Desde que se perpetrara la llamada Matanza de Acteal, en el estado mexicano de Chiapas, la impunidad se ha entronizado de un caso que llamó la atención mundial y que hasta el momento no ha arrojado un solo culpable.
El debate sobre la responsabilidad y el tratamiento que la justicia le ha dado a los presuntos responsables de la masacre, revivió esta semana por cuenta de la inmunidad con que la justicia de Estados Unidos cobijó al expresidente mexicano Ernesto Zedillo, mandatario en el momento de los hechos.
La masacre se remonta al 22 de diciembre de 1997, cuando un grupo paramilitar incursionó en Acteal, en el estado mexicano de Chiapas, y asesinó 45 indígenas tzotziles que se encontraban orando en un iglesia a 200 metros de un retén policial. La masacre se inscribió dentro una estrategia paramilitar que tenía como fin sembrar el terror en las zonas de influencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En los 15 años que lleva el caso en los estrados judiciales mexicanos no se ha encontrado ningún responsable y los principales sospechosos han sido excarcelados a pesar de las pruebas presentadas por la Procuraduría General de la Nación. El mismo expresidente mexicano, Ernesto Zedillo, fue acusado ante un tribunal de New Haven (Connecticut) por su corresponsabilidad en los hechos al ser el jefe de estado durante la masacre.
Ante las acusaciones hechas por diez presuntos sobrevivientes que no citan sus nombres y que interpusieron la acción penal, Zedillo, que se encuentra residenciado en Estados Unidos como profesor de politíca y economía en la Universidad de Yale, contestó que son acusaciones “indignantes” y “carentes de fundamento”. Además, el Departamento de Justicia de Estados Unidos consideró que las acusaciones en su contra carecen de fundamento y suficiente razón, ya que no puede ser juzgado directamente por hechos realizados por funcionarios de un rango menor.
Así las cosas, uno de los hechos más graves en la guerra desatada en la década de los 90 entre el Estado Mexicano y la guerrilla indígena zapatista, seguirá en la impunidad hasta tanto no se logre levantar el velo que cubre a los autores materiales e intelectuales que aún continúan invisibles para la justicia del país centroamericano.