Cardenales y pijaos aburren en el juego de ida de la final que se disputó en el Murillo Toro. Los dos equipos prefirieron firmar la paz para jugarse todo en el partido de vuelta en Bogotá. Tolima intentó tímidamente un mejor resultado, pero acabó cayendo en el letargo propuesto por Santa Fe.
Tolima y Santa Fe mantuvieron la igualdad en la ida de la final que se jugó en el Murillo Toro. Los dos equipos se respetaron excesivamente en un juego que no trascenderá en los recuerdos de este campeonato. El miedo a empezar la serie con un mal resultado agarrotó las piernas de los jugadores.
Los pijaos comenzaron con más intensidad que el rival en los primeros quince minutos, donde crearon ocasiones como para ponerse por delante. Gómez de cabeza primero con un remate a centro de Vargas que lamió el travesaño y más tarde Luis Paz desperdiciaba una ocasión ante Castellanos. Tolima buscó el gol a base de centros y solo la falta de puntería le privó de conseguir el premio.
Santa Fe repitió el papel de los últimos partidos. Cómodo sin el balón y confiando en el fallo del rival, como un león esperando el momento oportuno. Casi lo encuentra con una ocasión de Osorio Botello, cuyo remate salió desviado. Sin intimidar la portería contraria, al menos consiguieron meter a su rival en su juego somnoliento que terminó por dormir el partido en la última fase del primer periodo.
En la segunda mitad su plan fue aún más descarado. Cedieron abiertamente el balón a Tolima y se agazaparon en su campo para confiar en la contra. Cerraron los espacios y los pijaos se desgastaron intentando penetrar en la muralla cardenal, incapaces de filtrar el último pase decisivo.
El partido se movió en ese discurso aburrido en el que tanto unos como otros comenzaron a dar por buena la tregua del primer juego. Tolima intentó rebelarse con un último acercamiento en los minutos finales, pero la zaga de santafereña tuvo una solidez encomiable en Ibagué.
El empate deja abierta la llave para la vuelta en Bogotá. Ahí Santa Fe estará obligado a llevar la iniciativa y tendrá que mostrar más argumentos que los exhibidos en el Murillo Toro. Destapará los espacios y cambiará el suelo de batalla a un frente abierto con intercambio de golpes por ambos. El Campín decidirá al segundo campeón de la Liga Águila 2016.