Uribe elaboró una estrategia de largo plazo para secuestrar el Estado. Lo logró, pero con demasiados errores y horrores de ahí que sea imposible mantener el terrible proyecto. Sin embargo, superarlo depende de la unidad de la oposición para alcanzar la victoria el 29 de mayo y de esa manera construir la gobernabilidad que Colombia necesita para iniciar una era de cambio.
Gobiernos de facto
El país parió un engendro político creado por Uribe, sostenido por Duque y acogido por Gutiérrez. A partir de la Constitución de 1991 emergió un mafioso sistema de relaciones cruzadas entre los poderes del Estado, que ha impedido la construcción de instituciones fuertes y estructurar un proceso de bienestar y de paz para todos. El uribismo ha actuado con espíritu antidemocrático y el gobierno de Duque ha derivado en un mandato de facto que Gutiérrez quiere prolongar.
Los organismos de control se encargaron en los últimos cuatro años de construir unas instituciones anómalas. Personajes de menor talante intelectual, ético e ideológico, se tomaron el poder. Colombia está en manos de poderosos clanes de derecha, corrupción y clientelismo, cruzados por economías ilegales que en los cuatro años de Duque expandieron la captura del espectro político y económico.
Han sucedido ataques sistemáticos a Fajardo pues no les interesa nadie dispuesto a gobernar con transparencia, introducir cambios en el modelo económico, desarrollar el país con un enfoque de equidad, desarrollo sostenible, conocimiento, reestructuración productiva y comprensión del papel de Colombia en un difícil orden mundial. Entonces, la Contraloría, la Fiscalía y la Procuraduría enfilaron acciones para sacarlo del camino a la presidencia.
Fajardo puso contra Duque una demanda ante la Comisión de Absoluciones del Congreso de la República, por aplicar una arbitraria reforma a la ley de garantías, abiertamente inconstitucional. Sin embargo, el uribismo necesita esos dineros públicos para comprar el proceso electoral en un país con mucha gente pobre que nada espera del Estado ni de nadie, solo de lo que logran raspar de la tierra y de las calles por eso en las elecciones venden su conciencia a cincuenta o cien mil pesos.
El asalto al Ministerio de Hacienda ha sido posible por la demora de la Procuraduría en dar un concepto para que la Corte Constitucional decida sobre la constitucionalidad del esperpento introducido en la ley de garantías. ¿Quién sanciona a una procuradora que le hace trampa a las instituciones, a la democracia y al ordenamiento internacional?
A su vez, el Pacto Histórico de Petro, la fuerza política más grande que hoy tiene Colombia camino a la presidencia, ha sufrido todos los ataques del fascismo, incluidas amenazas de muerte y propósitos de robarle las elecciones.
La última jugada en su contra fue la arbitraria decisión de la Procuradora de apartar del cargo al alcalde de Medellín, a través de una acción que por mandato constitucional solo lo puede hacer un juez de la república según decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La destitución del alcalde Quintero se derivó de la reforma a la Procuraduría que ella impulsó, que Duque bendijo, y el Congreso aprobó. Se caerá la medida contra el alcalde de Medellín, y a los prevaricadores la ciudadanía les cobrará en las urnas.
Y el ingeniero Rodolfo Hernández, el actor emergente de la política colombiana, insistente en su lucha contra la corrupción, con ideas liberales para lograr un estado del mercado más eficiente que llegue a más personas, cierra las tres fuerzas que son mayoría absoluta para ganar la presidencia, porque el uribismo y los partidos de la perdición tienen en Gutiérrez un candidato opaco, torcido de intenciones, pobre de conocimiento, y capaz de continuar con la debacle que dejará Duque puesto que no tiene capacidad para pensar algo mejor.
Por lo dicho y mucho más, el uribismo y sus aliados han creado un Estado fallido disfuncional pero funcional a sus torcidos intereses ideológicos, políticos y económicos. El Estado que han creado está irreparablemente dañado porque lo hicieron a imagen y semejanza de la ilegalidad, del enriquecimiento inmediato, de lo ambientalmente destructivo y socialmente fragmentado, con una inmensa mayoría de población sin esperanzas.
La explotación, el extractivismo, el abuso y la represión, ha sido su propósito, puesto que una economía poco productiva, innovadora, emprendedora, y escasamente exportadora, con débiles agregados macroeconómicos sostenidos por medidas ortodoxas y resultados que ocultan verdades porque el crecimiento se debe en gran medida a las economías ilegales que se mueven como reptiles por el sistema económico y político al amparo de un equivocado modelo de mercado que trajo César Gaviria, hoy socio de Gutiérrez.
Ante un gobierno y un candidato de facto, unidad
Los sondeos y las encuestas poco favorecen al candidato de la ultraderecha. Solo tiene a su favor millones de pesos de las economías ilegales y del saqueo al Estado con la violación de la ley de garantías.
Sin embargo, aprovecha que la oposición está divida entre Petro, Fajardo y Hernández, y no sabemos cuál será la decisión que éstos tomen para la segunda vuelta, porque si bien hay una ventaja de Gutiérrez sobre los que van de terceros, también es cierto que estos no están tan lejos como lejos está el uribista de Petro.
Dado que no habrá unidad antes del 29 de mayo, y si Petro triunfa o no en la primera vuelta, se tiene que llegar a un acuerdo de gobernabilidad entre los tres candidatos de la oposición para derrotar al uribismo y sus aliados. Lo importante es garantizar la victoria contra la ultra derecha y hacer el mejor gobierno posible con el fin de mantener una senda de cambio en los siguientes largos años. Esto es factible, porque la proximidad programática entre el Centro Esperanza y el Pacto Histórico, es evidente, y los contrastes frente a la propuesta de Gutiérrez, son enormes.
Si no hubiera cajas de dinero para que Gutiérrez compré el voto de los pobres, se podría asegurar que Fajardo pasaría a la segunda vuelta, pues su techo es más alto que el de Hernández, y porque a diferencia de las encuestas compradas para perjudicarlo, hay otras evidencias de que está subiendo y lo ubican a escasos puntos de Gutiérrez.
Lo responsable e inteligente es unirse contra el uribismo. Colombia puede cambiar el 29 de mayo o el 19 de junio. Las responsables, las tres fuerzas de la oposición. No puede haber llamados al voto en blanco, nadie se puede torcer hacia el ficouribismo, porque sería una traición a los sueños de cambio depositados en ellos, y se convertirían en los políticos más odiados de la historia reciente de Colombia. Fajardo, Hernández y Petro pueden alcanzar la gloria, o terminar en el destierro.
Sigo apoyando a Fajardo, votaré por él y por Murillo su magnífico vicepresidente, creo que es el candidato con el mejor programa y el mejor equipo, pero entre las fuerzas de oposición debe haber un acuerdo de gobernabilidad con el fin de superar para siempre el periodo más largo de maldad y atraso que ha vivido Colombia bajo la sombra de un espantoso tirano considerado el determinador de crímenes de lesa humanidad, y de una clase dirigente funcional al desestructurado Estado que se ha creado bajo el uribismo.