El paraíso propio

Un joven de 16 años anarquista, ateo y gay nos lanza con su muerte la evidencia de la arbitrariedad de un colegio, de las autoridades y la justicia, y de una sociedad enferma que se cree en el deber de corregir lo que no se le ha torcido. 12 arbitrariedades que nos dejan una enseñanza profunda acerca de los verdaderos valores, la coherencia y la sensibilidad.

“La sexualidad no es mi pecado, es mi propio paraíso”, escribió Sergio Urrego en una de las varias notas que dejó, despidiéndose y explicando su muerte. En los apartes de esas cartas que están publicadas en El Espectador, se adivinan la madurez y sensatez de alguien mayor a sus 16 años; con una sensibilidad que supera su posibilidad de aceptar el tamaño de la estupidez de las acusaciones que le hacen; un chico seguro del valor de sus actos, que chateó despidiéndose de sus amigos mientras subía por las escaleras eléctricas hacia la terraza del centro comercial Titán Plaza. Sabía que iba a cometer un grito de rebeldía y dignidad a un mundo hostil y despiadado, una gran cachetada al moralismo.

El último gesto de arbitrariedad del Colegio Gimnasio Castillo Campestre donde Sergio y su compañero de aula y de amores cursaban 11, fue castigar a sus compañeros de salón que, masivamente, faltaron al colegio el viernes 8 de agosto para acudir a su sepelio. Un sepelio como él mismo dejó estipulado, sin curas ni oraciones.

Para Alba Reyes, la mamá de Sergio, lo que se llevó a su hijo debe ser una cadena de eslabones de arbitrariedad, de oprobio, de estupidez humana. Sergio les había contado que era homosexual, y en su casa no hubo más que comprensión y cariño. En mayo pasado, un profesor decomisa (arbitrariedad 1) el celular del chico, en el que está el selfie de un beso con su novio.

El colegio consideró que estaba en el deber de sancionar y corregir tamaña afrenta a la moral. Sergio y su amor eran citados permanentemente a sesiones donde debían explicar su relación a un grupo de docentes y la psicóloga del colegio (arbitrariedad 2). A partir de estas sesiones, el novio de Sergio se ve obligado a contarle a sus padres de su romance, ellos se escandalizan, lo aíslan y lo retiran de clases. Y son tan brutos que demandan a Sergio por acoso sexual ante la Fiscalía General de la Nación (arbitrariedad 3).

Entre tanto, la psicóloga del colegio citó a Alba y Robert Urrego a una reunión, pero él por motivos laborales no llegó. Ante esta ausencia, el colegio informó que Sergio no podía volver a entrar a clases hasta después de vacaciones cuando se diera la reunión con el padre (arbitrariedad 4). “¿Está negando mi derecho a la educación?”, increpó Sergio a la rectora en su cara. Si, respondió ella.

El colegio retuvo el informe de resultados académicos (arbitrariedad 5).

El 1º de julio, Alba Reyes y su hijo radicaron una queja contra el colegio en la Secretaría de Educación de Cundinamarca, queja que nunca fue respondida (arbitrariedad 6). Según el reporte de visita de la Secretaría al colegio, Sergio es un joven abandonado por su familia al que nunca se le ha dado trato discriminatorio (arbitrariedad 7).

El colegio pone como condición para que Sergio vuelva a clases, un certificado de acompañamiento psicológico todos los meses hasta el día de su grado (arbitrariedad 8). Con el primer certificado en la mano, el papá entra a su hijo de nuevo a clases, pero al día siguiente la psicóloga dictamina que los documentos “no cumplen con los parámetros requeridos” y, por tanto, Sergio no puede volver a entrar al colegio (arbitrariedad 9).

El Liceo Normandía admite a Sergio para terminar el bachillerato. En la carta de petición de retiro del Castillo Campestre dejaron constancia de la discriminación y trato degradante que recibió su hijo por parte de las directivas, y solicitaron que les reintegraran los derechos de grado y les dieran certificados de paz y salvo. El colegio negó la petición el 1° de agosto (arbitrariedad 10).

Y la tapa de la arbitrariedad es una denuncia a Alba Reyes en una Comisaría de Familia por abandono de hogar, y una visita domiciliaria en la que ella no pudo estar presente pero las autoridades entraron a su casa y cuestionaron a Sergio, concluyendo en el informe que se trataba de un caso de violencia intrafamiliar (sic) (arbitrariedad 11).

Después de la muerte de Sergio, el colegio indicó a sus alumnos que debían ser “discretos” en el tema del suicidio, y sancionó a los compañeros de salón que faltaron a clase el viernes 8 de agosto para ir a su sepelio (arbitrariedad 12).

El domingo 3 de agosto Sergio presentó el examen del Icfes. Y el 4 dejó la secuencia de notas en diferentes puntos de la casa, dirigidas a Alba, a Robert, a la abuela y “a quien corresponda”. Luego, se fue para el centro comercial a lanzar su grito desesperado y libertario. Un acto de valor para sacudir a una sociedad arbitraria que no respeta que “la sexualidad no es mi pecado, es mi propio paraíso”.

Nota: circula en Facebook la invitación a un plantón frente al Colegio Gimnasio Castillo Campestre (Km 6 Vía Siberia-Tenjo) el próximo viernes 12, a la 1 pm.