De heroe del Mundial a olvidado en el banco

Mario Götze vive un presente muy negro en el Dortmund, fuera de los planes del técnico Tuchel y acostumbrado a ser carne de banquillo. Sus números han descendido asombrosamente año a año. Poco queda del jugador talentoso que deslumbró a media Europa con aquel temible Dortmund y menos aún del héroe que encandiló a todo su país anotando el gol decisivo en la final del Mundial de Brasil.

13 de julio de 2014, estadio Maracaná de Río de Janeiro en Brasil. Final del Mundial entre Alemania y Argentina y corre el minuto 113 del tiempo añadido. Un joven Götze, salido desde el banquillo desde el 88′, se convierte en el héroe de la noche y de todo un país anotando de volea el gol decisivo que le otorga a Alemania su cuarta copa del mundo. En ese momento, a Götze se le extendía un camino de rosas en su carrera futbolística. Un futuro prometedor en el que se vislumbraba el nacimiento de una estrella que marcaría una época en el fútbol teutón. Quién le diría a Mario Götze en aquel entonces que le costaría mucho probar de nuevo, aunque fuera un sorbo, el sabor del triunfo como en aquella noche de verano en Brasil.

Casi tres años más tarde, la vida futbolística de la joven promesa germana ha dado un giro radical. De héroe de todo el país, a olvidado en el banquillo como una joya oxidada que nunca ha terminado de enseñar todo el fútbol que parecía atesorar. El volante ofensivo vive un presente muy negro en el conjunto que lo vio nacer y crecer, el Dortmund. Postergado al banquillo por su técnico, Thomas Tuchel, apenas ha gozado de la confianza en lo que llevamos de temporada.

Si nos fijamos en los números, Götze ha entrado en juego tan solo en diez encuentros. Un total de 739 minutos como titular en la Bundesliga que arrojan unas cifras muy pobres para la categoría que se percibe en él. En el total de competiciones ha participado en 15 ocasiones -1151 minutos-, en las que solo en 6 de ellas terminó el encuentro entre los once. Se ha quedado fuera por decisión técnica hasta en seis juegos. Y ha anotado tan solo dos goles en lo que llevamos de curso.

En su vuelta al equipo de su corazón, ha visto como se ha quedado fuera totalmente de los planes del entrenador. Un presente muy duro que le está tocando vivir al jugador cuyo nombre en su día se sabía todo alemán que se preciara. Ahora ha quedado en el olvido y, después de varias temporadas muy por debajo del nivel con el que asombró a media Europa, las críticas se ceban con él tildándole como un juguete roto del mundo del fútbol.

“Es una situación muy difícil para él. Un jugador necesita la confianza absoluta de su técnico. Y se muestra esa falta de confianza”, se refería en cuanto a su situación Steffan Effenberg, ex del Bayern. Lo cierto es que es una confianza que ha perdido hasta el mismo jugador, después de llevar varios años a un nivel bastante mediocre. De hecho, las críticas comenzaron en la misma temporada previa a la de su gol en el Mundial cuando cambió la camiseta del BvB por la de su rival directo, el Bayern.

En Múnich, confiaban mucho en el talento de Götze y que su progresión pronto daría los frutos prometidos. En su primer año, se quedó muy lejos de lo esperado. 15 goles y 13 asistencias en 45 partidos que hablan de unos registros más que decentes, pero no tanto en el nivel desplegado. A Götze le costó encontrar su sitio en los planes de Guardiola. Su andadura, en los siguientes dos años, en lugar de crecer disminuyó como un algodón de azúcar entre una fiesta de niños.

En su último año tan solo llegó a jugar 21 encuentros entre todas las competiciones en los que anotó seis tantos. Su importancia en el esquema dejó de existir hasta tal punto que en Múnich lo llegaron a considerar un bulto. Y cuando llegó el nuevo curso optaron por darle salida a este bulto. Apareció de nuevo en su camino el equipo de sus amores, el Dortmund, que consideró rescatarlo para recuperar un binomio que dio muy buenos resultados en el pasado.

Seis meses después, la situación dista mucho de lo que se esperaba. El declive de Götze se ha acrecentado incluso más que en su época del Bayern. Su situación es la muestra de que en el fútbol el trabajo más importante reside en mantener la constancia antes que en ser el héroe de una noche, aunque sea para el país entero. El fútbol no tiene memoria y devora a sus figuras de la noche a la mañana.