Recientemente Gustavo Gallón, abogado de la Universidad Externado y presidente de la Comisión Colombiana de Juristas, fue nombrado como embajador de Colombia ante la organización de Naciones Unidas por el Gobierno de Gustavo Petro. La llegada de Gallón a este organismo internacional en representación de nuestro país es una de las buenas noticias que la administración de Petro y Francia Márquez nos ha dado.
Gallón encarna el espíritu del artículo 11 de la Constitución Política de Colombia que señalan que el derecho a la vida es inviolable y que no habrá pena de muerte, o en sus propias palabras, Gallón encarna la noción del país de “no matarás”.
De la mano del nuevo embajador, llegará a la ONU una voz que defenderá a toda costa la construcción de un país en paz, y no una paz pequeña, diminuta, intrascendente, sino una paz materializada en la verdad, en la implementación de reformas que transformen las estructuras que reproducen la desigualdad y la exclusión; llega una voz que entiende que la paz pasa por la reconciliación, y que la reconciliación no es posible sin el diálogo amplio y permanente que debe ser promovido por el Estado en todos los niveles.
En el mismo sentido, la llegada de Gustavo Gallón a la ONU, representa un sólido respaldo de la institucionalidad que se ha construido alrededor de la implementación de los acuerdos logrados con la extinta guerrilla de las FARC. Se acaban los días en los que desde el gobierno nacional se cuestionaban instituciones como la Jurisdicción Especial para la Paz o la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad la Convivencia y la No Repetición.
Durante el gobierno del presidente Iván Duque, fue costumbre escucharlo defendiendo la paz en el exterior y haciéndola trizas en la práctica. El nombramiento de Gallón le pone fin a la hipocresía con la que el anterior gobierno anterior abordó el acontecimiento más importante de la historia reciente del país, que venía de ser ocupado por una embajadora que votó NO en el plebiscito y que creía que el proceso de paz era una suerte de acción política contra Álvaro Uribe.
Adiós a esos días en los que los que añoran la guerra se vestían de defensores de la paz que le negaron a su pueblo. Llegan, por fin, los días en los que Colombia hablará de paz, y lo hará con autoridad, lo hará con seriedad, lo hará con empatía y con compromiso, entendiendo que cuidar la vida puede no ser el único camino posible, pero sí el único que vale la pena.