¿Jefe de Estado o revolucionario?

Supone uno, como cualquier ciudadano de a pie, que tras haber entregado toda su vida siendo funcionario público, el político maximizará su proyecto de vida conquistando el cargo de jefe de estado, jefe de gobierno o presidente, en el caso de Colombia liderazgo nada sencillo porque son marcados los extremos ideológicos, una oposición señalada de radical extrema derecha y un puñado de responsabilidades alineadas con una formación íntegra, culta e inteligente, para estar a la altura de tan honroso e histórico menester en el orden nacional e internacional

En esa ordenanza de ideas, nuestro jefe de Estado, Gustavo Petro, tuvo la fortuna política de ser generosamente indultado por la democracia colombiana, lo que le permitió convertirse luego en Personero, concejal, funcionario diplomático, representante a la Cámara, Senador, alcalde de Bogotá y presidente, una larga y destacada carrera pública ajustada en la izquierda ‘pura’, definida por criticar sin sonrojarse las formas y los fondos de cómo funciona el sistema y sus tradicionales gobernantes. En resumen, viviendo del Estado en su máxima expresión.

Ese mismísimo Jefe De Gobierno adquirió el poder venciendo a varias administraciones de derecha y partidos tradicionales -liberales, conservadores y sus compinches politiqueros-, no obstante, durante sus casi 18 meses de mandato sigue aumentando su arraigo a sus posturas dogmáticas, eso sí, siempre lanzando epítetos, incluso con palabras de ‘fuerte calibre’ a quienes le critican sus cuestionadas decisiones o están en contra de sus drásticas reformas a salud, pensional, laboral y presionando tácitamente la elección de la entrante Fiscal. La verdad es un dirigente poco cercano a escuchar y aceptar propuestas, dicen sus más cercanos. El ego es cosa sería en él, también sentencian en los pasillos de la Casa de Nariño.

El Presidente viene siendo criticado sistemáticamente. Pero es que en una democracia participativa es necesario generar discusiones en favor o en contra de cualquier determinación venga de donde venga. En esencia porque sentimos un sabor agridulce, incierto y caótico del futuro de Colombia y los colombianos. Un máximo dirigente como Gustavo Petro debe estar a la altura de su cargo: “debe actuar como centro de poder para la solución de los conflictos institucionales. No irrespeta la autonomía de funciones ni la asignación de competencias, el hecho de que el Presidente de la República intervenga en las discusiones que se presentan entre diferentes órganos y funcionarios, sobre asuntos que causan cuestionamientos a la institucionalidad. Entre Contralora y Auditora. Entre Fiscal y Procurador. Entre Altas Cortes”, dice Luis Fernando Álvarez, en el periódico El Colombiano.

El Presidente en su calidad de Jefe de Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa debe ir más allá y comportarse con grandes ínfulas de estadista en el sentido supremo de la palabra. Como diría, José Ortega y Gasset, en su ensayo El espíritu de la letra. Mirabeau o el político. “Un #Estadista se define como el político que se coloca por encima de las divisiones partidistas, que se concentra en la búsqueda del bien común y logra imprimirle un giro constructivo al destino de la Nación”. La verdad esta definición está bastante alejada de la realidad política vivida en el país y las constantes acciones comunicacionales emanadas por parte de Gustavo Petro y su equipo de gobierno.

En esa línea, en nada le queda bien a un primer mandatario que busca la “Paz Total” y obtener un “Premio Nobel de Paz” “(…) actuar sin racionalidad, sin criterios técnicos, con mezquindad, que promueve la división entre sus ciudadanos, rechaza el disenso, la oposición, la libertad de prensa, ataca las instituciones y menoscaba la constitución y la ley (…)”, dice María Andrea Nieto en una de sus columnas en (@RevistaSemana). De hecho, Gustavo Petro, en una de sus calenturas digitales en la red X (Twitter) procedió a enviar un mensaje de emergencia, que tradujo a francés, italiano, inglés y árabe. Esta última travesura poliglota, incluso, le salió desacertada puesto que se divulgó en las redes con los errores propios del traductor de #Google. De verdad, que oso tan peludo ante la comunidad regional y mundial. 

Reflexionar por estos días de cuaresma sería una de las acciones estratégicas para el Presidente ya que los “vientos de buena mar” parecen estar lejanos ante un panorama político por divisiones extremas siempre en “cuidados intensivos”, meditar en aras de buscar consensos con la institucionalidad y empresarios para alejarlos de la desconfianza contra el gobierno, recapacitar en sus acercamientos con todos los grupos violentos autores del aumento del índice de criminalidad en todo el territorio y cavilar por dejar ser un líder político con altas métricas y tendencias en las redes sociales por medio de convocatorias a las revoluciones -innovadoras y transformadoras del sistema-  a través de movilizaciones populares, marchas y plantones, que se asemejan más a un llamado revolucionario por parte de un ex subversivo de las tantas guerrillas legendarias de nuestra irrespetada Colombia. Señor, jefe de Estado, ¡salve usted la Patria!

#Parzival: ¿Será Qué Los funcionarios Del Gobierno, Gustavo Petro (@petrogustavo) Van A Meditar En Esta #Cuaresma Sobre Sus “Metidas De Pata” A La Hora De Tomar Decisiones?

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