La alcaldía de Bogotá es el ‘trampolín’
Apareció de un momento a otro en las redes sociales en un acalorado enfrentamiento con Álvaro Uribe y luego “levantándose la bata” en los carnavales de Barranquilla. En los dos publicitados episodios, Claudia López, sacudió, como es su costumbre, a la opinión pública por sus polémicas reacciones y de paso empezó a mover el sonajero electoral para ser otra de las candidatas presidenciales en el 2026.
Conocida por su frentero tono, la exalcaldesa, le saco en cara al expresidente, su juicio por los supuestos delitos de fraude procesal y soborno a testigos. Y en menos de seis días, en medio de la rumba cazó otra discusión con la también candidata presidencial, Vicky Dávila. Esto último, por un disfraz de marimonda, típico del evento cultural. Siendo honesto, los enfrentamientos tienen como fin impactar para mover su figura pública.
Ella también venía siendo centro de atención digital, especialmente en la red social X (antes Twitter), por atacar sin compasión a Gustavo Petro por sus constantes desaciertos para administrar la gobernanza del país, sin tener en cuenta su pasado respaldando a diestra y siniestra el proyecto, la campaña y la presidencia del Pacto Histórico, en cabeza del primer presidente de izquierda radical en Colombia. Paradójico!
Sus cambiantes posiciones ideológicas y partidarias son resumidas así: “…emprende su carrera hacia una candidatura presidencial en 2026. Aunque pondrá en marcha una estrategia para verse como le convenga ante el electorado, la gente ya sabe cómo es ella realmente. Si le toca, es de izquierda y petrista. Y si le toca, también se puede vestir de derecha y ser antipetristas. Una prueba de su incoherencia en la política”, (@RevistaSemana).
La primera mujer guey, en el segundo cargo público más importante de Colombia es dinámica como cualquier política criolla que se respete. Por ese grande detalle que es la Alcaldía de Bogotá, capital electoral nada despreciable en tiempos de campaña, Claudia López arrancará su carrera para llegar a la Casa de Nariño, eso sí, atacando sin “pelos en la lengua” a sus más cercanos o lejanos en este duro menester de la “cosa política”. Será un hecho político en los próximos días.
Si será de izquierda, si será de centro izquierda, si será de centro o si decide ser independiente es válido en nuestro sistema democrático electoral. Lo que irrita, a mi parecer, es la forma como las candidatas y los candidatos entran a la contienda electoral calentando a sus pares con mensajes fuertes, salidos de tono y extremistas para alimentar odios y enseguida conseguir más seguidores, likes, compartir, comentarios y hacer vibrar a sus barras para posicionar su imagen pública. Más gasolina al fuego…
Colombia y los colombianos necesitan una líder (sería de mi agrado una mujer presidenta) con más calidad humana (empática), más sensibilidad por sus ciudadanos (sin importar su estatus social o línea ideológica), más coherente con las realidades del país (pobreza, desempleo, inseguridad, orden público en las regiones, inestabilidad económica, servicios de salud y mejor calidad de vida) y más honesta para evitar a toda costa el cáncer de la corrupción, la burocracia y el clientelismo.
Pero estos propósitos no se pueden lograr, dicho coloquialmente, a la topa tolondra o confrontando en redes sociales a figuras, candidatos, partidos o movimientos políticos con mensajes de baja calaña. Tampoco creyendo ser los dueños de las verdades absolutas por el hecho haber tenido la gran oportunidad de ser elegidos en altos cargos públicos. Bogotá es el trampolín para muchos políticos que luego se encumbran dejando grandes vacíos en sus liderazgos, gestión, administración y resultados. Gustavo Petro es uno de los ejemplos latentes de cómo quedó la capital solamente por los egos de liderazgo.
La Alcaldía es el trampolín…
Edgar Martínez Méndez