¿Cómo nos enamoramos?

Solemos relacionar el amor con el corazón, pero realmente nos enamoramos con el cerebro. El enamoramiento desencadena una cascada de actividad en la que se ven implicadas distintas áreas cerebrales. Sin embargo, el proceso es ligeramente distinto entre hombres y mujeres.

Diversos estudios publicados en la última década han mostrado el papel que desempeñan varias partes del cerebro en el amor. Aunque en el proceso del enamoramiento se activa todo el cerebro, hay algunas áreas que tienen una actuación más destacada.

“Se trata de las áreas posteriores del cerebro”, señala Carlos Tejero de la Sociedad Española de Neurología, ya que, según explica, vemos y notamos, generalmente, con la parte posterior del cerebro, especialmente con la corteza.

Factores genéticos y culturales interactuando sinérgicamente

Asimismo, en este proceso interviene otra zona cerebral que se relaciona con nuestra sensación de recompensa, la cual está muy desarrollada en los adictos a sustancias estimulantes como el café o drogas psicoactivas.

Del mismo modo, Enrique Burunat, psicobiólogo y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna, explica que hay varias estructuras cerebrales que están especialmente activas cuando la persona enamorada se encuentra con su pareja o con estímulos relacionados con ella como, por ejemplo, fotografías.

“Algunas de dichas estructuras forman parte de lo que se conoce como circuitos de recompensa cerebral, que son vías nerviosas que cuando se activan causan placer”, afirma.

El especialista destaca que durante el proceso del enamoramiento hay modificaciones que se van consolidando en el funcionamiento del cerebro. “Algunas de ellas, publicadas recientemente por un grupo de investigación de la Universidad de StonyBrook en Nueva York, incluso permiten pronosticar el éxito de la relación hasta tres años después”, apunta.

No obstante, el cerebro de hombres y mujeres no reacciona exactamente igual ante el amor. “Los varones son más propensos a que toda la respuesta se estimule después de la percepción visual, mientras que en la mujer se tienen que activar áreas relacionadas con la memoria”, describe el doctor Tejero.

“Esto no es siempre así, pero es una cierta diferencia que vemos dentro de un proceso bastante similar”, aclara.

“Pero hombres y mujeres también pueden comportarse de distinto modo cuando están enamorados. De hecho, las mujeres muestran una mayor respuesta fisiológica que los hombres a ciertos estímulos emocionales”, comenta Burunat, basándose en el trabajo de un grupo de científicos del Hospital Santa Creu i Sant Pau, Barcelona.

Además, una investigación reciente de la Universidad de Arizona con un amplio número de chicos y chicas adolescentes refleja que ellas tienden a compartir más actividades sociales y emocionales con sus parejas cuando mantienen una relación romántica. Pero, “incluso en las relaciones no románticas, hay una dimensión social y emocional importante”, manifiesta el psicólogo.

“En resumen, las diferencias entre ambos sexos en el enamoramiento están determinadas por factores genéticos y culturales que interactúan sinérgicamente”, sostiene.

Burunat indica que un factor genético concreto puede ser el receptor de vasopresina, para el que se ha demostrado que los hombres que llevan el alelo 334 tienen relaciones románticas menos estables. Por su parte, las personas que tienen determinada variante de un receptor de dopamina tienen escaso deseo sexual, mientras las que tienen otra muestran un fuerte deseo.

“Existen tantos factores biológicos implicados en el curso de una relación romántica, sin necesidad de acudir a los factores sociales y culturales, que casi podría decirse que la norma es la diversidad y no la regularidad en la conducta amorosa de uno u otro sexo”, señala el experto.

Del amor al odio

Algunas de las áreas cerebrales que se activan en el proceso del enamoramiento también están activas en la sensación de odio. A esta conclusión llega una de las investigaciones del doctor Semir Zeki, considerado un pionero en el estudio neurológico del amor.

En este sentido, el doctor Tejero comenta que, “en experimentos en los que se contrastaba el amor y el odio, se pudo observar que la zona del funcionamiento racional reducía su actividad en el proceso del enamoramiento, mientras que en el odio estaba mucho más activa”.

Para el neurólogo, esta es la principal diferencia entre dos sensaciones que están muy próximas. Así, el especialista apunta que las bases científicas del funcionamiento del cerebro nos ayudan a entender el famoso dicho que asegura que “del amor al odio sólo hay un paso”.

Todo esto se conoce gracias, sobre todo, a los avances en las técnicas de neuroimagen. De este modo, el doctor Tejero declara que la información se obtiene a través de experimentos en los que a un paciente se le hacen pruebas que muestran cómo está funcionando su cerebro mientras oye voces o ve imágenes en las que está intercalada la persona amada.

Así, los expertos pueden observar las respuestas que se generan cuando el paciente está ante una fotografía de una persona que no conoce, de alguien que le resulta familiar por ser un personaje público, de un miembro de su familia o de alguien del que se siente enamorado.

También puede realizarse un análisis de sangre para estudiar los niveles de ciertas hormonas. Pues, además de diferentes áreas cerebrales, en el proceso del enamoramiento se ven involucradas varias sustancias.

Algunas, como la dopamina, tienen que ver con la interacción con el entorno. Por otro lado, la noradrenalina “nos hace tener sensación de aceleración del corazón y nos activa el cuerpo”, expone el doctor Tejero.

“También interviene la serotonina, una sustancia que se emplea en algunos fármacos antidepresivos para mejorar el estado de ánimo”, subraya.

Asimismo, está implicada la oxitocina, la hormona que se segrega al finalizar el embarazo para favorecer la contracción del útero y la expulsión del bebé.

“Esta hormona ayuda al cerebro a establecer relaciones afectivas duraderas. Nos hace ser animales sociales y familiares, pues nos permite reconocer a las personas de nuestro entorno y sentir hacia ellas lo que no sentimos hacia los desconocidos”, explica el neurólogo.

De igual modo, Enrique Burunat manifiesta que la oxitocina se eleva en el enamoramiento en ambos sexos y se mantiene elevada durante, al menos, seis meses. “Es especialmente importante en las primeras etapas de la relación, cuando se está consolidando la pareja”, expresa.

Pero, ¿cuánto dura el enamoramiento? Tejero afirma que hay quienes lo notan durante mucho tiempo y otros a los que les dura muy poco. “Las personas se pueden enamorar varias veces en su vida y no siempre de la misma manera, pues en esto hay más magia que ciencia”, concluye.

Con EFE