Cada vez son más las compañías tecnológicas, principalmente las enfocadas a la comunicación y redes sociales, las que desarrollan sus propias herramientas de control parental para ofrecer mayor protección a los usuarios menos conscientes de sus actividades en la red, esto es, niños y adolescentes, que se las ingenian para tener cierta privacidad y evitar este control con las denominadas aplicaciones de bóveda o ‘vault apps’.
Plataformas como Instagram o TikTok ya disponen de medidas para evitar que los menores tengan acceso a contenido dañino o inapropiado y que estas les ofrezcan publicaciones acordes a su edad. Snapchat, por ejemplo, hasta cuenta con un sistema de control parental que permite a los padres ver con quién hablan sus hijos, llamado Family Center.
A pesar de la existencia de estas funcionalidades, que registran las interacciones de niños y adolescentes, algunos padres y tutores prefieren revisar directamente los teléfonos de los menores y conocer cuáles son las aplicaciones que tienen descargadas y utilizan a diario.
Hasta ahora, esta forma tradicional de control era efectiva, puesto que de un solo golpe de vista podían conocer cuáles eran los servicios con los que estaban familiarizados sus hijos. Sin embargo, algunos de estos ya han probado y utilizan a diario las llamadas aplicaciones bóveda.
También conocidas como ‘vault apps’ -que significa algo así como aplicaciones de caja fuerte o acorazadas-, reciben este nombre porque están diseñadas para ocultar archivos, datos, mensajes y llamadas. Lo hacen con métodos de autentificación como códigos, contraseñas o datos biométricos como la huella dactilar.
Estas, además, emplean falsas utilidades como señuelos para no llamar la atención. Es así como pueden tener aspecto por ejemplo de calculadora, con teclas numéricas y signos, aunque en realidad den acceso a todos los archivos que ocultan una vez se introduce una clave secreta.
“Funcionan fragmentando archivos. Para ocultar una foto, la ‘app’ crea diferentes partes de la misma. Cada archivo por separado contiene información significativa de la imagen, pero por separado no tiene sentido”, explica el Global Consumer Operations Manager de Panda Security, Hervé Lambert.
Lambert puntualiza que “viendo únicamente el nombre del archivo, ninguna persona podría saber qué contiene”, debido a que “emplea una nomenclatura que se asemeja más a una secuencia aleatoria de caracteres”, lo que dificulta aún más su detección.
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