El irregular Santa Fe se ha coronado como el mejor de Colombia en 2016 en base a un fútbol austero pero que ha rendido resultados. El profe Costas cogió un equipo derrumbado en lo físico y en lo anímico y lo ha transformado en un máquina que ni tiene sentimientos ni los levanta entre los aficionados, pero que ha sido eficaz como un reloj partido a partido.
Puede que a muchos no les enamore su fútbol, pero la Novena estrella que logró ayer Santa Fe lo consagra como el mejor equipo de Colombia en 2016. El fútbol es de gustos y para ello existen muchos colores, pero hay una verdad indiscutible en este deporte: los números no fallan. Con su victoria frente a Tolima, Santa Fe consiguió los tres puntos que necesitaba para proclamarse el mejor de ambos torneos de este 2016. Pero ¿cómo un equipo que ha destacado por su irregularidad durante todo el curso ha logrado mantener esa solidez en este final de campeonato?
El Santa Fe de Costas es un equipo que suma quince partidos invicto. Algo que ni siquiera el todopoderoso Nacional en su mejor año ha logrado batir. Los cardenales pusieron la quinta marcha después de caer eliminados en octavos de final contra Cerro Porteño. Era el 29 de septiembre, y cualquiera diría que el accidente contra el conjunto paraguayo por Sudamericana podría haber desembocado en una depresión y el posterior bajón del equipo. Algo que no pasó. En Liga, la distancia es aún mayor, no caen desde el 11 de septiembre. Desde entonces Santa Fe encarriló una racha que lo ha encumbrado hasta alcanzar su Novena estrella. ¿Cuáles fueron las claves de su éxito?
El trabajo de Costas
Por encima de todos hay que reconocer un nombre propio como el verdadero culpable de este resurgimiento de sus cenizas que vivió el León. Gustavo Costas ha sido el verdadero artífice de la Novena. El técnico argentino entiende como pocos lo que significa manejar a Santa Fe. En su primera etapa, con jugadores de más enjundia, conquistó la Octava de los santafereños. En su regreso lo ha vuelto a lograr. ¿La clave? Costas es capaz de hacer creer a todo el plantel cardenal en su idea. En esta nueva etapa que vivió en el conjunto capitalino, tuvo que armárselas para sacar adelante un proyecto que estaba en plena depresión. Su antecesor, Alexis, había desmotivado hasta al más trabajador. El técnico argentino cogió un equipo roto, con varias de sus leyendas en el ocaso -Ómar Pérez- y con una plantilla sin una idea de juego. Costas se la dio. Aplicó una máxima que existe en el fútbol y que le ha servido siempre a los clásicos resultadistas: reducir al máximo las falencias y aprovechar sus virtudes. Una especie de Cholismo a la colombiana. El profe sabía que con la plantilla que tenía no podía competir de tú a tú con los grandes de la Liga, pero adaptó un estilo que disminuyera los errores para liquidar a los rivales en el momento menos esperado. En toda su racha de quince partidos, Santa Fe no ha destacado por un fútbol vistoso, pero sí en cambio efectivo.
Jonathan Gómez, el nuevo referente
El nuevo cerebro del equipo. El recomendado por Ómar Pérez ha terminado de desbancar del trono a su maestro y se ha consagrado como el nuevo jefe intelectual del equipo. Con un estilo diferente, Gómez es un mediapunta atípico a los de su clase, sin un gran recorrido ni un talento brillante. Pero capaz de dar una estocada certera con el guante que tiene en su bota derecha. Es un 10 indetectable para el radar de los defensores rivales. Con sus pases, es capaz de liquidar un partido en tres toques, como sucedió en el encuentro de vuelta contra Nacional. El argentino sacó esa noche su repertorio de paseo con servicios que eran medio gol como el que le entregó a Osorio Botello. Su precisión a pelota quieta y su visión de juego con el golpeo largo son las armas principales de este Santa Fe que aprovecha cualquier córner como una ocasión de gol.
Ánderson Plata, el desequilibrio
Sin lugar a dudas el jugador más desequilibrante de los cardenales. Plata es el regate en Santa Fe. El único capaz de desenredar una jugada enmarañada con puro talento. A esta virtud le ha añadido este año su capacidad anotadora. El delantero acabó el semestre con siete tantos, los mismos que su compañero Osorio Botello, los cuales han sido la referencia de los albirrojos en ataque, un seguro en la ofensiva.
El balón parado
Una de las armas que más ha explotado Santa Fe en los últimos años -los últimos títulos llegaron también gracias a un gol de estrategia-. El tanto del de la Novena llegó de esta manera, al igual que muchos otros en este semestre que fueron cruciales para llevarse partidos. Los cardenales aprovechan cada golpeo franco como si de una ocasión de gol se tratara. Muy parecido de nuevo al plan que suele utilizar el Atlético de Simeone. Cuando uno no posee el arsenal de otros, lo mejor es ser preciso con sus cañones en cada oportunidad que se brinde. Aquí Gómez ha sido decisivo con su rifle de francotirador, con el que es capaz de poner la pelota con precisión milimétirca donde sus compañeros la quieren.
Solidez defensiva
Los cardenales son el conjunto que mejor defiende de Colombia. Tienen la valla menos vencida, con tan solo 18 tantos en su contra. Es un principio básico del fútbol, si no eres goleador al menos que no te los hagan. Costas ha trabajado una línea defensiva que se ha mostrado como la más solida del campeonato. Los equipos tienen que sudar para hacerle un tanto al León, y eso conduce al desespero en el que se han visto inmersos sus últimos rivales. Ayer, los jugadores de Tolima terminaron por desquiciarse ante la firme muralla que plantó el profe Costas.
Tema físico
Es uno de los aspectos que más ha cambiado con la llegada de Gustavo Costas. Poco o nada tiene que ver la forma de trabajar del técnico argentino con la de su predecesor Alexis. La diferencia es notoria, Santa Fe ahora no decae en lo físico en los partidos. Incluso es capaz de realizar encuentros de puro esfuerzo corriendo detrás del balón los 90 minutos sin que llegue la fatiga.
Leandro Castellanos
Hace no más de un mes se hablaba de que Santa Fe no tenía portero y que uno de los objetivos principales para las contrataciones del próximo año era hacerse con un arquero de garantías. Lo encontró en Leandro Castellanos, que ha callado muchas bocas en estos últimos 30 días con actuaciones decisivas. Sus cuatro atajadas en la final salvaron al equipo cuando más apretaba Tolima. De la misma forma en el resto de eliminatorias de los play off. Castellanos se ha mostrado como un seguro bajo palos, siempre bien aseado y sin meterse en complicaciones. Solo tienen un pero, su golpeo de balón. Pero sin duda el arquero de Toledo tiene gran parte de culpa en la Novena estrella que lucirá a partir de ahora el León.
Leyvin Balanta
Otro de los grandes renaceres que ha obrado el profe Costas. Después de estar olvidado en el plantel, resurgió como una de las claves del equipo aprovechando de forma brillante la lesión de su compañero Dairon. Su papel crucial en la posición de lateral le ha dado al equipo el equilibrio necesario en la medular. Ha sido el complemento perfecto en esa zona, con oficio en defensa y una salida de balón siempre acertada. Su labor oscura no se valorará con los años con la importancia que realmente tuvo en el equipo.