Me gusta esa frase que define la política como “el arte de hacer real lo posible y luchar por lo imposible”. Porque realmente, nos guste o no, la política es el principal (no único) motor de transformación de una sociedad. La política trasciende a la economía, la educación, la seguridad, los sistemas de salud… lo que hace que la gente pueda vivir mejor.
El problema sobreviene cuando la política queda en manos de políticos poco profesionales, de amateurs o de gente inmoral. Hombres y mujeres advenedizos que ven en su ejercicio una posible manera de lucrarse, medradores de la vida incapaces de ganarse el pan en el sector privado. Ansiosos de poder y escaso interés en el servicio público.
Hacer política debería ser algo muy sencillo: Ciertas dosis de ideología, bastante de dosis de realidad social, conociendo los problemas reales de la gente y; sobre todo, mucho pragmatismo y capacidad de ejecutar: poder cumplirle a la gente con lo que se le promete. Y para hacer una buena gestión, ser un buen ejecutor, como todo en la vida, hay que tener experiencia en gestionar y ejecutar.
Experiencia de gestión política
¿Cómo una persona que no ha trabajado en su vida? ¿Qué no ha manejado responsabilidades laborales con grupos o pagado nóminas va a ser capaz de gestionar (gastar bien) miles de millones de un presupuesto público? ¿En serio alguien piensa que eso es posible? Es como si a mí me ponen a dirigir la Orquesta Filarmónica de Viena. ¿Qué puede salir mal? Todo. Uno no debería poder aspirar a ser alcalde, ministro o presidente sin acreditada experiencia para el cargo.
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Por eso la política contemporánea está naufragando en Occidente. Porque cada vez son menos los buenos gestores que se le miden a hacer política pública. Normalmente muy demandante en tiempo y no tan bien pagada (por el camino legal). Y cada vez aterrizan más ideólogos. Personas con ‘ideas’ que sólo tienen ‘ideas’. Palabrería barata que luego son incapaces de llevar a la realidad. Suena bien, seducen con su discurso, pero son un fiasco porque luego no pueden hacer lo que dicen.
Camino del populismo
Cada vez son más los ideólogos o politólogos; y menos los gestores profesionales que hacen política. Y por eso cada vez se hace peor política y los ciudadanos se dan cuenta. Desde el dogma no se puede gestionar. La ideología está bien para el discurso, para la teoría política, para los libros de historia. En la realidad es simple populismo.
A la creencia de que el populismo dogmático puede solucionar algo se llega por alguna de estas cuatro vías:
– Rencor: “no tengo mucho o nada y de ahí en adelante lo que pase en la sociedad me importa bien poco. Si les roban a los que tienen más quedan que yo, perfecto”. Si los usurpados son los que tienen menos que uno, tampoco es que le importe mucho. Tiene cierto componente de sociopatía y resentimiento con la sociedad en que se vive.
– Ignorancia: Entendida la ignorancia como la irreflexión, la incapacidad de poder cuestionar un mensaje. “Me trago completo el discurso del político de turno diga lo que diga”. El racionalizar qué es posible y que no.
– Ingenuidad: personas que piensan, realmente, con sinceridad y buena intención, que el mensaje irreal es real. Que lo que dice el político populista sobre la posibilidad de cambios son posibles en tiempo, forma y fondo.
– Engaño: Los que mueven los hilos. Las élites inmorales del partido político populista de turno. Saben que lo que dicen no lo pueden cumplir, pero no les importa. Su objetivo es alcanzar el poder y como buenos populistas, usan al pueblo en la primera fase de su objetivo, y se olvidan de ellos cuando ocupan el sillón.
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Dogmatismo incapaz
Está muy bien querer hacer política y transformar realidades que parecen imposibles. Pero desde el dogma no se logra nada salvo fracaso social y mayor pobreza. Esos políticos populistas, en el mejor de los casos bienintencionados, se acaban estrellando con la realidad. La realidad de hacer estudios, presupuestos, legalizaciones, ejecutar bien y en tiempos… el que es dogmático es incapaz. Y puede que aprenda, pero en ese proceso se le acaba el mandato y adiós a su periodo. Pasó en blanco, como tantas veces pasa.
Ejecutar política es mucho más ‘elaborado’ que escribir un manifiesto. La ‘RealPolitik’ es el verdadero termómetro del que sabe o no hacer política. Lamentablemente la mayoría de los actuales dirigentes en el mundo suspenden. No son capaces de llevar a cabo lo que es posible, ni les quiero contar lo que parece imposible.