La economía de Brasil cayó en recesión en la primera mitad del año, después de un desplome de la inversión y de que la organización del Mundial sofocó a la actividad económica.
Se trata de un golpe a las ya menguantes esperanzas de la presidenta Dilma Rousseff de ser reelegida en los comicios de octubre.
La mayor economía de Latinoamérica ha tenido un lento crecimiento por más de tres años bajo las políticas de izquierda de Rousseff, que han disminuido la confianza de los consumidores y de las empresas y han provocado fuertes pérdidas para los inversores financieros.
La economía brasileña se deprimió aún más en el segundo trimestre, cuando registró una contracción de un 0,6 por ciento respecto al primer trimestre, según datos publicados por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
El IBGE también revisó a la baja su estimación para la actividad económica del primer trimestre a una contracción de un 0,2 por ciento, lo que significa que la economía entró en recesión.
La noticia de la recesión, la primera de Brasil desde la crisis financiera global del 2008 al 2009, ofrece un arma poderosa a los opositores de Rousseff para las elecciones del 5 de octubre, justo en el momento en el que la candidatura de la mandataria se encuentra más vulnerable.
Los sondeos de la última semana han mostrado que Rousseff sería derrotada por la candidata centrista Marina Silva en caso de que se produzca una segunda ronda, lo que parece probable.
Silva y el otro candidato de importancia, Aécio Neves, han criticado a la presidenta por su manejo de la inflación y por supuestamente arruinar el impulso económico que durante la última década habían convertido a Brasil en una favorita de Wall Street.
La construcción civil y las manufacturas sufrieron particularmente durante el segundo trimestre, según los datos.
Brasil organizó el Mundial de fútbol en junio y julio, que provocó una desaceleración en muchas fábricas y minoristas debido a que las ciudades declararon feriados públicos en los días de partidos para prevenir problemas logísticos, como altas congestiones de tránsito vehicular.
Sin embargo, economistas dijeron que los problemas de Brasil van más allá de cualquier evento reciente como el Mundial, ya que responsabilizan a las políticas del Gobierno que se han enfocado demasiado en estimular la demanda doméstica y han dejado de lado la necesidad de atraer la inversión extranjera.
Los expertos dicen que los datos del viernes destacan que el próximo presidente deberá aplicar profundas reformas.
La recuperación a partir de aquí será lenta, dijo Eduardo Velho, economista jefe de INVX Global, un fondo de inversión de Sao Paulo. Necesitamos un programa económico basado en ajustes fiscales y flexibilidad monetaria, y mejoras en la productividad, aseveró.
En la primera respuesta del Gobierno tras la divulgación de las cifras de crecimiento, el ministro de Hacienda Guido Mantenga dijo que el escenario internacional no estaba ayudando a la economía del gigante sudamericano y reiteró su expectativa de un repunte de la actividad para el tercer trimestre.
La inversión en Brasil se desplomó un 5,3 por ciento en el segundo trimestre, comparado con el periodo previo, su peor desempeño desde inicios del 2009. La industria también sufrió su cuarto declive consecutivo en la medición trimestre a trimestre, al ceder un 1,5 por ciento.
La contracción del segundo trimestre en Brasil fue peor al -0,4 por ciento arrojado por la mediana de los pronósticos de 47 analistas consultados en un sondeo de Reuters.
La última recesión de Brasil tuvo lugar desde fines del 2008 hasta comienzos del 2009, durante la crisis financiera global.