Ramos aparece para darle una victoria a los de Zidane sobre el Málaga. Dominaron en el encuentro, pero volvieron a mostrar síntomas de inseguridad en su juego. Ronaldo tuvo otro día gris, de constantes fallos y reproches sobre el campo. (2-1)
Llegaba el Málaga al Bernabéu en el momento más delicado desde que Zidane es técnico del Madrid. Los blancos, después de 40 partidos invictos, sumaron dos derrotas en la última semana que instauraron la percepción de incertidumbre en la plantilla. Cuando uno suma una racha tan larga de partidos se siente invencible e intocable, y cuando uno vuelve a conocer la sensación de la derrota -como le pasó contra Sevilla y Celta- se hace humano. Todos los defectos aparecen y los miedos emergen. El Madrid sufrió este shock contra el Celta esta misma semana. Y contra el Málaga, aún llevándose el partido por la mínima, volvió a mostrar señales de desconfianza en su máquina imbatible.
El Madrid pasa por un bache en el que hasta las lesiones no les respetan. Comenzó la semana con la noticia de la baja de Carvajal para un mes y, durante el encuentro contra los andaluces, conoció la de Marcelo. Jugador capital para el esquema de los merengues, que tuvo que abandonar el terreno de juego después de un con golpe Juanpi Añor que lo dejó fulminado. Zidane reestructuró el dibujo con sus dos comodines, Lucas Vázquez en la derecha y Nacho en la izquierda, y colocó un rombo con Isco que bien le habría gustado disfrutar a James. El Madrid se reencontró con su juego, con Kroos como eje y Casemiro de escoba, pero permitió demasiadas ocasiones que evidenciaron su inseguridad en estos momentos.
Ramos, que había sufrido una semana difícil después de lo de Sevilla, apareció como ángel salvador de los blancos. Con un cabezazo primero y su pie derecho posteriormente, a dos pelotas quietas colgadas con extrema precisión por el alemán Kroos, calmó las aguas y le dio un respiro a los blancos.
El Málaga del Gato Romero fue valiente en el templo de la Castellana, e hizo sudar bastante más de lo esperado a Keylor Navas. Dubitativo otro día como viene siendo costumbre este año. El Chory Castro probó al arquero tico en varias ocasiones y Juanpi Añor se llevó el premio en el segundo periodo. El venezolano aprovechó otro error en la zaga de los blancos y colocó un zurdazo sin oposición al arco.
El gol devolvió los nervios al estadio merengue, que tuvo que apretar los dientes hasta el pitazo del árbitro. Ronaldo, en un par de ocasiones, pudo dar la tranquilidad en el campo, pero el palo y su obstinación con el gol le privaron del tanto. Los pitidos de la afición volvieron a tronar por segunda vez en esta semana. La mala noche contra el Celta y su falta de acierto este sábado, eran discutidas en el foro. Tampoco se libró un Benzema que desde hace tiempo vive de chispazos y el público blanco se lo mostró en su cambio.
Entre murmullos de enfado llegó el final del encuentro. La cabeza de Ramos había vuelto a brotar en el jardín de flores que dispone en su jardín Zidane. Pero el mal papel de sus jugadores sobre el césped evidencia un bajón de rendimiento en los últimos encuentros. En la enfermería deberán apurar para salvar esta cuesta de enero y llegar a la Champions con los efectivos necesarios. Se ha descubierto una fisura en la muralla que hasta hace una semana se mantenía inquebrantable y sus enemigos querrán aprovecharlo.