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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: León Sandoval

Disciplina vial

El pasado 16 de septiembre se llevó a cabo una protesta ciudadana en Bogotá, provocó caos en la movilidad afectando negativamente la economía, la educación y el curso normal de la vida de muchos capitalinos. Otra protesta más de las múltiples que forman parte del diario vivir de los colombianos, protestar se ha catalogado erróneamente, como un derecho fundamental que permite afectar la vida de los conciudadanos en aras de proteger el derecho del grupo de interés que decide colapsar ciudades y vías nacionales. Afectar al otro para llamar la atención se volvió máxima. En esta oportunidad el gremio que protestó fue el de los moteros y prestadores del servicio de transporte ilegal porque el Alcalde bogotano se atrevió a ponerles en cintura y exigirles disciplina vial.

El colombiano promedio carece de disciplina para la vida, el vaivén de las circunstancias define su día, por ello, ningún proyecto social o de país prospera. La movilidad vial en las ciudades colombianas, se convirtió en un auténtico calvario protagonizado por vehículos particulares y de transporte público, bicicletas, patinetas y por supuesto, las infaltables motocicletas que han copado altísimas tasas de movilidad, en las que muchos colombianos prefieren trasportarse bajo la errónea creencia de su bajo precio, velocidad y tamaño para circular por cualquier lado.

 

No hay quién le ponga tatequieto a los moteros. Son los verdaderos amos y señores de las vías. Creen tener el derecho de movilizarse por cuanto espacio haya a la medida de su velocípedo: Sobre andenes, entre carriles, en sentido contrario, en la ciclorruta e incluso zigzagueando entre el tráfico automotor. Los llamados moteros gozan de privilegios, no pagan peajes, tienen cargas tributarias mínimas y de seguros bajísimos frente a su alta incidencia en el índice de accidentalidad vial.

En Colombia las motocicletas son un problema de orden público. Cuando un alcalde decide poner límites a la indisciplina vial, los moteros apelan a la protesta para entorpecer ciudades. Bloquean las vías de acceso, generas broncas en las calles y arrojar cientos de cascos sobre la vía pública, como si no fuese suficiente los privilegios de los que gozan. El transporte en motocicletas no es ningún tipo de solución a la problemática sobre la movilidad, por el contrario, son reflejo del subdesarrollo y de pobreza. En países desarrollados no se verá jamás el caos que vive Colombia por cuenta de las motocicletas.  La proliferación de motocicletas ha enriquecido a los empresarios de las plantas de ensamblaje en el País.

Sería importante que los señores moteros antes de colapsar ciudades, hiciesen un ejercicio de reflexión y se dieran cuenta que, Ellos son realmente el problema y no el Estado. Son los motociclistas los que protestan porque no los dejan volarse los semáforos, transitar por los andenes, conducir sin casco, sin SOAT vigente, con exceso de pasajeros y de carga, en contravía, a exceso de velocidad y sin silenciador. Protestan porque les colocan comparendos y les inmovilizan sus motos.  Los moteros deberían pagar impuestos, peajes y contribuir con tasas ambientales y de movilidad. La motocicleta no fue concebida para circular por cualquier lugar y de cualquiera manera.

Los motociclistas deben tomar conciencia sobre la responsabilidad que les atañe. No son víctimas del sistema vial. El ser mayoría que protesta en montonera, no les da derecho alguno para violar las normas y desacatar a las autoridades de tránsito para imponer sus malas prácticas a todos los demás actores viales. Los ciudadanos no están para soportar las cargas de los moteros. El gobierno está en mora de gravar las motocicletas, de exigir responsabilidad social a las ensambladoras, de hacer más exigentes los requisitos para expedición de licencias de conducción. No más vándalos en dos ruedas, en últimas, se trata de un asunto de disciplina vial.

León Sandoval

De azúcar y harinas

Es alarmante el número personas que padecen cáncer en Colombia. Cada vez más jóvenes son diagnosticados con esta enfermedad, al punto que el Gobierno Nacional se vio en la obligación de impulsar la ley 2.360 de 2024, por medio de la cual a los pacientes diagnosticados con cáncer y a las personas que sospechen estar enfermas, se les declarará sujetos de protección especial constitucional. El cáncer es curable si se detecta tempranamente, la demora en el inicio de los tratamientos hace que la enfermedad tome ventaja. Entre otros de los factores que inciden en su aparición, están los antecedentes genéticos, psicosociales, ambientales, y por supuesto nutricionales; azúcar y harinas son los grandes percutores que pueden contribuir con la aparición de cáncer.

La desbordada ingesta de azúcar y harinas ultraprocesadas por la población colombiana produce particular preocupación. Es increíble cómo en muchas poblaciones, dentro de un radio de 100 m2, se puedan hallar múltiples expendios alimenticios de bebidas dulces, comidas azucaradas, harinosas y alcohol, particularmente, todo tipo de bollos, panadería y bizcochería que tienen como ingredientes a estos dos grandes enemigos de la salud: azúcar y farinaceas. Desde las cafeterías más sencillas hasta las grandes marcas como el arriero con la mula y la diosa-sirenada casi la totalidad de sus productos contienen azúcar y harinas. Promotores silenciosos del cáncer, son todos, sin importar el nivel del negocio alimenticio, contribuyen con la cultura cancerígena del excesivo consumo de azúcar. Amigo lector, visite un supermercado o una tienda de barrio y compruébelo, poco sirven los avisos de “Exceso de azúcares” en los envases.

 

Contiguo a un coliseo o a una sala de cine, siempre habrá un expendio de azúcares y harinas. Ahora hasta la crispeta es azucarada. ¿Hay consciencia entre los colombianos sobre la incidencia de la ingesta de azúcar en la aparición de diversos tipos de cáncer? ¿Son conscientes los emprendedores de la industria alimenticia sobre el hecho de que el azúcar es una sustancia adictiva? ¿Son conscientes las personas que se puede vivir sin azúcar pero, no sin sal? Hoy hasta las carnes las preparan con azúcar. Pareciera ser un asunto de inconciencia e irresponsabilidad social.

Las anteriores preguntas deberían provocar una profunda y seria reflexión sobre la forma cómo se alimentan los colombianos. Se ha malvendido la idea que, el azúcar es propulsor de la felicidad, y es habitual ver en series televisivas al despechado de turno consumiendo helados por montones, o ingiriendo licor que, en el fondo, es otra forma de azúcar para aliviar la pena. Combatir la adicción al consumo de azúcar y harinas no es fácil, sobre todo en una cultura donde no pueden faltar el pan, la arepa, la papa, la yuca, el plátano, la pasta y el arroz, acompañados de una bebida dulce disfrazada de jugo natural.

No se trata de demonizar el azúcar y las harinas, pero sí preguntarle al lector de esta columna ¿Es Usted consciente que cada vez que consume azúcar y harinas contribuye a potencialmente a enfermarse de cáncer?

La libertad de empresa todo lo permite, qué viva la libertad de empresa, por cierto. La libertad de empresa también es idear, innovar y ofrecer productos alimenticios de calidad que contribuyan a la buena salud y al bienestar. No hay derecho a que todo sea azucarado. No se puede creer que Colombia va a lograr el anhelado desarrollo humano a punta de panes, amasijos y todo tipo de chucherías endulzadas. Consumir azúcar seca el cerebro y afecta negativamente las funciones cognitivas, así muchos digan lo contrario. El problema real es la oferta exagerada de productos azucarados que no dan alternativa diferente a un consumo adictivo, excesivo e inconsciente de azúcar y harinas. El colombiano promedio es adicto a comerlos. Seguramente el dicho en adelante será “Pan y azúcar al pueblo” ¿Hasta cuándo?

León Sandoval

Israel, el pueblo elegido

Esta semana inició una mendaz campaña internacional de prensa contra Israel, en la que participan más de ciento cincuenta medios de comunicación audiovisuales, impresos y digitales, entre los que se cuentan medios colombianos. Todos al unísono siguen la misma línea editorial: Tildar falazmente al Estado de Israel como estado genocida y asesino de periodistas. Esta campaña en ciernes obedece a una acción financiada por conglomerados antisionistas que pretenden hacer posar a los victimarios como víctimas de Israel.

Es absolutamente falso todo lo que se ha dicho contra Israel, su gobierno y su pueblo en esta campaña que pretende manipular la opinión pública contra el pueblo judío y su causa propia, que no es otra que su existencia. Así duela a muchos “odiadores”, Bené Israel son el pueblo elegido. Eretz Israel es la tierra prometida y elegida por El Eterno para su pueblo, a quien escogió entre lo más vil del mundo, halló gracia y dispuso con los grandes patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. 

 

Algunos piensan que la ley contenida en la Torah es fantasía, desconocen que es la palabra de El Eterno que se ha mantenido incólume con el paso de los milenios, ni una sola coma ha sido cambiada. El Libro Irmeyahu, para los cristianos Jeremías, 36:37-38 consigna: “He aquí Yo los reuniré de todos los países a donde los desterré allá con mi enojo, mi furia y con gran ira, los haré retornar a este lugar, y los haré habitar con seguridad. Serán para Mí por pueblo, y Yo seré para Ellos por D-os.” Elección que ya había ocurrido mediante el pacto celebrado por El Eterno con Abraham y luego sería ratificado con Isaac y Jacob, conocido éste como Israel, padre de las doce tribus, cuyos hijos y descendientes padecerían 430 años de cautiverio en Egipto.

Moshe, el más grande todos los profetas, es designado por El Eterno para sacar a Bené Israel del cautiverio egipcio hasta Eretz Israel, la tierra prometida y elegida, lo que finalmente ocurriría luego de cuarenta años deambulando por el desierto conduciendo 600,000 varones, mujeres y niños. Sería Yehoshua quien finalizaría la gesta mosaica, cuando las doce tribus tomaron posesión de la tierra que El Eterno eligió para Ellos, lo que costó refriegas y combates, se estima ocurrió en el año 1406 antes de la era cristiana; en buena cronología, han transcurrido 3.431 años de presencia de Bené Israel en Eretz Israel.

Los Bené Israel tienen el derecho milenario a Eretz Israel, les corresponde por herencia divina. Israel durante milenios ha defendido ese derecho. Desde el 14 de mayo de 1948, fecha en la que David Ben Gurión (1886-1973) proclamó la independencia del Estado de Israel ante la partida de las tropas británicas. El moderno estado tiene derecho a existir, a defender su tierra y su gente de quienes no aceptan su existencia, lo que ha hecho desde siempre y seguirá haciendo bajo el amparo de D-os.

El 07 de octubre de 2023 el grupo terrorista Hamas atacó con sevicia a más de 1.200 personas dejando estelas de muerte y sufrimiento, detonante de la guerra que hoy existe. Los terroristas se esconden entre población civil, la que utiliza como escudo. La guerra contra Hamas es legítima y justificada. Israel no ha cometido, ni comete genocidio alguno. Se trata de una mentira que hace carrera resultado del odio contra Israel. Por ejemplo, Israel utiliza el carbón colombiano para generar electricidad, entre otros, para beneficio de la población civil que instrumentaliza los terroristas de Hamas, nunca para armamento. Israel al guerrear por sí mismo, guerrea por la humanidad. No en vano, Israel es el pueblo elegido por El Eterno. Paz, larga existencia y bendiciones sin fin para Bené Israel, Eretz Israel y Yerushalaim.

León Sandoval

Los cuerpos “fit”

Los cuerpos “fit” encuentran en los gimnasios a sus principales aliados. Éstos se volvieron dinamizadores de la economía. En torno de los cuerpos “fit” existe un hábitat que acompaña desde el equipamiento de los gimnasios, la indumentaria deportiva, que ha hecho de los gimnasios, pasarelas donde importa más el llamado “outfit” que el ejercicio, en adición, se debe considerar también la industria de los suplementos y nutrimentos. En este hábitat tampoco pueden faltar los gurúes del ejercicio y de la nutrición avenidos en influenciadores que, difunden mensajes sobre cómo incrementar la masa muscular y qué comer, todos muy “fitness”. También hasta las compañías de dispositivos móviles se benefician, es habitual ver a los cuerpos “fit” con un teléfono móvil siguiendo rutinas gimnásticas.

Los cuerpos “fit” se han vuelto tan populares que, para cultivarlos el antiguo gimnasio de barrio desapareció para dar paso a los centros de acondicionamiento físico de multinacionales que forman parte de la canasta familiar. Muchos jóvenes pubertos son inscritos en centros de acondicionamiento físico como si fueran niños espartanos. Músculos hipertrofiados con la ayuda de la hormona del crecimiento, esteroides y anabolizantes, vientres planos y hasta diseño de sonrisa tipo “Pepsodent” mandan la parada.  Las damas desean tener cuerpos torneados afines a la estética de “KarolYi”. Confunden belleza con “fitness”.

 

En la antigüedad los gimnasios eran al aire libre y tenían la función de preparar cuerpos mediante el ejercicio físico para afrontar largas caminatas con escudos de gran peso y grandes espadas para el combate. Los ejercitantes tenían vidas activas lejos de sedentarismo y el trabajo diario les garantizaba músculos desarrollados y cuerpos atléticos. En la actualidad reina el sedentarismo; Los cuerpos “fit” se ejercitan durante varias horas diarias sin entender funcionalmente para qué requieren tanto músculo inflado más allá de verse al espejo, vestir camisas apretadas y subir fotos a redes sociales, para luego permanecer hasta dieciocho horas sentados frente a un dispositivo electrónico.

Los cuerpos “fit” en su gran mayoría están pletóricos de músculos insuflados pero ninguno se dedica a cargar bultos o a transportar personas sobre sus espaldas como los antiguos silleteros. Allí es donde los instructores de los gimnasios añaden un rol adicional, terminan por ser consejeros emocionales de los cuerpos “fit”, servicio que no es gratuito. Por lo anterior, además del pago de la membresía mensual al dueño del gimnasio, se debe pagar el coach de acondicionamiento deportivo y bienestar físico como se hacen llamar algunos, cuyos clientes terminan por ser hombres musculosos con piernas delgadas, y mujeres piernonas con torso raquítico, prototipo del individuo del Siglo XXI.

Ir a un gimnasio es asistir a una feria de las vanidades, desde los cuerpos modelos “fit” que exhiben una pinta para cada sesión de entrenamiento hasta los que creen que los gimnasios son centros de entrenamiento de la lengua. Los gimnasios están sobredimensionados, no deberían formar parte de la canasta familiar; se les abona el hecho de que intentan ser una respuesta al sedentarismo y permiten compensar la inactividad física producto de la era digital, pero hasta ahí.

El hiperdesarrollo muscular no garantiza resistencia física, ni testosterona. Hay muchos músculos agrandados y cuerpos “atléticos” con inadecuados indicadores biológicos, elevados niveles de triglicéridos, colesterol y cientos de marcadores más.  Los cuerpos “fit” muchas veces son simple apariencia, esbeltez sin sustancia y obra del cirujano. Tienen más fuerza un soldado, un cotero o un albañil famélico que los musculosos que, como si fuese ritual, sagradamente hipertrofian sus músculos todas las tardes en el “gym”. Los cuerpos “fit” están definidos por una pujante industria que mezcla deporte, moda, alimentación y medicina. Los cuerpos “fit” no son garantía de fortaleza, salud y vigor. Los cuerpos bellos no son necesariamente cuerpos “fit”.

León Sandoval

Victimizarse

Victimizarse” es una palabra que ha calado en el lenguaje popular, convirtiéndose en elemento de defensa frente a cualquier debate con argumentos o sin argumentos. Quien se victimiza apela a este recurso para evadir la responsabilidad y revertir su culpa sobre el otro. Es frecuente ver que, quien es reprochado por alguna conducta incorrecta que amerite la asunción de responsabilidad termine por “victimizarse”. En muchos casos, la persona que se victimiza busca desviar la atención sobre el asunto en discusión para negar la responsabilidad que debería asumir como consecuencia de su conducta e incluso para justificarla.

Este tipo de prácticas ha dado buenos réditos porque convierte al cuestionado en víctima y a quién reclama en agresor. Es tan exitoso el ejercicio de “victimizarse” que, por este mecanismo, los responsables de actos de corrupción o de conductas reprochables terminan declarándose perseguidos y, la discusión de fondo pasa a un segundo plano. Se logra desviar la atención y termina por colocar en el ojo de la tormenta a quien formula con justa causa el reclamo inicial. La mayoría de las veces el ejercicio de “victimizarse” va de la mano con una estrategia de litigio, por medio de acciones judiciales concatenadas como fichas de dominó en escala, logran minar, desgastar y trabar la administración de justicia.

 

Como ejemplos de “victimizarse” vale la pena citar algunos de ellos: La protesta social de la mal llamada Primera Línea del año 2021, que consistió en actos sistemáticos de terrorismo urbano acompasados con vandalismo y destrucción de mobiliario público; los perpetradores de estos hechos terminaron por “victimizarse” como perseguidos por el Estado y víctimas de una sociedad excluyente que los condujo a tomarse las calles.

Otro caso similar, es el de las comunidades indígenas que permanentemente invaden el Parque Nacional en la Ciudad de Bogotá, amparados con patente de corso, realizan actos de vandalismo, imponen a la fuerza su ley tribal, consumen alcohol en espacio público de lo cual, hacen partícipes a menores de edad, talan árboles para hacer fogones, explotan a mujeres y niños pidiendo limosna en las calles, y al final, terminan por declararse como víctimas ancestrales del imperio español y de doscientos años de gobierno republicano.

Los temas de género también son usados para “victimizarse”, discutir con una mujer o con un miembro de la comunidad denominada LGBTI, corre el riesgo de que la discusión, así sea razonada, termine en un caso de persecución contra la persona por asuntos de género y no por el tema central del debate. Es tan espinoso el asunto que, por mandato de la Corte Constitucional, los jueces deben tener enfoque y perspectiva de género para los análisis judiciales.

Otro ejemplo, sería el caso puntual del exguerrillero y exdirector del Departamento Administrativo de Presidencia de la República, investigado por la Fiscalía General de la Nación, y pese a tener orden de captura en su contra por gravísimos actos de corrupción, logró “victimizarse” en la República de Nicaragua, con el argumento de que es perseguido político del imperialismo.

En suma, “victimizarse” está de moda y es la estrategia más efectiva para desviar la atención. Si alguien conduce ebrio, golpea a un alférez de tránsito, falta al trabajo, comete infidelidad conyugal, arroja basura a la calle, destruye mobiliario público o hurta, simplemente “victimizarse” le ayudará con el problema. Siempre habrá algún ciudadano interesado o colectivo de defensa de “victimizados” dispuestos a auxiliarle y a construir una “narrativa” a favor del infractor. Esa es la nueva cultura, una cultura para la cual, la debilidad, la irresponsabilidad, la mentira, la pereza y la falta de carácter se volvieron virtudes.

León SandovalFerreira

Sicario

Desde el punto de vista moral, las únicas razones por las cuales se podría justificar que una persona asesine a otra es el ejercicio de la legítima defensa, de hecho, la Torá señala: “Si alguien viene a matarte, madruga y mátalo primero” (Talmud, Sanedrín 72ª). La segunda razón es la legítima aplicación de la pena de muerte sentenciada por un juez o tribunal. Por lo demás, no hay ninguna justificante para que una persona quite la vida de otra y menos por motivos económicos o sentimentales. Quien priva a otro de la vida es un asesino más allá de las justificantes del acto. El sicariato es una práctica antigua entendida como la acción de asesinar a alguien por encargo de otro bien sea por subordinación funcional o por el recibo de una promesa de una prestación a cambio que generalmente puede ser económica o de otra índole.

El sicario es un ser que no tiene ningún aprecio por la vida y tampoco por la propia; sabe que puede morir en el intento. El círculo de sus intereses humanos suele ser reducido, a lo sumo, un grupo minúsculo de afectos, engrandecido por el sueño de lo que hace se justifica con la paga. El sicario muestra resentimiento hacia el género humano, con su accionar piensa que aplica justicia. El sicario peca por la paga y lo acepta con total resignación. La empresa sicarial lamentablemente pulula en Colombia, se menciona que, el delincuente y enfermo mental, Pablo Emilio Escobar Gaviria (1949-1993) llegó a tener una academia de sicarios de donde surgían sus lugartenientes.

 

El sicariato más común en Colombia opera bajo la figura del tándem, un gatillero cuya destreza está en el preciso manejo de armas de fuego semiautomáticas de corto alcance, y el motociclista avezado con destreza para conducir a alta velocidad para facilitar la huida, en algunos casos, tiene la misión adicional de “sicariar” al sicario para eliminar rastros. Por supuesto, aquel será también desaparecido. En este juego de la muerte el uso de menores de edad fue parte de la malandra estrategia, por dos razones, la facilidad para convencer al menor, y la permisividad de la ley en el juzgamiento penal de menores con trato diferencial. Colombia es vergonzosamente célebre por sus narcotraficantes, guerrilleros, terroristas, prostitutas, y por sus sicarios, muchos son exportados y algunos terminan de mercenarios. Sí, efectivamente el pus brota silvestre. No obstante, aún hay esperanza.

No puede haber justificante alguna para el sicario, ni la pobreza, ni la enfermedad o la ausencia de escolaridad lo son. La minoría de edad tampoco puede ser eximente de responsabilidad penal, ni merecedora de trato diferencial. Quien empuña un arma para sicariar tiene conciencia del acto al que se expone y está obligado a soportar todo el peso de la ley, el repudio social y ser penado sin consideración alguna, incluso, debería recibir la pena capital estatal como recompensa por su accionar.

Nadie tiene derecho a arrebatar la vida ajena y menos a dejar una familia huérfana simplemente, por el hecho de que alguien decidió pagar para que otro hiciera lo que no puede o no es capaz de hacer por sí mismo. Proteger al sicario es hipocresía y falsa expresión de humanidad. El Estado no está para proteger al sicario, ni para limpiar su nombre o pasado. La víctima del sicario no se muere, es asesinada. Álvaro Gómez Hurtado (1919-1995) y Miguel Uribe Turbay (1986-2025) no se murieron, fueron asesinados porque algunos aceptaron un pago. Esos algunos fueron, son y serán sicarios a secas, tienen nombre propio. Es tan claro como el hecho de que no hay exasesinos, tampoco hay exsicarios. No es aceptable intentar tapar el sol con el dedo de la victimización del sicario bajo el disfraz del garantismo judicial. ¡Hipócritas!

León SandovalFerreira

Cuando la justicia se corrompe

Existen dos funciones divinas que El Eterno ha encargado a los hombres, la primera la de sanar, la de tratar la salud y propender por el bienestar del cuerpo, es allí donde los médicos ejercen una función invaluable. La segunda función divina es la de administrar justicia. Cuando Moshe estaba en el desierto conduciendo al pueblo de D-os a la tierra prometida, los israelíes tenían muchas desavenencias por razón de la convivencia, atender a un pueblo itinerante con más de 600.000 hombres mayores de 20 años aptos para el combate, sin contar mujeres, niños y ancianos no debería de ser tarea fácil, todo iban a consultarlo al gran profeta Moshe; quien aconsejado por su suegro, Jetro, nombró jueces de entre los hombres sabios y temerosos de Adonái para resolver los conflictos de su pueblo, siendo origen de un sistema de gobierno de jueces.

Administrar justicia es misión toral que señala el derrotero de las comunidades.  Los jueces deben ser sabios y temerosos de El Creador. El problema empieza cuando la justicia se corrompe al perderse el temor de D-os para dejar de lado la objetividad, la imparcialidad, el sentido común y el buen tino.  Cuando el que administra justicia en lugar de sentenciar para cada quien lo que se merece se pone del lado del victimario y del cohecho. La justicia suele ser representada como una mujer con los ojos vendados, que sostiene una espada en una mano y en la otra una balanza equilibrada. Esta representación no es apropiada: La justicia no puede ser ciega, debe arrancarse la venda para distinguir con claridad entre lo correcto e incorrecto. La balanza debería estar cargada del lado de lo correcto y, la espada enhiesta para caer sobre quien perturba el derecho ajeno.

 

Administrar justicia es un acto político porque en últimas, los jueces con sus decisiones, gobiernan, al ser raceros de lo que justo en una comunidad; tampoco son ajenos a devaneos sobre lo moral e inmoral. La probidad a toda costa, debería ser una de las principales virtudes de todo juez. El juez sólo deber ser juez, sin otro oficio diferente. Cuando el juez es también empresario, terrateniente, influenciador, comerciante o inversor produce desconfianza. Donde esté tu corazón allí estará tu tesoro. Cuando la justicia se corrompe no sólo se vuelve avara y venal, también se carga de ideología; jamás un acto judicial debería ser una expresión ideológica. Una cosa es la política y otra la ideología. Cuando los jueces hacen de las sentencias instrumentos ideológicos sacrifican la justicia para priorizar el resentimiento y el odio.

Probablemente la grandeza de los nueve jueces de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos radique en que, previo a su elección, deben confesar sus convicciones ideológicas, religiosas y políticas, lo que se torna de conocimiento público. Empero, todos los seres humanos son políticos en el sentido aristotélico entendidos como “zoon politikon”, porque forma parte de una comunidad. Lo que se hace inaceptable es que, el juez pignore la objetividad de pensamiento e independencia de criterio para hacer de sus decisiones remedos ideológicos y, de la sentencia ley de citas, en la que se cita por citar cual amanuense académico, por el simple prurito de posar de lúcido.

Cuando la justicia se corrompe amenaza ruina social y yerro moral. Un juez que cree que administrar justicia es cobrar deudas ideológicas es un bellaco con toga, que no ha entendido el sentido de la justicia y se convierte en un peligro para la sociedad. Los jueces no están para cohonestar al gobernante ni al ideólogo. Están para cumplir con una alta misión. No más administradores de justicia con resentimientos frutos de sesgos y taras ideológicas, por favor ¿Es mucho pedir?

León SandovalFerreira

El bestialismo

El sexo siempre ha estado y estará presente entre los seres vivos. El sexo permite la reproducción de las especies, por este motivo, el sexo debe ser practicado entre individuos de la misma especie dentro de una serie de parámetros en los que, el consentimiento, el respeto y una edad mínima, para el caso de los seres humanos, sean reglas. Cuando la práctica sexual se lleva a cabo entre individuos de diferentes especies o interespecie se comete bestialismo, comúnmente denominado zoofilia. Práctica perversa que preocupa en demasía; resulta inconcebible que, en el Siglo XXI, siglo de la Inteligencia Artificial y la robótica, haya lugares donde el bestialismo sea practicado y socialmente aceptado. Qué humanos copulen con burras, gallinas, perros, caballos y cabras, entre otros especímenes, es de depravados.

El bestialismo es una práctica antigua, hay referencias rupestres que datan de ocho mil años antes de la era cristiana; algunos historiadores griegos narraron que en la edad antigua se llevaba a cabo como práctica ritual, en algunas culturas fue aceptado como en la India de antaño. La moral judía repudió el bestialismo y lo condenó con pena de muerte, lo cual adoptaron los primeros cristianos. En el Corán no hay referencia explícita al bestialismo, ni lo prohíbe, ni lo alienta. En la mitología griega hay marcados casos de bestialismo, como el de Zeus que se convertía en cuanto animal hubiese para seducir a las mujeres, o el caso de Pasífae, esposa del Rey Minos, que se enamoró de un bellísimo toro blanco, del cual se hizo penetrar disfrazándose de vaca, procreando al Minotauro, ente que tenía cabeza y cola de toro en cuerpo de humano. En la célebre novela que transcurre en un internado militar, La ciudad y los perros, del recientemente fallecido Nobel, Mario Vargas Llosa (1936-2025), aparece una perrita: La malpapeada, abusada sexualmente por los cadetes, especialmente, por uno apodado El Boa.

 

El bestialismo debe ser erradicado de la faz terráquea. No debería ser tolerado bajo ninguna circunstancia, además de ser un comportamiento de suma perversidad e inmoralidad, también coloca en riesgo la salud pública humana y animal. En algunas regiones de Colombia se practica el bestialismo como acto de iniciación sexual para muchachos que intiman con burras, conducta per se repugnante que, debería ser sancionada incluso con fuetazos. Es tan extrema la insania que, hay espacios que funcionan como burdeles con pollinos adiestrados para el sexo con humanos. No se puede tolerar la instrumentalización animal para satisfacer deseos sexuales. Curiosamente son estas regiones las que tienen los mayores índices de cáncer de pene del País. El bestialismo también ha dado lugar a una próspera industria audiovisual en ocultas plataformas digitales.

El bestialismo está prohibido en muchos países del mundo, en otros cuenta con cierta permisividad. En Colombia es un delito tipificado como maltrato animal y un agravante de la pena, pero no es un delito autónomo, en ello falla por defecto la legislación colombiana sobre la protección animal. El bestialismo debería ser un delito autónomo. Se requieren penas severas para el bestialista. La pena debería ser para el que realice el acto sexual, lo promueva, incentive, lucre, comercialice y consuma contenidos bestialistas.

¿Cómo Colombia pretende ser desarrollado cuando hay ciudadanos que toleran el bestialismo valorado como práctica cultural e incluso como motivo de humor? El bestialista es un aberrado que constituye un problema para la sociedad. Quién crea que en materia sexual el fin justifica los medios, está equivocado. Así como se persigue al pederasta, al pedófilo y al violador, debe perseguirse sin cuartel alguno al bestialista. Hacer bromas sobre conductas bestialistas es un despropósito. Para con el bestialista no puede haber contemplación, su vida vale menos que la del animal que abusa.

Por: León SandovalFerreira

La carga espiritual de Colombia

Gobernar un País no es sólo tener un programa de gobierno y ganar unas elecciones, además de saber, hacia dónde dirigirlo con base en un plan de desarrollo en todos los aspectos económicos, sociales y culturales, se requiere también que, los gobernantes tengan claridad en materia espiritual. Los estados modernos son laicos y existe separación entre la Iglesia y el Estado, pero no riñe con el hecho de que, quienes presidan el gobierno acepten la existencia de un ser superior que rige la vida. Los estados cuyos líderes están mal orientados en materia espiritual son por lo general, estados caóticos y fallidos.

El Gobierno de Colombia en materia espiritual es poco menos que un esperpento, por ello al País le va cómo le va, no sólo en materia de seguridad y económica, también en lo deportivo, cultural y social. Quienes dirigen un Estado deberían entender que en materia de espiritualidad hay energías que benefician y hay otras oscuras que producen ruina. Cuando el demonio reposa en el corazón de los dirigentes difícilmente se articularán bendiciones en la vida pública del Estado; hace un par de años hubo una ministra de cultura que juramentó su cargo por todas las diosas, dioses y por un panteón completo, y he allí el resultado desastroso sobre cómo le fue a Ella y le va a la Cultura colombiana en general, nada que despega, todo un pandemónium. Lo mismo sucedió con el ineficiente Ministerio de la Igualdad, la cacareada Vicepresidencia, y con el Congreso de la Patria, que albergó hasta ritual pagano dentro de sus instalaciones.

 

Que los gobernantes acudan a la brujería y a la hechicería como protección para mantenerse en el poder es algo atávico y hasta cultural. En Latinoamérica hay registros de este tipo de prácticas por parte de sus gobernantes. De hecho, a una primera dama de un país centroamericano le atribuyen la condición de bruja. Los gobernantes colombianos han acudido a la consulta de energías oscuras al igual que sus equipos de trabajo, bajo el argumento reivindicatorio de la ancestralidad. He allí la doble moral, les repudia la sangre del toro en la plaza, pero no la sangre empleada durante el ritual esotérico.

El problema de estas prácticas infieles es la negativa carga espiritual que arrojan sobre el País y sus gentes. Los dirigentes ateos de antiguos países socialistas como la Unión Soviética, Cuba y Corea del Norte negaron la espiritualidad y también lanzaron sobre sus ciudadanos la ruina. No en vano, hace pocos años, el Gobierno ruso por medio de una reforma constitucional volvió a reconocer a la Iglesia Ortodoxa Rusa como la única oficial en dicho Estado. Cuentan que durante la Segunda Guerra Mundial ciudadanos suizos iban a rezar a la frontera con Alemania para que las tropas Nazis no traspasaren la frontera, éstas nunca lo hicieron.

Los líderes del Gobierno colombiano gozan de una espiritualidad controversial, más cercana a la oscuridad acompasada con un activismo antisionista. Dedican sus esfuerzos para declarar guerra a Israel, el pueblo elegido de D-os, como si fuera poco, le defenestran. Hecho per se, implica serias consecuencias negativas para Colombia, no sólo en asuntos diplomáticos y económicos, también espirituales. Como si fuese algo diabólicamente planeado, tal toxicidad espiritual va de la mano con las asiduas visitas de Estado a Haití, país reconocido ampliamente por las prácticas espirituales de sus ciudadanos, que han arrojado miseria y oscuridad generalizada.

Colombia debe sanar y doblar rodilla luego de tanto despropósito. Resulta imperativo restaurar relaciones con Israel, otrosí de unirse en rezo y, acordarse de su Hacedor, que no fue ningún Bolívar o Santander. El Eterno bendiga a Israel y de paso a Colombia y Sudamérica toda. Los países son el reflejo de la espiritualidad de sus habitantes.

León SandovalFerreira

Daños colaterales

La frase daños colaterales es una expresión tomada del lenguaje de la guerra. Refiere a las consecuencias negativas ocasionadas luego de un ataque sobre personas y cosas que no eran el objetivo militar. Son los daños no intencionados que se provocan sobre personas y bienes que no eran propósito del ataque legítimo, pero debido a circunstancias ajenas al deseo de la fuerza de ataque, terminan siendo afectadas de manera irreparable. Esta expresión propia del derecho internacional humanitario, conocido también como el derecho de la guerra (el conjunto de reglas que deben aplicar los combatientes) bien puede ser empleada en otros escenarios que no conservan relación directa con la guerra.

En el panorama colombiano existen dos casos recientes de daños colaterales. El primero acontecido el 08 de junio del año 2023, ese día, el patrullero Jhon Freddy Rodríguez, miembro del valiente y extinto ESMAD fue agredido por vándalos avenidos en terroristas con un elemento detonante en la Universidad Nacional de Colombia, atentado que le provocó serios daños neuronales. El patrullero que cumplía con su deber de proteger a la comunidad estudiantil quedó en estado vegetativo, situación que hoy también agobia como daño colateral a los padres del joven patrullero, que deben atender la precaria condición vital de su hijo, ocasionada por unos insanos mentales que consideraron que detonar bombas contra policiales era la mejor forma de protesta y de cambiar el País.

 

El segundo caso, ocurrió el pasado 07 de junio de 2025, cuando un adolescente en su condición de sicario a sueldo, decidió atentar contra la vida de otro joven servidor público y precandidato presidencial, el senador Miguel Uribe Turbay, quien recibió tres disparos de arma de fuego, y hoy se debate entre la vida y la muerte. Son víctimas también, la esposa e hijos del senador, quienes deben cargar con la pena y el dolor de ver a su ser querido en precaria condición. Al igual, de quienes atentaron contra la vida del patrullero Rodríguez, el sicario que atentó contra el senador Uribe, es otro joven insano mental que, en lugar de una bomba artesanal, decidió disparar a mansalva y sin consideración alguna, una pistola Glock.  

Estos dos casos de insania tienen a jóvenes como víctimas y victimarios, cuyos daños colaterales recaen sobre la familia: Padres, esposas, hijos, hermanos, tíos, sobrinos son también víctimas de unos miserables que decidieron arrojar bombas y balas. En últimas, para la víctima directa su vida entra en riesgo y puede terminar, pero las vidas de sus seres queridos quedarán fracturadas para siempre, no sólo por el dolor propio, también por el estrés del cuidador, el impacto económico del daño a la salud y la expectativa incierta de una justicia coja y tuerta que quizás nunca llegará.

¿Qué pasa por la cabeza de un joven terrorista que avienta bombas hechizas y la del que detona un arma sobre la cabeza de otro ser humano? ¡Ha de ser mierda la que reemplaza sus neuronas!  Nunca se tomaron tiempo para pensar que sus insanos actos no sólo truncarían un proyecto de vida personal, también dañarían colateralmente a un grupo familiar, y de paso, provocarían zozobra social. En el mismo sentido ¿Qué pasa por la cabeza de quienes salen a defender e incluso a justificar a los jóvenes que cometen actos de terrorismo y sicariales?

El joven delincuente no merece consideración especial por parte de la justicia, menos pueden ser tratados como víctimas; son victimarios que provocan dolor, sangre y sufrimiento. Nadie tiene derecho de trasladar su carga y su propio dolor a otro. El agresor es agresor independiente de su edad. El sistema judicial para menores infractores fue diseñado para tratar al victimario como víctima, es una oda a la impunidad, los bandidos bien lo saben y obtienen colateral provecho.

León SandovalFerreira

El Indigno

Esta historia medieval tuvo ocurrencia en el Electorado de Baviera, bajo Maximiliano I, en tiempos del Sacro Imperio Romano. Los pobladores de una comarca, cansados de los señores de siempre, decidieron hacer una elección en la que resultó electo como Señor comarcal, un agitador popular que además de orate, era sinuoso, entelerido y enclenque; los pobladores creyeron que por tener esas características morales vendrían verdaderos cambios, justicia social y la paz con las comarcas vecinas.

El nuevo Señor de la Comarca era locuaz, divagaba entre lo humano y lo divino, prometió hacer carreteable el río que la bordeaba, ofreció ayuda a los siervos de la gleba, para ello endeudó la comarca con empréstitos que solicitaba al mismísimo Maximiliano I, los que por supuesto, no pudo pagar. El nuevo Señor era lego en manejos del fisco. Jamás un orate ha sido buen administrador. Sólo sabía gastar y derrochar, además de llevar una vida licenciosa. Uno de sus asesores le dijo que si quería pasar a la historia debía buscar la paz con las comarcas vecinas, para ello, empezara por perdonar a los condenados a muerte, que eso le daría muy buenos réditos entre el vulgo.

 

Una mañana de primavera en plena sobredosis de absenta, el nuevo Señor dispuso una verbena en la plaza de la aduana comarcal; ordenó que sacarán del calabozo a los más peligrosos delincuentes condenados a pena de muerte, allí el Verdugo llevo a Douglas, célebre por secuestrar a los ricos bávaros, Thomas, famoso por asaltar los caudales públicos, Schlucht, recordado por armar revueltas contra el Príncipe Elector, Sackleinen, estafador, Albert, subversivo, Krippe, homicida a sueldo, Johannes, abusador de siervos feudales y Der Tiger que hacía todo lo anterior y más. Ese día, el nuevo Señor, pronunció: “Heme aquí rodeado de estos buenos señores en rehabilitación con quienes haré la paz y les concederé el perdón. Que viva el amor copernicano. Baviera el ombligo del mundo”

La comunidad estaba atónita, no podía creer lo que sus miserables ojos veían y sus oídos oían, no sabía si era el exceso de absenta o un mal chiste de aquel entelerido gobernante. Murmuraban, cómo un hombre que repudió a su esposa por otros hombres y no supo educar a sus retoños, puede hablar de paz y perdón, empero no halla tranquilidad en sí mismo menos podrá hilvanar una clara idea tras otra. Entre tanto, el nuevo Señor, hinchado de orgullo (en el fondo era absenta), con un ego sobre el cual solía treparse que, de haberse caído, seguramente se hubiera desnucando, vociferaba sandeces. Bien sabía en el fondo, que no perseguía el bienestar de la comarca, ni acabar la guerra. Buscaba alianzas claves con criminales y forajidos para tener el control del territorio, hacer contrapeso a las tropas de Maximiliano I, y de esta manera, lograr la sumisión de sus electores y la intimidación de sus opositores.

El nuevo Señor hubo demostrado que era indigno no sólo para el cargo, también para ser humano. El Verdugo veía como la justicia se escapaba, entre los criminales estaba el homicida de su padre, que ahora gozaba del amparo del nuevo Señor. Mientras tanto, Maximiliano I, el gran elector de Baviera, fue enterado sobre el pelmazo que gobernaba en su territorio y envió a sus emisarios para deponerlo por indignidad, lo que finalmente logró con el apoyo de la totalidad de los aldeanos que, arrepentidos no soportaban más a tan ruin gobierno.

La moraleja de este cuento medieval, estriba en que el pueblo ignorante elige ignorantes, quien elige a un indigno se hace indigno. Jamás habrá fortaleza en un enclenque, ni verdades de un mitómano, ésto le costaría muchos años de pena y dolor al pueblo bávaro. En suma, si quieres la paz, sé digno de ella, prepárate primero para la guerra.

León SandovalFerreira

Las ventanas rotas

Bucaramanga se encuentra en desorden generalizado, ornato, movilidad y lo social fallidos, y por supuesto, en materia de seguridad ciudadana, un desastre. La delincuencia campea descaradamente y manda en las calles. Las cifras del último año son contundentes: 180 homicidios, 2.435 casos de violencia intrafamiliar, 9.015 hurtos callejeros, 412 hurtos residenciales, 853 hurtos a comerciantes y 465 delitos sexuales denunciados.  Las redes sociales a menudo exhiben imágenes de violencia contra todo tipo de personas. Los hampones deambulan frente a la mirada permisiva de las autoridades y la paciencia franciscana de los ciudadanos. Los días dominicales y festivos son los más inseguros porque la delincuencia se toma las calles impunemente, mientras los indigentes las hacen un muladar.

Aquí es donde la teoría de las ventanas rotas tiene cabida. Esta teoría postula que, cuando una ventana de una casa está rota, por mínimo que sea el daño debe repararse inmediatamente, porque de no hacerse, se producirá un efecto cascada donde los daños incrementarán hasta llegar al deterioro y ruina de la casa. Lo que se desatiende terminará por corromperse, esto es lo que sucedió con Bucaramanga; durante los últimos veinte años empezó un proceso paulatino de descomposición social y abandono del ornato público, la ciudad se afeó y los índices de criminalidad se elevaron. Bucaramanga dejó de ser la Ciudad de los Parques, la Ciudad más Cordial y la Ciudad más Bonita de Colombia para asemejarse a la Ciudad Gótica de D.C. Comics.

 

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada con éxito por Rudolph Giuliani (1944), alcalde de Nueva York, EE.UU, de 1994 al 2001, por algunos, considerado su mejor alcalde. Giuliani recibió la ciudad con altísimos índices de criminalidad y logró reducirlos. Al final de su mandato, cambió la percepción sobre la seguridad ciudadana, no obstante ser el alcalde que debió sortear los atentados terroristas contra las Torres Gemelas del 9/11. La Administración Giuliani redujo la criminalidad aún por encima de la media total de los Estados Unidos, verbo y gracia, los delitos violentos disminuyeron en un 56% frente a un 28% nacional, y los delitos contra la propiedad privada redujeron en un 65% frente a un 26% nacional, cifras que evidencian logros y una mejora en la calidad de vida de los neoyorquinos.

En el marco de la aplicación de la teoría de las ventanas rotas por parte de Giuliani, destacan medidas como la mano dura que posó con severidad sobre la comisión de delitos menores, y cero tolerancia hacia la indigencia, la mendicidad, el vandalismo callejero, el grafitísmo, las basuras, el consumo de drogas en las calles. La alcaldía de Giuliani demostró que al incrementar los arrestos por delitos menores en un 70%, disminuyó simultáneamente la comisión de delitos graves. En su administración aumentó también el pie de fuerza policial y los sistemas de vigilancia, además de promover políticas para el crecimiento económico de la Ciudad.

La indigencia, la mendicidad y el vandalismo son la cuota inicial para el auge de la criminalidad. En Bucaramanga existe absoluta tolerancia para el indigente, el vándalo y delincuente menor que forman parte del paisaje habitual bumangués, al punto que, se ha llegado al extremo de que al atracador se le reprocha el atraco y de paso, se le agradece por no apuñalar a la víctima. Ojalá los alcaldes bumangueses acostumbrados al apoyo electoral en grupos que, con sus trabajos rayan el margen de la legalidad, por ejemplo, mototaxistas e invasores del espacio público, se amarrasen los pantalones; en lugar de hacerse los pingos con “la paloterapia” cuando la comunidad detiene a algún delincuente en flagrancia, aplicaran la teoría de las ventanas rotas en la ley. Entonces, posiblemente, Bucaramanga volverá a ser segura, la más bonita y la más cordial de Colombia ¿Es mucho pedir?

León SandovalFerreira

La ideologización en los colegios públicos

La educación es un derecho, pero más que un derecho es un deber. La educación es la base de todo proceso social, sin adecuada y correcta educación las sociedades fracasan. Se debe educar para la formación de carácter, disciplina, criterio e independencia. La formación marca el devenir del individuo y de las sociedades. Países con altos niveles educativos están indefectiblemente sujetos a prosperar con ciudadanos exitosos. Para el caso colombiano, el País ha aumentado significativamente la cobertura educativa, no obstante, la formación que se imparte a niños, niñas y adolescentes desde las instituciones públicas es preocupante por la altísima carga ideológica con la que está contaminada.

La educación pública colombiana en los niveles básicos y de segundaria no es la mejor, muchas veces la planta física de los planteles es paupérrima, no cuentan con materiales pedagógicos adecuados, el programa de alimentación escolar no cumple con los requerimientos nutricionales adecuados y los docentes en algunos casos, no son los más competentes, pese a los ingentes esfuerzos del Gobierno por beneficiarlos con planes de formación a nivel de maestría y doctorado. Aunado a lo anterior, preocupa particularmente, la ideologización a la que están expuestos los menores por parte de algunos profesores que terminan por pervertir sus mentes. Para nadie es un secreto que la educación pública está en manos de un fuerte sector que hacen de la cátedra educativa una tribuna para impartir mensajes que rayan a veces con el odio y el resentimiento social. Docentes que en pleno Siglo XXI aún hablan de lucha de clases y desvirtúan la función de la familia en la sociedad.

 

Algunos docentes hacen de la educación una de las herramientas de la batalla cultural, propagada por intelectuales como el italiano Antonio Gramsci (1891-1937) y el francés Louis Althusser (1918-1990) quienes vaticinaron que el triunfo del comunismo se daría mediante la batalla cultural a largo plazo y no por la lucha de clases. La educación se utiliza como aparato ideológico del Estado. En tanto, el Estado detente la educación, habrá altas posibilidades de ideologización. Aspectos que en los últimos tiempos son cada vez más evidentes, instituciones educativas con nombres de anarquistas y revolucionarios.

Experimentos educativos como los de Fidel Castro (1926-2016) en Cuba, Hugo Chávez (1954-2013) en Venezuela y Evo Morales (1959) en Bolivia para el caso hispanoamericano, que cambiaron las tradicionales planas escolares de “Mi mamá me mima” por las de “Viva el socialismo del Siglo XXI”, han producido nuevas generaciones de ciudadanos resentidos y mentalmente adiestrados; terminan instrumentalizados para la mal llamada “Protesta social” que a veces raya con la violencia. Es urgente revisar las nuevas narrativas en el modelo educativo. La libertad de cátedra no es una patente de corso para convertir el arte de la enseñanza en un instrumento ideológico. No debería ser socialmente aceptado expresiones como brindar subsidios a jóvenes para que no delincan. Pagar por portarse bien es inmoral ¿Dónde queda el imperativo categórico kantiano? La escuela pública menos forma y educa, más adoctrina.

Vale la pena considerar planteles educativos concesionados a organizaciones privadas probas y con mucha experiencia pedagógica y administrativa, se debería volver a enseñar religión en los colegios públicos para que los valores judeocristianos sean retomados en la sociedad. Igualmente, no cualquiera debería ser docente. Enseñar es un arte que exige vocación, decencia y honestidad. Las escuelas y colegios públicos no pueden ser tribunas para quienes infestan de odio y desidia las mentes infantiles. Basta ya de la interrupción del servicio público educativo de niños, niñas y adolescentes por cuenta de los activistas disfrazados de docentes.

León SandovalFerreira

Los nuevos valores

La sociedad actual es una sociedad de antivalores, o quizás de nuevos valores que riñen con los valores de antaño. Los valores de pasado están fuera de contexto, per se resultan inconvenientes. Se encienden luminarias al mejor postor, se admira al bellaco, al contumaz y al tramposo, lo importante es escalar sin importar a costa de qué o de quién. Hay quienes desafían las leyes de la gravedad y caen de para arriba, otros dirán, caen parados. La justicia se convirtió en rey de burlas, todo se justifica y encuentra sentido a punta de “nuevas narrativas”, acepción con la que se justifican falsedades que quieren convertir en verdades.

Son tiempos en los que la disciplina, el esfuerzo, el trabajo, el mérito, el celo, el coraje, la fuerza, el rigor, la sabiduría pasan a segundo plano porque se impone la narrativa propia, la que cada quien desee construir. No hay unas cuántas éticas, hay una ética para cada quien. El relativismo moral prevalece, todo es aceptado y tolerado, bajo argumentos falaces apoyados en la libertad avenida en libertinaje y el progreso distorsionado en progresismo. Deben revaluarse la cadena de valores vigente que tiene eslabones que antes de ser rutilantes son cieno. Existe una elasticidad ética, si el término aplica. Todo se vale, todo se puede, todo es permitido; no hay problema con el hecho de que los líderes profesen valores que distan mucho del ideal griego clásico de la virtud. Esta última escasea.

 

Se le rinde culto a la inconstancia, al fanatismo, a la blandura, a la debilidad, al lloriqueo y a la falta de carácter. Bien lo sentenció un célebre premio Nobel “Sólo los idiotas no cambian de parecer”. Todo es válido. El triunfo no importa, porque todos son ganadores, organizan eventos atléticos con medallas para todos, olvidaron que después del primero todos son perdedores. La ética imperante: Todos tienen derecho a todo, así no tengan mérito para ello, por eso hoy duele más la muerte del delincuente que la del policía. En las escuelas nadie reprueba porque todos tienen que aprobar, el problema no es del alumno, es del docente que no logra que el desjuiciado aprenda. “Lo que Natura no presta, Salamanca no da” no opera en estos tiempos.  De allí que la mediocridad se haya enquistado y se ataque al sobresaliente. La meritocracia es mera retórica. El más bulloso, el más llorón, el que se victimiza, ganan.

Se confunde lo masculino con lo femenino, los muchachos de las nuevas generaciones son feminizados, mientras muchas jóvenes se virilizan. El vigor físico y mental no son relevantes, porque ser débil y flojo es virtud. Abundan los veinteañeros mantenidos por su parentela que no lavan un plato en casa, que jamás recibieron un fuetazo porque eso iba en contra de su dignidad ¿Qué de bueno le espera al mundo con jóvenes cuyo sentido de la vida es el placer de estar echados en un sillón pegados a un videojuego?

Razón tenía quien dijo que los tiempos difíciles crea hombres duros, y los tiempos fáciles crean hombres débiles. Hablar con propiedad, con firmeza, decir la verdad resultan lesivos y sin empatía. Los profesores se volvieron recreacionistas que no pueden exigir a sus estudiantes porque los trauman. Una sociedad con tanta gente débil no podrá jamás prosperar. Hay muchachos que duermen hasta las 10 u 11 de la mañana y se despiertan a pedir desayuno para seguir con la siesta. Así es imposible creer en un futuro mejor. Las mejores generaciones sin lugar a duda, fueron las de los nacidos en las tres cuartas partes del siglo XX. Quizás son las mejores de la historia con todo y guerras permanentes. El temor al Eterno desapareció, cada quien puede tener su D-os porque todos son bienvenidos bajo las consignas de la nueva era y del odio colectivo hacia la religión. La vida no es un video juego que pueden instalar y desinstalar.

León SandovalFerreira

Moteros y caos

Hay columnas que resultan impopulares, esta es una de ellas. Las verdades incómodas deben ser escritas y publicadas por más fastidiosas que resultaren. No siempre las mayorías tienen la razón, las mayorías suelen equivocarse. El juego de la democracia exige mayorías, demostrado está hasta la saciedad que, lo popular no siempre es lo correcto. Vivir en comunidad implica civilidad y habilidades sociales, especialmente cuando se comparten espacios comunes como las vías públicas, cuyos actores son peatones y conductores de todo tipo de vehículos, entre los que destacan las populares motocicletas; asociadas al “concepto” de libertad y la facilidad para desplazarse han decaído en instrumento para atentar contra las normas de civilidad.

La tesis es sencilla, entre todos los actores viales, los motociclistas en su gruesa mayoría avenidos en moteros, no han desarrollado la habilidad para entender las consecuencias de sus actos temerarios sobre dos ruedas y los daños que pueden provocar sobre los demás actores viales. El motociclista promedio hace gala de nula empatía por la seguridad del otro. Es frecuente ver moteros violentando las normas de tránsito, marcha en contravía, invasión de espacios prohibidos, desacato de la luz roja, exceso de velocidad, transporte indebido de personas y cosas, motocicletas sin luces, otras ruidosas, piruetas ilegales y desprecio total por la autoridad vial. Los moteros se convirtieron en mayoría y creen que todo les está justificado. Hay un erróneo concepto al creer que la moto por su asequible precio frente al automóvil, es un vehículo masivo y al alcance de los más “desfavorecidos”, a quienes se les debe tolerar todo, entre ello, bravuconadas sobre dos ruedas.

 

No hay lugar en Colombia que sea ajeno al caos de los moteros. Las motos implican subdesarrollo, son vehículos masivos e invasivos. En Ciudad de Panamá existe la creencia que quien conduce una motocicleta es colombiano o venezolano, no panameño. Los moteros equívocamente creen que todo les está permitido y que las obligaciones son para los otros conductores. Las estadísticas no mienten: En los accidentes viales hay una altísima participación de motocicletas. En la comisión de delitos como atraco y sicariato casi siempre se cuenta con la intervención de una motocicleta. Se ha vuelto también, socialmente aceptadas las “tomas” nocturnas de las ciudades por parte de los moteros, como sucedió recientemente en Cali, donde un “influenciador” convocó a miles de moteros que volvieron un caos la Sultana del Valle. Este tipo de manifestaciones se ha vuelto popular en otras ciudades, los 31 de octubre en Bucaramanga. El motero hace lo que le venga en gana.

El asunto motero se salió del control de las autoridades, impotentes para controlar el uso del casco e implementos de seguridad, la revisión técnico-mecánica, el pago del impuesto vehicular, el SOAT y el respeto por las normas de tránsito.  Los moteros ganaron el pulso; desplazaron al caballo y la bicicleta, se tomaron las vías urbanas, nacionales y rurales. Todo motociclista debería obligatoriamente pagar un seguro de responsabilidad civil adicional al SOAT, debería pagar peajes, debería haber un registro nacional de motos y motociclistas, para obtener la licencia de motociclista debería haber capacitación y exámenes rigurosos en aspectos médicos, psicológicos, técnicos y de habilidades motoras, no cualquiera puede ser motociclista.

El motociclista no debería prevalerse de su velocípedo para poner en riesgo la seguridad ajena. Es hora del llamado al orden con límites fuertes como se hace con los otros conductores y en otros países. La absoluta irresponsabilidad y marginalidad no pueden ser la tabla de toque de los motociclistas. Las autoridades deben imponer la ley. Los vendedores de motos y las academias para motociclistas deben ser solidariamente responsables con tasas al caos que han contribuido a crear. Los moteros se convirtieron en actores políticos que influyen en las elecciones locales con candidatos que buscan más privilegios para este gremio. Poco o nada les importa la seguridad de los demás, si realmente les importará no habría tanto motociclista irresponsable.

León SandovalFerreira