El Real Madrid tiene que recurrir a la cabeza mágica de su defensa para volver a marcar un gol de oro en los minutos finales que le permite viajar a Japón al Mundial de Clubes con la misma ventaja que salieron del Camp Nou. Los culés despertaron después de tres empates consecutivos con un festín de goles ante Osasuna.
Hay casos inauditos en el fútbol y luego está lo de Sergio Ramos. El central del Real Madrid volvió a hacerlo, apareció con su cabeza mágica en el 92 y le dio la victoria a su equipo de nuevo cuando todo parecía perdido. Pasarán los años y el Real Madrid nunca encontrará un mejor amuleto al que agarrarse en los momentos donde todos se esconden.
En esos momentos es donde Ramos se crece, forma parte de una estirpe de jugadores -a la que de momento solo pertenece él- que brilla con luz propia cuando aparece la oscuridad. Sus tantos en los minutos finales para salvar a su equipo hace tiempo que han dejado de ser una coincidencia. Si el Real Madrid llega al descuento con necesidad de hacer un gol pueden ir preparando el dinero para jugarlo, porque es una apuesta segura.
La cabeza de Ramos tuvo que aparecer de nuevo para salvar los muebles. Antes, el Real Madrid se había complicado el partido de la forma más estúpida posible. No fue el día más lúcido de los blancos. Zidane introdujo ocho cambios en el once y a los suplentes se les notó más espesos que a los habituales.
Desde el principio se vio que iba a ser una noche difícil en el Bernabéu, con la versión más apática de los merengues. Se confiaron ante un rival en teoría asequible y, si no es por la reacción de coraje del último periodo del juego, bien podrían haberse ido a Japón con un disgusto en el cuerpo.
A los de Zidane les costó un trabajo arduo hacer el primero. Sin la fluidez necesaria, escaseaban las ocasiones de gol. Tuvo que llegar con un disparo lejano Morata, que derribó el muro gallego gracias a un misil que sacó con su diestra sin ni siquiera mirar al arco. Lo tenía en la cabeza el delantero blanco y coló el disparo justo donde no pudo alcanzarlo Tyton.
Con la ventaja mínima, el Real Madrid se durmió. Manoseó el balón sin la necesidad de buscar el segundo y acabó pagándolo. El Dépor aprovechó la siesta merengue e hizo dos tantos en apenas tres minutos. La salida de Joselu, excanterano blanco, confundió a la defensa del Real que no pudo detener la vieja ley del ex. El delantero anotó el primero tras un error infantil de Casemiro en la salida y en un suspiro subía el segundo rematando una contra que pilló a contrapié a la defensa blanca.
El Bernabéu se quedó mudo. Se prometían una noche plácida y de un momento a otro tocaba hacer la heroica. El Real se volcó en ataque invocando el espíritu de las viejas noches de remontada. Primero Mariano, con un remate poco ortodoxo con el hombro, ponía de nuevo las tablas en el marcador. Y ya en el 92, en los minutos que podrían empezar a denominarse la zona Ramos, apareció el central blanco con su cabeza de oro para darle la victoria a su equipo. Un tanto que se gritó en el estadio como si fuera el de la victoria en una final. Mantiene la ventaja con su perseguidor antes de irse de gira para el Mundial de Clubes.
ñapa: habrán apreciado que no hablamos de James, pues sí, el colombiano jugó los 90 minutos pero pasó prácticamente desapercibido. Más buena voluntad que juego y una ocasión errada en el primer tiempo de las que hace unos meses no solía fallar.
El Barça despierta con una goleada a Osasuna
El Barcelona despertó después de tres empates seguidos. Los culés se hartaron de tanta displicencia en los últimos partidos y reaccionaron en un campo que siempre les ha resultado difícil. Suárez con un tanto y Messi con un doblete brindaron la goleada a los blaugrana.
Los de Luis Enrique mostraron una mejor cara al de los últimos juegos. Con la presencia de Iniesta de inicio en el once todo cambió. Se volvió a ver a un Barça que dominó los tiempos con inteligencia y que encontraba las líneas de pase en zona medular. Cuando el motor carbura aparece la MSN. Ayer faltó Neymar, pero sus otros dos compañeros se pegaron el festín a su cuenta.