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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Economía

Colombia rezagada

Durante buena parte de la década pasada, Colombia fue considerada una de las economías más dinámicas de América Latina. Su marco fiscal institucionalizado, una banca sólida, inflación controlada y apertura comercial sostenida, le dieron un perfil confiable en la región. Sin embargo, en los últimos cinco años, esa narrativa ha cambiado. Colombia ya no lidera: rezaga. Su crecimiento es inferior al regional, la inversión se contrajo, la productividad estancada, y la incertidumbre política cobrando una factura más alta de lo esperada.

Las cifras son elocuentes. Según el FMI (World Economic Outlook, abril 2025), Colombia crecerá solo 1,5% en 2024, muy por debajo del promedio de América Latina y el Caribe, estimado en 2,1%. Países con marcos institucionales más débiles, como Bolivia (2,5%) o Paraguay (3,8%), superan a Colombia. Incluso economías de mayor tamaño como Brasil (2,2%) y México (2,4%) muestran mayor dinamismo. Entre 2023 y 2025, el crecimiento acumulado de Colombia sería el más bajo entre las seis principales economías de la región, si se excluye a Argentina.

 

El rezago colombiano no es solo cíclico, sino estructural. La inversión privada cayó 7,7% en 2023, no da señales de recuperación sostenida. La inversión extranjera directa se ha concentrado en sectores extractivos, sin dinamismo en manufactura ni servicios avanzados. La tasa de inversión como porcentaje del PIB es del 18,5%, inferior al 22% que tenía el país en 2014, y lejos del 24% requerido para sostener un crecimiento de 4% anual.

En paralelo, la productividad laboral de Colombia crece al 0,4% anual, según el Banco Mundial, muy por debajo de Chile (1,2%) o Perú (0,9%). La informalidad laboral supera el 58% y la calidad del empleo urbano ha deteriorado la capacidad de generación de clase media. El rezago en infraestructura, la tramitología para emprender y la desconexión entre educación y mercado laboral agravan el cuadro.

Colombia también ha perdido tracción en competitividad. En el Índice de Competitividad Global 2024 del IMD, el país cayó cinco puestos, ubicándose en el puesto 61 de 67 economías. Los factores que más contribuyeron a la caída fueron eficiencia gubernamental, atractivo del entorno regulatorio y percepción de riesgo político. Mientras países como Uruguay, Costa Rica o República Dominicana avanzan en reformas estructurales o atracción de nearshoring, Colombia aparece estática y enredada en debates ideológicos.

El entorno fiscal tampoco ayuda. El alto déficit estructural y el crecimiento de la deuda han elevado la prima de riesgo. Los TES a 10 años cotizan con una tasa cercana al 10%, mientras México se financia por debajo del 8% y Perú cerca del 7%. Esto encarece la inversión pública y reduce el margen para políticas contracíclicas. La política monetaria, aún contractiva, refleja la necesidad de defender la credibilidad frente a una inflación que tardó más de lo previsto en ceder.

Colombia está pagando el precio de la incertidumbre institucional, la falta de reformas productivas, y la desconexión entre discurso político y confianza empresarial. El país no necesita una nueva ideología económica, sino un rumbo claro. Recuperar el liderazgo regional tomará tiempo. Pero el primer paso es reconocer que lo hemos perdido. La economía colombiana no está condenada al rezago, está siendo mal administrada.

Simón Gaviria Muñoz

El reino del dólar heridos y el camino hacia los brics

En el mapa encantado de los mercados, el otrora invencible dólar ha perdido algo de su brillo. El Índice DXY, que medía su poder ante otros reinos monetarios, cayó más de un 8% en lo que va del año, bajando a niveles no vistos en tres inviernos. ¡Un verdadero hechizo debilitante sobre el escudo estadounidense!

Mientras tanto, los sabios de la Reserva Federal se reunieron en su torre de cristal y decidieron mantener su hechizo de tasas en 4.5%. Sin embargo, en sus pergaminos dejaron pistas de dos posibles recortes para lo que queda del 2025. Aunque hablaron con firmeza, el miedo a un monstruo antiguo llamado estanflación se coló en cada palabra.

 

Pero entonces… llegó la tormenta. El Reino del Águila lanzó un ataque sobre los territorios de Irán, y el conflicto en Medio Oriente dejó de ser una historia lejana. Si el Estrecho de Ormuz llegara a cerrarse —por donde navega el 20% del crudo del mundo—, el hechizo inflacionario podría revivir. Con los precios del petróleo rondando los 90-100 USD, el reino estadounidense tendría no una, sino dos bestias que enfrentar: la guerra comercial y la inflación energética.

Los comerciantes más sabios comenzaron a huir hacia refugios seguros: el Euro, el Franco suizo y el Yen japonés. Mientras tanto, en los reinos del sur, las monedas de Latinoamérica brillaban con luz propia. El Real brasileño lideraba el baile con +11%, seguido del peso mexicano con +8% y el peso colombiano con un sólido +7%.

🏛️ En la tierra del Café y la Cumbia, Colombia vivió una semana agitada. El Marco Fiscal de Mediano Plazo dejó claro que el hechizo del déficit será una maldición que herede el próximo gobierno. Y aunque la reforma laboral fue aprobada (con ciertas modificaciones), la reforma pensional fue enviada a dormir por ahora. Algunos lo ven como una señal de que los guardianes de la institucionalidad aún vigilan.

El rey actual, Gustavo Petro, vio caer su aprobación a un 29%. Los vientos ya murmuran sobre un cambio en el trono y el nacimiento de un nuevo «trade político».

Y para cerrar la semana, una nueva alianza se dibujó en los cielos: Colombia entra a los BRICS, obteniendo acceso a cofres de financiación para proyectos de energía e infraestructura.

Cordial saludo,

Fabián Herrera

FFD4: ¿Hacia un Nuevo Rumbo Global? Redefiniendo la Arquitectura Financiera para el Desarrollo Sostenible

En un mundo donde las crisis se entrelazan y multiplican —climática, sanitaria, geopolítica—, la humanidad se encuentra en una encrucijada financiera sin precedentes. La 4ª Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4), que tendrá lugar en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio de 2025, no será simplemente otro encuentro multilateral más; representa un momento decisivo para redefinir cómo el mundo financia un futuro común desde la óptica de Agencias de Cooperación y Bancos de Desarrollo.

La FFD4 surge en un contexto donde las cifras hablan por sí solas: existe una brecha de financiación para el desarrollo sostenible de aproximadamente 4 billones de dólares anuales. Esta realidad se ha vuelto más apremiante cuando observamos que Estados Unidos, el mayor donante mundial que tradicionalmente cubría alrededor del 30% de la Ayuda Oficial al Desarrollo global, ha experimentado una reducción del 7.1% en 2024, privando al sistema de más de 11,000 millones de dólares.

 

Esta conferencia no nace de la nada. Es la culminación de un proceso que comenzó en Monterrey (2002), continuó en Doha (2008) y se consolidó en Addis Abeba (2015). Sin embargo, la realidad actual exige un enfoque radicalmente diferente. Ya no se trata solo de aumentar los flujos de ayuda tradicional, sino de reimaginar completamente la arquitectura financiera global.

La relevancia de este encuentro radica en tres factores convergentes que hacen de este momento una oportunidad única para el cambio transformacional:

Primero, la urgencia temporal. El progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible está severamente retrasado, y solo quedan cinco años para 2030. Como señala el documento preparatorio de Sevilla, «estamos quedándonos sin tiempo para prevenir el cambio climático catastrófico».

Segundo, la transformación del panorama financiero. La irrupción de nuevos actores —desde fondos soberanos hasta inversores de impacto y criptomonedas— ha creado un ecosistema financiero más complejo pero también más rico en posibilidades. La inversión de impacto, por ejemplo, ha demostrado que es posible generar retornos financieros mientras se abordan desafíos sociales y ambientales.

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Tercero, la revolución tecnológica está democratizando el acceso a herramientas financieras. Las monedas digitales de bancos centrales, los sistemas de pago rápido y las plataformas de financiación colectiva están redefiniendo cómo se mueve el dinero globalmente.

El desafío no es solo la falta de dinero, sino la arquitectura defectuosa del sistema actual. Tres problemáticas estructurales emergen como críticas:

1. Fragmentación y Complejidad

El sistema actual sufre de una proliferación excesiva de actores, instrumentos y marcos regulatorios. Existen más de 40 fondos climáticos diferentes, cada uno con sus propios criterios y procedimientos, creando costos de transacción prohibitivos especialmente para países pequeños.

2. Desalineación de Incentivos

Los mercados financieros siguen priorizando retornos a corto plazo mientras que el desarrollo sostenible requiere visión de largo plazo. Esta tensión fundamental se traduce en una penalización financiera concreta: los países en desarrollo enfrentan sobrecostos de financiamiento que pueden alcanzar hasta 500 puntos básicos adicionales (5% extra en tasas de interés) comparado con países desarrollados.

Esta brecha no solo refleja diferencias en riesgo crediticio real, sino también sesgos sistemáticos en las calificaciones crediticias que subestiman la capacidad de pago a largo plazo y sobrevaloran riesgos políticos de corto plazo. El resultado es un círculo vicioso: países que más necesitan financiamiento para desarrollo sostenible pagan más por acceder a él, limitando precisamente las inversiones que podrían mejorar su sostenibilidad fiscal y crediticia futura.

3. Representación Asimétrica

La arquitectura financiera internacional refleja realidades geopolíticas del siglo XX, no del XXI. Los países en desarrollo, que representan más del 80% de la población mundial, tienen una voz desproporcionadamente pequeña en las instituciones que determinan las reglas del juego financiero global.

La FFD4 propone soluciones innovadoras que van más allá de los enfoques tradicionales. Tres áreas emergen como particularmente prometedoras:

1. Finanzas Mixtas 2.0

La propuesta de Sevilla no se limitará a mezclar recursos públicos y privados, sino que propone una nueva generación de instrumentos financieros mixtos que incluyen:

  • Subsidios contingentes al estado, que se activan solo cuando se alcanzan resultados específicos de desarrollo
  • Mecanismos de subasta para asegurar que el riesgo y las recompensas se compartan equitativamente
  • Instrumentos similares a acciones que permiten a los gobiernos participar en las ganancias de proyectos exitosos

2. Arquitectura Financiera Descentralizada

Una de las innovaciones más audaces es la propuesta de crear pools de capital catalítico gestionados por múltiples bancos de desarrollo, con requisitos de acceso estandarizados y transparentes. El capital catalítico actúa como un «primer dinero» que asume los riesgos más altos de una inversión, reduciendo así el riesgo percibido para otros inversionistas y desbloqueando financiamiento privado adicional a gran escala.

3. Digitalización Inteligente para la Inclusión

La FFD4 busca reconocer el potencial transformador de las tecnologías digitales, no solo para mejorar la eficiencia, sino para democratizar el acceso al financiamiento. Las propuestas incluirán:

  • Infraestructura digital pública como bien común global
  • Marcos regulatorios adaptativos que evolucionen con la tecnología
  • Sistemas de medición de impacto que utilicen inteligencia artificial para evaluar resultados en tiempo real

Quizás la innovación más significativa que se espera de la FFD4 sea su enfoque sistémico. En lugar de tratar cada fuente de financiamiento por separado, se propone crear sinergias entre:

  • Recursos domésticos fortalecidos a través de cooperación fiscal internacional
  • Sector privado alineado con objetivos de desarrollo a través de regulación inteligente
  • Cooperación internacional más efectiva y menos fragmentada
  • Comercio internacional como motor de desarrollo inclusivo
  • Sostenibilidad de deuda integrada en todas las decisiones de financiamiento

La Conferencia no será solo sobre dinero; se trata de redefinir el contrato social global para el siglo XXI. Su éxito se medirá no solo en dólares movilizados, sino en su capacidad para crear un sistema financiero en donde todos los países tengan voz en las decisiones que los afectan, que sea capaz de responder rápidamente a crisis futuras y en donde cada inversión contribuya mediblemente al bienestar humano y planetario.

La ventana de oportunidad está abierta, pero no indefinidamente. Como señala el borrador del documento de Sevilla, «no podemos permitirnos un retroceso de la cooperación multilateral». El desafío ahora será transformar estos compromisos en acciones concretas que demuestren que otro modelo de financiamiento global no solo es posible, sino inevitable.

La FFD4 podría marcar el fin de una era de financiamiento fragmentado y el inicio de una nueva época de colaboración financiera inteligente. El rumbo se está trazando; ahora tocará navegar hacia él en un mar convulsionado y en botes de diferente calado.

¿Por qué si Irán cierra el estrecho de Ormuz pone a temblar la economía mundial?

El estrecho de Ormuz, uno de los pasos comerciales más importantes del mundo, podría convertirse en uno de los principales puntos calientes en el conflicto en Oriente Próximo ante la recomendación del Parlamento de Irán para su cierre en respuesta a los bombardeos de Estados Unidos contra tres instalaciones nucleares iraníes.

Los bombardeos, con los que Washington se sumó a la ofensiva desatada el 13 de junio por el Ejército israelí contra el país centroasiático –que ha respondido con el lanzamiento de cientos de misiles y drones contra territorio israelí–, han llevado a Teherán a sopesar este extremo, si bien por ahora no hay una decisión oficial.

 

El estrecho, situado entre Irán y Omán y que conecta el golfo de Omán con el golfo Pérsico, juega un papel clave en la economía internacional, especialmente en lo relativo a la exportación de petróleo y gas desde Oriente Próximo, por lo que su cierre podría tener un gran impacto a nivel mundial.

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La zona, considerada como uno de los principales puntos de estrangulamiento para el comercio, tiene una importancia estratégica y su bloqueo podría ser llevado a cabo por Irán de forma total o parcial, debido a sus propios intereses económicos, si bien Washington y la Unión Europea (UE) ya han advertido contra este paso.

El estrecho, que tiene una anchura de entre 34 y 90 kilómetros, acoge rutas comerciales por las que pasa aproximadamente el 20 por ciento del petróleo mundial, por lo que cualquier medida que afecte a las operaciones en este área podría provocar que los precios del petróleo se disparen y desencadenar una reacción en cadena a nivel económico.

Así, el cierre de este paso podría impactar a través de un aumento de los precios de bienes y servicios a nivel mundial, con economías como las de China, India, Corea del Sur o Japón entre las más afectadas, dado que figuran entre los principales importadores del petróleo de Irán, pero también de otros países del Golfo como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Irak, Kuwait o Qatar.

De hecho, es Arabia Saudí el país que más petróleo exporta a través de esta vía, si bien Irán también es uno de los principales exportadores, con China como principal comprador, lo que podría provocar un aumento de los costes de fabricación e impulsar una oleada inflacionaria en todo el mundo.

Petición de cierre

La posibilidad de que el estrecho de Ormuz sea cerrado ha aumentado drásticamente a raíz de los bombardeos estadounidenses contra las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán, que llevaron al Parlamento de Irán a aprobar una resolución recomendando el cierre de esta arteria clave para el comercio global.

El presidente de la comisión parlamentaria sobre Seguridad Nacional y Política Exterior, Esmaeil Kousari, explicó tras la votación que «el Parlamento ha llegado a la conclusión de que el estrecho de Ormuz debe ser cerrado, si bien la decisión final recae sobre el Consejo Supremo de Seguridad Nacional», según la cadena de televisión Press TV.

El Consejo Supremo de Seguridad Nacional está integrado por los jefes de las tres ramas del Gobierno, el jefe del Consejo Supremo de Mando de las Fuerzas Armadas, varios ministros –entre ellos el de Exteriores–, los líderes de las Fuerzas Armadas y la Guardia Revolucionaria y dos representantes nombrados por el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.

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El organismo tiene entre sus responsabilidades «determinar las políticas de defensa y seguridad nacional, en el marco de las políticas generales determinadas por el líder» y «coordinar actividades en áreas sobre política, Inteligencia, sociedad, cultura y economía, en relación con las políticas generales de defensa y seguridad», según el artículo 176 de la Constitución iraní.

Las autoridades de Irán ya han amenazado en el pasado con cerrar el paso y, si bien nunca antes lo han hecho, la gravedad de la situación y el hecho de que Israel y Estados Unidos hayan lanzado una ofensiva militar sin que mediara un ataque previo por parte de las fuerzas iraníes podría llevar a Teherán a considerar seriamente este paso como respuesta no convencional.

La situación más cercana fue la vivida durante la guerra entre Irak e Irán (1980-1988), cuando ambos países empezaron a atacar petroleros como medio de presión económica, lo que llevó a Estados Unidos a establecer escoltas con buques militares para intentar garantizar que estos barcos no se convertían en objetivo de las fuerzas iraquíes de Sadam Husein o las de la recién creada República Islámica.

Teherán sopesa ahora si esta decisión daría más beneficios o perjuicios, teniendo en cuenta el impacto económico que tendría sobre el propio país o sobre China, uno de sus principales aliados, así como el riesgo de respuesta militar por parte de Estados Unidos o incluso por parte de otros países de la región que opten por salvaguardar sus intereses económicos.

Dado que Irán controla la parte norte del estrecho, entre los métodos plausibles para proceder a su cierre figuran la colocación de minas marinas o los ataques directos contra buques, algo que ya han hecho los hutíes desde Yemen para afectar durante los últimos meses a aquellas embarcaciones con destino a Israel como represalia por su ofensiva contra la Franja de Gaza.

Entre los métodos posibles figuran el uso de misiles de distintos tipos para afectar la navegación o el lanzamiento de lanchas con explosivos o drones con ese mismo objetivo, sin que esté claro si, al igual que hicieron los hutíes, los ataques serían selectivos y dejarían al margen a buques de determinados países, como por ejemplo China, para reducir los impactos negativos sobre Teherán.

Advertencias de los Estados Unidos

En este contexto, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, pidió el domingo a China que recomiende a Teherán que no cierre el estrecho y recordó que Pekín «depende mucho» de este paso para obtener el petróleo que exporta. Además, dijo durante una entrevista a la cadena de televisión Fox que este bloqueo «sería otro terrible error» por parte de Irán.

«Sería un suicidio económico para ellos si lo hicieran, y conservamos opciones para hacerle frente», sostuvo, antes de agregar que «otros países también deberían considerarlo». «Perjudicaría a las economías de otros países mucho más que a la nuestra. Sería, creo, una escalada masiva que merecería una respuesta no solo nuestra, sino también de otros», subrayó.

Rubio, quien destacó que «el mundo hoy es más seguro y más estable» debido a los bombardeos estadounidenses contra instalaciones nucleares de Irán, esgrimió que «lo que pase ahora depende de lo que hagan (las autoridades iraníes)». «Si quieren negociar, estamos listos para negociar. Si quieren hacerse los listos y hacer cosas peligrosas, tenemos respuestas devastadoras», zanjó.

De hecho, el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Guio Jiakun, ha afirmado este lunes que las aguas del golfo Pérsico forman parte de «importantes rutas comerciales internacionales» y su seguridad redunda en interés de todo el mundo, por lo que ha evitado que «la inestabilidad regional tenga un mayor impacto en el desarrollo económico mundial».

Por su parte, la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, ha sostenido que el cierre del estrecho de Ormuz sería «extremadamente peligroso» y «no beneficiaría a nadie», al tiempo que en que ha insistido en la necesidad de buscar una solución diplomática «a largo plazo».

En este contexto, el precio del barril de crudo de calidad Brent, de referencia para Europa, ha llegado a subir este lunes hasta un 5,7% para cotizar en 81,40 dólares, su mayor coste desde enero, si bien antes de la apertura de las bolsas europeas moderó su aumento hasta los 78,26 dólares, lo que supone una subida del 1,62% respecto del cierre anterior.

Cuando el gasto público enciende la olla

El reciente anuncio del Gobierno Nacional sobre la suspensión de la regla fiscal no es un tecnicismo económico: es una decisión que ya empezó a sentirse en la plaza de mercado. Mientras en Palacio celebran mayor margen de maniobra para gastar, en los hogares colombianos la papa, el huevo, el pan y la leche suben sin freno. La olla a presión no es la fiscal: es la del pueblo que ya no aguanta más.

Al desactivar la regla fiscal, el Ejecutivo habilita un déficit superior al 7 % del PIB, lo que compromete la sostenibilidad macroeconómica del país. La reacción fue inmediata: el dólar superó los $4.180, los TES a 10 años repuntaron y los analistas redujeron proyecciones de crecimiento para el segundo semestre. Con una deuda que ya ronda el 62 % del PIB, el costo de financiamiento nacional se incrementa y se reduce el margen para inversión social efectiva.

 

Esta volatilidad repercute directamente sobre los bienes esenciales. La depreciación del peso afecta el precio de los insumos agroindustriales, muchos de ellos importados, como fertilizantes, concentrados y pesticidas. A eso se suman mayores tasas de interés que encarecen el crédito rural y contraen la producción primaria. En otras palabras: producir comida en Colombia será más costoso, y eso se traslada, inevitablemente, al consumidor final.

No hablamos de cifras abstractas. Hablamos de la señora que hoy pagó $500 más por el cartón de huevos, del campesino que ya no pudo costear el bulto de abono, del panadero que teme que le claven IVA a la harina en la próxima reforma tributaria. La economía política del hambre no se combate con deuda y discursos, sino con planificación y responsabilidad.

La cláusula de escape fiscal que se invocó está diseñada para choques externos o emergencias imprevisibles. Hoy, su uso refleja improvisación, no previsión. Aumentar el gasto estructural sin medidas compensatorias deteriora la credibilidad institucional, y eso se paga caro: en inflación, desempleo y pobreza.

El Gobierno insiste en que esta es una apuesta por el “bienestar social”. Pero ¿cómo se construye bienestar cuando los precios de los alimentos suben, cuando los sectores rurales pierden competitividad y cuando los hogares populares ven esfumarse su capacidad de compra?

Este no es un problema de expertos: es un problema de dignidad. Y si no se corrige el rumbo pronto, no solo se incendiará la olla: también se quemará la confianza de los colombianos.

Yebrail Plazas

Doctorando, con tres posgrados, profesional en comunicación social periodismo.

MILA Controlado

Mientras Colombia se enorgullece de su potencial económico, seguimos ignorando una condición indispensable para hacerlo realidad, la integración de nuestros mercados de capitales. Sin libertad de tenencia para hacer operación en monedas extranjeras, particularmente el dólar, Colombia no podrá integrar sus mercados financieros con los de Perú y Chile. Estos países ya operan exitosamente con mayor flexibilidad monetaria, avanzando con paso firme en la consolidación del bloque financiero. Nosotros incumpliremos la promesa. El Ban Rep. debe reflexionar si va a dejar morir el mercado bursátil nacional por defender una idea nacionalista.

La integración de los mercados de capitales de estos tres países gira en torno al proyecto MILA (Mercado Integrado Latinoamericano), creado en 2011. En teoría, este permitiría a inversionistas negociar acciones y valores en las tres jurisdicciones. Pero en la práctica, Colombia parte con una desventaja estructural: Mantiene restricciones cambiarias que impiden una libre tenencia de divisas y obliga a repatriar capitales mas utilidades en condiciones que desincentivan la inversión.

 

Mientras tanto, en Perú y Chile, el uso y manejo de divisas extranjeras —en especial dólares— es legal, común y eficiente. En Chile, el 48% de la deuda corporativa está denominada en moneda extranjera, según datos del Banco Central chileno. En Perú, casi el 39% de los depósitos del sistema financiero están en dólares. En Colombia, esa cifra es inferior al 2%. Esto limita no solo el acceso a capital internacional, sino también la competitividad en términos de financiamiento.

Las AFP chilenas y peruanas, tienen portafolios con gran exposición internacional, las chilenas con más del 60% en el extranjero, buena parte denominados en dólares. Pero si una AFP extranjera quiere invertir en Colombia, se enfrenta a un régimen de control cambiario restrictivo, una doble tributación implícita, y problemas de liquidez derivados de la obligación de liquidar en pesos colombianos. Así no estamos haciendo nada.

La imposibilidad de tener cuentas en dólares dentro del país —salvo contadas excepciones— limita a emisores e inversionistas. Sin mecanismos eficientes de cobertura cambiaria, sin acceso a productos en moneda extranjera, y con una moneda local estructuralmente volátil, el mercado colombiano resulta poco atractivo. Y lo que es más grave: impide que los colombianos diversifiquen adecuadamente su patrimonio.

En 2023, Colombia tuvo salidas netas de capitales de portafolio por más de USD 2.500 millones. La mayoría de estas operaciones fueron canalizadas a través de cuentas en el exterior, lo que demuestra que el mercado local no ofrece instrumentos adecuados ni confianza suficiente para competir regionalmente.

Si Colombia quiere avanzar en la integración financiera con Perú y Chile, necesita habilitar plenamente la tenencia de monedas extranjeras, crear marcos regulatorios modernos multimoneda, y flexibilizar las reglas de inversión extranjera. De lo contrario, seguiremos siendo un actor periférico en un proceso que requiere visión regional, confianza jurídica y sofisticación financiera. Las inversiones huyen del control como los peces del anzuelo. Sin libertad monetaria, no hay integración financiera ni crecimiento posible, no tener mercado bursátil eficiente hace mucho daño.

Simón Gaviria Muñoz

PIB puede crecer aceleradamente en 2026

“Colombia se enfrenta a una serie de desafíos estructurales que podrían limitar el ritmo y la sostenibilidad de su recuperación. En el corto plazo, uno de los principales riesgos proviene del entorno global. A esto se suma un entorno doméstico de financiamiento más exigente. El déficit fiscal elevado y persistente ha incrementado la prima de riesgo país, lo que se ha traducido en tasas de interés más altas en el mercado doméstico”, explica Juana Téllez, economista jefe de BBVA Research para Colombia.

Bajo este panorama, BBVA Research proyecta que el PIB colombiano crezca 2,3% en 2025 y se acelere a 2,7% en 2026, esto representa una reducción frente a la proyección de marzo donde se estimaba un 2,5% de crecimiento este año y de 2,9% para el próximo.

 

Según los analistas, el consumo privado mantendrá su dinamismo, con un crecimiento estimado de 3,7% en 2025 y 2,9% en 2026. Se espera que los bienes sigan liderando la expansión, mientras que los servicios se recuperarán de forma gradual, además, la fortaleza del mercado laboral y la reducción progresiva de las tasas de interés, entre otros factores, seguirán respaldando la demanda interna.

“El consumo público también contribuirá positivamente, con tasas de crecimiento proyectadas de 2,9% y 3,4%, en línea con una mayor ejecución de gasto en los niveles regionales. Este comportamiento sostendrá el dinamismo de la demanda interna, al tiempo que mantendrá elevada la demanda por bienes importados, que seguirán creciendo por encima del PIB”, asegura Mauricio Hernández, economista de BBVA Research.

En cuanto a la inversión, en el corto plazo se prevé una recuperación impulsada principalmente por la inversión en maquinaria y equipo, en respuesta al alto uso de capacidad instalada en la industria. En el largo plazo, el mayor dinamismo vendría por el lado de las obras civiles y edificaciones no residenciales, que se expandirán 2,7% en 2025 y 7,8% en 2026, gracias a una mayor ejecución regional, proyectos de infraestructura y el reinicio gradual de construcciones empresariales.

Empleo y consumo: mejoran el ritmo económico

Los datos más recientes han demostrado que la expansión del consumo de los hogares sigue estrechamente relacionada con el desempeño del mercado laboral, que ha mostrado avances importantes en lo corrido del año. El empleo total continúa creciendo, aunque con un mayor peso de la informalidad en los trimestres recientes.

“BBVA Research proyecta que la tasa de desempleo nacional promedio se ubique en 9,0% en 2025 y en 9,1% en 2026, niveles bajos en perspectiva histórica, aunque más cercanos a una estabilización que a una mejora adicional, en parte por una ampliación de la oferta laboral. Aunque el empleo seguirá siendo resiliente, la calidad del mismo y la elevada informalidad continuarán siendo retos estructurales que limitan el fortalecimiento sostenido del ingreso real”, explica el informe presentado.

Otras dos variables que determinan el consumo es el alza de precios medida por la inflación y las tasas de interés. Así, BBVA Research proyecta que la inflación cierre 2025 en 4,7% y continúe descendiendo hasta 3,8% en 2026. “Esta trayectoria refleja una normalización gradual, apoyada en la moderación de la inflación de alimentos, la desaceleración del consumo y el efecto rezagado del endurecimiento monetario aplicado en los años previos”, afirma Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research.

No obstante, dice Reyes, la convergencia hacia la meta del Banco de la República aún está lejos de completarse. La posibilidad de nuevos choques de oferta en alimentos, movimientos abruptos en el tipo de cambio o ajustes en precios regulados podría alterar la tendencia prevista. “A esto se suma que las expectativas de inflación, si bien han mejorado, siguen por encima del rango meta, lo que obliga a mantener una estrategia de política macroeconómica prudente”, explica.

Desde diciembre de 2023, el Banco de la República inició un proceso de reducción gradual de su tasa de interés de política, luego de un prolongado ciclo contractivo que comenzó en 2022. Sin embargo, desde finales de 2024, el ritmo de recortes se moderó. Hacia delante, BBVA Research prevé que el ciclo de flexibilización continúe, aunque con una senda más gradual y condicionada. Así, la tasa de intervención cerraría 2025 en 8,25% y 2026 en 7,25%.

El informe resalta que avanzar en una consolidación fiscal será clave para sostener la recuperación económica, mejorar las condiciones de financiamiento interno y enviar señales de tranquilidad a los mercados. Lejos de representar un obstáculo, el ajuste fiscal se presenta como un paso necesario para reducir la prima de riesgo y fortalecer la estabilidad macroeconómica.

En el plano externo, se espera que el peso colombiano mantenga una trayectoria relativamente estable, aunque con episodios de volatilidad. El tipo de cambio promedio se ubicaría en 4.280 pesos por dólar en 2025 y 4.400 en 2026, con un sesgo levemente depreciativo hacia el mediano plazo, condicionado por la normalización de los términos de intercambio y el ajuste gradual del déficit fiscal.

Incertidumbre global sigue “pasando factura”

Según Juana Téllez, “la economía global transita un momento de elevada incertidumbre, en el que las tensiones comerciales y fiscales han derivado en condiciones financieras más restrictivas y en una revisión a la baja de las expectativas de crecimiento. La coyuntura actual combina factores transitorios y estructurales que alimentan una mayor prima de riesgo global”.

De esta manera, el crecimiento global enfrenta un entorno más desafiante que el anticipado a comienzos de año. Aunque algunos sectores y regiones han mostrado resiliencia, el impacto de las nuevas medidas arancelarias, los costos de financiamiento persistentemente altos, la fragilidad del consumo privado y la presión sobre las cuentas públicas configuran un escenario de desaceleración progresiva. Se prevé que el PIB mundial crezca un 3,0% en 2025 y se acelere levemente a 3,1% en 2026, cifras inferiores al promedio histórico de la última década.

Los retos para Colombia y su recuperación

En el horizonte de largo plazo, Colombia enfrenta barreras estructurales que han limitado históricamente su crecimiento potencial. “La productividad se encuentra estancada debido a la baja incorporación tecnológica, la informalidad laboral persistente y la débil articulación entre la oferta educativa y las demandas del mercado laboral. La infraestructura y la logística mantienen rezagos importantes que afectan la competitividad externa”, dice Hernández.

En ese contexto, la economía colombiana continúa vulnerable a choques externos, como cambios en los precios de materias primas o ajustes en los flujos de capital. Superar estos desafíos requiere una agenda ambiciosa que combine estabilidad fiscal, impulso a la inversión productiva y mejoras sustantivas en productividad, como base para un crecimiento más alto, más sostenido y más inclusivo.

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Dólar inseguro

Warren Buffet, probablemente el mejor inversionista de tiempos recientes, siempre advierte que nunca se debe apostar en contra de EEUU. La tesis reciente del Tío Sam como una víctima incapaz de competir en mercados globalizados suena ridícula. El dólar, desde Bretton Woods en 1944, es la piedra angular del sistema financiero global. No solo por la magnitud de la economía estadounidense, sino por su estabilidad institucional, su apertura comercial y la previsibilidad de su política económica. El mundo no elige el dólar por simpatía: lo elige por confianza. El gran daño que se está causando el mismo EEUU no es solo en sus aranceles, sino la creciente incertidumbre como destino seguro para inversiones.

Esta nueva narrativa, que apunta al crecimiento interno mediante la protección de la industria local, es un discurso efectivo en tiempos electorales, pero que, en todos los casos, acaba en decrecimiento e inflación. La libertad económica ha sido siempre la principal herramienta de crecimiento. Frente el rechazo generalizado del mercado y la opinión publica al incremento en aranceles, el gran temor es un intento deliberado de debilitar el dólar para conseguir competitividad. Es un esfuerzo de desmantelar Bretton Woods y forzar un nuevo acuerdo global en Mar-a-Lago.

 

Al EEUU imponer aranceles del 10% a todas las importaciones representa un golpe directo al orden multilateral diseñado por EEUU, en lugar de integración, se propone fragmentación. Una medida así estimularía represalias comerciales, distorsiones de precios y, sobre todo inflación. Además de elevar el precio de los bienes importados, 40% de los importaciones de EEUU son insumos para sus exportaciones. No es que EEUU no pueda competir en manufactura, es que el capital gravita hacia actividades de mayor retorno, como tecnología donde se puede ganar un 40%, en lugar de acererías donde los retornos apenas alcanzan el 10%. La libertad permite la eficiencia.

Trump ha manifestado su intención de presionar a la Reserva Federal para mantener tasas de interés bajas, incluso si las condiciones inflacionarias no lo justifican. Esta politización de la política monetaria, recuerda los errores de los años 70, mina la independencia del banco central, pilar fundamental de la credibilidad del dólar. Sin una Fed libre, los inversionistas internacionales pierden el ancla de confianza que les brinda seguridad sobre sus reservas en dólares. Se insiste, además, en una política fiscal expansiva sin respaldo técnico, lo que obligaría al Tesoro a emitir más deuda en un contexto en el que ya se discute abiertamente la posible pérdida de su calificación crediticia.

Este no es el primer esfuerzo populista en el mundo, pero sí es la primera vez que toma fuerza en EEUU. Es extraño que aquello que Valery Giscard D’Estaing, padre de la Comunidad Europea, llamó el “Privilegio Exorbitante” (que el dólar sea la moneda de reserva global), ahora se perciba como una carga. Los BRICS han fracasado de todas las formas posibles en su intento por generar una alternativa. En parte, ese gran déficit fiscal permanente que alimenta la supremacía militar ha sido posible gracias a ello. Es la primera vez, en la historia reciente, que durante una crisis se aprecia el euro y el oro, mientras cae el dólar. Esperemos que el remedio no resulte peor que la enfermedad.  

Simón Gaviria Muñoz

El BBVA Research proyecta un crecimiento en la economía de 2,5% en 2025 y 2,9% en 2026

Según el más reciente informe Situación Colombia de BBVA Research, la economía nacional en 2025 estará fuertemente influenciada por el entorno internacional, además de enfrentar desafíos internos como la inflación, las tasas de interés y la volatilidad cambiaria. En este contexto, se proyecta un crecimiento del PIB del 2,5 % en 2025 y del 2,9 % en 2026.

“Las tensiones comerciales desde Estados Unidos han generado ajustes en las cadenas de suministro y han aumentado la incertidumbre en los mercados globales. Hasta el momento, el comercio colombiano no ha experimentado un impacto por estas disputas, pero las condiciones externas sí pueden afectar la demanda de exportaciones en algunos sectores clave”, asegura Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research.

 

Pero esta no será la única variable externa que tendrá impacto, también se debe tener en cuenta que la volatilidad en los precios de las materias primas sigue representando un factor de riesgo especialmente por su impacto en los ingresos por exportaciones. “En este contexto, las perspectivas para 2025 dependerán de la capacidad del país para enfrentar un entorno global aún incierto y fortalecer su crecimiento interno, impulsando sectores estratégicos y manteniendo la estabilidad en sus cuentas fiscales y externas”, cita el informe.

Con este panorama, la economía colombiana se encamina hacia un crecimiento del 2,5 % en 2025, con una expectativa de aceleración hasta el 2,9% en 2026. “El consumo privado, creciendo 3,2% en 2025 y 2,8% en 2026, continuará siendo el principal motor de la actividad económica, impulsado por la reducción de la inflación, la mejora del ingreso real de los hogares y condiciones crediticias más favorables. Sin embargo, su recuperación no será homogénea, con un mayor dinamismo en los bienes duraderos y semiduraderos en 2025, mientras que los servicios también ganarán tracción, respaldados por mejores resultados en sectores clave”, explicó Mauricio Hernández, economista de BBVA Research para Colombia.
En 2024, el sector de servicios atravesó una desaceleración cíclica y registró una menor actividad en comparación con periodos anteriores. No obstante, los indicadores más recientes muestran una recuperación progresiva, con un repunte destacado en hoteles y restaurantes, lo que anticipa una mayor contribución del sector a la economía en 2025.

Además, tal como lo asegura Hernández, “el crecimiento del empleo y el aumento de la capacidad de compra en 2025 y 2026, no solo por el mejor ingreso sino también por la reducción de la inflación y las tasas de interés, permitirán que el gasto en servicios retome un mayor dinamismo, especialmente en actividades recreativas, transporte y esparcimiento”.

Siguiendo con el tema del consumo, según los economistas se espera un nuevo ciclo de compra y renovación en los hogares, impulsando el gasto en vestuario, electrodomésticos, tecnología y vehículos. “Este repunte también estará respaldado por tasas de interés más bajas, que facilitarán el acceso a financiamiento para la adquisición de estos bienes, estimulando una recuperación más pronunciada en este segmento del consumo. En cuanto a los bienes no duraderos, su consumo, aunque menos volátil, también mostrará una aceleración progresiva”, comentó Juana Téllez, economista jefe para Colombia de BBVA Research.

Si bien el consumo seguirá siendo el principal motor del crecimiento debido a su elevado peso en el PIB, será la inversión la que impulse la aceleración de la actividad económica en 2025 y 2026. “Este componente, que ha sido el más deprimido en los últimos años, tendrá la recuperación más notoria, consolidándose como el eje clave de la expansión económica en el mediano plazo. Para 2025, se espera que la inversión fija crezca un 5,1 %, con una aceleración hasta 6,0 % en 2026, reflejando el impulso de distintos sectores”, dijo Téllez.

Inflación, tasas y dólar: los retos internos

BBVA Research espera que la inflación cierre en 4,4% en 2025 y descienda a 3,7% en 2026. Si bien esto representa una mejora respecto a los niveles elevados de años anteriores, el proceso de caída de este indicador será lento debido a varios factores estructurales. “Entre ellos, la persistencia en la inflación de arriendos, la fortaleza del consumo de servicios y la indexación de precios de algunos bienes y servicios al salario mínimo y la inflación pasada. Además, se proyectan nuevas presiones sobre las tarifas de gas y los precios del diésel en 2025 y 2026, lo que mantendrá costos elevados en algunos sectores”, dice Hernández.

Bajo este contexto, el Banco de la República mantendrá su estrategia de reducción gradual en las tasas de interés, con una proyección de 7,75% para finales de 2025 y una posible estabilización en 7,25% en 2026. Para Alejandro Reyes, “estos recortes han permitido mejorar las condiciones de financiamiento para hogares y empresas, impulsando tanto el consumo como la inversión productiva. No obstante, la autoridad monetaria mantiene una postura cautelosa, evitando reducciones más agresivas que pudieran generar nuevas presiones inflacionarias o desviar las expectativas de inflación”.

Para los economistas, el reto está en el balance entre la necesidad de apoyar la recuperación económica y el riesgo de una inflación aún elevada en algunos rubros, lo que ha llevado al Emisor a adoptar un enfoque de ajuste gradual.

En cuanto a la tasa de cambio, esta reflejará los movimientos en el entorno externo y fiscal, así como la dinámica de los flujos de capital. Se proyecta que el tipo de cambio al cierre de 2025 se ubique en 4.350 pesos por dólar, con una leve apreciación hacia 4.230 pesos en 2026.

“Esta trayectoria estará influenciada por la evolución de las tasas de interés en economías avanzadas, la confianza de los inversionistas en la estabilidad macroeconómica del país y la evolución de las cuentas fiscales”, dice Reyes.

Si bien el peso colombiano ha mostrado resiliencia reciente en comparación con otras monedas emergentes, la volatilidad en los mercados internacionales, los cambios en los flujos de capital y la evolución de la demanda por activos en mercados emergentes seguirán representando desafíos.

¿Qué se puede esperar en 2026?

Para 2026, se espera una moderación en el crecimiento del consumo privado, principalmente debido a la desaceleración en la demanda de bienes duraderos y semiduraderos, que en 2025 habrán experimentado un repunte significativo. El gasto en estos bienes no tendrá el mismo impulso que en el año anterior, ya que gran parte de la reposición y la compra de bienes de alto valor ya se habrá materializado.

No obstante, el consumo privado se mantendrá en niveles elevados, representando un 76% del PIB, una participación superior a la reportada en la década pasada, cuando promediaba el 69%. Además, el consumo de bienes no duraderos, como alimentos, y el de servicios seguirán teniendo una buena dinámica.

Para BBVA Research, a esto se suman las mejores condiciones macroeconómicas del país, con una inflación en descenso y una política monetaria más flexible, lo que facilitará la expansión de la inversión tanto en maquinaria y equipo como en construcción y obras civiles.

¿Y el largo plazo?

A pesar de la recuperación proyectada para 2025 y 2026, el crecimiento potencial de la economía colombiana sigue siendo bajo, situándose por debajo del 3%, en contraste con el 4% de décadas pasadas. Esto se debe a factores estructurales como el agotamiento del impulso demográfico, la disminución de la natalidad y la menor expansión de la fuerza laboral, lo que hace que la inversión y la productividad sean claves para el crecimiento futuro.

Sin embargo, la inversión se ha visto afectada por altas tasas de interés, restricciones fiscales y un bajo nivel de ahorro interno, lo que dificulta el financiamiento sin depender del capital externo.
Además, las brechas en educación y la alta informalidad laboral han limitado el desarrollo del capital humano y la mejora en productividad. Aunque la cobertura educativa ha aumentado, persisten desafíos en calidad, infraestructura y pertinencia, afectando la capacidad de la fuerza laboral para adaptarse a las nuevas demandas del mercado.

Para impulsar un crecimiento sostenible, Colombia debe mejorar el financiamiento de la inversión productiva, fortalecer la educación, reducir la informalidad y optimizar el gasto público, de modo que la economía pueda basarse en el aumento de la productividad y no solo en la expansión laboral o el consumo. Sin estos cambios, el país enfrentará un crecimiento moderado en el mediano plazo.

Desempleo en el sector rural registró la cifra más baja en seis años según el DANE

El sector agropecuario de Colombia sigue consolidándose como uno de los pilares más importantes de la economía del país, especialmente en la generación de empleo. Según el último informe del DANE, el empleo rural alcanzó cifras récord en enero de 2025, destacándose por la reducción en la tasa de desocupación, que bajó al 8,6%, la más baja registrada en los últimos seis años para un mes de enero. Esta cifra representa una disminución de 0,9 puntos en comparación con enero de 2024, lo que resalta la mejora en las condiciones laborales en el campo colombiano.

Frente a las cifras generales de desempleo se refirió el Presidente Gustavo Petro quien destacó sus políticas laborales y señaló que espera reducir aún más las tasas de desempleo.

 

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“Estamos en camino de obtener la tasa de desempleo más baja del siglo. Esto lo logramos a partir de una gran crecimiento de la agricultura, el turismo y la industria no petroquímica”, manifestó.

El nuevo modelo de desarrollo está en auge como propusimos en campaña y es más capaz de abrir oportunidades a millones de  colombianos qué el pasado sistema extractivista y fósil.

En cuanto a los empleos generados, el número de personas ocupadas en el sector agropecuario ascendió a 4,8 millones, lo que refleja un aumento de 267,000 nuevos empleos respecto al mismo mes del año anterior. Este crecimiento no solo demuestra la importancia del sector agropecuario en el ámbito rural, sino también la consolidación de la agricultura, ganadería, pesca, caza y silvicultura como actividades fundamentales para el sustento de muchas familias colombianas y la economía nacional en general.

El sector agropecuario representa actualmente el 14,1% de la población ocupada en el país, siendo la segunda actividad económica que más empleos genera. Esta cifra subraya la relevancia del agro en la reducción de la pobreza y el fomento de la inclusión laboral en las zonas rurales, donde el acceso al empleo es más limitado.

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Desde el Gobierno Nacional, la directora de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), Dora Inés Rey, celebró los avances en el sector agropecuario, destacando la importancia de los trabajadores rurales y su papel en la generación de oportunidades laborales en el campo. Además, Rey reafirmó el compromiso del Gobierno con la implementación de políticas que fortalezcan el empleo rural y mejoren las condiciones laborales en el sector agropecuario, clave para el desarrollo del país.

A nivel nacional, el desempleo en enero de 2025 se ubicó en 11,6%, lo que significa una disminución de 1,1 puntos en comparación con el mismo mes del año anterior (12,7%). Esto se traduce en 878,000 personas que han logrado acceder a un puesto de trabajo, lo que también indica una tendencia positiva en el mercado laboral colombiano, tanto en el ámbito urbano como rural.

En resumen, el desempeño del sector agropecuario en 2025 refuerza su papel como motor de empleo en Colombia, contribuyendo significativamente a la estabilidad laboral y económica del país.

Aguacate Hass vive su mejor momento en materia de exportaciones

El aguacate Hass ha consolidado su posición como uno de los principales motores de las exportaciones agrícolas en Colombia. En 2024, este fruto superó los 300 millones de dólares en ventas, con un incremento del 54,3% en comparación con el año anterior. Europa y Estados Unidos lideran los mercados que más demandan este producto, lo que ha impulsado significativamente la producción en tres departamentos colombianos: Antioquia, Risaralda y Valle del Cauca.

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Este crecimiento refleja una transformación en las regiones productoras, tradicionalmente conocidas por el cultivo del café. Hoy en día, el aguacate Hass ha tomado protagonismo como una nueva fuente de ingresos y empleo, especialmente en las montañas de Antioquia, Risaralda y Valle del Cauca, donde miles de familias campesinas dependen de su producción. En estas zonas, el auge del aguacate ha generado un impacto económico y social, creando nuevas oportunidades de desarrollo y estabilidad para las comunidades rurales.

En términos de exportación, el Valle del Cauca destaca por su espectacular crecimiento: en 2024, las exportaciones de aguacate triplicaron su valor, alcanzando más de 50 millones de dólares, con China como su principal destino. Antioquia también ha registrado un notable aumento del 42,1% en sus exportaciones, pasando de 83,1 millones de dólares en 2023 a 118,1 millones en 2024. Risaralda, por su parte, experimentó un crecimiento del 37,9%, con exportaciones que pasaron de 64,2 millones a 88,6 millones de dólares en el mismo periodo.

Este auge se debe a varios factores clave, como la maduración de las plantaciones, que ahora producen volúmenes mayores, y la mejora de las prácticas agrícolas. Además, el año 2024 fue favorable en términos climáticos, con menos afectación por lluvias, lo que contribuyó al aumento de la producción.

Sin embargo, el crecimiento acelerado del sector presenta varios desafíos. La necesidad de más mano de obra para la cosecha, el mal estado de las vías terciarias y la necesidad de un mayor control sanitario en las plantas de empaque y puertos son algunos de los principales obstáculos que deben enfrentarse. Además, los empresarios del sector se enfrentan a retos logísticos, ya que los largos tiempos de transporte hacia mercados como China comprometen la calidad del producto, lo que ha llevado a buscar soluciones tecnológicas para mejorar la conservación durante el trayecto.

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A pesar de estos desafíos, el aguacate Hass se ha consolidado como un producto estratégico para la economía colombiana, abriendo nuevas posibilidades de crecimiento y consolidando a Colombia como un actor clave en el mercado global.

Las principales ventajas de tener una caja de ahorros online

Las cajas de ahorro en línea se han convertido en una herramienta esencial para la gestión financiera personal y, sobre todo, para hacerlo de manera eficiente. Ofrecen una serie de ventajas que facilitan el ahorro y la administración del dinero de manera segura y en un mismo sitio. Es por eso que en esta nota te contamos qué es una cuenta de ahorro y sus principales ventajas.

Accesibilidad y comodidad

Una de las principales ventajas de las cajas de ahorro en línea es la posibilidad de acceder a la cuenta en cualquier momento y desde cualquier lugar con el simple hecho de tener conexión a internet. 

 

Esto permite a los usuarios realizar consultas de saldo, transferencias y todo tipo de operaciones sin necesidad de desplazarse a una sucursal bancaria, ahorrando tiempo y esfuerzo.

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Tasas de interés competitivas

Algunas cuentas de ahorro en línea ofrecen tasas de interés atractivas que permiten que los ahorros crezcan de manera más rápida. Por ejemplo, existen cuentas que ofrecen una tasa de interés del 10.50% E.A., lo que representa una excelente oportunidad para maximizar el rendimiento del dinero depositado.

Bajos costos operativos

Muchas cajas de ahorro en línea eliminan o reducen significativamente las comisiones y cuotas de manejo. Esto se traduce en un mayor rendimiento para el usuario, ya que no se ve afectado por cargos adicionales que disminuyan sus ahorros.

Transferencias gratuitas y rápidas

Las cuentas de ahorro en línea suelen ofrecer transferencias gratuitas hacia otros bancos y cuentas dentro de la misma entidad. Además, estas transferencias se realizan de manera rápida y eficiente, facilitando la gestión de pagos y movimientos de dinero sin incurrir en costos adicionales.

Seguridad de los fondos

Los depósitos en cajas de ahorro en línea están protegidos por seguros de depósitos, lo que brinda tranquilidad a los usuarios al saber que su dinero está respaldado hasta por un monto determinado. Por ejemplo, en algunas instituciones, el dinero está protegido hasta por $50 millones, asegurando así la integridad de los ahorros.

Facilidad de apertura y gestión de la cuenta

Abrir una cuenta de ahorro en línea es un proceso sencillo que generalmente no requiere un monto mínimo de apertura. Los usuarios pueden completar el formulario de solicitud en línea, verificar su identidad a través de su número de celular y correo electrónico, y en poco tiempo, tener su cuenta lista para ser utilizada.

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Herramientas digitales y control financiero

Las plataformas en línea ofrecen herramientas que permiten a los usuarios monitorear sus gastos, establecer metas de ahorro y recibir alertas sobre movimientos en su cuenta. Esto facilita una gestión financiera más consciente y organizada, ayudando a los usuarios a mantener el control sobre sus finanzas personales.

Integración con otros servicios financieros

Las cajas de ahorro en línea suelen estar integradas con otros servicios financieros digitales, como aplicaciones de pago y billeteras electrónicas. Esto permite una mayor flexibilidad y conveniencia al realizar pagos, transferencias y otras operaciones financieras desde una única plataforma.

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¿De qué vive un colombiano con salario mínimo? La cruda realidad en cifras

En un país como Colombia, donde la desigualdad económica sigue siendo un tema crítico, el salario mínimo tiene un papel fundamental. Para 2024, el salario mínimo aumentó en un 9,5%, lo que equivale a un incremento de $123.500. Con esto, el salario básico mensual quedó en $1’300.000, más un auxilio de transporte de $162.000, sumando un total de $1’462.000. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es suficiente este ingreso para vivir dignamente en Colombia?

De acuerdo con cifras del Ministerio del Trabajo, en Colombia hay 22,8 millones de personas ocupadas formalmente, de las cuales 3,3 millones (14,76%) reciben únicamente el salario mínimo. Por otro lado, estudios de la Universidad de Antioquia y Expatistan, que calculan el costo de vida en diferentes ciudades, revelan que el costo mensual promedio para una persona sola es de $2’443.000. Esto significa que el salario mínimo queda por debajo del nivel necesario para cubrir las necesidades básicas, como alimentación, vivienda, transporte, salud y educación.

 

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Igualmente, es importante considerar que, aunque el salario mínimo ha aumentado año tras año, la capacidad adquisitiva de los colombianos se ha visto reducida debido a la inflación persistente. Esto indica que el aumento del salario, por sí solo, no es suficiente para garantizar el bienestar económico de la población y en donde cerca del 43,86% de la población activa, más de 10 millones de colombianos, vive con ingresos inferiores al salario mínimo. Esto evidencia una situación alarmante: el aumento de $123.500, aunque significativo en términos porcentuales, no compensa el alto costo de vida en el país ni cierra las brechas económicas.

El impacto en la sociedad

Para las familias que dependen de un solo ingreso, este salario apenas alcanza para cubrir necesidades básicas, dejando fuera cualquier posibilidad de ahorro o inversión en educación y salud. Según el DANE, el valor de la canasta familiar básica supera los $1’800.000 para un hogar promedio, sin incluir gastos adicionales como transporte, servicios públicos o emergencias.

Por otro lado, los pequeños empresarios y empleadores señalan que los aumentos salariales incrementan los costos laborales, lo que puede afectar la formalidad y fomentar la informalidad. Sin embargo, es crucial equilibrar estos desafíos con las necesidades de los trabajadores, quienes merecen un ingreso justo que les permita vivir con dignidad.

Cesar Orlando Amaya

Colombia será la tercera economía de mayor crecimiento de América Latina en 2025

A pocos días de que finalice enero, son muchos los estudios que se adelantan respecto al comportamiento económico tanto en América Latino como en el mundo que se espera para 2025. Más recientemente fue el Banco Mundial el que, en el marco de sus previsiones para el año que comienza, posicionó a Colombia como la tercera economía con mayor expansión con un 3,0%.

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Según reveló el organismo, esta previsión se basa en el control de la inflación, la recuperación del consumo y la inversión del sector privado que ha influido en un mejor desempeño de la economía en territorio nacional. Dejando a Colombia entre las naciones con mayor crecimiento solo detrás de Argentina (5.0%) y Paraguay (3.6%).

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Si bien en el caso de Colombia el Banco Mundial destacó la reducción en las tasas de interés como uno de los factores que ha influido positivamente, hizo un llamado para adelantar un manejo prudente a fin de salvaguardar el sistema financiero. Una tarea en la que el Banco de la República es fundamental.

El Banco Mundial también anticipó un crecimiento para América Latina y el Caribe de 2,5% en 2025 y 2,6% en 2026. Impulsadas en gran parte por la recuperación que se está registrando en Argentina en materia económica.

En 2025 debe despegar la economía

Indudablemente la pandemia acentuó las desigualdades de la sociedad colombiana, que no eran nuevas pero lo poco que el país había avanzado en la distribución del ingreso, lo perdió y está retomando el camino siendo fundamental el aumento del salario mínimo.

Claro que las empresas necesitan condiciones para reactivarse, pero al enfrentar la situación económica con un salario bajo para darle mayores márgenes de rentabilidad a las compañías esperando que se dé por esta vía, no tiene ninguna lógica, se estaría realizando la recuperación a cambio del salario, siendo una concepción fracasada aplicada en los últimos 30 años en nuestro país.

 

El salario no se queda en los trabajadores, ellos no lo guardan en el banco, lo gastan generando demanda a las empresas y dinamizando la economía. Si bien las empresas necesitan otras herramientas como la liquidez, se pueden lograr a través del comercio internacional que tiene una estructura totalmente negativa para trabajadores y empresarios.

Otro factor que no ayuda es el sistema pensional de Colombia (se ajustó en parte con la reforma), siendo uno de los mas inequitativos del mundo, solo para dar un dato, el 40% más pobre de la población recibe únicamente el 10% en pensión y casi todos los beneficiados de la seguridad social lo reciben los sectores altos, el 20 % de los colombianos se llevan el 80% de las pensiones.

Al gobierno nacional le ha faltado un programa de recuperación económica dentro de un marco de equidad, conciliación estatal y dejando de buscar culpables, comenzando por fomentar la inversión para impulsar sectores estratégicos como la construcción y las obras civiles y podrían superarse con una alianza inteligente entre Gobierno y privados.

Otra vía importante que el país debe revisar es la reactivación de sectores como la minería, la industria, y el comercio, que presentan una caída notable en su desempeño y tienen un peso considerable en el PIB, por lo que su recuperación es fundamental para revertir la desaceleración económica.

El gobierno debe tomar la iniciativa, la falta de oportunidades nos tiene en vilo… 4 de cada 10 emprendimientos surgen por necesidad según el Banco Interamericano de Desarrollo, y el 90% de esos emprendimientos no superan la curva de los 5 años, eso sin contar brechas como el aislamiento de regiones y el hecho de que gran parte del sector industrial esté en las principales ciudades que, con la falta de conectividad vial, generan un escenario de represión económica que es bueno discutir.

Que sea un 2025 donde el ejemplo de crecimiento no sea de análisis, indicadores y variables, un 2025 que a simple vista que cualquier colombiano lo pueda percibir.

Iván Santisteban