China necesita alcanzar una transición que la aparte del crecimiento insostenible liderado por la inversión. Ante de la crisis del 2008, la tasa de inversión en el gigante asiático era del 41 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB). Pero entre el año 2011 y 2012, había aumentado al 47 por ciento, en tanto el gobierno generó un boom inmobiliario y de construcción de infraestructuras destinadas a contrarrestar a la amenaza de las exportaciones.
Este plan funciono, el empleo en las industrias de la construcción aumento de los 28 millones en el año 2007 a los 45 millones a finales del 2013. Pero luego vino un importante derroche de inversión donde se construyeron edificios enormes en ciudades no muy grandes donde nunca se ocuparon, y sectores de la industria pesada, como el acero y el cemento, que sufren una sobrecapacidad crónica. Del año 2007 al año 2013, cayeron los retornos promedio sobre las inversiones, la relación incremental entre el capital y la producción.
En medida que el gigante asiático miré hacia una modelo de crecimiento muy más sostenible liderado por su consumo interno, necesitará una mejor inversión. Ya se han hecho pasos hacía esta dirección donde la inversión como porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) cayó en una pequeña proporción hasta el 46 por ciento en el año 2014, mientras que el crecimiento de las ventas minoritas y del consumo aumento en el Producto Interior Bruto (PIB). Pero con un consumo de los hogares todavía por debajo del 40 por ciento del ingreso nacional, el gigante asiático tiene aún que dar muchos pasos.
Aún es más, existe una rapidez con la que cualquier economía puede desplazar recursos reales entre los diferentes sectores tiene un límite. La reubicaciones de los trabajadores de la construcción en empleo del sector servicios es un proceso lento y difícil.
Por otra parte, el desafía financiero del gigante asiático se intensifica. El crecimiento en los servicios es deseable, la expansión de los servicios financieros del gigante asiático está planteando serios riesgos.
En la actualidad los servicios financieros hoy responden al 8 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del gigante asiático, una cifra que se observa en los centros financieros globales, como será el Reino Unido o Estados Unidos. Estos significa que existe un apalancamiento muy por encima de las normas de las economías emergentes, ya que la relación existente entre la deudo pública y el Producto Interior Bruto (PIB) del gigante asiático aumento en un 130 por ciento del año 2008 a más de 220 por ciento en la actualidad.
Gran parte de este apalancamiento está en manos del gobierno y de las empresas que utilizaron para financiar proyectos de inversión, proyectos que en la actualidad arrojan retornos bajos o negativos. Así, como los flujos de caja operativa no alcanzan para pagar gran parte de la deuda del gigante asiático, a los prestatarios les quedan pocas opciones.
El gobierno del gigante asiático se enfrenta a un dilema. Restringir el crédito nuevo alimentará un aumento de los incumplimientos de pago de los préstamos bancarios y los productos de gestión de la riqueza, y haría que la inversión disminuyera a más velocidad de lo que puede aumentar el consumo. Aunque ahora, permitir que continúe el auge del crédito no hará más que crear problemas mayores en un futuro no tan lejano.
En estos momentos, el gobierno del gigante asiático parece decantarse por la opción de más crédito. Los préstamos bancarios se han aumentado en los últimos meses. La deuda total aún aumento a un ritmo más acelerado que el Producto Interior Bruto nominal. Si se mantiene el ritmo actual, la carga de la deuda podría representar más del 300 por ciento del Producto Interior Bruto (PIC) en el año 2020.
Las deudas de los gobiernos locales fuera de balance están siendo transformadas en bonos garantizados por el estado del gigante asiático, y el Banco Central Chino (PBOC) está prestando dinero directamente a los bancos comerciales contra las garantías de bonos.
Pero cuanto mayor es el stock de deuda acumulada, resulta cada vez menos ser optimista.
Por otra parte, la escala de préstamos de dudoso cobro se vuelve más relevante, la deuda del gobierno, representa un 41 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en el año 2014, un porcentaje bajo, podría aumentar de una manera significativa. Y por tanto, la estabilidad financiera podría verse afecta no sólo por la calidad de sus activos bancarios, sino también por la escala de los pasivos en los bancos.
Pero la represión financiera se torna menos factible cuanto más liberaliza China su cuenta de capital, porque los inversores simplemente pueden trasladar sus activos al exterior. Si una proporción significativa de inversores hacen esto, los flujos de salida de capital harán que hasta las reservas de moneda extranjera del gigante asiático, que representan alrededor del 30 al 35 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB), parezcan insignificantes. Si la liberalización de la cuenta de capital resulta en grandes activos extranjeros contra el sistema financiero del gigante asiático, la inestabilidad de los precios de los activos y el tipo de cambio del gigante asiático tendrá un impacto global mucho mayor que el que tiene actualmente.
Por tanto, casi todo el mundo tiene interés en que el gigante asiático maneje de manera exitosa el doble desafío que enfrenta su economía.