Un golazo de falta de Lionel Messi a falta de doce minutos concreta la remontada del Barcelona contra un Athletic que poco pudo hacer en el Camp Nou más que claudicar ante el talento del argentino, la magia de Iniesta y la garra de Suárez.
El Barcelona obró la remontada en el Camp Nou contra el Athletic de Bilbao. Difícil papeleta tenían los leones para aguantar la ventaja de la ida. Solo un gol les bastaba a los culés para solventar la eliminatoria y pasar a la ronda de cuartos.
Lo lograron apoyados en un gran versión de Iniesta, Suárez y sobre todo de Messi. El argentino tomó la batuta de los azulgrana, cada vez que agarraba el balón temblaba el Athetic y un Balenziaga que se convirtió una vez más en su sombra por todo el césped. Pero ni siquiera el defensor pudo detener a un Messi que volvió a dar la estocada a su rival en los minutos finales. De nuevo a balón parado, como ya hizo en este domingo contra el Villarreal. Un arte del rosarino que se está convirtiendo en el mejor recurso del Barça en los últimos encuentros para solucionar los problemas.
Suárez se encargó de encarrilar pronto la eliminatoria. A los 35 minutos hacía el primero de los culés. Fue una jugada colectiva de la MSN. Messi abrió para Neymar, éste colgó el balón medido para Suárez y el uruguayo la enganchó sin dejarla botar en el área. El tanto hacía justicia a la superioridad del Barça, no abismal pero sí lo suficiente como para merecer más que su rival.
Los de Valverde se limitaron a no sufrir una sangría. Salieron bien parados con una estrategia que normalmente no da buenos frutos en el Camp Nou. El respeto les pudo y a este Barça solo se le puede hacer daño si se le falta a ello. Cuando no, es muy difícil frenar la tromba de los blaugrana. Mal acaudalada por unos medios que no hacen justicia a su historia reciente, pero al fin y al cabo poco se puede hacer contra la MSN.
Suárez siguió con sus lecciones de ‘nueve’ en la segunda mitad. Una pesadilla para la zaga bilbaína, igual que Messi. Los defensores sufrieron demasiado para frenar a ambos y, al final, padecieron incluso las gambetas de Neymar. En la segunda mitad, Bóveda derribó inocentemente al brasileño en el área. Él mismo se encargó de transformarlo.
El Barça se relajó y el Athletic lo aprovechó para pegar su estocada. El único acercamiento serio que tuvieron en todo el partido lo aprovecharon para meter los nervios en la hinchada azulgrana. El tanto devolvía las tablas a la eliminatoria. Sin embargo, la justicia futbolística no tardó en aplicarse y para eso esta un dios llamado Messi que se encarga de poner las cosas en sus sitio en los últimos minutos.
Lo volvió a hacer, esta vez con más respiro antes del término. En esta ocasión lo colocó en el palo del arquero, imparable de nuevo para un Iraizoz que solo pudo ver como la pelota entraba en la malla. La dependencia del argentino es cada día más evidente en este equipo de Luis Enrique, huérfano en el mediocampo donde el único que aún aporta ideas es Iniesta. Ayer volvieron a solventar la papeleta pero el Barça se está acostumbrando a vivir de las perlas del astro.