de importación y regasificación. Paradójicamente, si fuese cierta la noticia que proviene desde la Universidad de Cornell en la que afirman que la huella de carbono del GNL es un 33% mayor que la del carbón si se tiene en cuenta el procesamiento y el transporte (Roca, 2024), estaríamos haciendo mal la sustitución de carbón, del cual tenemos mucho, por un gas que hoy no tenemos. Hay que revisar bien, y no asumir la transición dogmáticamente.
Para mejorar el criterio en el tema energético, que es tan basto como complejo, traeré un resumen de las tendencias globales que logré por tener la oportunidad de haber asistido a una conferencia del conocido ingeniero, profesor y experto en energías Julián García, a expensas de las comisiones técnicas de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, y así, poder revisar qué tan bien estamos apostando al futuro que se nos viene. El ingeniero García expuso lo siguiente:
Transición Energética Compleja: La transición energética global no consiste simplemente en reemplazar los combustibles fósiles por energías renovables, como la solar o eólica. Es un proceso mucho más complejo que requiere, entre otras, mejorar la eficiencia energética, electrificar más sectores de la economía y reducir las emisiones. Además, no se trata solo del cambio climático, sino de abordar múltiples problemas ambientales, como la calidad del suelo, la biodiversidad y la contaminación química.
Sector Energético como Principal Emisor: Aproximadamente el 73% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero proviene del sector energético, principalmente debido a la quema de combustibles fósiles. Aunque otros sectores, como la agricultura, también contribuyen, es claro que la mayor parte del esfuerzo debe enfocarse en transformar cómo producimos y consumimos energía.
Eficiencia de la Generación Eléctrica con Combustibles Fósiles: En los últimos 20 años, todas las plantas de generación, como las de gas, han mejorado significativamente su eficiencia. Hace tres décadas, una planta carboeléctrica o a gas tenía eficiencias de entre el 25% y el 30%, mientras que hoy las plantas modernas alcanzan casi el 60%. Este incremento ha permitido generar la misma cantidad de energía usando la mitad de combustible.
Incremento en la Eficiencia de los Vehículos a Gasolina: En los últimos 15 a 20 años, la eficiencia de los vehículos a gasolina ha mejorado notablemente. Un claro ejemplo es que autos como el Honda Civic, que solían recorrer 30 kilómetros por galón, ahora logran hasta 60 kilómetros por galón. Esto ha sido clave para reducir el consumo de combustibles en el sector del transporte. Países como Japón e incluso EEUU, han bajado los consumos de combustibles fósiles en el transporte por cuenta de esta mayor eficiencia.
Crecimiento de la Electrificación: Actualmente, alrededor del 15% del consumo energético final en el mundo es electricidad, pero la tendencia apunta a que este porcentaje se elevará al 30% o incluso al 50% para 2050. Sectores como el transporte, la calefacción y la cocina están migrando a la electricidad, debido a su mayor eficiencia y menores emisiones comparado con los combustibles fósiles.
Reducción de Costos en Energías Renovables: Los avances tecnológicos han permitido que los costos de producción de energía renovable disminuyan drásticamente. Los paneles solares son hoy un 90% más baratos que hace una década, y la eficiencia de las turbinas eólicas ha mejorado significativamente, pasando de un 27% de eficiencia a un 41%. Esto ha llevado a una expansión masiva de las energías renovables.
Eficiencia Energética como Prioridad: En países como Inglaterra, Japón y Alemania, la eficiencia energética es la prioridad número uno. Cambiar aparatos antiguos por versiones más eficientes es mucho más rentable para la sociedad que construir nuevas plantas de energía renovable. Esta tendencia global hacia la gestión de la demanda ha demostrado ser una de las formas más efectivas para reducir el consumo energético.
Desarrollo Tecnológico en Energía: Los avances en tecnología energética han transformado sectores como la producción eléctrica y el transporte. Por ejemplo, en las últimas dos décadas, las plantas de ciclo combinado han mejorado significativamente su eficiencia, mientras que la perforación horizontal en la industria del petróleo ha permitido recuperar mayores cantidades de recursos con menos perforaciones. Estos desarrollos continúan impulsando la eficiencia.
Cambios en la Geopolítica Energética: La geopolítica de la energía ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. La OPEP ya no tiene el control central del mercado mundial del petróleo. En lugar de eso, los países se están centrando en lograr autosuficiencia energética a través de la diversificación de sus fuentes de energía, como lo ha hecho Alemania con su energía solar y eólica.
Riesgos para la Industria Petrolera Colombiana: Colombia enfrenta desafíos en su industria petrolera. Su petróleo, con más o menos la mitad de baja calidad y alto contenido de azufre, se vuelve cada vez menos competitivo a medida que otros países con crudos de mejor calidad y más baratos atienden el mercado. Con el aumento de la electrificación y la sobreoferta de petróleo proyectada para 2030, la dependencia de Colombia del petróleo podría volverse insostenible.
Como se ve, las frases al inicio del mandato del presidente incluso pueden ya no ser relevantes para el futuro próximo que nos espera, más rápido que lo pensado. Y efectivamente, de pronto por coincidencia (Petro, 2024), todo apunta a que no podemos seguir confiando en que los ingresos de los combustibles fósiles van a seguir siendo el sustento de la economía nacional. Nos toca pensar y planear mejor, dejando en la basura las ideologías. Y que efectivamente, como lo hemos sugerido varias veces, debemos trabajar decididamente en racionalizar la demanda para reducirla a punta de eficiencia en los consumos (Fonseca, 2022).
Todo esto no resulta en línea con la visión del ex vicepresidente de EEUU, Al Gore, en la que nos inculcaba que responsablemente no debíamos confiar en que la tecnología haría parte esencial de la solución para el cambio climático y la degradación de la tierra por efecto del modus vivendi de los humanos (Fonseca, 2023); lo que se ve en las tendencias en mejoras de eficiencia es que la tecnología está dando su batalla, a excepción, eso sí, de la nueva y creciente demanda del uso intensivo de energía para atender los nuevos requerimientos de la Inteligencia Artificial.
Y salvo también a que la paradoja de Jevons volviera a materializarse, implicando que las nuevas tecnologías con mayor eficiencia energética puedan, a la postre, aumentar el consumo total de energía y, simultáneamente, volver a un incremento de las emisiones, puesto que esa mayor eficiencia puede representar aumentos de la producción, lo cual bajaría los precios, lo que finalmente estimularía la demanda. Es preciso que el mundo acuerde una política global para no tener esta vía de regreso a la degradación de nuestro espacio vital.
Para las discusiones en la COP16, para quienes están a cargo del mundo y para quienes queramos ser parte de las soluciones.