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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Opinión

Del riesgo inmanente al riesgo inminente

La situación del sector energético tiende a gravarse, viene de mal en peor, sin que se vislumbre una solución. El riesgo de un racionamiento en la prestación del servicio de energía sigue latente. Yo distingo el riesgo inmanente del riesgo inminente

En cuanto al primero, al depender de una matriz eléctrica en donde la capacidad instalada hídrica supera el 60%, estamos expuestos a un riesgo de racionamiento cuando nos enfrentamos a una hidrología crítica a causa del fenómeno de El Niño, tanto más en cuanto que de los 24 embalses que le sirven a la hidroeléctricas solo uno de ellos, el de El Peñol, con el que opera Guatapé, tiene una capacidad de regulación que supera el año, el resto de ellos es de solo 4 meses. Este riesgo es tanto mayor dada la circunstancia de que actualmente tenemos un déficit del 1.8% dela Oferta de energía firme (OEF), el cual puede superar el 3% para 2026.

 

En cuanto al riesgo inminente, gravitan sobre el sistema dos factores determinantes del mismo. El primero de ellos es el stress del Sistema de transmisión nacional (STN), debido al déficit de la oferta de energía en firme (OEF) con respecto a la demanda, que crece a un ritmo que duplica el crecimiento de la oferta. De allí que, según la firma XM, que administra el mercado mayorista y opera el STN, en este momento la OEF está en 237.55 KWH y la demanda en 241.89 KWH, esto es tenemos un déficit de -1.8%, el cual será mayor el año entrante, estimándose en -2.5%.

Ello obedece, a su vez, al ostensible atraso en la ejecución de importantes proyectos tanto de generación como de transmisión, empezando por Hidroituango, que ha debido entrar en operación en 2018, pero debido a una contingencia que se presentó de sus 8 unidades, con capacidad de 300 MW de potencia cada una, hasta la fecha solo han entrado 4. Debido también a los 2.400 MW de capacidad de generación de energía eólica que fueron asignados en las subastas entre 2019 y 2021, los primeros parques eólicos a instalarse en La Guajira hasta la fecha a duras penas ha entrado uno de ISAGEN de solo 24 MW, el 10%, equivalente al piloto Jepírache que instaló EPM de Medellín en el Cabo de la vela hace 21 años!

El otro factor que amenaza con un riesgo de racionamiento inminente es la crítica situación financiera que afrontan las empresas comercializadoras de energía, debido fundamentalmente a la deuda de los usuarios por concepto de la Opción tarifaria, cuyo saldo al corte de septiembre de 2025 era del orden de los $2.5 billones, de los cuales el presidente Petro se comprometió en mayo del año pasado a asumir la de los estratos 1, 2 y 3, que representa el 80% de la misma, pero hasta la fecha es una promesa incumplida. 

A ello se viene a sumar la deuda del Gobierno Nacional para cubrir los subsidios al consumo de los estratos1, 2 y 3, que las empresas ya les descontó y el Gobierno debe reintegrarles a ellas. Al corte del mes de agosto dicha deuda ascendía a $2.4 billones. A ello se vienen a sumar deudas con las distribuidoras de gas natural de $760.000 millones y a las de GLP $41.700 millones. Y lo más grave es que en el presupuesto de la actual vigencia solo se apropiaron los recursos para cubrir los subsidios del primer trimestre de este año. 

Es decir que la partida de subsidios para los tres restantes trimestres está desfinanciada. De tal modo que el faltante en el Presupuesto de la actual vigencia asciende a los $3.6 billones, de los cuales $2.7 billones corresponden a energía eléctrica. Entre tanto, para la vigencia de 2026, en el proyecto de Presupuesto para 2026 de $8.9 billones que se van a requerir el aforo es de sólo $7.5 billones.

Esta situación llevó a la intervención por parte de la Superintendencia de Servicios públicos de la empresa Air-e, que le presta el servicio a los departamentos del Atlántico, Magdalena y La Guajira. La razón fue su insolvencia, iliquidez y falta de flujo de la caja, que la llevó a acumular deudas con sus proveedores del orden de $1.9 billones, la cual quedó en suspenso su pago con la intervención y la contraída con posterioridad a esta ya asciende a los $1.7 billones, de los cuales $1.5 billones corresponden a la deuda contraída con las empresas generadoras por la energía que le han despachado. 

Entre tanto, la Superintendencia se ha cruzado de brazos, dice que el Fondo empresarial que administra y que es la fuente de ingresos para solventar a las empresas intervenidas está también insolvente y por ello no le puede girar a Air-e ni un peso.Tal situación llevó a los organismos de control (CGR y PGN) a pronunciarse alertando sobre el riesgo inminente de un apagón financiero de las empresas comercializadoras que puede dar lugar a un efecto dominó que puede conducir a una falla sistémica, que puede llegar a comprometer la prestación del servicio. 

La reticencia del Gobierno en girar lo que adeuda a las empresas comercializadoras y evitar el colapso de la empresa Air-e, a sabiendas del riesgo inminente de un racionamiento, lo lleva a uno a concluir que, imitando la política que tiene al sector salud en la UCI, estamos en presencia de una crisis inducida del sector eléctrico. La Superintendencia, con su inacción se ha convertido en parte del problema.

Amylkar Acosta

Dilema moral

Amarás al prójimo como a ti mismo es mandato de El Eterno y uno de los rezos diarios del Sigur. Base de toda ley, la vida es inviolable, nadie tendría el derecho a matar a su prójimo. Saber quién es el prójimo motiva discusión ¿Todo individuo de la especie humana? ¿El que acata y respeta le ley en común? ¿El correligionario? ¿El semejante? Cuestiones de nunca acabar. El punto de inflexión sobre el prójimo se da cuando, es el prójimo quien no respeta la vida ajena ¿Es moral quitar la vida del que no respeta la ajena? ¿Tenía razón la exprimera ministra israelí, Golda Meir (1898-1979) “No puedes negociar la paz con quien viene a matarte”? Surge un dilema moral.

Ame al prójimo, pero si el prójimo viene a matarle y a arrebatarle bienes ¿Es justificable asesinar al prójimo? y ¿Qué, si ese prójimo es menor de edad? Dilema moral que, en estos días la sociedad colombiana debate. Hace algunos días, terroristas abandonaron una volquetabomba en un centro urbano. Días después, las Fuerzas Militares bombardean una célula subversiva que contaba con menores de edad y pretendía emboscar a 20 soldados, menores que, murieron como consecuencia del contraataque militar.

 

La opinión divide entre quienes, de buena gana, aprueban la muerte de los menores por tratarse de actores armados en un conflicto bélico que, delinquían contra la sociedad; por otra parte, quienes acusan y señalan que se vulneraron las reglas del DIH. Que los menores, presuntamente, fueron reclutados forzosamente, de lo cual no hay certeza. En otras palabras, los menores son utilizados como escudos humanos y salva guarda para que grupos terroristas no sean atacados por las FFMM. Modus operandi muy común entre terroristas, como Boko Haram, Hamas y los de Colombia. Los jueces tendrán la última palabra, no los opinadores.

Entre tanto, una cosa es hacer valoraciones desde la comodidad de un escritorio y otra desde el escenario de los hechos, donde la adrenalina se dispara al 100% y se trata de la vida propia o la vida ajena: La del prójimo perpetrador, no hay punto medio. Reclutar menores de edad para la guerra es un acto vil y repudiable. Existe una constante mas no justificable, desde siempre los menores han participado de conflictos bélicos a lo largo y ancho de la geografía universal. Hoy por hoy, hay conciencia sobre su protección, pero ¿Debería ser un principio absoluto?

La vida de un menor de edad que empuña un arma para arrebatar injustamente la vida de otro, jamás podrá ser más valiosa, gozar de especial preferencia y protección por el simple hecho etario, así la doctrina constitucional se encause en afirmar lo contrario. Gracias a esa interpretación promenor infractor, los delincuentes aprovechan. Utilizan menores para labores sicariales, terroristas y delincuenciales, previendo la impunidad que habrá sobre ellos. Muchos menores obran influenciados por la vida light y el dinero fácil que exhiben los medios. No en vano, el ministro Rodrigo Lara Bonilla (1946-1984) y el senador Miguel Uribe Turbay (1986-2025) fueron asesinados por adolescentes que terminaron “premiados” por el Estado. Recientemente, una niña de 13 años fue violada por seis menores de edad que empuñaban un cuchillo en Mutatá (Antioquia). Definitivamente, existe una moral clasista, si se permite el vocablo, una moral “etárica”.

Nota recomendada: Consejo de Estado deja sin rector a la Universidad Nacional

Injustamente el menor delincuente y el menor asesinado en el intento de arrebatar la vida del semejante, serán las víctimas, prevalece la condición y no el acto. Dolor provoca la muerte del prójimo, y sobre todo para sus deudos. Pero, la minoría de edad en el terrorista no puede ser causal para tratos preferentes. Quien empuña un arma para dañar a otro no puede reclamar beneficios, y quien empuña un arma para defender la vida no puede perderlos. Contra la verdad no hay fuerza que valga.

León Ferreira

Reivindicación de los “tibios”

En su artículo “Sin cruzar la línea” el abogado Archila hace gala de su asertividad para expresar su opinión, presumiendo que estará fuera y en contra del sistema al que pertenece, prioritariamente afín a Trump por ser también prioritariamente en contra de Maduro, y especialmente en contra de Petro (Archila, 2025). Un buen ejemplo de cómo correr el riesgo de ser tachado de “tibio” para intimidarlo y hacerlo regresar a redil, esgrimiendo fuerza argumentativa y contundencia.

En Colombia, “tibio” se volvió insulto. En cualquier discusión pública aparece alguien que exige definiciones absolutas, lealtades inmediatas, fidelidad emocional a un extremo político. Y si uno no grita igual, o no repite el catecismo ideológico del día, es declarado tibio. Y empieza la intimidación (el bullying). Ser tibio, dicen, es no comprometerse. No tener carácter. No jugársela. Esa caricatura ha hecho carrera porque la rabia es más ruidosa que el uso de la inteligencia. Hay que reivindicar a los tibios antes de que los fanáticos les roben hasta el nombre.

 

Lo normal es que la tibieza se asocie con el centro político para intentar tratarlo como una especie en vía de extinción. Pero no necesariamente es solo el centro, por lo que se puede definir de mejor forma como los no polarizados. Los polarizados lo hostigan por tres razones. Primero, porque el centro es ecuánime. No entiende la política como guerra santa ni como rito tribal. No necesita enemigos para vivir ni para sentir pertenencia. Y eso, para el fanático, es provocador: ¿cómo puede existir alguien que no odia lo mismo que él?

Segundo, porque el centro analiza cada situación con la convicción de que la realidad rara vez obedece a las etiquetas que facilitan la vida. Sabe, porque piensa, que casi nada es absolutamente bueno ni absolutamente malo, y que las decisiones públicas requieren distinguir matices, ponderar impactos y revisar alternativas. Esa paciencia intelectual es incomprensible para los devotos de la emocionalidad política, aquellos que no necesitan evaluar nada: ya saben lo que deben creer, ya saben a quién seguir, ya saben quién tiene la culpa de todo. En contraposición, el centro no tiene mesías; por eso molesta.

Y tercero, porque el centro vive rodeado de polarizados que gritan. Agotado por la agresividad cotidiana, aprende a callar. No por miedo, sino por cansancio. Aguantar a los polarizados se volvió una pereza emocional. Defender una idea rodeado de personas que no escuchan, no leen y no dudan, es un ejercicio de desgaste permanente. El silencio del centro no es cobardía: es hartazgo.

Pero hay un malentendido que sí hay que corregir: en este país confundimos a los tibios virtuosos, con los del centro, que piensan, contrastan, leen, evalúan y se toman en serio la responsabilidad de opinar. Pero también están los pusilánimes, esos que no saben de qué hablan, no quieren saber, y terminan tomando partido por quien más ruido haga. El centro reflexivo calla porque está harto de la agresión; el pusilánime calla porque no tiene nada que decir. Uno es moderación consciente. El otro es ignorancia escondida.

Estos últimos, los que se arriman al grito que esté más de moda, son los que han contaminado la palabra “tibio”. Pero no representan al centro. Comparten con los polarizados su renuncia al criterio. Y esa renuncia sí es peligrosa: convierte a ciudadanos a seguidores en rebaños. El fanatismo se alimenta de ese tipo de tibieza: la que no pregunta, la que no cuestiona, la que no sabe por qué cree lo que cree. ¡Qué paradoja! De los pensamientos de Arendt: el mayor mal en el mundo es cometido por personas que eligen no pensar.

Es importante recordar que el centro político no es un promedio entre extremos ni una mezcla aguada de posiciones irreconciliables. No es una suma de pedazos prestados. No parte de suavizar lo que dicen los extremos. El centro es una postura autónoma basada en principios: evidencia, responsabilidad, legalidad, proporcionalidad, ética pública. Su razón de ser no depende de quién gobierne ni de qué ideología esté de moda. Tampoco es el refugio del indeciso: es la casa del que piensa antes de hablar.

Al centro se le exige algo que no se le exige a nadie más: coherencia. Mientras los extremos operan con emociones, lealtades religiosas o identidades de grupo, el centro está obligado a evaluar. Por eso molesta. Por eso incomoda. Por eso recibe ataques simultáneos desde trincheras enemigas entre sí. Ser moderado en un país polarizado requiere más fortaleza que ser polarizado, de extremos: exige carácter para sostener ideas, aunque no generen aplausos en ninguna hinchada.

Reivindicar a los tibios es necesario porque la democracia no prospera en manos de fanáticos. Las sociedades prósperas requieren gente que piense, que se haga preguntas incómodas, que prefiera la complejidad antes que la comodidad de las presuntas certezas absolutas. Y necesitan ciudadanos capaces de decirle “no” a los mesías, a todos los mesías, incluso cuando creen tener buenas intenciones.

Los verdaderos tibios no son los que evaden el debate. Son los que se niegan a entregar su criterio a una tribu, a hipotecar su intelecto a un caudillo. Los que saben que la prudencia también es una forma de valentía. Los que resisten la obligación de odiar para pertenecer. Los que saben que defender la ley, la duda razonable y la evidencia es más duro, y más digno, que levantar la voz para encajar y ser reconocido en una barra brava moral.

No importa si siguen tratando de estigmatizar con “tibio” a quienes no son militantes polarizados de los extremos. A veces las mejores causas empiezan recuperando las palabras que otros usan para insultar. En un país lleno de gritos y vergüenzas, es una gran cosa poder elegir el lado de quienes todavía tienen pensamiento crítico, hacen análisis y toman decisiones informadas usando su propio intelecto.

Rafael Fonseca Zarate

«Ya no aguanto más ir a la oficina»: El grito silencioso que una nueva ley busca escuchar

María aprieta el teléfono. Son las 10:03 PM y hay un nuevo mensaje. No es de un grupo de trabajo, es de él.  Su jefe. La cuarta vez esta semana. «Otra vez trabajando tan tarde, preciosa? Qué ganas de hacerte compañía…». Un escalofrío le recorre la espalda. Recuerda su mano «accidental» en su cintura en la cocina de la oficina, los «cumpleaños sorpresa» donde siempre la busca para bailar muy cerca, las preguntas sobre su vida sentimental en cada reunión uno a uno.

Antes, María amaba su trabajo. Era buena en lo que hacía. Pero ahora, cada mañana es una batalla contra las náuseas. Abre la puerta de la oficina y su cuerpo se tensa. Su mente, en lugar de enfocarse en sus proyectos, está siempre en alerta: ¿Dónde estáél? ¿Me va a tocar el hombro otra vez? ¿Qué comentario hará hoy?

 

Se siente atrapada en una red invisible. «Si me quejo, no me van a creer. Es el director favorito, tiene años aquí. Dirán que lo malinterpreto, que soy una exagerada, que ‘así es él’.» El miedo a que la señalen, a que la llamen «problemática» y, el más grande de todos, a que la despiden, la mantiene en silencio. Su productividad ha caído, duerme mal y ya no reconoce a la persona temerosa en la que se ha convertido. «¿A dónde puedo acudir?», se pregunta, sintiendo que la desesperación le cierra la garganta.

Un Cambio de Juego: La Ley Que Dice «Basta»

La historia de María, tristemente común, ya no tiene por qué terminar en un rincón oscuro de resignación o en la salida forzada de un talento valioso. Desde junio de 2024, Colombia cuenta con la Ley 2365, una herramienta poderosa que transforma el «no sabía a quién acudir» en un «sé que mi empresa está obligada a protegerme».

Esta ley no es solo un documento; es un mensaje claro: el acoso sexual en el trabajo es inaceptable y las organizaciones son las primeras responsables de erradicarlo.

¿Cómo hubiera cambiado la historia de María con esta ley?

Imaginemos que la empresa de María ya tiene implementada la Ley 2365.

1.  El muro del silencio se rompe: al ingresar, María habría recibido claramente la política contra el acoso sexual. Sabría, sin lugar a dudas, que lo que vive es acoso sexual y que la compañía lo prohíbe. Ya no se sentiría confundida ni sola.

2.  La ruta es clara y confidencial: en lugar de tragarse su angustia, María conocería un canal seguro y confidencial para reportar lo que sucede. Podría hacerlo de forma verbal, escrita o digital, sabiendo que su identidad será protegida.

3.  Protección Inmediata, no palabras vacías: al presentar su queja, María podría solicitar medidas de protección inmediatas. La ley obliga a su empleador a actuar en menos de 5 días. Podría ser trasladada de área, cambiar a teletrabajo o, lo más importante, garantizar que no tenga que interactuar con su acosador mientras se investiga. Su bienestar sería la prioridad.

4.  El Poder ya no es de la persona acosadora: la ley establece que si María es despedida dentro de los seis meses siguientes a su queja, se presume que es una retaliación y es nulo. Este escudo legal le devuelve el poder a la víctima y le quita el arma principal al agresor: el miedo a perder el sustento.

Más Que una Obligación: La Prevención Como Camino

La verdadera transformación no comienza cuando se presenta una queja, sino mucho antes. La Ley 2365 entiende esto y por eso impulsa la promoción de la convivencia y el buen trato como pilares fundamentales.

Las empresas que realmente quieren cambiar su cultura organizacional deben implementar:

  • Formación continua y constante en equidad de género, respeto y límites en el entorno laboral.
  • Inducciones robustas donde desde el día uno los nuevos colaboradores comprendan qué es el acoso sexual y los canales para reportarlo.
  • Reinducción periódica del personal para reforzar los protocolos y desnormalizar conductas que, aunque estén arraigadas, son inaceptables.

Estas acciones no son un gasto, sino una inversión en un ambiente donde la confianza y el respeto sean la norma, no la excepción. Se trata de construir organizaciones donde las relaciones se basen en la dignidad y donde el talento pueda florecer sin amenazas.

La Oportunidad de Ser el Cambio

Implementar la Ley 2365 no es solo un trámite legal para las empresas. Es una oportunidad profunda para:

  • Demostrar con hechos que su gente es lo primero. quien se siente seguro en su trabajo es una persona comprometida, leal y productiva.
  • Atraer y fidelizar al mejor talento que hoy  busca entornos éticos y saludables.
  • Cimentar una cultura de respeto donde la dignidad de cada persona no es negociable.

La ley proporciona el marco, pero la verdadera transformación la construyen las organizaciones que eligen ser el lugar donde una persona, en lugar de apretar el teléfono con desesperación, pueda levantar la voz con la certeza de que será escuchada, protegida y respetada.

El mensaje ya no es un secreto a voces en los pasillos. Ahora es ley: En el trabajo de Colombia, el acoso sexual no tiene cabida.

Cristina Plata Pérez

Directora de innovación y Socia de EQUILATERA

Futuro agrícola

En tiempos de crisis global de suministros, Colombia posee una ventaja estructural para crear riqueza: tierra fértil. Con más de 114 millones de hectáreas, 38 millones son aptas para la agricultura y apenas 7 millones están cultivadas, una brecha productiva del 80 % frente al potencial. Eso equivale a un potencial agrícola de escala continental sin necesidad de deforestación. No se trata de una afirmación retórica. Según la FAO, Colombia podría alimentar hasta 500 millones de personas si aprovechara plenamente su territorio cultivable. La oportunidad es oro, pero se está desaprovechando.

En un contexto en el que el mundo perderá un 20 % de suelo fértil por desertificación hacia 2050, la posibilidad de obtener dos cosechas anuales y el acceso simultáneo a ambos océanos, convierte al país en uno de los diez territorios más estratégicos para la seguridad alimentaria global. Sin embargo, el rezago es evidente: se habla mucho, pero se avanza poco.

 

El agro colombiano apenas aporta 6,8 % del PIB con solo US $10.000 millones anuales en exportaciones, menos que el café brasileño por sí solo. La productividad por hectárea es tres veces menor que el promedio chileno, hasta cinco veces inferior al de México en el caso de las hortalizas. En 2024, el crédito agropecuario representó apenas 6 % de la cartera bancaria nacional, mientras que en Brasil supera el 35 %. La infraestructura constituye un cuello de botella: transportar una tonelada de maíz del Meta a Buenaventura cuesta US $80, mientras que desde Kansas al puerto de Houston cuesta US $20.

Aun así, el país tiene un activo inigualable: agua. Colombia posee el sexto mayor potencial hídrico del planeta y el primero per cápita en América Latina. La agricultura del siglo XXI será hidroeconómica. No se trata solo de sembrar, sino de gestionar el recurso hídrico con inteligencia e integrar riego, sensores, energía solar y biotecnología. Lo agrícola será, inevitablemente, tecnología aplicada a la tierra.

El valor global de la agrotecnología crecerá de US $22.000 millones en 2022 a más de US $80.000 millones en 2030. Colombia puede capturar parte de esa ola si desarrolla una estrategia público-privada de innovación rural. Hoy, el país tiene una ventana geopolítica única: la crisis alimentaria venezolana, el desplazamiento del maíz estadounidense por biocombustibles y el interés europeo por proveedores sostenibles. Todo ello revaloriza la altillanura, el Cesar y la Orinoquia.

Pero la oportunidad exige un nuevo modelo. Es necesario pasar de una economía de subsistencia a una economía agroindustrial exportadora, integrando crédito logística y tecnificación dentro de un nuevo pacto de propiedad rural. Según Fedesarrollo, una política de reconversión de 5 millones de hectáreas podría aumentar el PIB en 2,2 puntos y reducir la pobreza rural en un 25 %. El impacto fiscal sería superior al de cualquier reforma tributaria reciente.

La agricultura, entonces, no es nostalgia: es estrategia de poder. Si Colombia decide tratar su suelo como un activo soberano, podrá construir su futuro económico con raíces, no con discursos. En un mundo que volverá a pelear por el agua y la comida, la nación que entienda que su mayor riqueza está bajo sus pies será la que prospere. Colombia no necesita descubrir el petróleo del siglo XXI: ya lo tiene sembrado.

Simón Gaviria

Una tierra en disputa 5: Israel Y Palestina… ¿Qué dice la historia?

Con la llegada del islam a Jerusalén, liderado por Umar Ibn al- Jattab, quien fue el segundo califa después de la muerte de Mahoma y quien conquistó la ciudad y sus áreas circundantes, se escribió una nueva página en la historia del pueblo judío.

Los musulmanes introdujeron profundos cambios, no solo en el territorio que comprendía a Jerusalén, sino también en toda la región; uno de los cambios más significativos fue la construcción de templos islámicos, los cuales remplazarían el antiguo templo judío.

 

Nota recomendada: Una tierra en disputa 4: ¿Israel y Palestina… que dice la historia?

La primera construcción fue la llamada “cúpula de la roca”, la cual fue erigida por Abd al -Malik. Este edificio evoca uno de los lugares más importantes en la tradición musulmana.  como segunda intervención, también se construyó la mezquita de Al-Aqsa; estas dos construcciones convirtieron a Jerusalén en la tercera más importante de las ciudades santas de esta nueva cultura, que ahora dominaba lo que falsamente se conocía como Palestina.

Como podemos observar, la llegada del islam representó la continuidad del nombre impuesto a las tierras de Israel por el imperio romano; afianzando no solo la imposición de la idea de extirpar cualquier indicio de la cultura judía, sino también sobreponiendo nuevas costumbres, la cuales confabulaban con el exitoso plan que se ejecutaba.

Pero un nuevo capítulo estaba a punto de escribirse, las guerras cruzadas llegaron, y con ella, un capítulo más de violencia, sangre y muerte sobre estas tierras. En 1099 las fuerzas cruzadas europeas conquistaron Jerusalén, arrebatándosela al pueblo musulmán, bautizándola como el “Reino latino de Jerusalén”, el cual duraría más de 2 siglos; lo curioso de esta etapa de la historia es que lejos de que por medio de las cruzadas, las cuales tenían un gran componente religioso, se buscara recomponer la injusticia manifiesta sobre el pueblo original, estos continuaron llamando toda la región con el nombre impuesto por los romanos.

Así que para ellos, los nuevos dueños de la tierra que ya habían conquistado, palestina era la tierra santa; palestina y no Israel. Era palestina el centro de todo en lo que creían y defendían, de esto da fe uno de los cronistas de la época: Guillermo de Tiro, el cual en varias de sus crónicas, relata los hechos ocurridos y en ellos describe lo sanguinario de la conquista y las muchas vidas que se perdieron en las batallas acaecidas.

Tiempo después aparecieron los musulmanes kurdos, con uno de sus importante exponentes: el Sultán Saladino, quien tenía como tarea hacer del medio oriente una sola nación, un solo pueblo. Este pues, logró reconquistar las tierras de Israel llamadas palestina; la batalla se conoce con el nombre de los “cuernos de Hattin” en ella se logra arrebatar el control de la región a los cruzados y devolverles el mismo a los musulmanes; no queriendo decir con esto que no continuaron los intentos de los cruzados por conquistarla de nuevo.

Para este momento la tierra de Israel, llamada palestina, se había convertido en una región que se caracterizaba a nivel mundial por su cultura y tradición religiosa; desde luego, destacándose la cultura islámica sobre todas las demás existentes en el pasado. Para los judíos, esta tierra representaba una promesa, la cual en un tiempo se había cumplido y que tenían la tarea de retomarla; para otros era la tierra en donde se había evidenciado el nacimiento, vida, muerte y resurrección de su líder, y para los terceros era la tierra en donde se había realizado una de las hazañas mas significativa para su cultura.

Puede leer también: Una tierra en disputa 3: ¿Israel y palestina… que dice la historia?

Los primeros desde luego fueron los pertenecientes al pueblo de Israel, los segundos eran los cristianos representados en los cruzados y los terceros desde luego eran los musulmanes.

Para el escritor y profesor de historia de la Universidad de Pensilvania, en su obra “la historia perdida del cristianismo” esta tierra se convirtió en la batalla internacional de las grandes religiones del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islam.

Ya en los años de 1500 el imperio Otomano, bajo el liderazgo del sultán Selim I, conquistó lo que en ese entonces se llamaba palestina, la cual ya venía siendo dominada por otra facción del mismo imperio. La conquista de Selim I representó un extenso período de dominio por este imperio, el cual también controlaba las tierras de Siria, Egipto, además de otras, las cuales hacían parte del extenso territorio que dominaban.

Fue así pues, como los turcos tomaron el control y con ellos, la administración de este vasto territorio, convirtiéndolos en una potencia que dominaba el mundo conocido hasta ese momento.

Para poder ejercer un mejor control, los turcos (los mismos Otomanos) dividieron la región en distritos y la hicieron parte de una gran provincia llamada Levante.  Todo el centro de poder estaba situado en Damasco y Estambul. Es importante observar que durante este tiempo y gracias al abandono que durante gran parte de su dominio ejerció el imperio, pronto esta tierra cayó en una pobreza generalizada y su principal actividad económica la cual fue la agricultura languideció.

Escritores como Samuel Langhorne Clemens la describió como una región en ruinas, en su libro los inocentes en el extranjero, describió la desolación en la que se encontraba para ese entonces la muy codiciada tierra de Israel, llamada palestina.

No obstante la diáspora judía, en ciudades como: Hebrón, Safed, Tiberíades y Jerusalén, quedaban pequeños reductos, que daban cuenta de la historia arrebatada, y de la forma como sus originarios dueños, se resistían al exterminio y la finalización de un plan macabro que buscaba insistentemente de eliminarlos de la historia.

Jefferson Mena

COP30: Finanzas Climáticas – De las promesas al mutirão

En 2023, escribí sobre la COP28 preguntándome si estas conferencias eran realmente eficaces contra el cambio climático. Concluí entonces que las COP son instancias políticas positivas y fundamentales, pero que su verdadera eficacia dependía de las acciones concretas que las respaldaran. Hoy, en medio de la COP30 en Belém, Brasil, esa pregunta cobra una urgencia renovada, especialmente cuando hablamos de finanzas climáticas: uno de los eslabones crítico entre la ambición climática y la implementación real.

Los números son contundentes. Según el Reporte de Brecha de Adaptación 2025 de United Nations Environment Program , los países en desarrollo necesitan entre 284 y 339 mil millones de dólares anuales solo para adaptación climática. Sin embargo, en 2023, los flujos internacionales de financiamiento público alcanzaron apenas 26 mil millones de dólares, una cifra que incluso disminuyó respecto a los 28 mil millones del año anterior. Estamos hablando de una brecha que es 12 a 14 veces mayor que los flujos actuales.

 

En Belém, hay señales de que finalmente estamos reconociendo la magnitud del problema. La COP29 estableció una nueva meta colectiva cuantificada (NCQG) que llama a escalar el financiamiento climático a los países en desarrollo a al menos 1.3 billones de dólares anuales para 2035, con una meta intermedia de movilizar al menos 300 mil millones de dólares anuales para ese mismo año.

La Hoja de Ruta Baku-Belém, presentada justo antes de la COP30, pretende identificar conjuntos de acciones y medidas para escalar el financiamiento. El desafío está en transformar este documento en flujos financieros reales, predecibles y accesibles, especialmente para los países más vulnerables.

Aquí es donde las finanzas verdes y los vehículos de impacto innovadores pueden marcar la diferencia real. El mercado de bonos verdes, sociales y sostenibles (GSS+) alcanzó 1.1 billones de dólares en 2024, con un mercado acumulado que supera los 5.7 billones de dólares. Los bonos verdes por sí solos representaron entre 669 y 670 mil millones de dólares en emisión alineada ese año.

Sin embargo, estos instrumentos han favorecido desproporcionadamente proyectos de mitigación sobre adaptación, y han fluido principalmente hacia economías desarrolladas o mercados emergentes de mayor renta. Las finanzas de adaptación, que podrían ahorrar hasta 15 dólares por cada dólar invertido en sistemas de alerta temprana, representan solo el 5% del total de los flujos de financiamiento climático.

Para transformar las promesas de Belém en acción tangible, pueden existir cinco líneas de trabajo inmediatas.

Finanzas Mixtas (Blended Finance) a Escala: El sector privado tiene el potencial de aportar hasta 50 mil millones de dólares anuales en financiamiento para adaptación, pero solo con el respaldo de políticas adecuadas y soluciones de financiamiento mixto. Los fondos estructurados en tramos (senior, mezzanine y junior) pueden desbloquear capital privado al reducir riesgos percibidos. El tramo junior, financiado por organizaciones de impacto climático y países de la OCDE, es catalítico: asume los mayores riesgos que típicamente están más allá de la capacidad de los bancos multilaterales de desarrollo.

Bonos de Transición y Bonos Vinculados a Sostenibilidad: No todos los países pueden dar el salto inmediato a economías verdes. Los bonos de transición, propuestos por Japón en 2023 alineados con su hoja de ruta hacia cero emisiones netas en 2050, reconocen que la descarbonización es un viaje, no un salto. Los bonos vinculados a sostenibilidad (SLBs), que vinculan el costo del capital al logro de objetivos predefinidos de sostenibilidad, pueden incentivar progreso incremental en sectores tradicionalmente «marrones» (industrias intensivas en carbono o con alto impacto ambiental negativo).

Bonos Climáticos con Certificación y Garantías: La certificación de bonos climáticos a través del Estándar de Bonos Climáticos puede ayudar a movilizar capital privado al aumentar la confianza de los inversionistas. Complementariamente, las garantías de entidades con alta calificación crediticia como el Banco Mundial (AAA) o garantías de grado de inversión de entidades como GuarantCo pueden hacer que emisiones de países en desarrollo sean más atractivas para inversionistas institucionales.

Instrumentos de Financiamiento para Resiliencia Climática: Los bonos de catástrofe (cat bonds), pioneros como los emitidos por Swiss Re en colaboración con el Banco Mundial para naciones en desarrollo, pueden proporcionar liquidez inmediata tras desastres climáticos. Estos instrumentos de transferencia de riesgo deben escalarse significativamente, especialmente para pequeños estados insulares y países vulnerables que enfrentan pérdidas económicas cada vez mayores por eventos climáticos extremos. Solo en 2024, los desastres relacionados con el clima causaron pérdidas económicas de 320 mil millones de dólares globalmente.

Taxonomías Unificadas y Reporte de Impacto Obligatorio: La coexistencia de múltiples sistemas (desde la Taxonomía de Finanzas Sostenibles de la UE hasta el Catálogo de Bonos Verdes de China) genera confusión para inversionistas transfronterizos. Una taxonomía unificada, idealmente respaldada por la Plataforma Internacional sobre Finanzas Sostenibles, es esencial. Además, el reporte de impacto obligatorio y la verificación por terceros deben convertirse en normas industriales, como ya exige Francia con su regulación Artículo 173.

Ahora bien, por más que innovemos en finanzas verdes, la adaptación climática seguirá descansando fundamentalmente en el sector público. A diferencia de la mitigación, muchos proyectos de adaptación no generan retornos financieros suficientes para atraer capital privado a escala. Infraestructura resiliente al clima, sistemas de alerta temprana, protección costera: estas inversiones salvan vidas y economías, pero rara vez generan flujos de efectivo que justifiquen inversión privada sin subsidios.

La realidad es que el compromiso de 300 mil millones de dólares anuales de la NCQG para 2035 es insuficiente por dos razones. Primero, ajustando por inflación al ritmo de la última década, las necesidades estimadas de financiamiento para adaptación en países en desarrollo aumentan de 310-365 mil millones de dólares anuales (precios 2023) a 440-520 mil millones para 2035. Segundo, estos 300 mil millones cubren tanto mitigación como adaptación, lo que significa que la adaptación recibirá una proporción menor.

La COP30 ha sido llamada la «COP de la verdad». Cerrar la brecha de financiamiento para adaptación es la prueba de fuego de la voluntad política para proteger a los más vulnerables. Esta prueba no se pasará sin un camino claro hacia un nuevo compromiso de financiamiento para adaptación, esfuerzos redoblados para escalar financiamiento privado para adaptación, y una operacionalización real del Artículo 2.1(c) del Acuerdo de París para hacer que todos los flujos financieros sean consistentes con un camino hacia desarrollo resiliente al clima.

Las finanzas verdes y los vehículos innovadores de impacto aquí propuestos pueden marcar una diferencia significativa, pero solo si se despliegan con la urgencia y escala que la ciencia demanda. El tiempo de las buenas intenciones acabó. Ya no estamos negociando; estamos, como dijo el Secretario General de la ONU António Guterres, en tiempo de «implementación, implementación e implementación».

Belém puede ser el punto de inflexión, Brasil, como anfitrión, ha dejado claro que la COP30 debe mover al mundo de la negociación a la implementación. El concepto de «mutirão» (una palabra de la comunidad tupí-guaraní que significa «tarea colectiva») ha guiado la conferencia, y esto es justamente lo que se necesita para que  la innovación financiera se encuentra con voluntad política real y concretemos avances acordes al nivel del desafío.

Raúl Arce

La hipocresía de los políticos y la incoherencia como estrategia

La política, esa industria que se alimentó de audiencias más que de ideas, sigue dando lecciones de incoherencia a un país que ya parece anestesiado. Antes de gobernar los políticos disparan contra todo: critican, señalan, indignan a su público con frases de manual. Pero cuando asumen el poder y ven la letra menuda de gobernar, cambian de libreto sin rubor. Hoy digo una cosa, mañana hago la contraria. Esa dinámica, que ya parece un KPI naturalizado en la plaza pública, definió nuestras discusiones recientes.

El guión es conocido: antes de mandar nadie se mancha con decisiones impopulares porque la prioridad es ganar clics, aplausos y votos. Pero una vez sentados en el escritorio, rodeados de expertos que les explican que la realidad no cabe en un trino, entienden —tarde, pero entienden— que mandar y opinar son verbos distintos. Y, aun así, hicieron lo que tanto criticaron. No por convicción, sino porque gobernar exige coherencia que no vende en redes. En ese contraste se asoma el país real.

 

Esa contradicción, tan vieja como la política misma, queda retratada por Daniel Samper en su libro “50 maneras de identificar a un corrupto”: la capacidad de manipulación no falló nunca, incluso cuando no se habla de corrupción sino de cálculo. Ahora, la maquinaria de promesas volvió a encender motores. Pero el reto para la ciudadanía sigue siendo el mismo: diferenciar lo cierto de la simple carrera por atención.

El episodio más reciente lo protagonizó el presidente Gustavo Petro. Respondió a sectores de izquierda que cuestionaron la operación militar en Guaviare, donde murieron siete menores reclutados por las disidencias de Iván Mordisco. Petro desestimó las críticas, dijo que eran “infundadas” y defendió que no rompió el principio de distinción del Derecho Internacional Humanitario porque “no había civiles en la zona”. Rechazó comparaciones con Gaza o el Caribe y explicó que las armas usadas no tenían el mismo poder destructivo.

Argumentó también que no tenían información sobre la presencia de menores y usó una línea conocida: que renunciar a bombardear incentiva a los grupos armados a reclutar más niños para blindar a sus mandos. El mensaje fue claro: la operación fue necesaria, dijo, y quienes la criticaron no entendieron la lógica del conflicto.

El contraste es inevitable. Cuando Iván Duque autorizó bombardeos en circunstancias similares, el entonces senador Petro lo acusó de cometer un crimen de guerra. Hoy usa razonamientos casi calcados de aquel gobierno. Ese espejo incomoda, pero revela algo más profundo: la coherencia siempre pierde cuando se interpone entre el poder y la opinión pública.

Y esto no es exclusivo del actual presidente. Pasó con Duque, con Uribe, con Claudia López y con varios más. Todos criticaron lo que después hicieron. Todos defendieron lo que antes atacaron. La incoherencia dejó de ser desliz para convertirse en método.

La reflexión es simple: ¿cuándo vamos a dejar de tragarnos tantas bobadas? El día que exijamos consistencia y premiemos la sensatez sobre el espectáculo, ese día crecerá el país. Ojalá tener poder sirva algún día para crear, mejorar y corregir, no para actuar. Yo sigo creyendo que Colombia puede mirar hacia adelante. Ojalá no me equivoque.

Andrés Prieto

¿Ecumenismo?

He leído el último documento publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Mater Populi Fidelis, con asombro y ganas de aprender, llego a la conclusión de que ni entiendo la necesidad, ni la conveniencia de este documento.

María en la tradición católica siempre se ha considerado corredentora y mediadora de gracias, sin ser ninguno de esos títulos dogmas. Ambos, bien entendidos no implican igualar el papel de la Madre al papel de su Hijo en la historia de la Redención. María siempre fiel, permanece en subordinación al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo.

 

Ahora bien, me preocuparía más si es ese ecumenismo que proponen unos en lugar de unir a todos los cristianos, acaben polarizando para dar gusto y quedar bien con quienes se han separado de la Iglesia Católica argumentando principios contrarios a nuestra Fe y nuestra Doctrina.

Entiendo que este escrito del Dicasterio es fruto de un trabajo teológico y espero que nazca de un verdadero sentir católico- desconozco la conveniencia y oportunidad de aclarar dichos atributos de Nuestra Señora- así como confío en que no se haga para contentar a quienes no entienden el papel salvífico de Nuestra Madre, principalmente protestantes, pues son ellos los que confunden a María con una diosa, nos acusan de Mariolatría y buscan la igualdad jerárquica en sus iglesias porque no entienden el papel de Nuestra Madre en la salvación, ni en la Iglesia, y por eso ordenan sacerdotisas, obispas y todo lo miden y ordenan en una igualdad innecesaria.

Si Fiducia Supplicans, aquel otro documento del mismo Dicasterio para la doctrina de la Fe, causó una brecha con la Iglesia Ortodoxa, por contradecir la doctrina en relación con la bendición pastoral de las parejas del mismo sexo, ¿quién con sana conciencia no sintió la misma incomprensión? Este nuevo escrito ha escandalizado a católicos de todos los rincones y sólo ha sido aplaudido por aquellos cristianos -no católicos ni ortodoxos- que no tienen una formación en doctrina, y me atrevería a decir que tampoco en semántica, en su mayoría protestantes.

Tristeza me da que le quiten cualidades a Nuestra Madre, que nos limiten los piropos a los hijos, pues quienes no entienden la corredención o la mediación de María – por ese igualitarismo tan pagano, tan protestante, tan artificial- la arrinconarán o la olvidarán y terminarán sin confianza para acudir al Padre, o al Hijo o al Espíritu Santo porque llegará un momento en que no sabrán reconocerlo. De hecho, ya ocurre.

En la Europa protestante, próspera y ordenada, profundamente bella y fructífera, atractiva como la madrastra de Disney, se ha dejado la dulzura, la disculpa y el perdón en un cajón de calcetines viejos y desparejados que ya nadie mira y en el que nadie rebusca, y ahora muchos aplauden que ahí vayan a parar las advocaciones de corredentora y mediadora de gracias, porque en el buenismo protestaste no cabe una mujer tan valiosa y poderosa. El protestantismo es triste precisamente por eso, porque carece de Madre, ¡con lo que alivia una madre! Y es que no acuden a ella porque no entienden su papel, ni conciben la libertad como esa acción que te acerca a Dios. Han prescindido del perdón, el alivio, la disculpa y no entienden en absoluto la corredención. El protestante vive necesitando una igualdad perfecta – innecesaria e inexistente- en todos los órdenes de la vida. A ellos les basta con la Fe en Cristo y la Fe únicamente no es suficiente, si no se cultiva- formación- y se trabaja- oración-, puede perderse o corromperse.

En las iglesias católicas de estos países, en concreto en Alemania, se perciben grandes diferencias con las iglesias católicas más marianas. Si por convivir con protestantes, por querer abrir diálogos ecuménicos y acercar caminos de fe, se renuncia a la verdad católica de la doctrina y la tradición, se descuidan los sacramentos y se arrincona a nuestra Madre, tenemos una iglesia ecuménica, mundana, que no es ni católica ni protestante, sino pagana.  

En cambio, en la Europa católica, en la ortodoxa, la Madre es comprendida en su dimensión divina y humana de la misma manera y coincide curiosamente con esa franja mundial que yo llamo el mundo del alma mediterránea, esa franja recorre el mundo en paralelo desde Tierra Santa hasta los Andes. Ahí las madres ordenan el mundo doméstico y lo doméstico lo inunda todo, o lo inundaba, porque el modernismo y el progresismo quieren acabar con lo doméstico. Son esas madres que chiquean con los hijos, que manejan al padre con ternura y consiguen hacer de un grano de trigo un manjar infinito, que abren su casa al de fuera, que preparan un festín con restos de una noche. Esa alma nos iguala y nos une más que la ley, la política y la prosperidad económica. Esa alma, esa forma de estar en el mundo – oriental y occidental- es católica, universal, maternal, eclesial, es abierta, es alma de Madre y no busca la perfección, sino el bien de los suyos, y ésta diferencia es la clave.

Almudena González

Cuando eres el enemigo y no lo sabes

Es preciso aceptar que nos impusieron un escenario en el que la política ha dejado de ser un ámbito de consenso, cooperación y administración, para transformarse en una relación existencial basada en la distinción amigo-enemigo. Como lo planteaba Julien Freund “Creen que son ustedes quienes designan al enemigo. Pero es el enemigo quien los designa a ustedes. Pueden hacerles las más bellas declaraciones de amistad. Si él quiere que sean su enemigo, lo serán”.  Hemos vivido bajo esta amenaza existencial desde el momento en quelas elites la traicionaron a la democracia y declararon enemiga a la sociedad para garantizar la impunidad del terrorismo. Éramos el enemigo y no lo sabíamos.

Para crear al enemigo fue preciso que primero existiera el atavismo de la polarización. La infantilización de la sociedad, promovida por las elites, ha llevado incluso a que este mito reduccionista se presente públicamente con jueguitos de imanes y se establezca como una verdad incontestable. Pero los promotores de este concepto en realidad piensan como Schmitt, «La distinción específica de lo político, a la que pueden reconducirse las acciones y motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo.»

 

La polarización es un concepto para estigmatizar, para expulsar de la comunidad política a quienes se oponen al régimen y disuadir a quienes dudan. Ser parte de la polarización es ser un extremista, un fanático y, bajo otro lenguaje, alguien inculto, ignorante y seguramente violento. Pero la realidad es la realidad, lo que en este relato se denomina a sí mismo como “centro” no es otra cosa que el régimen, o la casta y más claramente el neo régimen.

Desde que Álvaro Gómez Hurtado expuso su idea de “tumbar al régimen” este ha mutado. Desde un grupo de sectores políticos corruptos y empresarios clientelistas, ha pasado ser una asociación entre la clase política, el crimen organizado, extremistas de izquierda y las elites, un monstruo que ya no busca solamente vivir del estado sino capturarlo y eliminar la democracia. El neo-régimen es un proyecto de poder en el que lo político no se define por temas como, economía, moral, o seguridad, sino por “intensidad”, por la posibilidad real de conflicto violento y la agrupación en bandos. No hay polarización, lo que hay es una confrontación declarada del neo-regimen contra los ciudadanos, una casta radical que nos ha declarado enemigos.

El neo-régimen ha destruido la vida comunitaria y erosionado el pacto social dividiéndolo en función de mitos identitarios. El filósofo Gustavo Bueno explicó esta dinámica: “Una nación política no se define por su cultura, sino por su estructura política, por su constitución. Una nación cultural es una contradicción en términos. Una nación es fundamentalmente una identidad política que trasciende las diferencias culturales internas. Reducir la nación a aspectos culturales debilita la cohesión y la fuerza política de los estados.”  Pero en política no existe la fatalidad. Los valores fundamentales que dan cohesión a la sociedad y sentido a la comunidad continúan vigentes. Un pacto silencioso representado en un orden constitucional legitimo.

La gente del neo-regimen es la que está fuera del contrato social, son la violencia y lo incivil y es nuestra obligación, porque es un desafío existencial, expulsarlos del poder, para ello solo se necita un liderazgo capaz de aceptar la verdad y exponerla con claridad. Un líder que le diga a la gente que, “aquellos que me odian son los mismos que los odian a ustedes”.

Jaime Arango

El nuevo descuartizamiento de EPM

Desde hace varios meses está rondado por las oficinas de los miembros de la Junta Directiva de EPM una propuesta para desmembrar al conglomerado, justificada bajo la ya tan conocida retórica de eficiencia y competitividad. La idea, en términos simples, es tomar las áreas de servicio, de apoyo y de logística, que son esenciales para el funcionamiento de la empresa y que actualmente son desempeñadas desde la Subgerencia de Centro de Servicios Compartidos, para pasarlos a una filial GBS (Global Business Services), una empresa aparte de EPM.

Si a alguien se le hace estar viendo la secuela de una película, es porque se trata de la misma estrategia utilizada para poder privatizar a UNE. La primera movida para regalar a UNE se dio en el 2006, cuando se decidió escindir a la unidad de telecomunicaciones de EPM para convertirla en una empresa aparte. Una vez separada, convertida en negocio aparte, se dificulta el ejercicio de transparencia ante la ciudadanía y se facilita la adopción de prácticas corporativas propias del sector privado y no de una entidad construida a partir del patrimonio de los ciudadanos.

 

Al dejar de ser parte de EPM y funcionar por aparte, es más fácil argumentar la necesidad de dejar entrar el capital privado por mantener la “competitividad” porque se deja de percibir como parte integral de una empresa pública cuyo objetivo principal es estar al servicio de la ciudadanía, se presenta la idea de que sin la entrada del privado la compañía pública dejará de ser sostenible.

Si siguen el recetario de UNE, una vez empaqueten a toda el área de servicios dentro de la filial GBS el paso a seguir será que la persona que pongan a cargo de la nueva empresa haga todo lo posible por vender la idea de que su negocios es inviable, tal como sucedió con Marc Eichmann, el último presidente de UNE postulado desde la Alcaldía de Medellín y quien en una entrevista admitió cómo su tarea expresa era hacer ver a la compañía como un negocio atractivo para poder fusionarla, o sea, venderla.

¿Cuál es el paso a seguir? Hacer una fusión donde el control operativo de la filial esté en manos de la parte privada, así la ciudad mantenga la participación mayoritaria en la empresa fusionada; un mal trato que sólo aceptaría quien ya tenga claro que el objetivo final es la venta total de la empresa pues el privado, ni corto ni perezoso como fue Millicom, tomará todas las decisiones que lleven a la desvalorización total de la empresa de manera tal que la compra total por parte de la parte privada aparezca como una especie de rescate. Decisión que se someterá a un Concejo de Medellín que no opondrá resistencia alguna justificando la pérdida del patrimonio público por tratar de rescatar algo de dinero antes de que la empresa se termine de ir a pique.

La propuesta de creación de la filial GBS debe ser rechazada de manera contundente por toda la ciudad porque es la repetición de la misma fórmula de destrucción de lo público que se vio con UNE. No se puede aceptar que una empresa construida para ser la joya del patrimonio de la ciudad empiece a ser desmontada parte por parte para que capitales privados extranjeros se hagan con ella. No se puede ser tan indolente de ver cómo quieren precarizar a los trabajadores que han hecho grande a la empresa por el afán de que las ganancias que generan queden en los bolsillos de unos pocos y no en las arcas públicas para el avance de la ciudad.

Alejandro Toro

La puerta a la paz que algunos quieren cerrar

La discusión nacional sobre la jurisdicción agraria revela, una vez más, la profundidad de nuestro conflicto territorial y político. Colombia ha cargado durante décadas el peso de la desigualdad en la propiedad de la tierra, la concentración desmedida, el despojo sistemático, el desplazamiento forzado y la ausencia de un árbitro judicial especializado que permita resolver los conflictos rurales con justicia, prontitud y conocimiento del territorio. La jurisdicción agraria no es un capricho ni un invento reciente. Es una deuda histórica con el campesinado, los pueblos étnicos y las comunidades rurales que han vivido entre la informalidad jurídica y la violencia armada.

La reforma rural integral pactada en el Acuerdo Final de 2016 planteó una hoja de ruta para transformar el campo, cerrar brechas, democratizar la tierra y garantizar oportunidades productivas que impidan que los jóvenes rurales sigan marchándose o cayendo en manos de economías ilegales. Nada de eso será real sin un sistema judicial agrario fuerte, especializado, cercano a los territorios y capaz de resolver los miles de conflictos que tienen en suspenso la seguridad jurídica y la vida de quienes habitan el campo. La jurisdicción agraria es, en esencia, la llave que abre la puerta para que la reforma rural siga su camino con más certezas que incertidumbres y se convierta en realidad para millones de colombianos y colombianas.

 

Sin embargo, algunos sectores políticos, económicos y gremiales han emprendido una campaña de desprestigio contra esta jurisdicción. Alegan que generará inseguridad jurídica, que afectará la propiedad privada o que es innecesaria. Estas afirmaciones ignoran que la mayor inseguridad jurídica hoy la sufren precisamente campesinos, resguardos indígenas y consejos comunitarios que no cuentan con títulos, que enfrentan litigios interminables o que han sido víctimas de la violencia y del despojo. También ignoran que el Estado colombiano tiene obligaciones constitucionales y acuerdos internacionales que respaldan la necesidad de una justicia agraria especializada y accesible.

La oposición a esta jurisdicción parece responder menos a argumentos técnicos y más a intereses particulares que temen perder privilegios. La concentración de la tierra en Colombia también se ha mantenido porque la justicia ordinaria ha sido lenta, lejana y muchas veces incapaz de comprender las dinámicas rurales. Una jurisdicción especializada, con jueces formados en derecho agrario, en enfoque territorial y en protección de derechos colectivos, permitiría equilibrar la balanza y generar confianza en la institucionalidad. Eso es justamente lo que temen algunos sectores que han lucrado de la desigualdad histórica en el campo.

El daño que esta oposición le hace a la paz de Colombia es profundo. La paz territorial no puede construirse si los conflictos por la tierra siguen sin resolverse, si persiste la informalidad que afecta al campesinado y si las comunidades étnicas continúan esperando decisiones judiciales que garanticen seguridad sobre sus territorios. La ausencia de justicia agraria alimenta la desesperanza, facilita el avance de economías ilegales y crea las condiciones para que los grupos armados sigan reclutando jóvenes y disputando el control de los territorios.

La jurisdicción agraria no es un riesgo para el país. Es una oportunidad. Una oportunidad para resolver los conflictos de manera pacífica, para proteger la producción campesina, para ordenar el territorio de forma sostenible y para avanzar en el cumplimiento del Acuerdo de Paz. También es una oportunidad para que Colombia pueda convertirse en un referente de campo productivo, de justicia rural y reparación histórica.

La paz de Colombia no se construye sobre discursos vacíos ni mediante el bloqueo de reformas indispensables. Se construye reconociendo que la tierra y el territorio están en el corazón de las violencias armadas locales y que sin justicia en el campo no habrá paz duradera. Quienes hoy se oponen a la jurisdicción agraria cargan con la responsabilidad histórica de impedir un avance fundamental para la reconciliación nacional. La patria espera otra cosa. Espera compromiso con la verdad, con los principios constitucionales, con los derechos de las comunidades rurales y con la construcción de un futuro donde la paz sea una realidad y no una promesa aplazada.

La jurisdicción agraria es mucho más que un ajuste técnico del Estado. Es una apuesta profunda por la vida y la dignidad, por la justicia que históricamente se le ha negado al campo y por la reconciliación que Colombia necesita con urgencia. Su implementación representa un paso inaplazable para sanar heridas, ordenar el territorio con equidad y construir un país donde los conflictos por la tierra se resuelvan con derechos y no con violencia. Por eso preocupa el daño que generan quienes se oponen difundiendo la idea de que esta jurisdicción será una carga económica imposible de asumir. Nada hay más costoso que la guerra, el despojo, el desplazamiento y la violencia que durante décadas han tenido su origen precisamente en la ausencia de justicia rural. Alegar inviabilidad financiera es cerrar los ojos ante la verdad del país y bloquear una reforma que podría evitar nuevos ciclos de violencia armada.

La sociedad colombiana debe movilizarse alrededor de esta causa que es de todos y todas. Campesinos, empresarios, comunidades étnicas, organizaciones sociales, academia, iglesias, juventudes y ciudadanía urbana pueden y deben unirse para defender una justicia territorial que garantice seguridad jurídica, convivencia pacífica y oportunidades para las nuevas generaciones. La paz no nacerá de la inercia ni del miedo, sino de decisiones valientes y del compromiso colectivo. La jurisdicción agraria es una de las llaves para abrir la puerta de un futuro diferente y su defensa nos convoca a construir, entre todos, la Colombia justa y pacífica por la que tanto hemos luchado.

Luis Emil Sanabria D.

A propósito del proyecto de ley de reforma a la ley de Servicios Públicos (II parte)

Un aspecto primordial de este proyecto es el que hace relación con la Comisión de regulación de energía y gas (CREG), al tiempo que se amplía el número de sus integrantes de 9 a 10, se reduce el número de expertos en asuntos energéticos de 6 a 5 y se reducen sus requisitos y queda prácticamente reducida a ser apéndice del Ministerio de Minas y Energía, el cual se arroga muchas de sus facultades y competencias regulatorias, así como las de la UPME. Dos piezas maestras de la institucionalidad del sector energético que fueron concebidas y han funcionado con carácter técnico, alejadas de los vaivenes de la política. Este es un activo que no se puede feriar. Nos parece, además, muy grave que se pretenda hacer coincidir los períodos de los expertos con los cuatrienios presidenciales, de modo tal que los presidentes puedan cooptarla.

En cuanto a la regulación de las tarifas de los servicios públicos de energía y eléctrica y gas, como lo advierte Arroyave “el proyecto, además, otorga al gobierno facultades para crear mecanismos tarifarios diferenciales, esquemas de estabilización y compras centralizadas de energía, que reducirían la competencia y distorsionarían la señal de precios”. Este sería un retroceso a los tiempos en los cuales las tarifas eran administradas por el Estado, esquema este que derivó en el colapso del Sistema que nos condujo al apagón de los años 1992 – 1993. Otorga, además, al gobierno, según Arroyave, “facultades para crear mecanismos tarifarios diferenciales, esquemas de estabilización y compras centralizadas de energía, que reducirían la competencia y distorsionarían la señal de precios”. Esta sería una pésima señal que, en lugar de atraer a la inversión y a los inversionistas privados los desincentiva, poniendo en riesgo la expansión de la capacidad de generación y de transmisión que el Sistema está pidiendo a gritos.

 

Hay otros aspectos en este proyecto que le dan al Ministerio de Minas y Energía y gran poder discrecional para tomar determinaciones que conciernen a la CREG y generan un clima de incertidumbre para los agentes de la cadena. Tal es la norma que establece que “en todos los servicios y sus actividades complementarias se podrán cobrar cargos que estén orientados al cumplimiento de fines solidarios y redistributivos”. O la que prevé que las fórmulas y metodologías tarifarias “excepcionalmente podrán modificarse en cualquier tiempo, de manera total o parcial, de oficio, por solicitud de la Superintendencia de Servicios Públicos, o a petición de parte” .

Ello deja abierta la posibilidad de que en cualquier momento, sin vísperas, se le puedan introducir modificaciones que alteren dichos parámetros, lo cual atenta de manera flagrante contra la seguridad jurídica. Creo que, en aras de garantizar la estabilidad jurídica, base fundamental de la confianza inversionista, se debe mantener su periodicidad, que hoy es de cinco años, pero sin perjuicio de que este ciclo pueda ser menor o mayor. De lo contrario, en lugar de atraer a la inversión y a los inversionistas privados, que son los que en últimas asumen el riesgo de invertir en los proyectos desde que se desestatizó el sector eléctrico, los ahuyentaremos. Y asumo que este no es el propósito del Ministro.  

Nota recomendada: A propósito del proyecto de reforma de la ley de servicios públicos (I parte)

Además, si se establece que “cuando un activo cumpla su vida útil regulada y el mismo haya sido remunerado en su totalidad, sólo se podrá remunerar su costo de operación, administración y mantenimiento” y ello siempre y cuando se garantice “eficiencia, continuidad, cobertura y calidad”, pues “en ningún caso se podrá volver a remunerar su inversión”, se desincentivan las inversiones que pueda llegar a darse con el propósito de repotenciar dicho activo, incluso con ganancia en eficiencia, como fue el caso reciente de Termocandelaria, la cual mejoró su eficiencia energética al aumentar la potencia en un 80% y lo más importante sin incrementar sus emisiones de dióxido de carbono (¡!). Ello es absurdo.

Finalmente, pero no por ello menos importante está lo concerniente al cargo por confiabilidad, que el Ministro Palma cuestiona por considerar que “no pueden seguir los usuarios del país pagando más de seis billones de pesos al año que se carga en el componente de generación de la factura de energía eléctrica” y plantea “un marco jurídico para modificar el cargo por confiabilidad, en donde la regulación quedaría en manos tanto del ministerio como de la Comisión de Regulación de Energía y Gas-CREG”. Se aduce para ello que, supuestamente, con el esquema actual, “los usuarios pagan hasta diez veces el valor de la energía, de lo que cuesta generarla”, Lo cual no tiene asidero en la realidad. La verdad sea dicha, lo que paga el usuario por concepto de cargo por confiabilidad en su factura oscila, en promedio, entre los $50 y $100 el KWH.

Y ello tiene como contrapartida las inversiones en la expansión de la capacidad instalada de generación de energía del orden de US $17.000 millones en los últimos 15 años, gracias al incentivo que ofrece el Cargo por confiabilidad. Desde luego, el cargo por confiabilidad es susceptible de ajustes, mejoras, pero en ello no se puede improvisar sin poner en riesgo la confiabilidad y firmeza del Sistema para el cual sirve de seguro. Con ellas no se juega!

Huelga decir que, la medida más eficaz para bajar los precios y las tarifas de energía, indudablemente, es robustecer y reconfigurar tanto la capacidad instalada de generación como la de transmisión, ya que debido al notorio retraso en la ejecución de los proyectos el Sistema de transmisión nacional (STN) y regional (STR) se encuentran en el máximo grado de stress, dado el déficit que acusa la oferta en firme de energía (OEF).  Sólo con una mayor OEF, sobre todo con la entrada en operación de los 16 parques eólicos de La Guajira, podrá ceder la presión alcista de los precios y la espiral al alza de las tarifas de energía que paga el usuario final. Esas son las leyes del mercado, que no son susceptibles de derogar!

Amylkar Acosta

En la gran aldea de los mercados, el viento trajo rumores de cambio

Algunos decían que el dragón del dólar había decidido descansar un poco, y que los reinos del sur —Colombia, Chile y sus vecinos— seguían prosperando bajo un sol inesperadamente generoso.

En la plaza principal, los comerciantes comentaban las nuevas noticias: el gremio de Bancolombia había presentado sus cuentas con orgullo, mostrando un crecimiento del 23%. “Un buen augurio”, murmuraban los sabios, “significa que el comercio aún respira, pese a las tormentas del norte”.

 

Cerca de allí, el Ministerio de Hacienda jugaba una partida silenciosa de estrategia. Movían piezas en el tablero de la deuda pública, intentando aliviar los vencimientos que se aproximaban en marzo y junio. Si lo lograban, el reino ganaría tiempo y estabilidad antes del próximo invierno financiero.

Pero no todo eran celebraciones. En las esquinas del mercado, se oían discusiones acaloradas sobre el salario mínimo. El Consejo de los Trabajadores pedía subirlo hasta 1’800.000 monedas de oro, mientras el Consejo del Banco advertía que ese hechizo, si se lanzaba sin cuidado, podría despertar al demonio de la inflación.

En el reino vecino de Chile, las urnas se preparaban para una nueva contienda. Los magos del dinero observaban con atención: sabían que lo que ocurriera allí podría anticipar los vientos políticos de Colombia. Aunque el candidato de la izquierda ganaba fuerza en la primera vuelta, las runas de la segunda mostraban un destino incierto. Aun así, el mercado, viejo zorro, no se dejó impresionar y siguió su curso con serenidad.

Mientras tanto, en Colombia, los oráculos de las encuestas hablaban en cifras enredadas: nadie superaba el 20% de intención de voto y el 60% del pueblo seguía indeciso, mirando el horizonte sin saber a quién confiar el timón. En los pasillos del poder, unos hablaban de la fortaleza de la derecha, otros de la resistencia de la izquierda… pero los más sabios señalaban al centro, ese terreno poco explorado donde podrían decidirse las batallas del futuro.

Así cerró la semana en el reino del sur: con tensiones y promesas, con magia económica y política en pleno movimiento.

Y aunque las corrientes globales soplan con fuerza, los reinos latinoamericanos parecen haber aprendido algo valioso:

Que incluso en medio del caos, todavía se puede bailar con el destino… si se tiene buen ritmo y nervios de acero.

Fabián Herrera

Con Permiso, me Elijo

“Con Permiso, Me Elijo: el libro que nace cuando una mujer deja de callarse”

Por: Beatriz Helena Álvarez

 

Hay libros que se escriben con las manos, otros con la memoria, y algunos —los más difíciles— con el alma.

Con Permiso, Me Elijo pertenece a esa última categoría. No nació de una idea literaria ni de un plan editorial. Nació de un punto de quiebre. De un silencio que ya no se podía sostener. De la necesidad de darle sentido a experiencias que muchas mujeres viven, pero pocas se atreven a nombrar.

Durante años, como periodista y comunicadora, conté las historias de los demás. Las investigué, las expuse, las narré. Pero tardé mucho en reconocer que la historia que tenía que contar era la mía: la de una mujer que, a pesar del éxito, la disciplina y la fuerza aparente, había aprendido a normalizar algo profundamente doloroso: la violencia emocional y el auto abandono, la violencia invisible que no sabemos que vivimos

En nuestras sociedades hemos avanzado en identificar la violencia física, económica y sexual, pero hay una violencia más silenciosa, más sutil, más extendida: la que ocurre cuando una mujer deja de elegirse a sí misma.

Cuando negamos lo que sentimos, cuando justificamos lo injustificable, cuando convertimos la culpa en brújula y la resignación en rutina, cuando dejamos que otros definan nuestro valor, nuestro ritmo y nuestra dignidad.

Ese es el hilo conductor del libro, las historias que duelen… y liberan.

Cada capítulo está construido desde una experiencia vital. No se trata de señalar culpables, sino de reconocer patrones que viven en muchas relaciones actuales: dependencia afectiva, narcisismo, manipulación espiritual, gaslighting emocional, miedo al abandono y la incapacidad de poner límites desde el amor propio.

Mis padres, mi hijo, mis parejas, mi carrera, mis decisiones… todos los personajes del libro son espejos que me mostraron lo que durante años no había visto: que mi vida había sido una sucesión de intentos por complacer, sostener y salvar a otros mientras me iba apagando lentamente.

En ese recorrido, varias historias son centrales:

            •          El primer amor: donde confundí sacrificio con amor y maternidad con renuncia.

            •          La relación que me enseñó la libertad: un vínculo improbable que me obligó a replantear la idea de “hogar” y de destino.

            •          El encuentro con el narcisismo encubierto: una relación donde la espiritualidad se utilizó como herramienta de manipulación, recordándome que incluso las enseñanzas más sagradas pueden ser armas si no hay conciencia.

            •          La maternidad real: no la idealizada, sino la que enfrenta la culpa, las expectativas y la necesidad de reconocer los propios límites.

Estas historias no son una catarsis pública ni un ajuste de cuentas: son un testimonio de transformación. Lo doloroso se vuelve útil cuando deja de avergonzarnos y empieza a iluminarnos.

La esencia del libro: el despertar del ser

Detrás de cada relato hay un hilo espiritual profundo. Mi búsqueda no empezó en un templo ni en un retiro. Empezó cuando toqué fondo emocionalmente y descubrí que la única salida real no era hacia afuera, sino hacia adentro.

Con Permiso, Me Elijo no es solo un libro sobre relaciones; es un libro sobre conciencia. sobre entender que no somos el personaje que interpretamos —la madre perfecta, la pareja entregada, la profesional impecable— sino la esencia que observa, aprende y trasciende.

A través del Advaita Vedanta, la autoindagación, el estoicismo y herramientas de coaching, fui comprendiendo algo que hoy sostengo con firmeza: solo cuando una mujer se conoce y se elige, puede amar sin perderse, trabajar sin romperse y liderar sin traicionarse.

¿Por qué leer este libro hoy?

Porque estamos en un momento histórico donde la conversación sobre violencia contra la mujer no puede limitarse a lo externo.

El cambio empieza en la raíz: en la identidad, en la voz interior, en la capacidad de poner límites, en la conciencia del propio valor.

Este libro es para quienes quieren:

            •          reconocer señales que durante años normalizaron,

            •          liberarse del miedo a quedarse solas,

            •          reconstruir su autoconfianza,

            •          entender su historia desde un lugar más compasivo,

            •          y liderar su vida desde un ser más pleno, más consciente, más verdadero.

Elegirse es en últimas: un acto espiritual, emocional y político, no es egocentrismo. es el acto fundador de toda vida digna.

Cuando una mujer se elige:

            •          deja de repetir patrones,

            •          deja de sostener relaciones que la lastiman,

            •          deja de pedir permiso para existir,

            •          y empieza a ser autora —no víctima— de su historia.

Ese es el mensaje que quiero dejarle al mundo con este libro, un mensaje que no se grita: se encarna.

Porque la verdadera transformación no ocurre cuando entendemos algo, sino cuando tenemos la valentía de vivirlo.

Con permiso… llegó el momento de elegirnos.

Los invitamos a conocer a Beatriz Helena Álvarez y su maravillosa historia en la 1a edición del WEF Colombia Latam Regional Tolima 2025 «Valientes, Mujeres que abren Caminos. Liderando Acciones por la Equidad y Enfrentando las Violencias de Género en todas sus Formas», que realizaremos en alianza con la Gobernación del Tolima, en el Centro de Convenciones Alfonso López Pumarejo, el lunes 24 de noviembre a partir de las 7:30 a. m., en la ciudad de Ibagué.

Por favor de click en el link que encuentra a continuación y confirme su asistencia diligenciando el formato: https://forms.cloud.microsoft/r/npCusjrZHH