Uribe terminará como Pinochet y Fujimori

Cada vez más pierde hasta la dignidad porque el juicio ya lo perdió. Su rol en Cartagena tratando de empañar un día de gloria para Colombia, fue denigrante, pues debió respetarlo y asumirlo desde la diferencia, sentado en el sofá de su casa o montando a caballo, con altura, respeto y solidaridad con millones de víctimas y en silencio por los muertos.

En cuatro años su campaña contra las negociaciones de paz fue espantosa porque no hizo un debate con base en argumentos ciertos sino sobre el más infame paquete de mentiras que una a una fueron quedando como carroña en el desierto.

Equivocó toda la estrategia porque lo hizo desde el odio, y no desde el SÍ, con lo cual hubiera neutralizado al gobierno y ahorrado al país un debate estéril, costoso y desastroso. Tomó el camino equivocado y se convirtió en un paria del universo porque nadie entiende ni acepta su locura contra la paz.

Vergonzoso comportamiento en Cartagena. Bloqueado por la policía cuando años atrás le abrían paso como en su tiempo lo hacían también con La Gata. Su final político será este domingo. No alcanzará los dos millones y medio de votos. Perderá contra ocho millones del SÍ. En las elecciones de congreso no sacará más de diez parlamentarios. No tiene candidato para el 2018. El señor de los huevitos de oro carga el peso de tres millones seiscientas mil víctimas, cientos de miles y miles y miles de muertos, de mujeres violadas y de falsos positivos en sus años de gobierno, demasiado dolor para una guerra contra las FARC, y demasiado para continuarla.

Perdió todo lo ganado cuando empujó a las FARC a los confines de la selva. Pudo haber ganado todo si su oposición hubiera sido desde la bondad, la inteligencia, el recato, el respeto, el perdón y la razón. Se convirtió en adalid de la ultraderecha que desangró los campos de Colombia en los últimos setenta años.

Pelea contra el mundo. Polarizo al país. Se alió con la muerte y no con la vida. Tiene la mayoría de sus seguidores en aquella generación que tiene entre 35 y 50 años porque creció y se desarrolló en los años negros del último medio siglo. No los culpo, fue la guerra. Pero la paz puede traerlos a esta orilla.

Los más jóvenes, el 50% de la generación intermedia, y los que nacieron y vivieron las dos violencias, salvarán a Colombia de la estupidez.

Con seguridad y alegría depositaremos el voto por el SÍ el 2 de octubre. El país del terror se acabará para siempre este domingo porque ya el ELN vendrá después a cerrar el libro de la barbarie. Colombia será en unos años el país de los sueños y no el de los muertos. La paz es un libro, la guerra una bala.