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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Edgar Martínez

El «click» y su responsabilidad electoral

En menos de 30 días, la izquierda y la derecha tendrán definido su candidato oficial que seguirá disputando la carrera por la presidencia 2026-2030. Para tal fin, las directrices del Pacto Histórico y el Centro Democrático optaron por realizar  consultas internas, actividades de participación ciudadana caracterizadas por su publicidad mediática tradicional y el activismo electoral desde las redes sociales con sus interacciones para empoderar, sin escrúpulos éticos,  a determinados aspirantes por sus polémicas narrativas en el sistema digital.

Los resultados de la consulta interna del partido de gobierno dio como ganador y candidato oficial de la izquierda pura a Iván Cepeda. A la par, este contexto electoral también brindó la oportunidad democrática a decenas de aspirantes para ser parte de la lista de aspirantes a Senado y a Cámara de Representantes por el Pacto Histórico en las Elecciones Legislativas el 8 de Marzo de 2026. Este último proceso despertó un polémico interés noticioso porque varios creadores de contenido, influencers o youtubers obtuvieron  sendas votaciones que les permitieron incluso superar a las campañas y políticos tradicionales de su partido de gobierno.

 

Guste o disguste a determinado sector de la opinión pública, los nuevos liderazgos políticos desde las redes sociales son y serán de ahora en adelante una realidad latente, teniendo presente la masiva concurrencia de los ciudadanos, votantes o nichos específicos hacia el sistema digital como canal de interacción con determinada figura, tema o gusto. Frente a este poderoso panorama debemos categorizar a las plataformas, a las redes sociales y a sus posicionadas personalidades como nuevos lenguajes; así como ha sido el lenguaje de la televisión, el de la radio y el de la prensa escrita. Todos comunican a su manera.  

No obstante, queda ese «manto negro» sobre la calidad y la cantidad de narrativas vulgares y mentirosos que mueven a diestra y siniestra los medios digitales, o será como dice, Diego Santos, consultor y estratega digital: (…) los creadores de contenido se han ganado una reputación sumamente negativa. Cualquier mención de estos tiene una connotación de degradación y podredumbre. Los ven como mercenarios de la mentira y la difamación, personajes sin escrúpulos, sin decencia y sin dignidad (…)». En este sentido, es válido preguntar sobre la responsabilidad electoral a la hora de hacer un click para generar ‘likes’, seguidores y reproducciones, en beneficio de volver tendencia cualquier barbaridad que en segundos propagara una tendencia y cientos de seguidores.  

Quiero resaltar este fenómeno electoral, que aunque relativamente suena a novedoso, en las votaciones coge más fuerza de la mano de los llamados generadores de contenido o influenciadores, que han encaminado sus estrategias discursivas a sus más fieles seguidores o alineándose con los ideales de un partido, movimiento o activismo político. “La narrativa política ha cambiado y cada vez se hace más sólida en las plataformas digitales. Los influenciadores están conquistando espacios por encima de los políticos tradicionales porque entienden las nuevas narrativas y logran viralizar mensajes, generar tendencias e incluso poner agenda”, sentencia el el analista internacional y consultor político Juan Falkonerth.

Amigo lector de nada servirá redactar una crítica destructiva hacia los candidatos que por cuenta de un «click» en sus poderosas redes sociales gana cientos de votos y seguramente una curul en el Senado o la Cámara. Lo que debemos empezar a exigir a los «digitales padres de la patria» es verdad, respeto, ética en sus narrativas y cuidado de su reputación pública, entendiendo su responsabilidad en la calidad de sus agendas programáticas y viabilidad en sus proyectos de ley desde el legislativo, que en esencia son la base para medir el compromiso con sus electores y una forma de calificarlos para sostenerlos en el poder político. Les llegará la hora de demostrar a Colombia y los colombianos que de la realidad virtual pasarán a la realidad propositiva de carne y hueso en el parlamento legislativo, que es donde en verdad se nota quién es quién.

En menos de 30 días, la consulta del Centro Democrático seleccionará a su candidato a las elecciones presidenciales  del 2026 por medio de una encuesta realizada por una firma internacional de forma virtual. Los cinco aspirantes de la tradicional política criolla deberán esperar si les votan por los «likes» en sus redes sociales  o sus divulgadas y rígidas agendas programáticas. Basta esperar para analizar. La democracia sigue más viva que nunca.

Edgar Martínez Méndez

¿Comunican «cara a cara» los candidatos?

Debo reconocer el esfuerzo de los candidatos presidenciales y de sus equipos de campaña, especialmente los de oposición e incluso  de algunos  independientes por firmas, que abandonan  sus «zonas de confort» para trasladarse a territorios extremadamente complejos por sus altos índices de inseguridad, con el objetivo de promocionar sus proyectos políticos y estrategicamente hacerse sentir como personas de «carne y hueso» dispuestas, si llegan a la presidencia, a mejorar sus condiciones de vida.  

Confieso, además, que esos mismos aspirantes, siendo ideológicamente  diferentes, han entendido sin pudor alguno que la carrera por el puesto público más importante de Colombia va más allá de poseer un  página web con fotos, vídeos y textos casi perfectos para la óptica del interesado. Y, en esta línea, han entendido que el cuestionado poderío de las redes sociales, sus miles de seguidores, sus miles de likes y sus miles de comentarios tóxicos solamente sirven como vitrina digital, pero poco aseguran una masiva votación y por ende un contundente triunfo.

 

De todo esto, lo mejor, infiero es que los políticos y sus asesores o estrategas se han percatado de la importancia y trascendencia de la comunicación humana para vender el producto político (candidato) y los servicios ofrecidos (agendas programáticas). De las reuniones en los sectores, oficinas y restaurantes «pupis» de la capital se dio el gran salto a realizar correrías, por ejemplo, por el sur occidente colombiano en donde el «cara a cara» con líderes de todos los sectores sirve para enlazar diálogos espontáneos que profundizan las enormes necesidades y el posible compromiso del aspirante con esas causas.     

El riesgo de tener un candidato de «cuello blanco», protegido con las bondades de la «vida bien» y poniendo a trabajar a sus equipos de base en  las regiones, en el caso de la búsqueda presidencial, seguramente es una táctica añeja y con negativos resultados. Es claro que el pueblo, el ciudadano, el elector  en estos  caóticos momentos necesita ser escuchado por un político con serios indicios de empatia por sus dificultades personales, familiares y comunales. Esto se viene logrando, como se observa en los reportes de los medios tradicionales y digitales.

Es pertinente hacer entender que la gente exige una conexión directa con el candidato para cruzar un saludo de manos, entrelazar un abrazo, un respetuoso beso de mejilla, un cariñoso saludo a los niños y el cruce  de palabras en lenguaje sencillo y directo. Pero sobre todo, el elector, con o sin cultura política buscará descifrar el sentido humano y la calidad de persona que está buscando su apoyo electoral. Siendo realista este cúmulo de sensaciones se hacen realidad cuando se pone en marcha la comunicación de cara a cara.   

Y ojo. No se trata crucificar la comunicación de doble vía originada por la tecnología y sus múltiples herramientas en aras de posicionar a los  candidatos y sus seguidores. En campaña política todo es válido. No obstante, como precisa en uno de sus apartes sobre el tema la Inteligencia Artificial (IA): «Permite a los votantes evaluar la autenticidad, el lenguaje corporal y el tono de voz del candidato, elementos cruciales para juzgar su credibilidad, más allá de mensajes pulidos por los medios de comunicación masivos».

O, mejor,  como dice, Diego Santos, columnista, El Tiempo: «Quizás haya llegado la hora de volver a algo que parece revolucionario: la política seria, la que no busca aplausos, sino soluciones. La que no mide el poder en seguidores, sino en resultados. Porque un país gobernado desde las redes vive en tendencia, pero nunca en progreso. Mi voto será para quien prometa no estar en las redes». La democracia sigue viva…

Édgar Martínez Méndez

La estrategia del megáfono

De servir como instrumento para comunicar a las comunidades sobre una alerta ante un inminente riesgo, la promoción callejera de un producto o servicio, la invitación a una actividad de entretenimiento e incluso a las convocatorias para ejercer determinado liderazgo civil, el megáfono «revive» como un símbolo mediático que sirve como canal para cuestionar y resistir las radicales decisiones de los gobernantes en el orden local, regional y mundial.

Y es precisamente en el ámbito político en donde este objeto de comunicación está siendo manipulado para «alentar y calentar» los ánimos de centenares de personas alrededor de una figura pública y sus narrativas, discursos u oratorias, que desafortunadamente culminan dejando mensajes radicales con resultados caóticos evidenciados en ataques verbales y físicos, desórdenes públicos, daños a infraestructuras públicas y privadas e incluso incitar a enfrentamientos guerreritas entre naciones. La estrategia es por otro lado.

 

Si bien es cierto que el «altavoz», con alrededor de 100 años de vida en escenarios públicos y privados está de moda como un símbolo cultural polarizador, un objeto politizado y democratizado utilizado por un conjunto diverso de actores sociales para imponer y cuestionar el «status quo»; también es cierto que debe direccionarse como una herramienta que sirva de eco masivo para divulgar mensajes de esperanza, bienestar, calidad de vida, desarrollo social y sobre todo a respetar la vida. Esto último, en honor a la verdad, es una tarea urgente para líderes y sus equipos de trabajo.

Encuentro, entonces, la respetuosa oportunidad de invitar a las figuras públicas, a los candidatos a cargos de elección popular, a los líderes cívicos y a los asesores en comunicación a enaltecer el dispositivo cónico (megáfono) como un amplificador de noticias alentadoras y visionarias como las elecciones a consejos de la juventud el próximo 19 de octubre, en las que: «debería ser el laboratorio de ejercicio democrático temprano, donde los jóvenes aprenden a organizarse, a hacer campañas limpias, a construir coaliciones y a debatir propuestas», dice, José Manuel Acevedo, columnista de El Tiempo. Yo, digo, además que para en realidad elegir verdaderos, nuevos y honestos líderes.

Un venezolano, con megáfono en mano, en una céntrica y concurrida calle de Nueva York debería gritar con orgullo la reciente obtención del Premio Nobel de Paz por parte de su máxima representación en el mundo, María Corina Machado, quien en varias oportunidades usó el icónico instrumento para alertar a la comunidad regional y global sobre los excesos de abuso contra los derechos humanos de sus compatriotas por parte del autoritario, Nicolás Maduro. «…el megáfono se convirtió cada vez más en sinónimo de oportunidad y liberación, permitiendo que la voz tradicionalmente marginada se amplificara y, no menos importante, se reconociera y respetara», Bret Edwards.

Líderes mundiales, con «altoparlantes» enfundados en sus manos tienen el compromiso con la humanidad de empoderar sin sesgos ideológicos, nacionalistas u oportunistas, la histórica mediación de Donald Trump, para tratar de apaciguar los calientes estados de ánimo, de guerra y de muerte entre Hamas e Israel. En este puntual aparte, el megáfono sirvió para movilizar a cientos de personalidades o ciudadanos del común para protestar en contra de los agudos y escandalosos resultados de los pueblos en contienda. Por lo pronto, en esa acalorada discusión los ecos de paz y esperanza son la fórmula para seguir adelante.

En el ámbito local, la puja electoral del 2026, igualmente, debe invitar a los aspirantes y sus estrategas a usar el «altavoz» para enamorar al electorado divulgando agendas programáticas encaminadas a legislar y ejecutar políticas públicas que permitan mitigar el hambre entre la gente que vive en extrema pobreza, para mejorar y aumentar los ingresos económicos de los más débiles, para volver a fortalecer el sistema de salud, para reactivar los subsidios de vivienda, para auspiciar la educación universitaria, para garantizar la prestación de servicios públicos como el gas domiciliario, para promover trabajos formales que implican carga prestacional para los empleadores, entre otros…

El papel de las acciones estratégicas tradicionales o digitales y sus variados canales buscan en esencia ganar seguidores, adeptos a una línea ideológica, manifestantes por una causa social o ambiental y ciudadanos para que voten por un candidato. Eso es parte del juego en la denominada Comunicación Política. En esencia hasta normal. No obstante, encuentro, por tanto, una falta de rigor ético y moral para usar el megáfono solamente como objeto para alimentar el odio y la crispación mientras los pueblos buscan oír mensajes cargados de oportunidades y progreso. Por esas últimas palabras está la clave para enaltecer la estrategia del megáfono.

Edgar Martínez Méndez

“Benditas” entre los candidatos

Quiera Dios que su bendición las acompañe en seguir cargando la cruz de unas elecciones calientes, extremas y verbalmente discriminatorias. Esto porque por primera vez en la historia electoral de los colombianos, las mujeres se toman las encuestas, los sondeos de opinión, los medios masivos, las redes sociales y los colores e ideologías de partidos, movimientos o comités por firmas para intentar ser candidatas oficiales por una colectividad e ir con toda la “verraquera” que les caracteriza a pelear la presidencia y luego administrar el poder ejecutivo.

Un derecho a ser elegidas desde 1954. Histórico!

 

Permítame, amigo lector, matizar sobre el dato de tener hasta la fecha de la redacción de este contenido a 13 mujeres entre 103 intencionados en esta larga y peleada contienda por llegar al cargo público más poderoso de Colombia en las elecciones del 2026. Aunque esta cifra demuestra una alta participación masculina, las nuevas ‘damas de hierro criollas’ en sus perfiles y apariciones mediáticas han demostrado tener preparación académica, experiencia en sectores públicos y privados, solidas argumentaciones en sus narrativas y conocedoras de los contextos sociales, económicos, culturales y políticos del país. ¿Una de ellas podrá ser la ungida por sus directrices políticas y los electores?

Ellas, en su mayoría, además de ser figuras públicas se infiere han ejercido su rol de cónyuges, madres, separadas, viudas, incluso cabezas de familias, escenarios en donde la coherencia, la responsabilidad y la seriedad para la toma de decisiones juegan un papel trascendental, y en donde la visión y futuro de familia son de palabras mayores. Desde esa emocional opinión podría salir una coherente opción presidencial.

De hecho, la mujer colombiana en su sangre tiene esa fortaleza para sacar adelante grandes iniciativas o proyectos con sendos resultados. Los ejemplos pululan desde los estratos más vulnerables hasta los más distinguidos. Las mujeres están de moda, incluso en la política, insisto en mis redacciones.

Pero este propósito no se puede lograr de un solo totazo y teniendo presente la historia política patria. La muestra del botón es que María Fernanda Cabal, pre candidata por el Centro Democrático siempre ha mostrado desconfianza frente al total respaldo de su partido y su jefe máximo en respaldar sin prejuicios a una mujer. Por el contario, los vientos soplan en favor de los varones de la derecha.

Por la izquierda, son menos alentadores los presagios de, María José Pizarro, que siente a pasos agigantados la presencia de dos alfiles zurdos como Iván Cepeda y Daniel Quintero, ambos de los amores ideológicos de su mesías. Las 13 valientes deben enfrentar los filtros de los partidos, de las consultas, de las ideologías, de las violencias de género y de la recolección de firmas…

Lo positivo de las 13 valientes es que representan líneas que van desde la izquierda progresista alineada con el actual gobierno, pasando por el centro representado por un discurso anticorrupción, hasta una derecha coherente con la evidente inseguridad del país. Cada una tiene, igualmente, una agenda propia de temas, representan diversas regiones, alcanzan sus nichos particulares en las redes sociales y se han ganado un digno puesto entre la política y los políticos tradicionales. “cada mujer que logra hacer campaña y proponer su nombre es en sí misma un triunfo, incluso si no se reconoce como feminista, porque el simple hecho de romper esa barrera ya constituye un avance en los derechos de las mujeres”, Lina Céspedes, experta en temas de género.

Claudia López, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín, Juana Carolina Londoño, María José Pizarro, Carolina Corcho, Susana Muhamad, Luz María Zapata, Gloria Flórez, Sondra Macollins, Clara López y Martha Bernal, son bendecidas entre ese selecto grupo de aspirantes porque el sistema electoral, con sus defectos y virtudes, les permite una democrática participación que puede culminar, solo el destino tendrá la respuesta, en un triunfo femenino como sucedió en México. O también es oportuno entender a estas 13 valientes como un propicio punto de partida para que las mujeres en poco tiempo sean candidatas firmes sin los engorrosos filtros politiqueros y de género. Nuestra democracia sigue más viva que nunca, recalco.

Edgar Martínez Méndez

¿Una “zurda” infiltrada?

La izquierda o “zurdos”, como se les viene caracterizando con la línea ideológica del actual gobierno está calentando la agenda política informativa con la ratificación del senador, Iván Cepeda, como pre candidato presidencial; la cuestionada entrada del ex alcalde de Medellín, Daniel Quintero, a la consulta interna del Pacto Histórico; y la reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría sobre la intención de voto entre los aspirantes oficialistas, liderada por Gustavo Bolívar, quien concentra un 20.4% de preferencia entre quienes, según el sondeo, declararon participar en la publicitada consulta.

La noticia, amigos lectores, es que la entrada de Daniel Quintero a la pelea por ser el candidato único del Pacto Histórico para enfrentar la primera vuelta presidencial en el 2026 despertó un cruce de mensajes hostiles entre quienes están de acuerdo y en desacuerdo, entendiendo que otras pre aspirantes como: Carolina Corcho, María José Pizarro, Susana Muhammad, Gloria Inés Ramírez y Gloria Flórez, figuras políticas de pensamiento progresista y estrechamente cercanas al presidente, Gustavo Petro, vienen promoviendo de tiempo atrás sus intenciones de gobernanza con agendas programáticas en diferentes regiones y sendos impactos mediáticos.

 

A esos malestares y envidias del agite electoral se añadió la posición de Gustavo Bolívar expresando abiertamente en los micrófonos de Caracol Radio su malestar por las 43 imputaciones que tiene el ex alcalde de Medellín y parte de su equipo de trabajo por presuntos casos de corrupción. A ese problema judicial y disciplinario como funcionario público, le suman su pasado político en vertientes ideológicas con el Partido Liberal, Conservador y Verde, dos pasados relativamente alejados de los ideales y acuerdos éticos de los nueve pre candidatos del ala izquierda pura en Colombia.

Por lo pronto, la acalorada discusión invita a inferir, con base en las lecturas de mensajes en las redes sociales de los señalados en esta redacción, que hasta dentro de la coalición de los “zurdos”, a Quintero, poco lo quieren ver en un cara a cara en debates, foros o seminarios y menos en la consulta interna al verlo como un verdadero “infiltrado”. Pero siendo equilibrado en la información, el mismísimo ex mandatario de los medellinenses también le explicó a la periodista, Vanessa de la Torre, que su decisión política se debió a un previo dialogo con el presidente, Petro, en el que le dio el aval para participar en la pre candidatura del Pacto Histórico.

Lo más paradójico de todo esto es que, en su narrativa de político profesional, Daniel Quintero, sin ser directo contra alguien en particular trino: “Mi presencia en el Pacto Histórico no está garantizada. El Pacto Histórico ha sido tomada por una izquierda miope y sectaria que prefiere que la derecha gane la presidencia y el país se llene de sangre, que abrir espacios a quienes hemos luchado contra las mafias desde las regiones y venimos creciendo hasta convertirnos en una opción de poder”

Esos renglones fueron publicados varias horas después de que, Iván Cepeda, hiciera pública su pre candidatura presidencial. ¿Qué se puede presumir? ¿Cuál será el candidato de Gustavo Petro? Cepeda, el más cercano a los idearios de izquierda; Bolívar, el que lidera las encuestas; Quintero, el que puede aprovechar la dispersión del voto “zurdo”. ¿O habrá otro infiltrado? La democracia esta más viva que nunca, insisto.

Edgar Martínez Méndez

¡Palabras agresivas! De la política al fútbol

Siento como nadie, los acontecimientos alrededor de la ‘cosa política’ y los pasionales partidos del fútbol, ambos escenarios ‘criollos’ multitudinarios, que, en honor a nuestra realidad, a unos más que a otros, nos hacen despertar euforias inesperadas sea por tendencia ideológica o por el ‘color de una camiseta’. Son tan fuertes las expresiones que hasta nuestras madres salen a relucir sin pudor alguno.

En mi caso particular, amigo lector, el gusto a los temas políticos surge como un deber ciudadano de tratar de entender cómo funcionan y respaldan nuestras instituciones al ‘pueblo’, cómo nuestros trabajadores públicos de cualquier nivel cumplen con sus funciones, cómo la Constitución nos protege y cómo cada día veo más viva que nunca la euforia por defender la democracia. La política es el “arte de lo posible”, dijo Aristóteles.

 

La tradicional política de liberales vs conservadores (rojos vs azules) por esas cosas de ‘las barras bravas’ se trasladó a los dos equipos más populares sino del país, por lo menos de la capital, siempre identificados por esos dos mismos colores. Colores que antes, durante y después de un popular clásico despierta maltratos verbales y físicos que incluso han dejado muertes trágicas. «El fútbol despierta emociones, a veces irracionales, que cruzan la frontera entre el amor tribal y el fanatismo», dicen investigadores de la Universidad de Coímbra, en Portugal.

Nota recomendada: Cosas de la política: Y las violencia política y verbal siguen ahí, vivitas

Lo más paradójico de este símil es que en los últimos días el insulto y el lenguaje agresivo desde la escena política (se volvió costumbre) se trasladó a las ruedas de prensa de los jugadores como Radamel Falcao García y Hugo Rodallega, figuras internacionales traídas de regreso a nuestro balompié para deleitar con su experiencia, goles y marketing a millones de seguidores, que, sin miedo a errar, creo, les hace ver como héroes y ejemplos a seguir por parte millones de niños. Seamos sinceros el fútbol como actividad de entretenimiento nos sirve para salir del cotidiano estrés social que nos abruma.

A propósito de decepciones sobre los dos escenarios en mención, no deja uno de sentir malestar por ver, oír y leer a nuestro primer mandatario, Gustavo Petro, maltratando con su vulgar lenguaje a sus contradictores tildándolos de “HP, víbora, nazi”, entre otros fuertes calificativos a quien se oponga a sus propuestas, decisiones o línea radical de pensamiento. Se percibe en el clima político falta de altura y respeto en las narrativas, entendiendo que nuestros lideres políticos son elegidos para emocionarnos con mensajes esperanzadores y repletos de políticas públicas coherentes para remediar tantos problemas sociales y económicos.

En esa línea, en la que la verborrea ‘la sacó del estadio’ fueron las desproporcionadas palabras de Falcao: “…Cuando había que revisar no revisaban, y que se jodan los del VAR… Así no vuelva a jugar en Colombia, me importa un carajo. Desde el torneo pasado hubo un complot mediático que a favor de Millonarios, mentira, a la mierda”. Rodallega también subió el tono: “Mucha gente nos ha tirado mucha mierda… entonces creo que hoy les toca cerrar un poco la boca…”. En esto es entendible que los jugadores son abordados por la prensa tras la calentura de un partido en instancias para pelear un titulo o en un clásico como sucedió en las últimas semanas. No obstante, es urgente advertir a ellos y a otros ‘figurones’ del balón que sus palabras y acciones mueven las mentes y las lenguas de fuego de millones en Colombia. Ojo con eso, cracks!.

Señores políticos y futbolistas un sincero ‘mea culpa’ sobre sus acaloradas palabrotas es urgente dadas las consecuencias violentas, entendiendo que se vuelve costumbre en Colombia pasar del agravio digital, al personal e incluso a atentar contra la vida de un ciudadano cualquiera, como sucedió en días pasados con el senador y candidato a presidente, Miguel Uribe Turbay. Una incitación verbal puede terminar en una catástrofe sin precedentes en una nación en la que ser violento paga.

Seguiré sintiendo la política y el fútbol como dos insumos que alegran mi vida cotidiana. La política observada desde la democracia en todo su furor para seguir vigente en medio de las adversidades ideológicas. El fútbol como una actividad de entretenimiento que me saca de la engorrosa cotidianidad de un país envuelto en palabras, mensajes y discursos rabiosos. Opino, que ni la mediación de la iglesia, ni la multitudinaria marcha del silencio, ni un atentado sicarial contra un senador y candidato presidencial, ni las promesas del mismísimo presidente de los colombianos de bajar el tono, han servido de nada… Y el fútbol, ahora, nos hace un autogol…

Édgar Martínez Méndez

Las firmas, ¿el truco de una candidatura independiente?

Podría inferir que nuestra democracia electoral para elegir presidente en el 2026 ‘sigue viva’ como consecuencia de la oleada de pre candidatos inscritos durante los últimos días bajo la figura Constitucional de Grupos Significativos de Ciudadanos o por firmas, grupos en su mayoría liderados por figuras de larga trayectoria en la vida política que usan la estrategia de venderse ante los medios y la opinión pública como independientes y alejados de los ‘vicios’ politiqueros.

Dice la normatividad que un aspirante por firmas, en este caso presidencial, debe recolectar por lo menos, 630.000 validadas por la Registraduría, lo que significa una logística con acciones de amplia cobertura para acumular en cientos de formularios la tan anhelada cifra, para lo cual el candidato y su equipo de colaboradores literalmente se tomarán sus regiones, especialmente lugares de alta concurrencia de gente para vender su proyecto político y presentarse en el cara a cara con la ciudadanía. Según, la Registraduría Nacional, los grupos o movimientos significativos tienen como fecha límite el próximo 17 de noviembre para entregar sus rubricas. De verdad, toda una rebelión de las firmas.

 

Amigo lector, la carrera por la primera vuelta presidencial del 2026 es un hecho en un país en donde ‘la cosa política’ es el ‘pan nuestro de cada día’ así muchos expresen lo contrario. Insisto en que la fiesta electoral arrancó en firme con la inscripción de ‘pesos pesados’ como Claudia López, ex alcaldesa de Bogotá o David Luna, ex senador de la República. En esta primera tanda de pre candidatos por firmas aparecieron otras figuras públicas salientes del actual gobierno, ex concejales y vendrán, según las fuentes políticas, otros con títulos de ex periodistas, ex ministros, ex fiscales y ex integrantes de cualquier partido político. Todos ellos, amparados en el ‘cuentico’ de la independencia absoluta. Pura carreta populista.

Carreta populista porque en el caso de los aspirantes con una experiencia en altos cargos públicos a través de elecciones populares sienten el despreció de un alto porcentaje de los ciudadanos hacia la clase política tras sus constantes y sonados casos de corrupción, incumplimiento de sus agendas programáticas con el ‘pueblo’ y el marcado oportunismo en fechas electorales. Estas y otras variables hacen que los candidatos se desmarquen de sus bases tradicionales para buscar en el mecanismo por firmas una imagen independiente, fresca, diáfana y un discurso prometedor y emocional para aliviar los problemas coyunturales de Colombia. El objetivo inicial es venderse como el pre candidato a ‘kilómetros’ del politiquero profesional.

Lo más paradójico de todo esto es que ese Grupo Significativo y su aspirante, de conseguir las rubricas requeridas para el caso de las presidenciales, deberá alinearse o hacer alianzas, con los más cercanos a sus doctrinas políticas, a sus similitudes en agendas propositivas o sencillamente porque la ‘política es dinámica’, como apunta el adagio entre los lideres de opinión pública. Esto es que palabras más palabras menos un candidato por firmas, de llegar a estar entre los verdaderos presidenciables, finalmente tendrá que revolverse con izquierda, derecha, centro, extremos, partidos tradicionales e incluso otros con la noble imagen de independientes. Es decir, volverá a donde lo vieron nacer como político profesional. Todo un ‘truco’ o ‘juego’ electoral permitido por nuestra viva democracia participativa.

El ‘truquito democrático de candidatos por firmas o el aval del pueblo, como se le define a este arduo y extenso proceso previo a elecciones, deja un sabor amargo porque el político de profesión vendiéndose como autónomo amalgama toda una maquinaria, para finalmente buscar el respaldo de los caciques políticos y partidos tradicionales y, con ello, llegar con más opciones a la recta final”, resume un estudio sobre Ciencia Política

Por lo pronto, la acalorada recolección de trazos gráficos, manuscritos que representan el nombre y el apellido de un ciudadano, serán el juez y parte de un sin número de pre candidaturas que desde ya auguran una fiesta electoral para el 2026 sin precedentes.

“La carencia de liderazgos al servicio de los ciudadanos con rasgos honestos, serios, empáticos y visionarios es indudable, pero siendo honestos, la figura Constitucional de acumular firmas por parte de cualquier individuo o grupo para hacer política abre las puertas de la esperanza en medio de la crisis. La política (…) debe estar en todas las aguas de la vida pública y debe ser abierta, pluralista, cambiante, como lo necesita una democracia”, escribe Yolanda Ruiz en una de sus columnas en El Espectador.

Edgar Martínez Méndez

La propuesta federal

La Misión de Organización Electoral (MOE) (@moecolombia) reseña que solamente 16 mujeres en la historia electoral criolla se han postulado con las intensiones de ser las primeras mandatarias de los colombianos, ejercicio que se viene reviviendo en los últimos meses con la potente presencia de figuras femeninas de todas las líneas ideológicas para agitar las urnas en el 2026.

Para la muestra, candidatas de izquierda como la actual vicepresidenta, Francia Márquez (@franciamarquezm), que sin querer queriendo se posiciona en las variadas encuestas, en las que sus puntos de favorabilidad van acompañados de un síntoma discursivo similar al de su jefe político, el presidente Gustavo Petro. Seguramente su capital electoral del sur occidente colombiano la respaldarán.
Por los lados derechos, sin lugar a dudas, la pre candidata, Paloma Valencia (@PalomaValenciaL) se ganó un fuerte impacto entre la opinión pública y los generadores de opinión tras liderar la caída de la Consulta Popular promovida por el Gobierno y su sequito de senadores.

 

Estoy seguro que las próximas encuestas la posicionarán aún más y seguramente tendrá porcentajes a favor en la consulta interna del Centro Democrático.

A propósito de la acalorada y temprana carrera por la presidencia, una ex colega e independiente como Vicky Dávila (@VickyDavilaH) sigue posicionada en las encuestas de cualquier marca estadística demostrando que su anhelo sigue latente. En este sentido, dicen los analistas políticos que la periodista ahora candidata puede tener a futuro el respaldo del todo poderoso, Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel), unción nada despreciable a la hora de un cabeza a cabeza a finales de una agresiva contienda electoral como la vivida.

Paralelamente, y producto del ánimo electoral en los recientes días apareció la propuesta del Movimiento por firmas, Unión Federal por la Equidad (UFE), encabezado por Martha Viviana Bernal (@MarthaVivianaB3), 37 años de edad, madre separada, como muchas mujeres criando un hermoso hijo, abogada de profesión, con toda las ganas e intenciones de empezar esta titánica odisea de ser pre candidata y a futuro candidata presidencial, si como lo dicta nuestra norma electoral consigue recolectar más de 50 mil originales rubricas.

Dice ella que: “proponemos un modelo federal donde sean las regiones autónomas para definir sus recursos y, digamos como tal, sus políticas, sin olvidar que van a tener una línea técnica por parte del gobierno central. No es que vayan a ser repúblicas independientes”. Siento que más allá del discurso, la oratoria, la retórica política la democracia participativa sigue en pleno furor por el bien de nuestra democracia.

Ideas, de centro, derecha, izquierda, independientes o federales despiertan, especialmente desde las mujeres, la oportunidad de escuchar diversas propuestas que deben ser encaminadas a propender por el bienestar de más de 50 millones de compatriotas. He venido insistiendo desde esta ventana editorial que las mujeres están de moda en la “cosa política”, lo que puede significar que por primera vez en la historia nuestro país puede abrirle una oportunidad al sexó más fuerte: ¡las mujeres! “todavía falta trabajar más por la paridad, sobretodo, y como lo acabamos de ver, en cargos para la Presidencia de la República”, recuerda la directora de la (MOE), Alejandra Barrios. Los tiempos electorales tienen la última palabra.

Edgar Martínez Méndez

¿Carlos Lehder es libre de pecado?

Carlos Enrique Lehder Rivas nunca será un “ángel caído del cielo”. De eso debe estar segura la sociedad criolla que observa sus recientes amagos en los medios masivos manifestándose como un ser humano arrepentido de sus pecados; todos ligados con el oscuro mundo del narcotráfico, escenario marcado por ríos de sangre y muerte que aún despierta rechazo por parte de los directamente afectados como son los familiares de diversos actores de nuestra realidad social asesinados por el cartel de Medellín, grupo “narco” del que hacía parte el señor Lehder.

El repentino advenimiento -40 años fuera de Colombia- a la tierra que le vio nacer y testigo de sus promocionadas fechorías alarmó a quiénes aún desconfían de las recientes palabras de reflexión, arrepentimiento y perdón de uno de los alfiles más cercanos al “capo de capos”, Pablo Escobar. Reflexión, arrepentimiento y perdón que para algunos se trata de una estrategia para promocionar su libro, Vida y muerte del cartel de Medellín en la próxima edición de la Feria del Libro en Bogotá. Otros, por su parte, le creen poco porque argumentan, Lehder Rivas, es culpable de asesinatos como el del entonces Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla y la oleada de violencia provocada por el legendario y reconocido cartel del narcotráfico.

 

Siendo realistas la sociedad colombiana tiene todo el derecho a rechazar a los actores involucrados en el ilícito negocio de las drogas porque en el caso particular del cartel de Medellín fueron severos los daños causados a gran parte de la población civil con “asesinatos de líderes, periodistas y policías; sobornos a políticos, bombas en espacios públicos, carros y hasta aviones, hacen parte de la lista de acciones que desencadenó la guerra del narcotráfico y que dejó miles de muertos”, destaca el periódico, El Espectador. Sumado a eso, los delitos escondidos en las mentes de cada uno de estos “ex capos” que hacen parte de una oscura y siniestra recordación para la historia de nuestra sociedad.

Lo más paradójico de todo esto es que, Carlos Lehder, a mi parecer, tiene la valentía de ponerle la cara a Colombia y los colombianos admitiendo en su libro y en boca suya traficar coca por rutas estratégicas hacia los Estados Unidos. Esa ilegalidad le costó ser extraditado, sentenciado a cadena perpetua, más 137 años de prisión y pagar casi 34 años de condena en cárceles de máxima seguridad hasta que logró llegar a un acuerdo con Sistema Judicial gringo para obtener su libertad. Un caso excepcional solamente parecido con las películas o series policiacas estadounidenses en las que sus protagonistas son los traficantes colombianos capturados en fragancia y luego llevados a los estrados judiciales.

¿Culpable o inocente? Las autoridades tanto de Colombia como de Estados Unidos le tienen señalado como un ciudadano sin cargos pendientes con sus respectivos sistemas. Eso sí, el gobierno estadounidense, le sentenció que por el resto de su vida no podrá volver a pisar esas tierras. Por lo pronto, Carlos Lehder “(…) Se define como un rehabilitado, alguien que admite su camino ‘chueco’, que pagó sus culpas, que se arrepiente y que nunca más delinquirá…nosotros los rehabilitados debemos dar ejemplo”, reflexionó ante las cámaras del programa de televisión, Los Informantes (@InformantesTV) en su última edición.

“Pagué totalmente todas mis deudas judiciales, y solo espero que mis compatriotas me perdonen y me den una segunda oportunidad”, insiste Lehder en todas las entrevistas que pude leer, oír y ver para documentar esta redacción. Los católicos y cristianos pasamos en estos días por el tiempo de la reflexión ante el extasis de una cuaresma que nos debe llevar a insistir en la posibilidad de sanar en nuestras reacciones las grotescas formas de señalar a nuestros semejantes por los errores cometidos. Que no suene a cliché, pero “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Colombia necesita empezar a perdonar y brindar segundas oportunidades. Tal vez, el señor, Lehder Rivas las merece.

El Estado colombiano perdonó, dio curules de senadores, un súper salario y una vida civil de “reyes” a los insurgentes de las Farc, quienes en su salsa revolucionaria “(…) reclutaron niños, los violaron, los golpearon, los fusilaron; mutilaron a miles con sus minas, extorsionaron, obligaron a las mujeres a abortar, masacraron a inocentes. Su demencia superó todo límite” (@RevistaSemana). ¿Por qué no escuchar las palabras de arrepentimiento de un “ex narco” para brindarle la oportunidad de terminar sus últimos días en la patria que le vio nacer?

Edgar Martínez Méndez

La alcaldía de Bogotá es el ‘trampolín’

Apareció de un momento a otro en las redes sociales en un acalorado enfrentamiento con Álvaro Uribe y luego “levantándose la bata” en los carnavales de Barranquilla. En los dos publicitados episodios, Claudia López, sacudió, como es su costumbre, a la opinión pública por sus polémicas reacciones y de paso empezó a mover el sonajero electoral para ser otra de las candidatas presidenciales en el 2026.

Conocida por su frentero tono, la exalcaldesa, le saco en cara al expresidente, su juicio por los supuestos delitos de fraude procesal y soborno a testigos. Y en menos de seis días, en medio de la rumba cazó otra discusión con la también candidata presidencial, Vicky Dávila. Esto último, por un disfraz de marimonda, típico del evento cultural. Siendo honesto, los enfrentamientos tienen como fin impactar para mover su figura pública.

 

Ella también venía siendo centro de atención digital, especialmente en la red social X (antes Twitter), por atacar sin compasión a Gustavo Petro por sus constantes desaciertos para administrar la gobernanza del país, sin tener en cuenta su pasado respaldando a diestra y siniestra el proyecto, la campaña y la presidencia del Pacto Histórico, en cabeza del primer presidente de izquierda radical en Colombia. Paradójico!

Sus cambiantes posiciones ideológicas y partidarias son resumidas así: “…emprende su carrera hacia una candidatura presidencial en 2026. Aunque pondrá en marcha una estrategia para verse como le convenga ante el electorado, la gente ya sabe cómo es ella realmente. Si le toca, es de izquierda y petrista. Y si le toca, también se puede vestir de derecha y ser antipetristas. Una prueba de su incoherencia en la política”, (@RevistaSemana).

La primera mujer guey, en el segundo cargo público más importante de Colombia es dinámica como cualquier política criolla que se respete. Por ese grande detalle que es la Alcaldía de Bogotá, capital electoral nada despreciable en tiempos de campaña, Claudia López arrancará su carrera para llegar a la Casa de Nariño, eso sí, atacando sin “pelos en la lengua” a sus más cercanos o lejanos en este duro menester de la “cosa política”. Será un hecho político en los próximos días.

Si será de izquierda, si será de centro izquierda, si será de centro o si decide ser independiente es válido en nuestro sistema democrático electoral. Lo que irrita, a mi parecer, es la forma como las candidatas y los candidatos entran a la contienda electoral calentando a sus pares con mensajes fuertes, salidos de tono y extremistas para alimentar odios y enseguida conseguir más seguidores, likes, compartir, comentarios y hacer vibrar a sus barras para posicionar su imagen pública. Más gasolina al fuego…
Colombia y los colombianos necesitan una líder (sería de mi agrado una mujer presidenta) con más calidad humana (empática), más sensibilidad por sus ciudadanos (sin importar su estatus social o línea ideológica), más coherente con las realidades del país (pobreza, desempleo, inseguridad, orden público en las regiones, inestabilidad económica, servicios de salud y mejor calidad de vida) y más honesta para evitar a toda costa el cáncer de la corrupción, la burocracia y el clientelismo.

Pero estos propósitos no se pueden lograr, dicho coloquialmente, a la topa tolondra o confrontando en redes sociales a figuras, candidatos, partidos o movimientos políticos con mensajes de baja calaña. Tampoco creyendo ser los dueños de las verdades absolutas por el hecho haber tenido la gran oportunidad de ser elegidos en altos cargos públicos. Bogotá es el trampolín para muchos políticos que luego se encumbran dejando grandes vacíos en sus liderazgos, gestión, administración y resultados. Gustavo Petro es uno de los ejemplos latentes de cómo quedó la capital solamente por los egos de liderazgo.

La Alcaldía es el trampolín…

Edgar Martínez Méndez

¿Una estrategia sin conectividad?

Los colombianos desde ahora debemos acostumbrarnos a ver y escuchar en vivo y en directo por la televisión nacional al presidente, Gustavo Petro y a sus revoltosos ministros, creería, como parte de una estrategia comunicacional para tratar de recuperar la baja imagen de liderazgo, desempeño y gestión que tiene su gobierno. Colombia y los colombianos merecen más acciones y menos publicidad mediática.
Seguramente cuando publiquen esta redacción, la segunda parte del consejo de ministros se debió emitir por la “pantalla chica”, ojalá con previa preparación de los asistentes para evitar la engorrosa situación del primer capítulo que aún es motivo de burla por parte de gran parte de la opinión pública adepta a los gruesos temas políticos del país y a las severas críticas de la oposición. Prevenir antes que curar, dice el adagio popular.

Uno entiende que la comunicación de gobierno es parte fundamental para presentar resultados a los ciudadanos. No obstante, cualquier acción comunicacional de gobernanza amerita un plan, una organización, unos objetivos claros de la comunicación, un diseño de mensajes y la selección de un canal o medio para transmitir la información. Pareciera el primer intento fue improvisación solo improvisación y un desorden a estilo salón de escuela pública. Todo fue de conocimiento público.

 

Nota recomendada: ¡Violentos!

Usar la televisión en horarios “prime time” y las redes sociales a todo furor por su fuerte cantidad de seguidores sugiere por parte de sus asesores una responsabilidad monumental si se trata de entregar sendos resultados. Lo contrario, es arriesgar a seguir perdiendo credibilidad, ceder terreno electoral de cara a las elecciones del 2026 y un ‘papayaso’ para la oposición aprovechando esos mismos medios para la crítica en su esplendor.

Debiera entender, Gustavo Petro que su labor como absoluto mandatario de los colombianos es comunicar sobre temas de seguridad, bienestar social, confianza económica, presencia institucional en todo el territorio, empleo, vivienda, seguridad servicios públicos, confianza política y proyecciones para mejorar la calidad de vida de millones de personas en pobreza y extrema pobreza. “La estrategia de comunicaciones no se trata de ‘hablar más’, sino de hablar de manera clara, auténtica y efectiva para conectar con las personas que importan”, dice .Adriana Bernal, fundadora y presidente del Premio Xilópalo, Kasa Agencia y KienyKe.

“Duele que le salgan tan mal las cosas al Gobierno, porque es mal para todos”, describe con exactitud, Luis Noé Ochoa en su última columna de El Tiempo. El tema es que pareciera la gobernanza del primer gobierno de izquierda mantiene fracturas en todas sus cabezas institucionales originando crisis evidenciadas en sus procesos de comunicar. Esos mismos procesos comunicativos deben servir para tratar mejorar la divulgación de todas las acciones durante el tiempo que le queda al gobierno y de paso aumentar su credibilidad entre la gente. Más acciones y más conectividad.

Edgar Martínez Méndez

¡Violentos!

Estoy conmocionado con los excesos de violencia. Me conmociona la violencia producida en las poderosas redes sociales por parte de nuestras personalidades públicas. Me conmociona la violencia verbal y física en manos de letrados e iletrados en la prensa tradicional. Y me conmociona sentir las décadas de violencia por las que hemos pasado con el cruel resultado de un desvalorizado precio a la sagrada vida y millones de muertos rememorados en los archivos de nuestra historia.
Ser violentos se convirtió en una estrategia de los más connotados líderes en aras de generar amenaza, miedo y zozobra, intuyo, con el ánimo de buscar protagonismo digital, periodístico y populista. Me explico.

Por un lado, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Fabio Arias, amenazó con liderar un nuevo ‘estallido social’ si “los empresarios no pierden algo o, de lo contrario, deben someterse a otro fenómeno parecido al que literalmente quemó al país en 2021”. Esa revuelta, le costó al país “el abuso de la fuerza, violaciones a los DD. HH. y enfrentamientos violentos entre policías y manifestantes marcaron las protestas que dejaron miles de heridos, decenas de desaparecidos, más de 70 muertos y otros daños colaterales”*. Aun con estos resultados, se le echa gasolina al fuego. Que miedo.

 

El tono perverso, característico de los sindicalistas, es ciertamente exagerado en el sentido de atacar sin ‘pelos en la lengua’ a millones de empresarios, inversionistas e incluso emprendedores arriesgados a formalizar empresas, aportar su capital humano y financiero, y siendo honestos generar empleos formales para millones de colombianos, sin tener presente la fuerte carga tributaria y parafiscal para sostener y funcionar como negocio o empresa legal en nuestra revolucionada nación. Insisten los analistas en temas laborales en la necesidad de abordar temas puntuales para mejorar las condiciones de la mano de obra criolla, pero es en el Congreso donde se debaten con altura, argumentos, datos y cifras esos menesteres. Será qué a punta de mensajes violentos logramos nuestros requerimientos? No creo.

Por otro lado, los extremos políticos nos generan violencias verbales en las redes sociales que atentan contra los derechos fundamentales. La pelea Petro vs Trump en (@Twitter) ahora X con mensajes nacionalistas, izquierdistas y autoritarios dejaron en evidencia como se constriñe en su ser a cada colombiano que busca en la tierra del ‘sueño americano’ un mejor futuro y una mejor calidad de vida entendiendo que en su nación, el presidente o gobierno de turno es incapaz de cubrir con serias políticas públicas sus necesidades y un sólido bienestar social. Ese mismo compatriota se arriesga a ser ciudadano ilegal, luego señalado de bandido y ahora deportado como el peor delincuente. Las historias de vida de los deportados son violentas.

Las posturas de Petro vs Trump dieron pie a una feroz reacción de ambos bandos en las poderosas redes sociales y sus millones de seguidores, sin medir las consecuencias para miles de empresas, empresarios y emprendedores atentos por estos días a poner a disposición sus productos y servicios colombianos en los capitalistas eventos como son el Super Bowl y el Día de San Valentín, en donde el café, el aguacate, los bananos y las flores, entre otros, dejan grandes dividendos a la tierra del ‘Papá Trump’ y la del ‘Aureliano del siglo XXI’. Por Dios! “Superado el torbellino, conviene extraer lecciones. La primera es evidente: algo de tanta importancia y que involucra la estabilidad de millones de personas como lo son las relaciones internacionales de un país necesita de sensatez y sentido de responsabilidad en función de proteger el bienestar de la mayoría”, dice un editorial de El Tiempo.

De los mensajes violentos en la red, el ‘pueblo´, o mejor, los hinchas de cualquier equipo del fútbol colombiano lanzan sus odios o sus violencias verbales y físicas contra los jugadores o el equipo visitante como sucedió recientemente en Santa Marta, en donde Millonarios fue recibido a punta de ‘madrazos y pedradas’ dejando como resultado a un jugador del equipo capitalino seriamente herido y el aplazamiento del partido. Una violencia sin límites en una de las pocas actividades de entretención masiva con cierto amago de amistad dentro y fuera de las canchas para los que encontramos en esta actividad deportiva una forma de entretenimiento y una salida a este estrés mediático de las violencias. La película es rebobinada con frecuencia con saldos de heridos, muertos y enfrentamientos caóticos.

Más violentos para donde. Los hechos del Catatumbo, una guerra territorial sin tregua para controlar el negocio transnacional del cultivo y comercialización de la coca, según la Defensoría del Pueblo es: “la matanza en esta zona del país que podría ser considerada la más grande de la década (pueden ser más de 80 muertos) y desató el desplazamiento de por lo menos más de 50.000 personas, el más grande registrado en 30 años en Colombia”. Lo más lamentable es que 1.800 niños y niñas también son afectados en sus derechos a la niñez y el impacto devastador del conflicto armado en sus vidas. Las violencias poco perdonan edad, sexo, raza o región. Vamos mal…

Tan mal que, de acuerdo con estudios, en Colombia se cometen al menos 36 asesinatos al día con el antecedente de ser violentos, es decir, sin medir los medios y las formas para acabar sin asco con la vida de cualquier ciudadano. “La confrontación, el insulto, el golpe bajo, y la puñalada trapera son recursos aceptados por quienes saben que en ese lodazal todo está permitido”, dice Frenando Carrillo en su libro Sin miedo. Yo me arriesgo a tratar de concluir, como dije a un programa de televisión internacional deportivo: “el Fútbol Colombiano y en general nuestra Colombia es el reflejo de una sociedad carcomida por nuestra histórica violencia, Y hoy, alentada por nuestros líderes políticos que incitan a solucionar por medio de vías de hecho”

Edgar Martínez Méndez

Seguimos advertidos

La democracia volvió a ser pateada. Ni la comprobación del robo de las elecciones, ni gran parte del rechazo político internacional, ni las protestas de sus ciudadanos alrededor del mundo, ni sus denunciados rasgos de dictador, ni la sistemática violación de derechos humanos y civiles contra sus opositores sirvieron para frenar la auto juramentación presidencial, por otros seis años del opresor Nicolás Maduro, lo que aumenta con el paso de los días la incertidumbre y la represión contra Venezuela y los venezolanos. Colombia debe seguir en alerta máxima.

La antidemocrática posesión sirvió para ratificar, según los analistas políticos, el autoritarismo sin precedentes por parte del tirano de Caracas, para seguir en el poder por encima de las exigencias de una gran mayoría de sus ciudadanos, quienes en esencia ponen o quitan a sus gobernantes con su sagrado voto en una verdadera, seria y respetada democracia. Infiero que durante los siguientes días, el pícaro con su sequito de alfiles seguirán mofándose de sus contrarios, la exigencia diplomática mundial y su más fuerte rival, la valiente mujer, María Corina Machado y su presidente electo, Edmundo González. Amanecerá y seguiremos viendo.

 

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No cabe duda que los hechos políticos sucedidos en el vecindario afectan directa e indirectamente a Colombia y los colombianos. Por un lado, analistas proyectan que la frontera entre las dos naciones volverá a ser escenario masivo de la entrada de miles sino de millones de venezolanos habidos de necesidades básicas como: empleo, vivienda, salud, comida y calidad de vida. Exigencia suplidas, seguramente por el Estado colombiano, es decir, con nuestros impuestos. Por el otro lado, se respira un ambiente tóxico entre gran parte del país por cómo el gobierno dictatorial puede influir para que el proyecto político del presidente, Gustavo Petro, siga el ejemplo buscando su reelección con una “triquiñuela” Constitucional. Debemos estar pilas!

Yo me temo lo peor en este último sentido porque el primer mandatario colombiano desde su campaña presidencial lanzó sendos mensajes a la prensa aclarando que, palabras más palabras menos, su programa de gobierno merecía por lo menos de cuatro mandatos presidenciales, es decir, unos 20 años, sin tener presente sus aires de atornillarse eternamente -como su camarada Maduro-, perfilando a uno de sus más cercanos familiares o en últimas poniendo a disposición del pueblo a la más arraigada o arraigado a su doctrina política. Este espinoso tema se matiza en los mensajes de Petro invitando tácitamente a un “movimiento constituyente popular, referendo u otro escenario revolucionario”, sentencia Fernando Carillo Flores en su reciente libro: Sin miedo.

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Precisamente esa sintomatología revolucionaria a la brava nos exige desde la categoría de ciudadanos ser observadores rigurosos de los mensajes y acciones de este y cualquier gobierno de turno con la mínima intención de cambiar las reglas constitucionales para llegar a la Casa de Nariño, lo que significaría empezar, como estamos observando en el vecino país, un largo y espinoso camino a ser encasillados en la barbarie del tal progresismo, izquierdismo, comunismo, socialismo o populismo enmascarado en entregar a diestra y siniestra grandes beneficios sociales y económicos para los más débiles de nuestra sociedad criolla. Mentira! Los colombianos somos testigos directos de los resultados gobiernistas de los dictadores.
Resumiendo, en nuestras conciencias electorales esta convertirnos en el régimen autoritario número 94, -según The Economist hoy hay 93 contra 73 democráticos en todo el mundo-, si es que hacemos caso omiso a las atrocidades humanitarias y de irrespeto contra los derechos fundamentales de los pueblos de Venezuela, Nicaragua y Cuba por citar los modelos “progres” más recientes en la región y, además, si seguimos comiendo cuento que la Democracia es un gusto particular de las altas esferas sociales y capitalistas. En esencia, el debilitamiento de las democracias en América Latina se debe a: “la mala política, los malos políticos y las malas política públicas originadas por los dos primeros”, describe Carrillo Flores en su libro. Verdades totales!

La clase política, en el caso colombiano, viniendo de cualquier extremo, partido o movimiento demuestra históricamente que sus decisiones están cercanas a sus intereses clientelistas, burocráticos, corruptos y populistas en aras de mantenerse en el poder de generación en generación, sin acaudalar planes y acciones concretas para sanear las necesidades sociales y económicas de sus electores y en general de los más de 50 millones de colombianos. Esto último debe ser el punto de partida para aquellos interesados en ser los próximos candidatos a senadores o presidentes, en el sentido de escuchar las exigencias de jóvenes, trabajadores de todos los sectores, empresarios, académicos, generadores de opinión, medios de comunicación para consolidar una verdadera democracia participativa.

Ni hombres de pueblo, ni salvadores de las clases obreras, ni caudillos, ni dictadores. “Sabemos que nadie se adueña del poder con la intención de cederlo”, dice, George Orwel.

Estamos advertidos…

Edgar Martínez Méndez

¿Puede el periodismo ser una profesión sin peligro?

Espinoso interrogante, pero me arriesgo a decir que sí. Debo aclarar que para hacer efectiva la respuesta en este momento se necesita con urgencia que el presidente, Gustavo Petro, abandere un sincero “diálogo de paz” con algunos de los distinguidos periodistas y  los medios tradicionales que representan, y a la vez, que esos mismos comunicadores se arriesguen a bajarle el “tono” a sus contenidos editoriales que buscan obtener liderazgos de oposición, raiting, likes y tendencias en redes sociales. El gobierno, la prensa, la opinión y la democracia ganarían.

La pregunta-respuesta tiene su origen en una reciente investigación de la organización sin ánimo de lucro de origen francés, Reporteros Sin Fronteras (RSF), en la que ubica a Colombia en la segunda posición de los más peligrosos en América del Sur* para ejercer el oficio del periodismo, teniendo presente, según este estudio que, además, la situación para Latinoamérica no es favorable. Según la clasificación que se publica de forma anual desde 1995, más de la mitad de los países de la región experimentan un deterioro en la defensa de la libertad de prensa a causa, principalmente, de la caída del indicador político*.

 

Y es que el contexto político, una de las líneas analizados en el documento se convirtió en una “bomba de tiempo” para los periodistas cuando se trata de cubrir o hacer seguimiento a las acciones o agendas gubernamentales y a las decisiones de los presidentes. La prensa colombiana “tradicional” y sus profesionales no escapan a este negativo efecto sufriendo a diario ataques verbales de alto calibre replicados en las poderosas redes sociales del presidente Petro. Las respuestas de los medios, periodistas y organizaciones respaldando la libertad de prensa también están a la orden del día generando una mezcla extrema de polarización gobierno-periodismo. El tema es constante.

Por una parte, es apremiante dejar de editorializar sobre si el gobierno tiene la razón en exigir respeto por su línea doctrinal o reclamar aplausos masivos en materia de resultados. Por otro lado, si la prensa cumple con su labor ética y moral de criticar las actuaciones, decisiones y responsabilidades de Petro. Cada uno tiene su responsabilidad social. Entonces, vale la pena, creo, se debe frenar de tajo con mensajes gubernamentales cargados odio, furia y resentimiento contra la prensa y sus profesionales. Con ello, infiero, se cuida al ser humano-periodista, su vida, su rol ciudadano y el fortalecimiento de una democracia basada el respeto por la libertad de prensa.

No me cabe duda que unos periodistas más letrados que otros, más ganadores de premios que otros, más experimentados que otros, más ideologizados que otros incluso más famosos que otros,  cazan constantes peleas desde su medios tradicionales y digitales para alentar a sus seguidores y conseguir relevancia entre sus públicos olvidando el compromiso de informar con responsabilidad para un país políticamente caliente en términos de violencia. “El mayor reto que tienen hoy los medios es despojarse de un cierto grado de soberbia, arrogancia y superioridad moral que les ha impedido entender el nuevo mundo de cómo se consume la información”*.

De este brutal enfrentamiento, dice la investigación de Reporteros Sin Fronteras (RSF), el resultado es que ejercer el periodismo se convirtió en nuestra región en una tarea riesgosa y siempre cercana a una “profesión peligro”, dato históricamente  lamentable para un oficio destacado por la comunidad internacional entendiendo las fuertes transiciones noticiosas en Colombia que en los últimos tiempos van desde el negocio del narcotráfico, pasando por las guerras internas y terminando incluso con campañas políticas alimentadas con dineros de los carteles de la droga; hechos en los que la prensa ha jugado un papel importante y dejado sin vida a cientos de colegas.

Dicho todo lo anterior, el 2025 debe ser un espacio conciliador entre gobierno, medios y periodistas entendiendo que los ciudadanos son los únicos jueces de sus responsabilidades, encuadradas en una gobernabilidad con hechos, canales de información serios y periodistas más éticamente humanos. El Periodismo,

Edgar Martínez

Presidenciales, sin extremos, sin “delfines políticos”

Las figuras masculinas de la vida pública criolla empezaron a salir al ruedo. No se quieren quedar rezagados ante la arremetida de varias valientes, poderosas y destacadas mujeres de la “cosa política” dispuestas a pelear una presidencia. Infiero, por esto último, que nuestros varones electorales se arriesgaron a exponer sus posicionados nombres y tradicionales apellidos como alternativas para competir en las elecciones pese a que faltan alrededor de dos años, si se respeta la Constitución y sus leyes, para los promocionados, competitivos y polémicos presidenciales del 2026.

La anticipada contienda electoral se puso tan caliente que las firmas encuestadoras Guarumo y EcoAnalítica se aventuraron realizando un sondeo para medir las iniciales preferencias de los colombianos hacia las y los precandidatos. Si bien la elección está lejos llama la atención en esta encuesta los nombres de seis mujeres en el sonajero (Vicky Dávila, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, María José Pizarro, Claudia López, Francia Márquez). Entre ellas existen unas con una vasta experiencia en la vida política, con cada vez más visibilidad entre la opinión pública y los medios masivos. Unas de derecha y otras de izquierda. Reitero que las mujeres están de moda en el menester del liderazgo público.

 

Los políticos tradicionales con sus nombres y apellidos también pululan en este sonajero. Por ejemplo, Germán Vargas Lleras, Sergio Fajardo, Roy Barreras, Gustavo Bolívar, Iván Cepeda, Francisco Barbosa, Alejandro Gaviria, entre otros menos distinguidos en la arena gubernamental, pero que se destacan últimamente por cazar fuertes peleas con funcionarios del gobierno en las redes sociales, defendiendo su línea ideológica o los accionares del actual Presidente. El tono en los mensajes de los citados, según los analistas, les hace calificarlos de extremos (derecha e izquierda), situación que tiene bastante dividido a los colombianos. Yo me temo lo peor y es que posiblemente cada uno desde su trinchera seguirá jugando un papel estratégico en el 2026.

Sigamos tratando de visibilizar a esos posibles líderes políticos referenciados en la encuesta. Me llama mucho la atención nombres como: Juan Manuel Galán, Simón Gaviria y Miguel Uribe Turbay, políticos relativamente jóvenes, sin embargo, siempre conectados con partidos tradicionales y ejerciendo cargos en altos puestos gubernamentales. A ellos, a la par, les bendice venir de familias con apellidos de ex presidentes de la República. Dicho lo anterior, nada indica que vayan a ganar de entrada su candidatura oficial, pero si un buen indicio de quienes a la fija les apadrinan, pero también de quienes les señalan ser delfines políticos (en el argot político, delfín es el familiar de un mandatario o político que sigue la misma trayectoria).

Siendo realistas la carrera por ocupar el sitio presidencial es un hecho. Los varones y legendarios varones electorales empezaron a promover sus nombres y vienen ejerciendo presión al primer gobierno de izquierda en Colombia por sus constantes flaquezas que van desde corrupción, pasando por burocracia y terminan con un enfrentamiento sin precedentes entre extremos, pero con ello, generando en esencia incertidumbre en todos los sectores de nuestra sociedad. Esto último debe hacerlos recapacitar con el fin de salir de la confrontación verbal y digital para buscar un proyecto político serio y ajustado a las necesidades de Colombia y los colombianos.

No me cabe duda de que los denominados “delfines políticos”, con todas las críticas a sus espaldas, pero seguros de su oficial intensión presidencial, como arrancó recientemente, Miguel Uribe Turbay, ajustarán sus estrategias para pelear sus candidaturas oficiales con sus partidos para luego amalgamar una agenda programática que les permita venderse ante el electorado. Será que estos jóvenes candidatos cuentan con el conocimiento, la experiencia y la sabiduría para sacar al país de los graves problemas económicos, sociales y políticos en los que se encuentra? Los colombianos se arriesgarán a elegir a uno de estas figuras con legendarios apellidos políticos?. Lo dudo mucho porque si algo se buscó con el Presidente Gustavo Petro fue un cambio sacando a los líderes tradicionales.

Ojalá las elecciones presidenciales del 2026 estén alejadas de extremos y “delfines políticos. Urgimos de candidatos entregados a sacar el país adelante.

Edgar Martínez Méndez