Atenas prepara ya el terreno para unos comicios a los que parece abocada la coalición gobernante tras los preacuerdos alcanzados en Bruselas. El grupo parlamentario de Syriza, partido de gobierno, se descompone.
Atenas prepara ya el terreno para unos comicios -serían los segundos en menos de medio año- a los que parece abocada la coalición gobernante tras los preacuerdos alcanzados en Bruselas. El líder de la izquierda radical se encuentra con que los apoyos que mantenía más a la siniestra parecen perdidos -el sector que quiere la vuelta al dracma, por ejemplo- y que cada vez más figuras emplazadas en el centro político, incluso en la derecha, le aprecian por haber evitado la salida del euro. Votantes que normalmente le denostan en las redes sociales ahora le alaban por alcanzar un acuerdo mientras sus tradicionales palmeros se sumen en una confusión que podría tardar días en disiparse.
Tsipras debe ‘vender’ en casa un acuerdo que -se nota- no le gusta en absoluto, pero del que depende la supervivencia fiscal de Grecia. Y lo hará en una situación nada usual: con muchos amigos en la oposición parlamentaria y cada vez menos en su casa. Tal y como hicieron ante la votación del viernes sobre las propuestas que llevarían a Bruselas, los líderes de los tres principales partidos democráticos -del socialista Pasok, Fofi Gennimata, del liberal To Potami, Stavros Theodorakis y del conservador Nueva Democracia, Vangelis Meimarakis- han emitido un comunicado en el que anuncian que votarán a favor de lo acordado con los acreedores en la maratoniana cumbre del domingo.
No obstante, es un regalo envenenado: quieren dejar que Tsipras se cueza en su propia salsa aprobando un plan que, saben, es inevitable y que contiene ajustes muy duros sin tener que pagar un coste político.
Un griego pasa ante un póster que se burla de ministro alemán de Finanzas en la pared de un banco de Atenas
Syriza, partida y a merced de la oposición
Apoyos en el Parlamento no le van a faltar, pero el premier heleno está viendo como su grupo parlamentario se descompone. Hasta 32 diputados de Syriza se enmarcan ya entre los díscolos. A los 17 que votaron en contra, se abstuvieron o no se presentaron a la votación del viernes se suman otros 15 que han firmado un manifiesto en el que muestran su rechazo, aunque en la votación se decantaron por el ‘sí’, a las medidas que ha pactado el Gobierno con los acreedores.
Sin ANEL (Griegos Independientes, el socio de gobierno, totalmente en contra del memorándum) y sin estos votos internos de Syriza, Tsipras queda totalmente a merced de la oposición, que podría aprovechar estas semanas, en las que el Parlamento deberá votar medidas exprés con las que acceder al tercer rescate, para debilitar al primer ministro.
A pesar de todo, Tsipras no debería temer -de momento- a unas elecciones anticipadas. En los casi seis meses que ha durado la resistencia de Syriza ante los acreedores internacionales, se ha labrado la fama de no entregar al pueblo griego a la primera, a diferencia de, por ejemplo, Samarás. El primer ministro no está, ni mucho menos, acabado.
La imagen imperante entre los griegos es que, para doblegar los sueños antiausteridad de Tsipras, se ha tenido que llegar, entre otras cosas, a la amenaza de la quiebra de los bancos -las entidades helenas respiran gracias a la ayuda del BCE- y al primer corralito de la historia del país, que dejó escenas tan inéditas como dramáticas: colas ante los cajeros y jubilados luchando para recibir su pensión. Ha sido necesario, además, apartar a uno de los ministros más combativos de los gobiernos helenos recientes -Varufakis, muy querido entre el electorado-, sin contar con el referéndum que convocó para horror de Berlín y en el que, a todas luces, el Ejecutivo consiguió una victoria holgada pero pírrica.
Nuevas elecciones ¿nuevo gobierno de Tsipras?
Desde enero, cada vez que se realiza una encuesta en Grecia el apoyo a Syriza y a Tsipras se ha consolidado o se ha ampliado, aunque las circunstancias para ellos parezcan adversas. Sin ir más lejos, antes de ayer MetronAnalysis realizó un sondeo (post-propuestas de recortes del Gobierno) para el respetado portal económico heleno Macropolis según el cual Syriza obtendría un 38,5% de los votos, lo que se traduciría en una holgada mayoría absoluta por el sistema de compensación del sistema parlamentario del país.
Nueva Democracia bajaría hasta el 19,1%, Potami también descendería al 5.3% igual que Amanecer Dorado (4,3%) y el ΚΚΕ (Partido Comunista), que conseguiría el 3,8%. El único que podría incluso ascender -ligeramente, dentro del margen de error- es el Pasok (4,2%).
Parece ser que cuanto más se quiere domar a Tsipras en Bruselas, más griegos apoyan a su primer ministro. Y no hay razones para pensar que vaya a ser distinto ahora. El revés en el Parlamento y la incapacidad de gobernar con las mayorías existentes le forzarán, casi con toda seguridad, a convocar elecciones. Puede que éstas le devuelvan a la Cámara con más apoyos que antes.