Necesitamos hacer en Colombia una transición energética inteligente. En todo sentido.
En la conferencia titulada la “Transición Energética Justa” del director del IPSE, ingeniero Campillo, durante el 37º Congreso Nacional de Ingeniería en Barranquilla (geográficamente en Puerto Colombia) dejó una ruta más clara de lo que el Gobierno está pensando.
En su introducción focalizó rápidamente el problema. Ya hemos pasado dos de los nueve límites planetarios después de los cuales la ciencia actual considera que caemos en riesgo e incertidumbre sobre la pérdida de los equilibrios naturales sobre la tierra, debido a los impactos de los humanos (Pérdida de biodiversidad y Flujos biogeoquímicos; los otros siete son Cambio climático, Acidificación de los océanos, Cambio en el uso del suelo, Uso de agua dulce, Agotamiento del ozono estratosférico, Carga de aerosoles atmosféricos, Entidades nuevas (químicas, radiactivas)) de los cuales aún tres no se han podido medir. La mayor parte de esos impactos son debidos al sector de la energía (73%). Por energía no solo hablamos de energía eléctrica sino todo lo referente a combustibles fósiles (derivados del petróleo, gas natural, carbón) que son las fuentes de energía más impactantes destinadas a las máquinas de los humanos (vehículos de todo tipo, fuentes de calor, etcétera).
Para la producción de esa energía, los combustibles fósiles participaron en 2018 con 64%. Y de todo el resto, apenas el 5% son provenientes de fuentes renovables (que no causan impacto como su nombre sugiere). Para el 2050 deberíamos tener un panorama completamente diferente si queremos mantener al planeta dentro de sus límites sin disparar reacciones en cadena que hemos descrito en anteriores artículos (ver notas): los combustibles fósiles no deben pasar del 10%, la electricidad debe llegar al 51% y el hidrógeno emerger con el 12%, con al menos un 61% de toda la energía proveniente de fuentes renovables. La transición energética se trata de alcanzar estas metas en 2050.
La situación en Colombia es diferente. Pero la transición se trata de lo mismo por compartir el mismo planeta, con estrategias diferentes eso sí. Sobre lo de dejar de vender el petróleo fue considerado por fuera de lo justo. Sabemos que el mundo seguirá consumiendo derivados del petróleo pero su demanda irá disminuyendo por efectos de la misma transición, el precio irá descendiendo e irán quedando las fuentes de menor costo de producción. Haciendo un chequeo de la información disponible (por fuera de la conferencia), para 2018 para Arabia estuvo alrededor de 7.5 USD por barril según el Informe Anual de Estadísticas del Petróleo de 2019 de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), mientras que para Colombia fue de 25.70 USD por barril, dato de la Agencia Nacional de Hidrocarburos de Colombia (ANH). Seremos de los primeros en salir del mercado. Debemos vender hasta que no nos compren o sea más barato comprar afuera que producir en nuestro suelo.
Pero es que la Transición Energética no solo trata de este aspecto, aunque se le haya dado el máximo despliegue por haberse convertido en un emblema de contradicción política.
Los puntos claves de la conferencia se resumen en los programas estratégicos que expuso el ingeniero Campillo:
- Comunidades Energéticas: Distritos energéticos industriales.
- Expansión de las Energías Renovables: Interconexión Eléctrica Nacional y regional Latam, Tecnologías de Almacenamiento, Despliegue del Hidrógeno Verde.
- Gas Natural para la Transición Energética: Transporte Masivo y Carga Pesada.
- Movilidad Sustentable: Transporte multimodal de bajas emisiones y Ciudades inteligentes.
- Eficiencia Energética: Transporte masivo y carga pesada.
- Transición Energética Intensiva en Conocimiento: Creación del Instituto Nacional de Transición Energética y Transición laboral en territorios de minería e hidrocarburos.
Cada punto da para una extensa explicación. Para leer más de los planteamientos se puede consultar en la página del IPSE; por ejemplo ver ”La reindustrialización de Colombia es la clave de la Transición Energética Justa”. Y posteriormente hay que consultar la conferencia en la página de la Sociedad Colombiana de Ingenieros -SCI- en las memorias del congreso (cuando sean publicadas).
Hay que enfatizar, basados en la conferencia del ingeniero Julián García, experto en energías, también durante el congreso de ingeniería, que de lo que más se debe tratar la transición es en optimizar la demanda, en hacerla eficiente. Es decir, una amable pero estratégica sugerencia al ingeniero Campillo de subir el punto 5 y el 4 en lo que concierne, al numeral 1.
Las cifras lo dicen todo:
- De toda la energía que se consume en nuestro país, se desperdicia el 70%. Sí, así como suena: se bota el 70% y solo es útil el 30%. Vivimos en un gran desperdicio energético.
- En transporte tan solo es útil el 23%. Es decir, de todo lo que gastamos en gasolina y diésel, se desperdicia el 77% (se vuelve calor). Se explica principalmente por la edad de camiones, buses y carros.
- Pero en las casas es peor: solo el 21% es útil. Además de todavía usar leña y gas propano en muchos hogares, aún tenemos aparatos domésticos viejos e ineficientes (nevera, aire acondicionado, estufa, calentador) para generar frio o calor.
- En la Industria (incluida la agropecuaria) es mejor, 55% de energía útil pero aún muy ineficiente.
El asunto “se cae de su peso”, como se dice coloquialmente. La principal estrategia de la transición energética debe enfocarse en renovar el parque automotor, todos los aparatos domésticos y volver eficiente el consumo en las industrias. Las inversiones del Estado deben estar ahí, con prioridad absoluta: planes de subsidios y préstamos blandos para conversión de viejos motores (y una estrella: cambio a motores eléctricos donde ya la tecnología esté disponible, como en carros) y modernización de vehículos, actualización de aparatos domésticos y lo propio para las industrias. De paso arreglaríamos el aire en las ciudades y bajaríamos las enfermedades y muertes por la contaminación cada vez más asfixiante, y contribuiríamos de verdad en el objetivo mundial para el 2050, además de convertirnos en un ejemplo global, ese sí, memorable.
Ya en 1980 enseñaban estos criterios de eficiencia energética en las universidades en EE.UU. El ingeniero Carlos Fonseca, experto en economía ecológica, suele comentar que le enseñaron en la universidad un procedimiento de screening (tamizado) para proyectos de energía que consistía en demostrar que el nuevo proyecto tuviera mejor desempeño que un “proyecto sombra” alternativo de ahorro y uso eficiente de energía. Aquí hemos creído que el subdesarrollo es un asunto de clasificación por ingreso per cápita bajo, pero esto nos demuestra que es más un asunto de mentalidad. De nuestra mentalidad subdesarrollada.
El asunto clave que le podríamos sugerir al ingeniero Campillo, es que ubique siempre en el primer lugar de su ordenamiento estratégico de la transición a todas las acciones para hacer eficiente la demanda. Así, sin duda, estaríamos en la ruta de una transición energética inteligente, fuera de ser muy justa.
Rafael Fonseca Zárate
@refonsecaz
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