La problemática por los aspectos insalubres en los barrios aledaños al relleno Doña Juana, es un inconveniente que por años se han rotado las Administraciones Distritales de Bogotá, siendo repetitivas las soluciones infructuosas.
La vereda los Mochuelos, ubicada en el extremo suroriental de Bogotá, es vecina desde hace 30 años del relleno sanitario de Doña Juana, el cual es catalogado un de los depósitos de basuras más grandes del mundo. Ante la proliferación de aspectos insalubres para los habitantes de los sectores aledaños al relleno, se han presentado varias manifestaciones por parte de las comunidades.
De momento, el modelo de recolección de basuras en Bogotá cuenta con 400 camiones compactadores que recogen unas 6.200 toneladas diarias de residuos, los cuales son depositados en el relleno sanitario de Doña Juana, se pasa una aplanadora y se recubren con lona aislante y tierra.
Debido a la descomposición de estos residuos, se produce gas metano (CH4), y bien se sabe que este tipo de gas es uno de los mayores contribuyentes del calentamiento global.
El 27 de septiembre de 1997, se presentó una explosión de gases acumulados, esta disipó más de un millón de toneladas de residuos sólidos que afectaron un área de 15 hectáreas. Entre las mayores afectaciones, se presentó el represamiento en el cauce del río Tunjuelito. EL desafortunado evento representa una de las tragedias ambientales más grandes ocurridas en Bogotá, que por los grabes daños a las comunidades aledañas, le costó al Distrito 227 mil millones de pesos en indemnización de unas 300 mil personas.
Para el 2 de octubre del 2015, se presentó una situación similar a la sucedida en 1997, aunque en esta ocasión la magnitud de la explosión no causó mayores afectaciones, el evento encendió las alarmas, tanto así que las comunidades afectadas se movilizaron y puso de nuevo el tema del relleno.
Vale la pena recordar que antes de la situación en 2015, en el mandato del exalcalde Gustavo Petro (2011-2015), se intentó modificar varios aspectos en el modelo de recolección de basuras, y como de sus primeras acciones para lograr este cometido, se creó la empresa pública Aguas de Bogotá. Ante la conformación de esta nueva estrategia, el procurador de la nación destituyó al burgomaestre, apoyándose de inconsistencias en la adaptación y conformación de dicha empresa.
Oscar Barón, miembro de Asamblea Sur, aseguró que aún no ha saldado la deuda social que tiene el Estado y la sociedad con las comunidades afectadas, pues las aspectos insalubres se masifican diariamente y en varias administraciones de Bogotá no se han dado soluciones efectivas. Añadido a esto dice que aún hace falta participación de las comunidades en este tipo de proyectos, pues afirma que los intereses en juego son muchos, y el dialogo con las instituciones parece infructuoso.
Este líder aseguró que cada administración llega echándole el agua sucia a la anterior, y plantean la necesidad de nuevos estudios, en los cuales se gastan miles de millones de pesos que son pagados por los mismos ciudadanos a los que esta situación aqueja. La Corporación Autónoma Regional (CAR), entidad encargada de la gestión ambiental en el territorio, ya había emitido un ultimátum a la administración distrital en cabeza de Enrique Peñalosa, pues exige para un nuevo plan de manejo de los residuos en Bogotá, esto debido al agotamiento del relleno de doña Juana. Peñalosa, fiel a su credo neoliberal, ya ha sugerido entregarle la totalidad del negocio a operadores privados.